El desafío hoy es luchar por el socialismo
Por Nico Fuentes
Dada la profundidad de la crisis actual del capitalismo, que trasciende desde lo económico a los ámbitos político, alimentario, energético y ambiental, ¿es posible continuar planteando una alternativa dentro del sistema, “aggiornando” el modo de producción capitalista, como lo ha venido haciendo la izquierda sistémica, incluido el Partido Comunista chileno?
Si observamos el carácter de la crisis en todas sus dimensiones, parece evidente que no sólo es necesario, sino un deber moral y de sobrevivencia del planeta y la especie humana, acometer el desafío de cambiar el actual modo de producción.
Si la alternativa es la construcción del socialismo, es importante definir de qué socialismo estamos hablando. El burocrático de los socialismos reales, está descartado. El socialismo en China tiene cada vez menos de socialismo y más de capitalismo, y aunque tras ello, exista una apuesta estratégica para preservar el socialismo, cabe preguntarse si el pueblo chino y sus dirigentes serán capaces de sustraerse al influjo de los desvalores del capitalismo.
¿Qué rescatamos del proceso cubano o de la experiencia de Venezuela, Bolivia y Ecuador?. En éstos últimos países se impulsa un socialismo, dentro del capitalismo, que no obstante ello, ha aportado importantes mejoras en la calidad de vida de esos pueblos (salud y educación gratis, nacionalización de los recursos naturales y empresas estratégicas e importantes avances en la consolidación de una política antiimperialista e impulso de la integración regional).
¿Cuál es la contradicción fundamental hoy? ¿es entre capitalismo y socialismo? o asistimos a una contradicción de carácter intercapitalista? ¿Es la contradicción entre capitalismo y socialismo, la que determina la oposición entre Estados Unidos y China, y en menor grado Rusia? O es la lucha por nuevos mercados, recursos naturales, energía y un crecimiento económico basado en la mano de obra barata, en la sobreexplotación humana.
Si la contradicción es de carácter intercapitalista, ¿cómo se expresa en América Latina y fundamentalmente en Chile? Las grandes empresas y grupos económicos constituyen monopolios absolutos en las distintas áreas productivas y controlan el mercado. Las micro, pequeñas y medianas empresas, conformadas por trabajadores devenidos en “emprendedores”, que se ven a sí mismos no como trabajadores, sino como empresarios, luchan a duras penas por sobrevivir. ¿Cuál es la contradicción aquí? ¿Se plantea el trabajador disfrazado de microempresario, pero con mentalidad de empresario, una lucha irrenunciable contra el capital? ¿O la contradicción está fundada también en este caso por un carácter intercapitalista?
¿No ocurre lo mismo a nivel de los trabajadores sindicalizados y en general? ¿La clase obrera chilena hoy, lucha por destruir el capitalismo y por la construcción del socialismo o su lucha es de un marcado carácter economicista?
En los procesos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, al igual que en la unidad popular, la vía ha sido la electoral. En Chile, ¿es posible plantearse la vía electoral como proceso de construcción, creación de conciencia y acumulación de fuerza para avanzar a un cambio de carácter estructural?
Si no se actúa en el ámbito electoral, ¿cuál es la alternativa? ¿la lucha armada? ¿irse a la montaña? ¿Continuar estimulando e impulsando de manera horizontal y espontánea la resistencia al modelo, desde una indignación y frustración crecientes, que no alberga en sus alas (si es que las tiene) alternativa alguna?
Si nos planteamos como fin estratégico el socialismo, es esencial considerar el hecho que si bien las condiciones objetivas están dadas, las condiciones subjetivas son las peores. Los niveles de despolitización, desinformación, ignorancia y de derrota subjetiva del pueblo son enormes. Porque una cosa es que la gente se rebele contra las injusticias evidentes del modelo y se organice, la mayor parte de las veces de manera espontánea, para protestar y lograr mejoras económicas específicas, y otra muy distinta es lograr la organización consciente del pueblo. Un pueblo con conciencia de clase no lucha por mejoras parciales dentro del sistema. Se constituye en protagonista de la construcción de su propio destino, y ese destino no puede ser de ninguna manera el capitalismo.
Es importante tener muy claro que ese proceso de conciencia jamás es espontáneo y la realidad demuestra que en Chile el pueblo en general - y fundamentalmente los trabajadores -, están muy lejos de alcanzar ese estado de conciencia.
Entregar el protagonismo de la lucha contra el modelo a los movimientos sociales, como plantea el historiador Gabriel Salazar, que actúan de manera horizontal y espontánea, es limitar el carácter de esa lucha al ámbito sistémico. Los movimientos sociales podrán jugar un papel importante de denuncia y de lucha contestataria contra el neoliberalismo, pero jamás serán capaces por sí mismos de construir una alternativa al capitalismo. Lo hizo el Movimiento 26 de Julio en Cuba, pero fue gracias a la conducción de un líder revolucionario de la estatura política y moral de Fidel Castro, a quien Salazar denosta gratuitamente, evidenciando una vez más su individualismo arrogante y su carácter vacilante (no olvidar que apoyó a Ricardo Lagos), en momentos en que no puede haber claudicaciones de ninguna índole al enfrentar al imperialismo.
Hoy es fundamental superar las visiones oportunistas que por largo tiempo han escabullido lo central: no existe derrota del capitalismo y construcción del socialismo sin una organización revolucionaria. El socialismo no es natural, y por lo tanto, sin una organización o partido revolucionario – que en la actualidad no existe en Chile -, es imposible que el pueblo de un salto cualitativo en términos de conciencia. Se requiere el partido, un proyecto y un accionar político permanente, que tenga como objetivo estratégico la derrota del capitalismo y la construcción de una sociedad sin clases. La sociedad dividida en clases, es el origen de todas las miserias de la humanidad. No reconocer este hecho concreto y actuar en consecuencia, es simple oportunismo.
Por ello, en la actual crisis del capitalismo, hay una sola cosa que no podemos permitirnos: no actuar políticamente. Somos responsables de lo que hacemos, y en este caso particular, seremos especialmente responsables de lo que dejemos de hacer.
Cualquiera sea el camino elegido, lo central es tener claro el objetivo estratégico, que es el socialismo. Cuando se tiene principios férreos, se puede ser flexible en la táctica, eso sí, poniendo especial énfasis en cautelar los principios ideológicos, políticos y la moral revolucionaria.
Si se actúa en el ámbito electoral, es esencial comprender que la democracia, como planteó el Che, es la dictadura de las clases explotadoras. “Luchar solamente por conseguir la restauración de cierta legalidad burguesa sin plantearse el problema del poder revolucionario, es luchar por retornar a cierto orden dictatorial preestablecido por las clases sociales dominantes. Es luchar por el establecimiento de unos grilletes que tengan en su punta una bola menos pesada para el presidiario”. La transición chilena desde la dictadura a la democracia concertacionista, es una muestra elocuente de ello.
También el Che expresó en forma premonitoria que el socialismo no puede ser un vulgar método de repartición económica. “El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación".
Esta reflexión es fundamental para aquellos que limitan la lucha contra el capitalismo al logro de determinados objetivos económicos, dentro del propio sistema, y mucho más importante aún para quienes luchamos por el socialismo.
Fuente: Rebelion
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