Abel Samir ( ARGENPRESS.info)
¡Si no hacen lo que nosotros queremos, los bombardeamos con armas nucleares! Esto, que son mis propias palabras, es lo que en esencia dicen los norteamericanos, claro está, no con estas mismas palabras, pero en la forma que lo digan es sólo un problema de forma.
El contenido es la frase que yo escribí. La esencia de todo esto es un chantaje, nada menos que un chantaje nuclear para obligar a un país menos fuerte y que carezca de armas poderosas a someterse a la geopolítica de USA. Por supuesto que ese chantaje no se puede hacer con países fuertes y bien armados, sobre todo si poseen también armas poderosas, como las bombas nucleares. Porque en caso, de llegar a suceder un ataque de esa índole, lo cual se ve como algo muy remoto, la respuesta sería contundente y en ese caso no habría ganadores, sólo perdedores.
El chantaje nuclear no tiene efecto, por la razón última de mi párrafo anterior, si el país o Estado es uno que está armado hasta los dientes y premunido de armas nucleares y de misiles de largo alcance capaces de llegar a la mayoría de los objetivos enemigos. Esa es la razón de fondo de impedir a toda costa que países como Irán lleguen a poseer armas nucleares. Se transformaría en una superpotencia, toda vez que es un país pujante y con muy buenas condiciones geoestratégicas: gran población, avance tecnológico, una economía sólida, y una educación en aumento. La catástrofe nuclear anunciada por el comandante Fidel Castro la veo como algo muy remota, sino imposible y no como algo inminente como lo sostiene en su artículo “Saber la verdad a tiempo”. Y más difícil, por no decir imposible, una guerra nuclear a escala mundial. No la hubo entre USA y la ex URSS cuando ocurrió la crisis de los cohetes en Cuba, en 1962, considerando que la ex URSS era un aliado de Cuba, no sólo en lo ideológico, también con fuertes intereses geoestratégicos en la Isla. Y que la ex URSS poseía en esa época un arsenal nuclear un poco mayor que el arsenal de USA. En esos dramáticos instantes, los soviéticos prefirieron retirar sus cohetes de Cuba y evitar así una confrontación militar con USA, que aunque se iniciase como una confrontación de guerra limitada terminaría en una guerra total. Me pregunto ahora, ¿qué interés podría tener la Federación Rusa o la República Popular China en inmiscuirse en una conflagración de esa envergadura? ¿Acaso, si llegase a producirse un ataque con armas nucleares a las plantas nucleares de Irán, motivaría a estos países a involucrarse en la guerra del fin del mundo? Parece algo descabellado y pienso que este peligro no es del todo real. Tampoco que Norcorea se vaya a inmiscuir en este litigio. No tiene nada que ganar. Norcorea pretende una paz duradera y hasta ahora, sólo existe un armisticio entre Norcorea y Sudcorea apoyada por USA. A Norcorea le interesa que Corea vuelva a ser una sola nación unida bajo su régimen político y no se perpetúe la división que es una tragedia para los coreanos.
Si como se dice en el artículo de Fidel Castro, que pueda estallar una guerra a nivel planetario, realmente existiese, sería como que el conflicto con Irán fuese sólo el motivo que todos están esperando para lanzarse al holocausto de la humanidad. No se ve como posible que la guerra que se veía como una posibilidad, remota por supuesto, durante la Guerra Fría tenga que realizarse ahora que ya no existe el campo socialista aunque existan divergencias y contradicciones entre USA, la UE y sus aliados con la Federación Rusa y la República Popular China. Me inclino a pensar que las contradicciones actuales son menos profundas y estas naciones que otrora eran enemigas hoy, si bien es cierto no son del todo amigas o aliados, comparten un mundo económico en que todas, sin exclusión aportan y se benefician del sistema.
Ni siquiera puedo pensar en una guerra de carácter limitada en la defensa de Irán. Por supuesto que tanto la Federación Rusa como la República Popular China se oponen a un ataque militar, así sea con armas convencionales, a Irán. Y esas potencias no se atreverían a involucrarse ni siquiera en una guerra convencional de carácter limitado, ya sea aportando armas y equipo militar o información, que es lo básico para enfrentar una situación armada, porque una guerra limitada entre estas grandes potencias, inevitablemente, se transformaría en una guerra total como lo sugirió correctamente el analista y consejero norteamericano (de nada menos que de tres gobiernos consecutivos) Henry Kissinger en su conocida obra “Armas nucleares y Política Internacional”. Y una guerra total entre grandes potencias tiene el enorme riesgo de ser una guerra con armas nucleares, por tanto no es posible pensar que hoy exista, ni el interés ni el deseo, de una guerra de esa naturaleza. Todos comprenden que el riesgo de la destrucción que eso implica presupone la carencia de vencedores, por tanto, desaparecería el objetivo de la guerra, cuál es: lograr una paz duradera cumpliendo con las metas de la política. Tal vez el primer principio de la guerra que enunció Mao Tse-tung en sus escritos militares viene al caso: conservar las propias fuerzas y destruir las del enemigo. Si no se cumple con este principio, pues, no hay que emplearse y sufrir una victoria pírrica (Pirro, rey de Epiro, una ciudad-estado de la Grecia antigua, al regreso de sus aventuras militares en Sicilia, aun cuando venció, llegó de regreso con muy pocos soldados). Y en una guerra nuclear no habría ni siquiera una victoria pírrica, sólo perdedores y el riesgo del fin de todas las formas de vida en este planeta. Al respecto, Kissinger sentía gran respeto por Mao y así lo dejó ver en su obra.
En el caso que estamos analizando, el posible ataque nuclear de USA e Israel a Irán, no a todo el país, sino a las instalaciones nucleares, produciría daños colaterales enormes, tanto a la economía mundial, como los daños ecológicos que podría afectar a Europa y Asia, debido a que Irán está ubicado entre esos dos continentes. Estos daños serían mayúsculos. No se ve que la UE pudiese compartir esa idea descabellada que pueden tenerla algunos congresistas norteamericanos, pero que seguramente no es compartida por el Pentágono, porque ellos saben de que se está hablando y conocen los resultados catastróficos de una acción de esa naturaleza. Por esa razón, Obama no ha dicho en ningún momento que se atacaría a Irán con armas nucleares. Y creo que muchos deben preguntarse la razón por la que el ex presidente Bush no dio la aprobación a Olmert de permitir el paso de la aviación israelí por el espacio aéreo de Irak en el último año de su mandato. Me parece que Bush, a pesar de no ser un hombre muy inteligente, estaba bien orientado (seguramente por su Estado Mayor) sobre las posibilidades de represalia por parte de Irán y sobre la catástrofe nuclear que podría suceder en aquella época. Y esas condiciones no han cambiado sustancialmente. Lo lógico de pensar hoy, es que el presidente Obama está orientado por los mismos consejeros militares del Pentágono que orientaron a Bush, y por consejeros civiles que conocen el planteamiento de Henry Kissinger, o por los sucesores de aquellos.
El despliegue de la flota norteamericana que está compuesta fundamentalmente de destructores, con uno o dos portaaviones, tiene un despliegue que no parece estar listo para un ataque a Irán. De los portaviones despegan los aviones que atacan diariamente a los talibanes en Afganistán. Puede haber sí una estrategia de aproximación indirecta hacia Irán. Estrategia que sabemos apunta fundamentalmente a dislocar la mente del comandante enemigo, en este caso, del dirigente iraní Mahmud Ahmadineyad. Para eso se aplica lo que se llama en la doctrina militar, la guerra psicológica y también por otro lado y que es muy posible, para inhibir a Irán a romper con el bloqueo de tecnología, materiales y materias primas que son parte de las medidas económicas y geopolíticas tomadas contra Irán, en especial, aquellas que están apuntadas contra las fuerzas armadas políticas del régimen, la Guardia de la Revolución Islámica. ¿Hasta dónde Irán respondería militarmente contra el intento de estos barcos de detener en aguas internacionales a un barco mercante iraní o de otra nacionalidad que partan o se dirijan a puertos iraníes? No lo sabemos, pero no parece que el presidente iraní esté dispuesto a iniciar una guerra en este momento, y como es lo lógico de pensar, evitará por todos los medios responder militarmente a esas medidas, aunque se hagan declaraciones con una cierta liturgia y alegoría guerrera, como las declaraciones del ministro de defensa iraní, el general Ahmad Vahidi, que dijo que las Fuerzas Armadas de Irán se encuentran preparadas y dispuestas a defender su nación y que ellas se encuentran en buenas condiciones en término de equipo militar y de moral combativa. Tampoco es posible pensar que los norteamericanos estén esperando un ataque preventivo de los iraníes, ataque que tendría como objetivo hundir los barcos de la flota que USA tiene en el Golfo Pérsico. Primero, porque como bien se sabe, uno de los principios de la guerra es conservar la iniciativa y hasta aquí la tienen ellos y no es posible ni pensar siquiera que estén dispuestos a perderla. Un ataque sorpresivo por parte de Irán a la flota norteamericana, aunque hundiesen todos los barcos de la flota, sólo tendría un resultado parcial. Sería nada más ni menos que una especie de Pearl Harbor, que ocurriría en esta época y bajo otras condiciones. La represalia norteamericana no se haría esperar, y sería muy contundente y destructiva, si consideramos que USA tiene la superioridad en el espacio aéreo, aunque el castigo a las bases norteamericanas en Oriente Medio podría ser terrible y también a Israel, el aliado y promotor del litigio contra Irán. Y eso lo comprende perfectamente el mandatario iraní, que no tiene un pelo de tonto. La declaración del Congreso norteamericano apoyando una guerra preventiva de Israel contra Irán sólo tiene la fuerza del apoyo ideológico por cuanto quien decide el comienzo de ella es el presidente del país y hasta ahora Obama no ha dicho nada. Desde luego que la declaración del Congreso sirve a la guerra psicológica y con ello aumenta la tensión de los iraníes.
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