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T r i b u n a c h i l e n a

Opinion

Los pillines de la Concertación no estaban muertos, andaban de parranda

Por Rafael Luis Gumucio Rivas

Hay que ser muy ingenuo para  creer que Michelle Bachelet va a terminar con el lucro en la Educacion, sobre todo si los involucrados pertenecen a la combinación política de la mandataria. En este mismo tenor, dudo de que pueda haber una nueva Constitución surgida de la ciudadanía, por medio de una Asamblea Constituyente – lo máximo que puede dar la Concertación al país es una Constitución de castas, surgida de un congreso ilegítimo, que sólo representaría al 3%  de los ciudadanos capacitados para votar -.

Uno de mis amigos, Felipe Portales, en una de sus recientes columnas, fruto de serias y concienzudas  investigaciones, publicada en Diarios electrónicos prueba, con lujo de detalles, que la Nueva Mayoría es igual a la Concertación pues, dentro de este conglomerado político el Partido Comunista, el MAS y la  Izquierda Ciudadana, pesan menos que un paquete de cabritas. Recién viene a descubrir la diputada Camila Vallejo que los democratacristianos van a tirar para el programa de Bachelet.

La Presidenta, a su vez, es muy hábil para esconder a los “bacalaos” que pululan en la Concertación, y algunos de ellos ya han sido nominados para ocupar cargos de embajador en las sedes más importantes – Gazmuri, ex Mapu y conocido neoliberal, Barón socialista sin castillo, ha sido destinado a Brasil; otro pez gordo se va, posiblemente, a Italia -; otros a empresas del Estado.

El “bacalao” mayor, Camilo  Escalona, no se puede conformar con una embajada, que sería muy adecuada para un persona que se ha convertido en repúblico para los Diarios de la derecha; lo único que le falta para ser un oligarca “gotoso” son los apellidos y, aunque no nació en cuna de oro, es como los capataces de hacienda, el más servil ante los “patrones”. Un caso parecido fue, en el pasado, el senador Juan Antonio Coloma, el abuelo del actual senador UDI; era uno de los más fanáticos conservadores integristas que, entre otras gracias, condenaba a los católicos maritainianos.

No hay que equivocarse: en la apariencia, Escalona estaría peleado con la Presidenta Bachelet quien, hasta el momento, no suelta prenda para él, pero a pesar de pseudo exilio, este político sigue moviendo el ajedrez en el gobierno;  su operador político está representado por un muchacho venido de la ex Izquierda Cristiana – hoy muchos de sus ex militantes se han convertido en los príncipes de Chile -, también  el subsecretario Mahmud Aleuy, que fue durante mucho tiempo el encargado de llevar el maletín y, además, operador político del dueño de PS, Camilo Escalona.

Con razón, el “bacalao Escalona” es despreciado no sólo dentro del Partido Socialuista, sino también por la ciudadanía: cuando se presentó como candidato a senador por Bío Bío, en las últimas elecciones parlamentarias, perdió ante Alejandro Navarro y, además, dio cabida a la elección de Jacqueline van Rysselberghe impidiendo así un doblaje seguro si Escalona se hubiera abstenido de participar para dar el cupo a un candidato más empático.

Al abandonar el senado, su discurso fue verdaderamente patético: se puso a lloriquear porque la Presidenta no daba ni  bola y, como se cree el retrato alabancioso que los Diarios derecha le dedican a su egregia figura, dijo que “el no era un técnico y que solamente aceptaría cargos políticos” – pienso que este personaje se parece, cada día más, al noble de la película Patrimonio Nacional, de Luis García Berlanga.

Para no extender más esta columna, en una próxima oportunidad trataré sobre otros “bacalaos” escondidos por Bachelet -  Gutenberg Martínez, Mariana Aylwin, J.J. Brunner, entre otros -.

Venezuela: Las fuerzas de la historia

Venezuela: Las fuerzas de la historia

Por Andrés Figueroa Cornejo

 

1. Carece de sentido representar una nueva relación de hechos sobre los acontecimientos en curso en Venezuela desde el 12 de febrero de 2014. Su caracterización consensuada incluso desde las administraciones capitalistas de América Latina cuya política exterior se comporta relativamente independiente, al menos en términos diplomáticos y declarativos, se ha inclinado por llamar a respetar la democracia representativa y al Presidente Nicolás Maduro legítimamente optado en las urnas. Naturalmente, de esa solidaridad elemental se han excluido los gobiernos alineados en el tratado de libre comercio y de nítidos objetivos geopolíticos en beneficio del Estado corporativo norteamericano, la Alianza del Pacífico, compuesto por ahora por México, Colombia, Perú y Chile. En el último país, la hace poco electa por un 25% de personas habilitadas para sufragar, la Presidenta Michelle Bachelet, pronta a asumir en menos de un mes, siguiendo la política pro imperialista del ex Presidente Ricardo Lagos Escobar quien fue el primer mandatario en reconocer a los golpistas fracasados de 2002 contra Hugo Chávez, ha guardado un silencio obsecuente en apoyo a las acciones emprendidas contra el pueblo y el Ejecutivo venezolano. Porque esta hora es de aquellas donde se revela la genuina escala de grises de los intereses y proyectos políticos más o menos articulados de las clases sociales y se caen las fachadas. En los paraderos de la locomoción pública, en cualquier proclama que se refiera al asunto, en las Naciones Unidas.

 

2. Sobre las comparaciones recurrentes entre los procesos políticos de Chile de la Unidad Popular y la actual Venezuela es preciso tomar algunas notas. En las décadas de los 60 y 70 del siglo XX en gran parte del mundo se vivió una ofensiva extraordinaria del movimiento popular sobre el capitalismo maduro, sólo comparable con los años inmediatamente posteriores a la Revolución Soviética. Es posible aventurar que los 60 y 70 fueron años de gloria y tragedia donde los oprimidos alcanzaron protagonismo y talla histórica. De alguna manera, desde las victorias y derrotas de entonces, desde la contrahegemonía en todas sus formas respecto de la minoría en el poder, se produjeron los más ricos, complejos y creativos procesos de construcción política, cultural y social de los humillados de la Tierra hasta ahora. Es como si los explotados y plebeyos hubieran alcanzado el despliegue histórico de sus intereses sólo posible de cercenar mediante la violencia derechamente militarizada de los imperialismos de manera directa o a través de sus representaciones nacionales y regionales.

 

Entonces fue como haber palpado el futuro. Desde una dañada, pero eficiente contrarrevolución burguesa, hasta no hace tanto, cuando recién comienza una paulatina recomposición de las fuerzas sociales ligadas al trabajo y los oprimidos, todavía ese futuro ya vivido funciona como horizonte de sentido. De allí la misión desmoralizante de las acusaciones de ‘nostalgia izquierdista’ de la producción propagandística multiformal y espectacularizada por la intelectualidad a pago, ex revolucionaria y por encargo de la misma minoría en el poder. Minoría que aprende rápidamente y cuya memoria indeleble opera como terror de clase cuando se actualiza alguna esquina del período donde sus privilegios fueron jaqueados seriamente por mayorías sociales autoconscientes.

 

Pero para los pueblos del mundo ese futuro ya vivido –y no personal ni generacionalmente- es cumbre colorida, texto existencial orientador relativamente mitificado; así como la realidad inmediata es carencia de sentido y pura opresión.

 

Se trata de que los tiempos de la lucha de clases no son lineales ni historicistas ni cronológicos. Son tiempos siempre políticos, históricos, sociales y concretos.

 

Por ejemplo, puede perecer una generación o dos, la vida biológica de un individuo, pero las condiciones y relaciones de fuerzas que produjeron a uno y miles de Ernesto Guevara perduran como realización pendiente. Y no por capricho, el mal llamado voluntarismo o alguna trampa de la psiquiatría social. Sino porque hoy las relaciones de poder y de clase subsisten de modo más feroz en términos relativos y absolutos que entonces.

 

Por contexto y particularidades en el proceso mismo de acumulación de fuerzas, el programa aplicado por el gobierno de la Unidad Popular fue más progresivo que el de la Venezuela bolivariana. Ello no es bueno ni malo, es objetivo. Sin embargo, existen distancias y similitudes que serían bravas de detallar en un borrador urgente. Tal vez las diferencias más visibles sean que la UP de Chile fue de abajo hacia arriba, con una poderoso papel de los partidos políticos reformistas de inspiración socialista y la densidad continua históricamente de la lucha de los trabajadores y el pueblo; y que la experiencia bolivariana se basa sobre la señera conducta y liderazgo de Hugo Chávez, el ‘Caracazo’, el desprestigio del sistema político convencional y la reestructuración notable de la ideología de las Fuerzas Armadas de Venezuela. Asimismo, tanto la resignificación popular del concepto de patria, las fuertes definiciones antiimperialistas, como el ejercicio de la sedición enemiga sean los lugares más comunes de ambos gobiernos. En fin.

 

Si bien las formas del imperialismo -luego de la oleada de golpes militares que asolaron a América Latina con el fin de imponer en inmejorables condiciones el programa ultraliberal del capitalismo concentrado y financiarizado ante la tendencia a la baja de sus ganancias por el propio desarrollo tecnológico y el encarecimiento del precio del trabajo-, modificaron drásticamente las relaciones de fuerza mundiales y regionales y, por tanto, se han vuelto más sofisticadas las tácticas de la dictadura del capital y en la actualidad se habla de ‘golpes blandos institucionales’ (y precautorios) en el continente. Sin embargo, nada asegura que los golpes militares tradicionales hayan sido arrojados al baúl de los recuerdos. Quienes así lo creen sólo están expresando un deseo.

 

En consecuencia, con el objeto de generar una crisis de gobernabilidad la arremetida inestabilizadora y anunciada de grupos de estudiantes universitarios digitados por la burguesía y el imperialismo usamericano en su plaza fuerte, Táchira (y después, Mérida), colindante con Colombia no accidentalmente sino por lo contrario, es la expresión palpable del álgido momento de la lucha de clases en el país de Bolívar.

 

Las decisiones antiinjerencistas del gobierno de no renovar los permisos de trabajo a los empleados de la industria mediática rival de los pueblos, CNN, y de enviar a un cuerpo militar y policial a Táchira para frenar el motín golpista, corresponden a medidas orientadas acertadamente para demostrar la voluntad y las fuerzas del pueblo organizado.

 

Sin embargo, esas iniciativas no detendrán al imperialismo.

 

3. La lucha antiimperialista es inmediatamente una lucha anticapitalista en los países dependientes del mundo y de América Latina. Al no existir ‘burguesías nacionales y patrióticas’, tampoco existe una eventual resolución del conflicto vía pactos sociales que no redunden en ofrecer más tiempo a la clase gran propietaria para continuar conspirando.

 

En claro y sencillo: el combate contra la ofensiva imperialista dinámicamente se transforma en la oportunidad popular para expropiar a la burguesía y a los intereses norteamericanos e iniciar abiertamente el camino hacia una sociedad socialista y revolucionaria. Es mejor más temprano que tarde. Y aunque todo parto, inevitablemente comporta dolores, es la única práctica que da vida y multiplica su ejemplo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ganó el duopolio, perdió la Democracia

Por Leopoldo Lavín Mujica

 

Para qué alargar la cosa, salió victorioso el sistema binominal que ha organizado la vida política chilena durante 24 años. Perdió E. Matthei con sólo 25% de los votos aunque la derecha festeje esta derrota como victoria. Con el 46% de los sufragios, Bachelet no pudo imponerse absolutamente en primera, pero lo hará seguro en segunda vuelta, a menos de un choque de meteoritos. Eran datos conocidos y las escaramuzas electorales del mes que viene no aportarán nada nuevo. Salvo insumo para el espectáculo mediático, porque lo esencial fue dicho. Se van entonces los antiguos comensales y la mesa está puesta para el concertacionismo ampliado. Al cierre de esta columna el socialista Camilo Escalona perdía la senatorial después de haber llegado de paracaidista a la 8a. Región Costa. A Navarro no le dio par salvarlo. La soberbia fue derrotada.

¿Quiere decir esto que con la alternancia binominal  y la vuelta del antiguo régimen de Bachelet II algo se cierra en realidad? Ni tanto. Más bien se abre una nueva coyuntura política que se inscribe en un proceso sociopolítico más profundo de lucha por cambios estructurales que representaron Roxana Miranda, Marcel Claude y, de manera puntual, Marco Enríquez-Ominami y Alfredo Sfeir.
 
Es el período histórico entero, definido por sus propias correlaciones de fuerzas entre los grupos y clases sociales, el que está cambiando.

Cuando la derecha, tal como Hernán Büchi, sostiene que los problemas de Chile se resuelven "creando riqueza" y conservando las instituciones actuales, hay que preguntarse qué falta en ese dispositivo ideológico y discursivo clave de la propaganda neoliberal; o qué pretende ocultar.

La diferencia entre el presente, donde le tocará gobernar, con el pasado, aquel donde la Concertación ya gobernó por veinte años consolidando ese modelo concentrador de la riqueza en unos pocos grupos económicos, con la ayuda de la Constitución pinochetista y del sistema parlamentario binominal, es la pérdida de legitimidad del relato de los poderosos. Es decir, que el relato dominante de la necesidad de la expansión del capital y de la acumulación de la riqueza social acaparada privadamente por un polo del 1 al 5% ha perdido fuerza. En un parafraseo de ideas revolucionarias clásicas: los dominantes no pueden gobernar como antes, los dominados ya no quieren seguir siendo gobernados como lo fueron y, otros, en el medio, dudan de qué lado ponerse.

Lo que cambió gracias a las movilizaciones sociales, rebeliones de pueblos enteros y movimientos huelguísticos, fue la consciencia de la necesidad de cambios profundos para satisfacer necesidades sociales.  Hemos visto una disposición o nueva subjetividad que opta, en casos de no resolución institucional de los conflictos, por la acción colectiva como condición de posibilidad real de hacerlos. No hay procesos sociales que sean "naturales". Estos son, como los cambios, resultado de la extraordinaria capacidad de los hombres y mujeres de carne y hueso de modificar las condiciones de existencia histórica, sociales, políticas y culturales.

En otras palabras. Es por la movilización que se abren las puertas a otros posibles. Es la enseñanza que dejan las porfiadas luchas recientes. Tal como lo han hecho los trabajadores a lo largo de todo el país, el pueblo mapuche, los estudiantes secundarios y universitarios; comunidades enteras, mujeres y pobladores.

Ricardo Lagos, un concertacionista emblemático, que expresa bien el pensar oportunista, sostiene que estamos en un "nuevo ciclo político y económico" y, que ellos, con Bachelet son los más indicados para hacer las reformas "adaptativas" con el fin de salvar el sistema político y económico actual. Según él, el nuevo ciclo político y económico chileno se debe a los 20.000 dólares de ingreso per cápita de los chilenos, y a más educación.

¿Y qué oculta a su vez esta tesis determinista de Lagos y de la Concertación al decir que la gente se moviliza, organiza y rebela porque "está bien" , es más educada y por eso aspira a tener más?

Primero que nada, la ignorancia de la situación real de abuso, desigualdad, endeudamiento y explotación en la cual viven la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas chilenos y sobre todo de los y las que trabajan de manera precaria. Segundo, oculta la responsabilidad de la Concertación en la la toma de consciencia de los  ciudadanos de la necesidad de cambios estructurales debido a los abusos, negociados, fraudes y contubernios que la Concertación amparó, facilitó y promovió.

La Concertación vuelve por quinta vez al gobierno del Estado con el mismo personal político anterior. Trae bajo el brazo promesas ambiguas y reformas consensuadas con los poderosos sectores empresariales de la industria de la educación, de la energía, de los recursos naturales, del retail, de las farmacias, etc. Vuelve con ella la metodología de sendas comisiones en las que los concertacionistas seguirán consultando, no a pueblo, a los estudiantes o a los trabajadores ,sino a "expertos" de derecha y a políticos liberales para salvar el capitalismo y acomodarlo con las exigencias ciudadanas y populares.

Y muy posiblemente vuelve una bolsa de gatos y una canasta de jaibas.

La Concertación vuelve con la ayuda del poderoso dispositivo mediático (los impresos de Copesa y  El Mercurio). Es la razón por la que no hay ninguna propuesta para facilitar el pluralismo informativo y por el derecho ciudadano a estar bien informado en el gobierno II de Bachelet. El duopolio periodístico seguirá, con subvenciones estatales, aplaudiendo el mismo duopolio parlamentario que organiza la vida política chilena desde 1989.

Pese a lo anterior, el triunfo de la Concertación y la consiguiente disputa parlamentaria no logrará parar un movimiento por los cambios en marcha. Son demasiados los conflictos latentes. Entre estos la recomposición del movimiento de la clase trabajadora en su lucha anti burocrática y  por reconquistar derechos negados por la Concertación y las ultraderechas neoliberales será determinante.

Bachelet II tampoco podrá comprar la nueva conciencia que se instaló para quedarse: la necesidad de continuar con el proceso constituyente en marcha, tanto en las consciencias como en las variadas iniciativas como la que acabamos de ver.  Proceso político que le devuelve el poder y la libertad constituyente a los ciudadanos y trabajadores y que deberá confluir en la elección de una Asamblea Constituyente para redactar una auténtica Constitución.

Este proceso constituyente que ya partió, no se hará sin una encarnizada disputa ideológica entre liberales, socialdemócratas de estilo republicano e izquierda anticapitalista, antineoliberal y democrática, que deberá estar a la altura de la tarea. Será un terreno de prueba de las correlaciones de fuerzas que atraviesan la sociedad chilena. Sus sectores más políticamente educados y conscientes saben que la elección de una Asamblea Constituyente, tal cual lo expresó un trabajador en una asamblea ciudadana y estudiantil en junio del 2011 en la Casa Central de la U de Chile, es y será la madre de todas las batallas.

¿No decían Condorcet y Thomas Jefferson que cada generación necesita una nueva Constitución?

Leopoldo Lavín Mujica

Bachelet S.A. gana primera licitación para administrar capitalismo en Chile

Bachelet S.A. gana primera licitación para administrar capitalismo en Chile

Por Andrés Figueroa Cornejo

 

Sólo sufragó la mitad de los habilitados para hacerlo; habrá balotaje el próximo 15 de diciembre y los estudiantes secundarios se tomaron comando de Bachelet.

Las elecciones presidenciales y legislativas del 17 de noviembre en Chile, predecibles y sin misterio, sólo fueron interrumpidas por los jóvenes agrupados en la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces) que se tomaron el comando de Michelle Bachelet en Santiago y afirmaron que “El movimiento estudiantil en su conjunto tiene la claridad de que más allá de los resultados de las elecciones que hoy se desarrollan, el próximo año y los que vienen, serán de lucha y de organización (…) Hoy la antigua Concertación se disfraza de Nueva Mayoría, ha tomado nuestras demandas llevándolas a un programa que sabemos no cumplirán, deformándolas y convirtiéndolas en propuestas para la clase empresarial y alejándolas de su origen: el movimiento social (…) Trabajaremos incansablemente por la articulación transversal de las luchas de hoy y las del mañana. Salga quien salga electo, seguiremos consecuentes y firmes con el movimiento social”.

La candidata de la concesionaria administrativa del Ejecutivo, ex Concertación, denominada ahora Nueva Mayoría, Michelle Bachelet, obtuvo  45,5 % de los sufragios emitidos. Segunda preferencia tuvo la candidata de la derecha tradicional Evelyn Matthei con 24,9 %. Es decir, el triunfo de Bachelet tendrá que ser refrendado mediante un balotaje en un mes más.

Lo que se proyecta es que los sufragios emitidos para los candidatos Marco Ominami (11%) y Alfredo Sfeir (2,5 %) –además de los que pudieran provenir de fracciones electores de Ricardo Israel (0,6 %), y Tomás Jocelyn-Holt (0,2 %)- se desplazarán a favor de Bachelet en la segunda vuelta.

Por su lado, una gran parte de las preferencias para Franco Parisi, 10,1 % (derecha tradicional, también), marcharían hacia Evelyn Matthei, pese a que el derechista Parisi manifestó que él no votará por ella el próximo diciembre. Es decir, las disputas entre las formas partidarias de la vieja derecha ultraliberal también explican la votación de Bachelet.

Por su parte, Marcel Claude (Partido Humanista + independientes) sacó 3 %, y la candidata anticapitalista del Partido Igualdad, Roxana Miranda, un 1,3 %. La candidatura de Roxana –que prácticamente se realizó sin recursos, sólo a pulso e imaginación- fue desoída en su llamado a primarias con el candidato del Partido Humanista para participar con un solo nombre en las presidenciales. Sin embargo, ese comando se negó. Los desafíos para el pueblo que acompañó a Roxana son la intensificación de la lucha social, la ampliación social de sus fuerzas, la formación política y una organización sustantivamente superior.

La crisis de representatividad del sistema de partidos políticos se expresó nuevamente en que de las más de trece millones y medio de personas habilitadas para votar, sólo lo hizo alrededor de un 50 %.

La candidatura de Bachelet fue apoyada abiertamente por los intereses corporativos y geopolíticos del imperialismo norteamericano, la inmensa mayoría del empresariado y las cadenas periodísticas, sin contrapeso alguno, debido a su supuesto potencial para dotar de mayor gobernabilidad y continuidad del capitalismo ultra que regenta Chile desde hace casi 40 años.

SOBRE LOS INTERESES Y LA FUERZA POPULAR

Claro que todavía falta. Claro que la dictadura cívico-militar significó una ofensiva histórica contra los trabajadores y los pueblos de Chile. Por supuesto que el Pentágono y sus subordinados nativos debían detener a cualquier precio una posible revolución en el último territorio que cuelga en el mapa del norte mandarín. Claro que entonces el establecimiento de tiranías castrenses se extendía como petróleo en América Latina como reacción al terror imperialista de la eventual recreación de experiencias inspiradas en la Cuba del joven Fidel y Guevara. Por supuesto que en Chile, con un gobierno -resultado de combates antiguos y contexto coyuntural- que tomaba medidas para caminar hacia la creación de las condiciones materiales y culturales  en vistas al socialismo, la minoría en el poder dejó caer –horrorizada y echando mano a un golpe de Estado bien financiado, como cuestan las inversiones más rendidoras- la venganza de clase prometida y el espanto ejemplar para doblegar a un pueblo autoconsciente y desarmado.

Naturalmente, con la memoria fresca y gatillada por la crisis de la deuda a inicios de los 80’, se reanimó y repolitizó ese mismo pueblo mancillado. Y ante el peligro, esta vez de los reflejos victoriosos de la Nicaragua insurrecta, se apresuró el pacto interburgués entre los viejos políticos golpistas y la embajada norteamericana para inaugurar una democracia de baja intensidad, vacunada contra asalariados y empobrecidos  por fuerza y por ley. El crimen ya estaba consumado y en las mejores condiciones posibles para los dueños de todo.

Con la Unión Soviética en estado terminal y desde hacía casi dos décadas experimentando en Chile la nueva fase del capitalismo, hoy hegemónica, entre 1988 y 1990, se transitó en el país andino a lo que hasta ahora mismo es la versión dominante del orden mundial. Esto es, un capitalismo sólo imaginado por el liberalismo más delirante. Un Chile y sistema mundo donde todas las relaciones sociales se han vuelto mercancías; la concentración capitalista con aval estatal; las formas más originales de súper explotación del trabajo asalariado; la manga ancha para vaciar los recursos naturales a precio de feria y a costa de humanidad; y el imperialismo financiero funcionando como holding monopólico para que desde su panel de controles se digiten las condiciones de la producción, la distribución, el intercambio y el consumo.

Y, cómo no, la proliferación de leyes antiterroristas dedicadas a todos quienes levanten cabeza. La represión preventiva y por sospecha, la cultura de la alienación cada vez más sofisticada, el conformismo y la fatalidad. Y como cáscara brillante a punta de preservantes autorizados, una democracia antipopular y más limitada incluso que la jubilada república representativa. El reino de la deuda y la especulación. El voto cada tanto como parodia de participación, tal cual la educación como ilusoria palanca de movilidad social.

La administración planetaria de la desigualdad, la industria de las armas, el narcotráfico y la prostitución; la competencia a muerte entre fracciones del capital; el empeoramiento absoluto y relativo de la vida de la inmensa mayoría terrícola. La extinción del Estado de bienestar, la naturalización de la miseria, la dependencia actualizada de las economías periféricas.

La contradicción estructural de la apropiación privada del valor y el excedente colectivamente producido. La rebeldía de los territorios sociales todavía insuficientes para modificar radicalmente la vida.  Nuestras faltas como resistencia organizada o mal organizada o nada organizadas. El enemigo principal saboteándonos la voluntad, la experiencia acumulada, la persistencia necesaria. La convicción de que las contradicciones internas del capitalismo no lo derrumban por sí solas. La juventud rebelde buscando a tientas, con rostro de mujer, de indígena, de migrante, de ambientalista bravo, de creyente emputecido, de trabajador y de estudiante  pobre. El orden de las cosas y las cosas bien ordenadas de los numerados de arriba.

Pero hasta el palco mejor cementado cede cuando se inquieta la galería sin butacas de los plebeyos.


EL FUTURO NOS IMPONE NO OLVIDAR NI PERDONAR

Por Roberto Avila Toledo
El crimen como política de estado desatada por la dictadura militar, en su calidad de brazo armado de la oligarquía, los grupos economicos y las transnacionales repugna a la conciencia de cualquier ser humano civilizado. Que ello no vuelva a ocurrir es un imperativo para una sociedad y de lo que se trata es de establecer premisas que realmente lo impidan, no una simple declaración de buena voluntad rebosada de ingenuidad

Con ocasión de los 40 años del golpe militar los medios de prensa informan, y no en toda su brutalidad, de los crímenes de la dictadura. La derecha observa con justificado temor que estos ecos del pasado, sumado a otro largo listado de factores, les lleva directamente a un desastre electoral.

Con el cinismo y la duplicidad ética que le caracteriza  han puesto en los medios de prensa a algunos de su personeros a "pedir perdón" no por los crímenes, sino por la "omisión" o falta de actividad ante los crímenes.

Esto es una maniobra mentirosa, pues la derecha como sector politico tuvo a sus mas grandes líderes como Jaime Guzmán y Sergio Onofre Jarpa participando activamente en la dictadura al igual que todo el grupo que será la base fundacional de la UDI. Ellos no fueron sujetos pasivos insertos en una sociedad civil impotente ante la barbarie militar.

A más, ellos mismos se enriquecieron con el saqueo al patrimonio nacional asi por ej. Jose Yuraseck, UDI connotado,  se hizo multimillonario con la privatización de las empresas electricas estatales.

A la hora de la verdad, en el plebiscito del 88 la derecha en su conjunto, sin deserción alguna, trabajó para que Pinochet mantuviera la dictadura por 8 años más.

Esa conducta se ha mantenido en el tiempo,Andrés Allamand como ministro de defensa informó al tribunal que investigaba la muerte del presidente Allende que la FACH no tenía los nombres de los pilotos que bombardearon La Moneda pues no tenía el registro de quienes eran pilotos de combate ni tenia sus hojas de servicio, si esto no es encubrimiento yo soy el rey del tango.

La brutalidad con que las clases dominantes en una sociedad reprimen el cambio social, es algo que excede lo personal, aún cuando se tratara de reconciliaciones sinceras. La reconciliación sin memoria y sin castigo judicial y penal es seguro cheque a fecha a nuevos genocidios.

La oligarquía tiene un largo listado de crímenes como muestras de su acción política.Si alguna vez su autores en la cercanía del fin de sus dias se arrepintieron ello no produjo ni podía producir un efecto disuasivo a nuevas matanzas.

Hay quienes se autocalifican de izquierda y que con frenéticos reconocimiento de errores, tan útiles a la hora de hacer la cola de los arrepentidos,se suman a este festival hipocrita de la reconciliación. Oportunismo y cobardía son compañeros inseparables de la lucha politica. De que se debe arrepentir la Unidad Popular: de las dos grandes modernizaciones de la historia de Chile la nacionalización del cobre y la reforma agraria y de un gobierno en pleno respeto a los DDHH ?.

En América Latina se impuso un reguero de dictaduras patrocinadas por EEUU, la escuela de torturadores de Panamá funcionaba a plenitud ya a comienzos de los 60, ejército de "Chile" había masacrado miles de obreros (1907) cunado comunistas,socialistas y miristas no existían.

La izquierda no tiene porque pedir perdón, si hay un error es haber creído en la constitucionalidad de los militares y la derecha.

La única garantía de respeto a los DDHH en el futuro es que la oligarquía, dueña del poder económico,militar y los medios de prensa,  sepa que si vuelve a las andadas no tendrá perdón ni olvido.

El futuro nos impone no perdonar ni olvidar.

La impunidad en Chile es parte del modelo neoliberal y el duopolio ha hecho consenso en ella y así se entiende que los hijos de personalidades asesinadas hayan sido indiferentes ante sus crímenes. Por ello los concertacionistas fueron a defender a Pinochet a Londres y les construyeron el Hotel de 5 estrellas de Punta Peuco a los criminales.


ROBERTO AVILA TOLEDO

El martirologio de Salvador Allende

Carlos Angulo Rivas (especial para ARGENPRESS.info)

Cuarenta años después del fatídico golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende, 11 de septiembre de 1973, encabezado por el sanguinario general Augusto Pinochet, la figura ejemplar del mártir de la democracia chilena inspira a todas las organizaciones políticas democráticas y a los movimientos sociales del continente latinoamericano. Más todavía cuando observamos el rescate de la soberanía regional y la construcción de la patria grande en los territorios considerados el “patio trasero” de los Estados Unidos.

Allende creyó en la democracia a carta cabal y pagó con su vida la defensa de ella, de la constitución y la ley; el sentido patriótico en el ejercicio del poder lo demostró en el intento de construir el socialismo a través de la participación ciudadana y la educación de las masas populares; lo demostró con la nacionalización de la minería del cobre, recuperada de manos de las empresas imperialistas; de la reforma agraria, expropiando las tierras a los latifundistas y del fomento de la propiedad social sobre los medios de producción en beneficio de la mayoría del pueblo.

La injerencia norteamericana en el golpe de estado y en la instauración de la dictadura de Augusto Pinochet ha sido ampliamente comprobada mediante la publicación de los documentos desclasificados del Departamento de Estado. Como se conoce la administración de Richard Nixon se empeñó en la destrucción del primer gobierno socialista de América Latina, establecido a través de un triunfo electoral, imponiéndose la tarea de sabotearlo hasta su hundimiento; recordemos la descarada declaración del secretario de Estado de aquel entonces, Henry Kissinger, cuando expresó: "no veo por qué tenemos que esperar y permitir que un país se vuelva comunista debido a la irresponsabilidad de su propio pueblo". Además, consta que en octubre de 1971, Richard Nixon comunicó a Kissinger: "He decidido remover a Allende" y a partir de esta insolente determinación se organizó el plan de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para dar el golpe de estado contra la democracia.

Luego, los 17 años de dictadura fueron marcados por el crimen, la represión masiva, las tortura, las desapariciones y las innumerables violaciones a los derechos humanos. Se impuso de esta violenta manera el experimento del neoliberalismo con las políticas privatizadoras, el libre mercado y la globalización. Por la debilidad del régimen dictatorial y el fracaso de la política económica, Pinochet se vio obligado a convocar el 5 de octubre de 1988 un referéndum donde triunfa el NO a la permanencia del dictador en el gobierno. Augusto Pinochet recibió la negativa del 56 por ciento de los votantes, y sólo el apoyo del 44 %, este resultado creó las condiciones para un proceso electoral programado para el año siguiente. Sin embargo, en los veinte años de los gobiernos siguientes, los de la Concertación, integrada por los partidos Demócrata Cristiano, Socialista, Por la Democracia y Radical Social Demócrata, no hubo transformaciones sociales, permaneciendo intacto el sistema político excluyente creado por la Constitución de Pinochet que ampara el modelo económico neoliberal. El triunfo del derechista Sebastián Piñera, a continuación de los veinte años de la Concertación, profundizó la aplicación del modelo neoliberal que, felizmente, abrió las calles para un nuevo movimiento popular, encabezado principalmente por los estudiantes opuestos a las leyes de mercado en la educación.

El legado de Salvador Allende en términos de justicia social y posibilidades de desarrollo integral está ahora presente en la rebelión de los estudiantes, en la participación del pueblo, en la acción de los trabajadores contra del sistema imperante y contra el gobierno de Sebastián Piñera. El pensamiento de Allende vuelve a tomar la significación democrática del cambio social revolucionario, pues nadie en Chile puede ser indiferente a su figura, y no sólo en Chile sino en el continente. La derecha fascista y golpista debe ser derrotada, es bastante fuerte como se observa, por ejemplo, en Venezuela, y nunca será ajena al protagonismo de los golpes de estado auspiciados por Estados Unidos, pero en la nueva realidad del escenario latinoamericano los “cuartelazos” han perdido la vigencia de los períodos pasados. Por consiguiente, la izquierda tiene la responsabilidad de seguir construyendo espacios cada vez más amplios de apoyo popular participativo; y ahí la imagen del presidente Salvador Allende adquiere la relevancia histórica de su sacrificio. 

Carlos Angulo Rivas es poeta y escritor peruano.

Fuente:(ARGENPRESS.info)

Armada de Chile: Escuela de criminales

Por Alejandro Lavquén

Si algún ingenuo aún dudaba que el rol de las fuerzas armadas es el de enseñar, como práctica esencial de su funciones, el asesinato del prójimo, el video con el entrenamiento físico y concientizador de los marinos chilenos, en las calles de Viña del Mar, acompañado del cántico “argentinos mataré, bolivianos fusilaré, peruanos degollaré”, es de esperar que lo haya sacado de su candidez. Más aún cuando el diputado de la UDI Gonzalo Arenas –pinochetista recalcitrante- afirma que “estos cantos han estado siempre en todas las FFAA. Yo fui cadete hace más de veinte años y se cantaba igual”. Arenas representa a un sector de chilenos chovinistas y xenófobos que además justifican las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura militar.

Aunque las máximas autoridades de la marina y del gobierno condenaron el video (políticamente no les quedaba otra opción), no olvidemos que la marina, encabezada por el almirante Merino, que dio un golpe interno, fue la institución que llevó el pandero en el golpe de Estado de 1973. Yo me pregunto si en aquella oportunidad, mientras los marinos chilenos torturaban a sus compatriotas a bordo del buque escuela Esmeralda, habrán entonado cantos parecidos: “socialistas mataré, miristas fusilaré, comunistas degollaré”. Recordemos que todo esto se cumplió, a cabalidad, tras el golpe militar, demostrando, al parecer, que los uniformados aprendieron muy bien la doctrina enseñada a través de sus cánticos.  

La marina chilena es una institución clasista, patriotera, pechoña, dispuesta a matar no sólo a nuestros pueblos hermanos, sino que a los propios chilenos, como quedó demostrado en 1973. Esta institución está gobernada por el sector más reaccionario de la derecha y obedece a intereses antidemocráticos, tal como el resto de las FFAA. Me parece que ya es la hora definitiva en que la educación de los integrantes de las Escuelas Militares pase al mundo civil.   

Tercerización, flexibilización y fraude: La foto del mercado laboral con los colores de la precarización

Por Jorge Duarte 

El panorama de 2013 se viene con la certidumbre de negociaciones paritarias complejas y con un mercado laboral con desigualdades importantes. La informalidad laboral, la precarización y las tercerizaciones son los ingredientes de un plato complejo.

Según las cifras oficiales difundidas por el Ministerio de Trabajo de la Nación, dentro del mercado laboral se encuentran un total de 15.913.400 personas ocupadas. De ese total, los trabajadores con aportes y beneficios sociales suman 10.553.566, es decir un 66,3% del total de personas ocupadas. Dentro de este grupo, los que se encuentran registrados en relación de dependencia suman 8,5 millones, mientras que los restantes son trabajadores cuentapropistas. Además, según estas cifras oficiales, los datos más alarmantes se vinculan a los que no entran en ese 66,3%. La cantidad de trabajadores no registrados en el país llegan a los 5.360.000 de personas. Estos números respaldan los análisis que expresan que un tercio de los trabajadores de la Argentina se encuentra dentro de la informalidad laboral.

Estar dentro de la masa del 33,7% de trabajadores no registrados representa bastante más que no tener aportes jubilatorios y cobertura social -lo que de por sí no es poco-. Las condiciones laborales de los trabajadores no registrados se encuentran muy por debajo de las condiciones laborales de los trabajadores que sí lo están. Esta desprotección en las condiciones en las que se desarrolla el empleo implica, en muchos sectores, mayores riesgos para la salud y mayores índices de insalubridad, ligado a la incapacidad de negociar mejoras por la condición precaria en la que se encuentran. Sin embargo, el problema también tiene un componente económico muy fuerte. Los salarios de los trabajadores no registrados son, aproximadamente, un 30% menores a los que perciben por el mismo trabajo quienes se encuentran registrados.

Para graficar el componente económico del impacto en el salario del trabajo no registrado, es útil recurrir a los datos presentados hace unos días por el Observatorio por el Derecho Social en el informe denominado: “Estado de vigencia de los Derechos Humanos de la clase trabajadora en la Argentina”. Según las cifras exhibidas, el promedio de las remuneraciones netas de los trabajadores registrados alcanza los $5.796 mensuales. Al incorporar a los trabajadores no registrados a la cuenta el monto desciende a los $3.707 mensuales. Ese es el impacto profundo que tiene el trabajo no registrado en el promedio de ingreso de los trabajadores y el que representa una condena a salarios muy bajos de aquellos que no se encuentran contenido por el “mercado laboral formal”.

Hay un componente fundamental que explica un promedio de salarios de los trabajadores ocupados de $3.707. Esto tiene que ver con que más del 40% de los trabajadores percibe de su ocupación principal un ingreso inferior al Salario Mínimo, Vital y Móvil. Esto se produce por situaciones de fraude laboral que esquivan hasta las pautas más básicas que regulan el empleo. Las carencias en los controles estatales y el propio Estado (ya sea nacional, provincial y/o municipal) empleando bajo condiciones informales son parte de este entramado irregular.

Estos $3.707 que cobra en promedio la totalidad de los trabajadores Argentinos superan el Salario Mínimo Vital y Móvil ubicado en los $2.875 pero se encuentra muy lejos de los $6.997 calculados como costo de una canasta básica de bienes y servicios para una familia tipo (4 personas) por la Junta Interna de ATE–INDEC. Sin el impacto a la baja en el promedio de los salarios no registrados, la diferencia entre el salario medio y la canasta básica de bienes y servicios sería menor, como sería menor el problema económico a saldar. Es evidente que el trabajo no registrado representa de los peores males que se deben enfrentar en el ámbito laboral y, en consecuencia, en el ámbito social.

Para complementar el panorama del mercado laboral es importante mencionar que según los datos publicados por le INDEC, la desocupación se ubica en el 6,9%, mientras que la subocupación alcanza el 8,9% (de los cuales el 6,2% es demandante). Estos números expresan que la desocupación es un tema claramente menor respecto del fenómeno que venimos abordando –aunque no por esto menos importante-.

La foto del mercado laboral sigue mostrando grandes contrastes. Mientras que la desocupación hoy ocupa un rol secundario, el protagonismo del empleo precario es notorio y su combate debe encabezar las listas de prioridades de las intervenciones estatales y gremiales. Para que la palabra “inclusión” sea una realidad, en serio, para ese tercio de trabajadores informales se necesitan más y mejores políticas activas contra el combate del fraude laboral y la precarización. Por ahora el Estado ha esquivado el tema y ha dejado hacer y los sindicatos fueron demasiado complacientes y en los peores casos cómplices.

Jorge Duarte es periodista especializado en temas gremiales.

 Fuente:(MARCHA - ACTA)