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T r i b u n a c h i l e n a

El cambio, contra el mal menor

por Roberto tello

Meter miedo acerca de lo conveniente o no, sobre algunas acciones que realizamos en nuestra vida, nos convierte en personas extremadamente cautelosas en el mejor de los casos. Frente a  una decisión tan crucial como la de elegir a un presidente por ejemplo, para que rija los destinos de nuestro país por el termino de cuatro años, demasiado tiempo quizás como para equivocarnos. Este miedo esparcido de forma sutil en la sociedad y direccionado hacia un objetivo coyuntural, busca moldear al sujeto objeto de esta intencionalidad a un estadio conservador, hacia una conciencia estructurada en la preservación de lo existente. El cambio no tiene lugar allí donde el paisaje por conocer no solo es incierto sino que además es presentado como un enunciado del  desastre.

Tanto la derecha chilena como sus rivales de la concertación, fogonean el miedo como elemento apto para lograr sus propósitos eleccionarios. Para la concertación, presentar a Sebastián Piñera con el traje a rayas es mucho mas convincente que la morbosa y obscena ideología que lo motoriza y que lo  convirtió en uno de los testaferros del mayor ladrón y asesino que ha tenido la historia de la republica chilena. Pinochet. Esta versión del Piñera malo, es colocada en la escena política, obviamente por los intereses contrapuestos que representan los concertados; altos intereses, que son tan corporativistas como los del cuco Piñera, diferenciados solo por la figura que los representa, en este caso Don Eduardo Freí Ruiz Tagle, hombre que por oposición a la estigmatizada presentación del malo Piñera, debe ser todo virtud, todo ética y moral.

Que Piñera sea un ladrón consumado debería ser un problema para todos los chilenos, incluso, para sus seguidores, ya que se trata de dirigir el país y no la cueva de Ali Baba, aunque a veces tengamos dudas al respecto. Ser ladrón y candidato es una contradicción perniciosa para  cualquier sistema democrático o no, aunque en el caso chileno esto no sea una novedad ni menos un escollo indigeridle para los electores, por caso, existieron otros candidatos, no solo ladrones, sino que además cómplices de asesinatos y torturas en contra de ciudadanos chilenos, como aquellos que en el 73 en plena democracia corrieron a los cuarteles a pedir a gritos la intervención de las FFAA; es mas, muchos de estos fueron elegidos, ya sea como concejales, alcaldes diputados o senadores incluso -no lo dude- como Presidente. La mismísima hija del dictador, que  maneja la fortuna que su padre le robo al pueblo chileno, es hoy concejala. El mismo Piñera ladrón, fue antes candidato a presidente y senador electo, con pleno conocimiento de sus adversarios políticos que hoy prefieren usar este argumento anti social de Piñera, como su costado mas perverso para descalificarlo ante la pacata sociedad chilena.

El mal menor, no es un elemento premeditado de un sector de la clase política chilena que lo azuza convenientemente para fines electorales o para deshacerse de rivales políticos. Este, es mas bien un factor que se nutre del  obsceno status quo político, permisivo y tolerante con aquellos que desde la política atentan en contra de los intereses  mas generales de la población chilena. Cometiendo todo tipo de delitos y recurriendo después al mismo sistema político corporativo para ser salvados. Freí, es parte de este mismo status quo, de la misma corporación política,  aunque su figura aparezca casi virginal al lado de la de Piñera, o por lo menos, sea esta la intención de los estrategas publicitarios de la DC que están al frente de la campaña del Freí bueno, inmaculado, virginal.

Intentar el cambio, implica por cierto mandar al traste la dicotomía emergente del status quo político. Es comprender a cabalidad que el Chile de los próximos cuatro años, con Freí o con Piñera al frente del ejecutivo, no será distinto al prebendario, corrupto, desigual e injusto Chile actual. Los malos ya están en el poder y son los que nos gobiernan, son los sostenedores de las desigualdades, los que hipotecan nuestros recursos naturales en favor de minorías insaciables, los que mantienen una educación de calidad solo para las elites sociales, los que se colusionan en contra de los millones de enfermos que tiene Chile, solo para agrandar sus ganancias; los mismos delincuentes que le roban a los jubilados chilenos -con el sistema de las AFP- condenándolos a ingresos miserables el resto de su vejes, los que masacran al pueblo mapuche y pretenden celebrar el bicentenario como una gesta de la “Civilización, occidental, cristiana y humanista”

Son los malos -y sus pichones- los que pretenden seguir  entregando nuestros recursos naturales a los capitalistas trasnacionales, sabiendo que con la explotación de estos en manos del estado, se podría terminar con la pobreza extrema y con el resto de las desigualdades  señaladas anteriormente. El cambio, es la única oposición real que existe en chile y esta encarnado lejos de la derecha política y económica; fuera de la concertación de partidos por la democracia y su entorno funcional, ausente de los tibios espacios  independientes. El cambio, esta encarnado en los trabajadores de Chile y sus organizaciones, en los Movimientos Sociales, en el combatiente pueblo Mapuche, en todos los luchadores sociales; los estudiantes, profesionales e intelectuales que no callan ante las injusticias; en la autentica izquierda política chilena, esa que no tranza sus principios, por un cargo burocrático.

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