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El pico de petróleo y el destino de la humanidad: No existen soluciones técnicas rápidas y las consecuencias pueden ser graves

El pico de petróleo y el destino de la humanidad: No existen soluciones técnicas rápidas y las consecuencias pueden ser graves
OPSUR

El pico de petróleo (en inglés: peak oil) no significa el fin de la producción de petróleo, sino que refiere al alcance de su capacidad máxima de producción. Una vez sobrepasado este pico máximo la producción bajará progresivamente cada año hasta casi cero al fin de este siglo. Existen fuertes evidencias de que estamos cerca ese pico de petróleo, o incluso puede ser que ya lo hemos pasado.

Actualmente el abastecimiento mundial de energía todavía está compuesto por más de un 80% de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) de los cuales el 40% consiste de petróleo. En cambio las fuentes alternativas de energías renovables (hidroelectricidad, paneles solares, molinos de viento, etc.) parecen todavía no estar disponibles para reemplazarlos: pues no constituyen ni el 3% del abastecimiento mundial de energía. Por lo tanto, estos datos parecen señalar una inevitable escasez mundial de energía que podría ocurrir en ésta misma década, con ramificaciones y consecuencias trascendentales.
La economía capitalista (neoliberalmente globalizada) debe seguir creciendo, caso contrario entraríamos en una crisis. Pero cuando la producción de petróleo disminuya progresivamente en el transcurso de este siglo, no habrá suficiente energía para hacer crecer la economía, pues entraremos en una crisis económica permanente, tal vez culminando en un colapso socio‐económico en los países más dependientes de los combustibles fósiles.
La agricultura mecanizada y el transporte de productos y personas depende casi en un 100% del petróleo: tractores a diesel para arar, sembrar y cosechar; plaguicidas y fertilizantes químicos hechos de petróleo y gas natural; camiones a diesel para transportar las cosechas a las ciudades; autobuses y coches a diesel y gasolina para el transporte personal urbano, aviones a kerosén y buques a fuel-oil para el transporte internacional de productos. Pero las alternativas están inmaduras o inexistentes todavía.
Mientras tanto, los productores y distribuidores de petróleo no quieren informar al público y los gobiernos temen hacerlo, por consecuencia la sociedad todavía se encuentra ignorante ante las consecuencias desastrosas e inminentes de esta disminución en la producción de petróleo. Por eso el objetivo de este artículo es difundir y profundizar el conocimiento y las conciencias de la futura escasez energética.
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Fuente foto: Boris Babanov - RIA NOVOSTI

Democracias en declive

Democracias en declive

Por Juan Diego García (Argenpress)

El descontento ciudadano se generaliza en Europa debilitando no solo el vínculo entre los votantes y los partidos y la población y los gobiernos sino, algo de mucho mayor calado, erosionando de manera aún imprecisa pero cierta la misma legitimidad del sistema democrático. Además de las clásicas promesas electorales que se incumplen en cuanto los políticos llegan al poder y la corrupción rampante, indigna constatar que los parlamentos y los gobiernos, antes que interpretar las demandas de los electores se han convertido abiertamente en gestores diligentes de los intereses de banqueros y especuladores.

La crisis económica no se afronta con una revisión a fondo del modelo vigente sino con medidas que en la práctica mantienen el mecanismo especulativo que la desencadenó, presagiando que más temprano que tarde el fenómeno va a repetirse. Si hasta ahora la reserva material que acumulan las clases laboriosas en el Viejo Continente ha permitido hacer frente a la crisis sin quiebres dramáticos del orden público, la decisión de trasladar los costes del descalabro a las clases asalariadas y a grandes sectores de la pequeña burguesía empieza a minar la economía familiar en general y se incrementa la población abocados a situaciones de emergencia por desempleo, cierre de pequeños negocios y bajas sensibles en los ingresos; la marginación empieza a ser un fenómeno preocupante y los estallidos de violencia son cada día mayores. De fondo y afectando a las mayorías, las actuales políticas ponen en riesgo el mismo estado de bienestar que luego de la Segunda Guerra Mundial ha dado a la población europea una elevada calidad de vida mediante un sistema de seguridades (educación, salud, empleo, pensiones, ayudas sociales, etc.). Este desmantelamiento paulatino, acelerado por la crisis, es un proceso que conduce a “la americanización de Europa”, es decir, al predominio de un modelo de capitalismo salvaje que convierte la vida cotidiana en una competencia feroz de todos contra todos.
Francia, Grecia, Reino Unido, Chequia, España, Italia y Portugal entre otros países han sido escenario en las últimos meses de grandes movilizaciones populares que agrupan a obreros, estudiantes, pequeños propietarios, funcionarios del estado, campesinos o gentes de la cultura (es decir, la mayoría de la población), todos ellos afectados por las medidas de recorte, los ajustes y las reformas de las relaciones laborales, del régimen de pensiones, los salarios, los servicios públicos (particularmente educación y salud) y el gasto social en general. O sea, los pilares mismos de un orden social y político fundamentado en el pacto capital-trabajo y que se inspira en principios de solidaridad social, diferentes a todas luces del individualismo extremo del ideario neoliberal. Una especie de retorno a la rapiña indiscriminada y a la sobreexplotación del trabajo que fue característico del capitalismo clásico. Por esta razón, el modelo democrático europeo resulta cada vez más un estorbo para los planes políticos de los estamentos dominantes y una carga económica que no se soporta si se quiere “ser competitivo”. Tanto derecho, tanta seguridad resultan para este enfoque neoliberal “un gasto insostenible”.
Si a la hora de tomar decisiones un grupo de banqueros tiene más poder que millones de votantes, si un fondo de pensiones de Nueva York o Londres decide más que un parlamento nacional, si las multinacionales se imponen sin dificultad a presidentes y ministros y si los gobiernos de los países más poderosos (como comprueban las divulgaciones de WikiLeaks) intervienen groseramente en los asunto internos de socios claves como España) y si estas verdaderas mafias de cuello blanco terminan por imponer su criterio sobre las autoridades locales (por lo general cómplices del despropósito), el ciudadano de a pié tiene entonces sobrados motivos para dudar de la validez del sistema democrático y meditar sobre la real utilidad que tiene dar su apoyo electoral a quienes apenas deciden nada importante.
De la estupefacción y el desencanto por el sistema político es natural que la ciudadanía se interrogue por la misma validez del orden social. Sobre todo cuando está cada vez más claro que los fallos no son accidentes o desaciertos de los gobernantes sino básicamente resultado del funcionamiento propio del capitalismo. En otras palabras, que el mal está en la misma naturaleza del sistema y que, como consecuencia la salida lógica a no es otra que buscar la manera de superarlo. Esto, que ha sido -y en buena medida lo sigue siendo- la opinión inicial de grupos atentos y radicales (es decir, que van a la raíz del problema) se va haciendo cada vez más popular y empieza a permear colectivos más amplios de la ciudadanía.
La economía capitalista aparece como contraria por su propia esencia a los postulados humanistas y liberales de la democracia burguesa. Y ya no solo por la manera como se produce y distribuye la riqueza social sino por el impacto de producción y consumo sobre los recursos y el medio ambiente en general. El espectáculo decepcionante de infinidad de foros mundiales destinados a poner remedio al cambio climático sin resultados tangibles contribuye igualmente a ese proceso de desencanto con el sistema democrático cuando se toma conciencia del estrecho vínculo entre el capitalismo y su tendencia inevitable a depredar recursos y personas. El divorcio entre capitalismo y democracia no hace más que acrecentarse cuando las instancias que toman las decisiones claves funcionan como simples administradores diligentes de los intereses del capital. No resulta entonces sorprendente que el ímpetu y dinamismo del sistema haga inviable cualquier iniciativa para detener sus dinámicas cancerosas y su búsqueda voraz de ganancias. Algo que nace como la preocupación de círculos científicos y activistas sociales se extiende paulatinamente a amplias capas de la población. El consumismo actual, consustancial al sistema, tendría que dar paso formas de vida diferentes que son, por necesidad, contrarias a la lógica de la ganancia.
Para los pueblos de la periferia pobre del sistema la democracia siempre ha sido una ficción, un discurso vacío y un anhelo permanentemente frustrado aunque no se renuncia por ello a conseguirlo. Sin embargo, a juzgar por lo visto y experimentado en carne propia gana crédito la idea de que para salir del atraso, la pobreza y la dependencia lo menos indicado es seguir el modelo occidental. Algunos gobiernos progresistas de Latinoamérica se proponen ahora el reto apasionante de buscar formas alternativas de producción y consumo, dando prioridad a la calidad sobre la cantidad, al desarrollo sobre el simple crecimiento. Y para conseguirlo tampoco les parece conveniente asumir sin beneficio de inventario el modelo político de la democracia representativa que Occidente vende como la única posible. Nada extraño si se constata que en el Tercer Mundo aumenta el número de quienes abrigan serias dudas sobre la validez del modelo capitalista y la democracia burguesa. Allí es mucho más evidente que el principio de la ganancia - la esencia misma del sistema capitalista - está en flagrante contradicción con un orden diferente que ofrezca soluciones reales y sostenibles para los problemas de sus pueblos.
La disyuntiva para la ciudadanía del mundo rico no sería otra que un ordenamiento radicalmente diferente de todo el orden social y económico y su renuncia a un consumismo insostenible y suicida. Para las gentes de la periferia pobre del planeta el dilema está no solo en buscar caminos diferentes a los clásicos del capitalismo (por ejemplo, las prácticas del “buen vivir” propuesta en América Latina para la construcción de una alternativa al capitalismo) sino también en construir formas de democracia más real, sin todos los vicios que debilitan e invalidan las formas actuales.
La crisis es también de ideales y de quienes deben encarnarlos como dirigentes de un proyecto de clase o un propósito nacional. En Europa, por ejemplo, la vieja guardia de los grandes partidos se ve hoy reemplazada por políticos sin ideología, personajes grises productos estériles de la manipulación mediática, huérfanos de carisma que compensan sus evidentes limitaciones mediante el esperpento, el escándalo en sus vidas públicas y privadas, la megalomanía o el cinismo (o una campaña efímera de marketing). La derecha europea ya no tiene líderes burgueses como Adenauer o Moro, ni la socialdemocracia cuenta en sus filas con dirigentes de la talla de Brandt o Palme. Su lugar lo ocupan hoy gentes de escasa dimensión, políticos menores, simples gestores modestos de un sistema en crisis, personajes que han abandonado el norte ideológico de antaño y han claudicado sin pena ni gloria ante la ideología neoliberal.
Si la política como práctica esencial de la participación ciudadana terminó y todo se decide en los conciliábulos siniestros de las grandes finanzas, ¿para qué sirve entonces la democracia?. El enorme peligro es, como ocurrió antes, que en lugar de una respuesta de progreso se imponga de nuevo alguna forma de fascismo. El riesgo, nada desdeñable, es que otra vez regrese la barbarie.

La “tercera vía”: Más de lo mismo, pero con otro nombre

La “tercera vía”: Más de lo mismo, pero con otro nombre

Marcelo Colussi (ARGENPRESS.info)

Cuenta la historia que alguna vez venía por un camino Rockefeller, y de pronto llega a una bifurcación de la que salían dos nuevas rutas. Arribados a ese punto le preguntó el chofer del vehículo para dónde tomaban; la respuesta no se hizo esperar: “¡ponga la luz de giro a la derecha y doble a la derecha!”. Momentos después, por la misma vía venía Fidel Castro; llegado a esa bifurcación, también el chofer preguntó por el destino a seguir, y la respuesta también fue inequívoca: “¡pon la luz de giro a la izquierda, camarada chofer, y gira a la izquierda!”. Algunos instantes más tarde se encuentra en esa ramificación un representante de la “tercera vía” (aquí cabe una lista muy grande y heterogénea: Tony Blair, Lula, Felipe González, Michelle Bachelet, Juan Domingo Perón, John Keynes, Anthony Giddens, Oscar Arias… seguida de un etcétera considerable que el lector podrá llenar a su mejor parecer); preguntado entonces por el chofer hacia dónde dirigirse, la respuesta fue: “ponga la luz de giro a la izquierda pero doble a la derecha”.
Así presentadas las cosas, pareciera que lo que va seguir será una burla mordaz de la llamada “tercera vía”. Pero no se trata de una mofa, para nada; es, en todo caso, un intento de centrar la discusión. Para dejarlo dicho casi como telón de fondo de lo que se expondrá a continuación, valga citar estas palabras: “Simplemente no hay otra opción que esta: ya sea que se abstiene de interferir en el libre juego del mercado o se delega el manejo completo de la producción y distribución al gobierno, ya sea capitalismo o socialismo, ¡no hay un camino intermedio!” Esto no lo dijo un “furioso comunista”, sino uno de los principales referentes teóricos del sistema capitalista allá por 1927, reflotado en la cresta de la ola neoliberal de estos últimos tiempos: Ludwig von Mises.
El sistema económico-social que hoy día rige a toda la humanidad salvo islas puntuales (Cuba o Corea del Norte como bastiones de un socialismo de Estado aún vigente, o grupos poblacionales muy pequeños y marginales a la economía global que se encuentran en selvas tropicales, en algunos casos aún en períodos neolíticos: indígenas amazónicos, bosquimanos del Kalahari, etc.), el sistema dominante sin discusión es el capitalismo. Para el socialismo eso plantea un desafío aún abierto, entendiendo que las primeras experiencias de construcción socialista no dieron el resultado esperado, pero que la idea de transformación revolucionaria aún sigue vigente (porque las injusticias sociales aún están). Posiciones “híbridas” –permítasenos decirlo de esa manera– como el caso del “socialismo de mercado” chino, o el vietnamita, abren interrogantes; pero no en el mismo sentido en que los plantea la así llamada “tercera vía”. ¿Cómo construir un mundo de mayor equidad sin llegar al socialismo, que implica una ruptura violenta con lo anterior? ¿Cómo pasar a un mundo de mayor equidad social si los factores de poder (capitalista) no ceden sus posiciones? ¿Se consigue eso en las urnas? ¿Cómo lograr “dulcificar” la explotación? ¿Es ello realmente posible? ¿Se puede arreglar esto en una mesa de negociaciones?
Incluso en la Cuba socialista estos mecanismos capitalistas que se han ido abriendo con el llamado a inversiones empresariales extranjeras constituyen un reto; pero está claro que allí no se busca explícitamente una “tercera vía”; o, al menos, no en el sentido que este concepto se ha venido desarrollando en otras latitudes: o se es socialista, o se es capitalista. En todo caso el producto que pueda salir de esos experimentos deberá evaluarse con el parámetro que permitirá decir si se sigue el modelo socialista centralista, o se aleja de él. Por ejemplo, en la China actual: ¿se puede decir que aún se construye el socialismo pese al manejo unipartidista y vertical del Partido Comunista en lo político, o se está construyendo una potencia capitalista mezclada con toda la tradición cultural de una de las culturas más viejas del mundo? A estas alturas todo permitiría decir que estamos ante una sociedad capitalista, con todas las de la ley, más las peculiaridades de la milenaria cultura china. Incluso habría que agregar: potencia capitalista pisándole los talones al que aún hoy continúa siendo el país hegemónico: Estados Unidos. Pero nadie, en modo alguno, podría asimilar la experiencia China, ese raro galimatías llamado “socialismo de mercado”, con lo que en otros contextos se conoce como “tercera vía”.
Queda claro que al hablar de “tercera vía” se hace alusión a una posición intermedia entre dos extremos ya conocidos, y de los que, ninguno termina de convencer. Algo así como: una nueva alternativa, un camino intermedio entre dos cosas, una solución de compromiso. O, al menos, esa es la intención.
Ahora bien: ¿hasta qué punto es posible encontrar esos caminos intermedios? Hablando del sistema capitalista, depredador y violento como el que más, continuamente ha habido llamados a su humanización en un desarrollo que pareciera llevarse todo por delante olvidando al ser humano y a la naturaleza. Es así como a través de la historia surgieron leyes de protección a los indígenas en el momento de la conquista del “Nuevo Mundo”, buen trato a los esclavos, el socialismo utópico en los albores de la industria (Robert Owen, Charles Fourier, Henri de Saint-Simon que, por cierto, era un noble); o actualmente “ajuste estructural pero con rostro humano”, tal como piden las agencias “suaves” del sistema de Naciones Unidas (UNICEF o la Organización Mundial de la Salud –OMS–) al lado de los “duros” (Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional). En todo caso, estos llamados a la moderación nos dan la pista de por dónde habría que empezar a entender esta “tercera vía”. Si se quiere decir de otro modo: un capitalismo humanizado, una explotación “buena”.
Ahí cabe de todo: desde la ya hoy legendaria “tercera posición” del peronismo histórico de la Argentina de la década del 40 del siglo pasado hasta el Pacto de la Moncloa en el católico reino Borbón post franquista con un partido proclamado socialista en la dirección política. Y si se quiere exagerar un poco, desde el ex presidente estadounidense Bill Clinton (el mismo bajo cuya presidencia se creó la burbuja financiera que explotó hace un par de años, y que bombardeó Irak cuando se hizo público su affaire con la becaria Mónica Lewinsky) hasta el siempre mal definido socialismo del siglo XXI surgido con la Revolución Bolivariana –o “proceso chavista”, quizá más acertadamente–, que es socialista… pero no tanto, y que sigue respetando la sacrosanta propiedad privada de los medios productivos (buena parte del petróleo que se explota en el territorio venezolano lo hacen aún las corporaciones petroleras multinacionales, por ejemplo). Como vemos, estas posiciones intermedias dan para todo.
Entonces, si bien es difícil cuando no imposible definir con precisión de qué hablamos con este evanescente concepto, está claro que es una posición no confrontativa con la propiedad privada. No cuestiona, como lo hace el socialismo, la propiedad privada de los medios de producción buscando su transformación revolucionaria (expropiaciones, reforma agraria), sino que espera una feliz circunstancia en que los mismos puedan servir al bien común, tener una función social, un “rostro humano” en definitiva.
Abrir la discusión en torno a qué sistema brinda mayor cuota de satisfacción a la población es una tarea casi imposible, y en general siempre bastante mal encarada si no se atiende a la complejidad del sistema planetario que hoy por hoy nos domina, y considerando que en general vemos la realidad desde prejuicios que nos distorsionan. ¿Qué pueblo es el más feliz? ¿Cómo y desde dónde decirlo? Más allá del bienintencionado intento del índice que desarrolló recientemente la NEF (The New Economics Foundation) según el cual los países con economías más desarrolladas no aparecen encabezando la lista, y sí por ejemplo, países pobres como los de Centroamérica (lo cual plantea interrogantes, por supuesto: según esa medición los haitianos son más felices que los estadounidenses…), poder decir con exactitud quién es más feliz tiene algo de quimérico. ¿Podríamos tomar con seriedad que un ciudadano haitiano es más feliz que un norteamericano? ¿Por qué son los haitianos los que marchan en cantidades industriales como inmigrantes ilegales hacia la potencia del norte y no se da el tráfico en sentido inverso? ¿Qué constituye la felicidad?
Hay una extendida visión clasemediera (prejuiciosa, conservadora y racista) que considera a los “pobres” como esencialmente “haraganes, faltos de espíritu de superación, dejados” y que con pocas migajas se contentan, pues “mientras tengan para parrandear y hacer hijos, suficiente. La pasan todo el día tirados en una hamaca. ¿Qué más pueden pedirle a la vida?”. Conclusión de todo ello: los pobres y excluidos la pasan mejor. Se podría decir entonces que ¿“son más felices”? Intentar medir esto de la felicidad es, seguramente, caminar sobre un tembladeral que no augura nada bueno, que no da seriedad científica, que llama al equívoco. Pero lo que sí puede constatarse son las formas concretas en que se organizan las sociedades, el acceso a recursos de cada uno de sus miembros y ciertos indicadores básicos de calidad de vida. Quién será más feliz tiene algo de misterioso… (¿secreto de alcoba?). Pero no así la injusticia en juego. ¿Podrá sentirse feliz alguien que padece injusticias? Según la medición mencionada, sí.
Por eso es que debe ser tomada con pinzas.
Ahora bien: el capitalismo como sistema sin ningún lugar a dudas ha creado las bases materiales suficientes como para terminar con carencias crónicas de la humanidad (hambre, ignorancia, desprotección). Si no lo hace no es porque no tenga un “rostro humano”, porque intrínsecamente no sea amable, gentil, benévolo. No es, definitivamente, cuestión de talantes, de actitudes: son condiciones políticas concretas. El afán de poderío de la clase dominante asienta en armamentos letales, y ahí no hay consideraciones de bondad a la vista. En ese sentido el sistema funciona como una maquinaria con vida propia: no se puede detener, se traga a las personas de carne y hueso y se autoreproduce continuamente. Por más que los más grandes magnates del mundo decidieran donar sus fortunas (y algo de eso Bill Gates está proponiendo ahora), la situación de base no cambiaría. Quizá con eso, quien más feliz estaría –para usar la mencionada medición– serían los mismos archimillonarios, por “buenos y piadosos”. Pero las cosas no se arreglan con buenas intenciones, con donaciones piadosas, con ejércitos de Madres Teresas.
No se trata, entonces, de cambios de actitud, de bondades que estarían faltando. El sistema capitalista valora más la propiedad privada que una vida humana o que la defensa de la naturaleza, y en esa cosmovisión individualista la solidaridad no existe. Un baluarte de ese sistema, la “Dama de hierro” Margaret Tatcher pudo expresarlo sin pelos en la lengua: “No hay libertad, a menos que haya libertad económica. (…) No hay tal cosa como la sociedad. Hay individuos, hombres y mujeres, y hay familias. Y ningún gobierno puede hacer nada si no es a través de la gente, pero la gente primero debe cuidar de sí misma.” La visión de la “tercera vía” es buscar un ablandamiento –digámoslo así– en esa estructura: permitir la explotación, pero poniéndole reparos.
La intención de esto no es abrir una pormenorizada discusión comparativa para ver qué sistema ha estado funcionando mejor: la socialdemocracia escandinava o la planificación central de Cuba; qué ha dado más resultado: el resurgimiento económico español post pacto de la Moncloa o la confrontación de los piqueteros argentinos en medio de una economía en retracción. Si se trata de mostrar que la “tercera vía” ha dado mejores resultados, sucede casi igual que con el índice de felicidad: ¿con qué criterios se hace la medición? Los nórdicos tienen mejor nivel de vida que los habitantes de cualquier país africano que optó por caminos socialistas década atrás, cuando comenzaban su proceso de liberación nacional. ¿Se debe eso a que los primeros decidieron por la “tercera vía” y los segundos no? Nicaragua, construyendo su revolución socialista en el medio del acoso de Washington con una guerra monumental que trastocó toda su vida nacional, optó por la “tercera vía” en lo económico. ¿Por qué allí no funcionó la receta y el país siguió siendo de los más pobres en todo el continente americano? Los tigres asiáticos, con un capitalismo salvaje, produjeron saltos económicos fabulosos en estas últimas décadas, mucho más que, por ejemplo, Chile o Costa Rica, supuestos exponentes de la “tercera vía” en suelo americano. ¿A dónde nos lleva este planteo de caminos intermedios?
Para tratar de darle una suerte de síntesis a lo dicho hasta ahora está claro que hay países capitalistas donde los satisfactores socioeconómicos se cumplen a cabalidad. Allí, sin dudas, las poblaciones tienen altas cuotas de acceso a bienes y servicios, independientemente si son o no felices según ese nuevo intento de medición. Es decir: nadie padece carencias básicas ofensivas. Pero eso sucede en no más de un 15% de la población mundial. Y se podría agregar que esa “tercera vía” es el punto más alto en el desarrollo capitalista, dando como resultado sociedades donde, además de confort material, hay aparatos de Estado que aseguran el real cumplimiento de todos esos satisfactores acentuando el respeto por los derechos civiles y altos niveles de desarrollo cultural. Ahora bien, si esos son logros de esa “tercera vía”, no hay que olvidar que ello está posibilitado por una explotación de base que deja al resto de la población mundial en las peores condiciones. Nicaragua, con “tercera vía”, no dejó de ser un país pobrísimo.
Todos los países del Sur con economías pobres y grandes problemas estructurales que optan en lo político por esta “tercera vía” no solucionan de raíz sus carencias. En todo caso, ante el actual estado de cosas, existe la ilusión que el proclamado “derrame” de la economía de abundancia del capitalismo habrá de mejorar sus situaciones. En ese contexto se podría decir que significa la esperanza de “lo menos malo” para las poblaciones. Pero en definitiva no es una vía nueva: presupone siempre la explotación del trabajo de otros, con el pretendido grado de civilización que permita repartir un poco menos inmisericordemente la riqueza social. Aunque tal como decía la historia con que se abrió la reflexión, en definitiva no es sino un amague hacia la izquierda sabiendo que las cosas, en realidad, van a la derecha. Es decir: está presupuesto un estado de explotación sin el cual no se crea la riqueza. Que se puedan negociar y consensuar algunas mejoras con el gran capital para la gran masa de trabajadores no significa que termina la estructura injusta del mundo. En definitiva: si el camino realmente augurara mejoras para la gran mayoría de trabajadores: bienvenido. Pero la experiencia no lo demuestra. ¿Podría toda el África abrazar esta tendencia y salir así de su miserable atolladero? ¿Servirán estas recetas para terminar con su pobreza crónica?
Si las experiencias socialistas vividas hasta ahora no resolvieron todo lo que se esperaba resolverían, nada autoriza a decir que la explotación de clases ha terminado y que nos encontramos en un paraíso. La buena pretensión de una “tercera vía” que se nutra de la abundancia del capitalismo –ya con cinco siglos de acumulación, no olvidar– más una preocupación por lo social, irremediablemente no puede pasar de eso, de buena pretensión, porque las raíces mismas de la explotación no desaparecen. Loable quizá, como la pretensión del conde de Saint-Simon de una sociedad de iguales, sin clases; pero lamentablemente, tal como dice el refrán: “para hacer una tortilla hay que romper algunos huevos”. Es decir: lograr cambios no cosméticos en la estructura de las sociedades, donde el poder sigue siendo el núcleo duro (¿quién lo abandona en forma voluntaria acaso?), implica algo más que pactos, que consensos, que buenas intenciones.

En Venezuela, Bolivia, Nicaragua, ¿Cuándo podrán expropiar a los expropiadores, para que el pueblo al fin mande?

En Venezuela, Bolivia, Nicaragua, ¿Cuándo podrán expropiar a los expropiadores, para que el pueblo al fin mande?
por Pedro Echeverría

1. El domingo 26 de septiembre serán las elecciones en Venezuela y seguramente el PSUV de Hugo Chávez obtendrá una enorme victoria, junto con otros partidos de izquierda. Chávez ha ganado unas 10 elecciones, referéndum y plebiscitos –con testigos y certificación internacional- desde que en 1999 se hizo cargo del gobierno; sin embargo, a pesar del fuerte apoyo de la población con el que siempre ha contado, ha permitido que los poderosos empresarios, aliados con los EEUU, sigan boicoteando sus programas de gobierno, sobre todo en el campo de la economía, en la producción y en el mercado. Más aún, sufrió siendo gobierno un fuerte golpe de Estado y dejó libres a los culpables. Chávez, obviamente, puede tomar medidas drásticas y radicales para acelerar su programa por la construcción del socialismo, pero parece preocupado por la gran campaña internacional de los medios de información en su contra..

2. Cuando Hugo Chávez asumió el gobierno y comenzó a hablar de socialismo, todos los medios de información –al ser empresariales- se pusieron en su contra; sin embargo, con una política adecuada ha logrado que muchos medios pasen a su servicio y que otros aminoren sus campañas contra él. Pero siguen presentes otros más –que en nombre de la libertad de prensa- están afiliados a organismos internacionales yanquis que siguen poniendo trabas al gobierno, lo siguen calumniando y trabajando por su derrocamiento. Hoy 13 en el diario El País Internacional de España, publicó que el Bloque de Prensa Venezolano, una agrupación que integra a 34 diarios y revistas del país, ha acusado este lunes a Hugo Chávez de pretender "silenciar" la libertad de expresión en el país suramericano después de que el pasado 24 de enero el presidente cortara la señal al canal RCTV ante la negativa a emitir sus discursos. La campaña de esos medios ha arreciado con motivo de las elecciones.

 

3. Parece estar aquí el quid, la esencia, de que gobiernos resultados de procesos electorales, que buscan construir una sociedad igualitaria, el socialismo, como el de Venezuela, Bolivia, Nicaragua, (o Allende en Chile de 1970/73) no lo puedan poner en práctica. Aquí también está la demostración de que la simple asunción al gobierno nada o muy poco, tenga que ver con la toma del poder porque éste sigue estando en manos de los más ricos. ¿Cómo explicar ahora que habiendo una “Nueva Constitución” con Chávez, Evo, Correa y Ortega, no se pueda poner en ejercicio? Sólo se explica que la “Nueva Constitución” haya sido una simple reforma para abollar las partes más filosas y más agudas dejando intacto lo fundamental de la explotación capitalista. ¿Quiere decir que los países más comprometidos con este proceso –encabezados por Venezuela- para convertirse en socialistas deberán esperar otros 50 años?

 

4. Recuerdo que Marx señaló en alguna ocasión que "El monopolio del capital se convierte en grillete del régimen de producción que ha crecido con él y bajo él. La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan a un punto en que se hacen incompatibles con su envoltura capitalista. Esta salta hecha añicos. Ha sonado la hora final de la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados." La realidad suele ser muy distinta a las ideas que nos hacemos de ella. Cuando triunfó la revolución cubana pensé que las relaciones de producción cambiarían en uno o dos años. Los revolucionarios cubanos –por la vía armada- no solo se encargaron del gobierno sino que tomaron el poder. “Expropiaron a los expropiadores” yanquis y la gran burguesía cubana tuvo que huir a Miami, España y otros países para gozar de sus riquezas.

 

5. Pero ignoraba la gran capacidad del imperialismo norteamericano, con sus aviones, bombas, ejército y sus medios internacionales de información. Recuerdo que fue tan grande la campaña contra el comunismo de Castro en todos los medios mundiales de información que decían que arrebatarían los niños de sus padres para enviarlos a Rusia.

 

Venezuela, Bolivia, Ecuador, son distintos a la Cuba revolucionaria porque sus gobiernos son de la vía electoral y de todo el legalismo burgués; pudieron deshacerse de funcionarios, políticos y partidos, pero no de la gran burguesía que con poderoso apoyo internacional aún sigue fuerte y que al parecer seguirá viviendo más décadas. Por lo que sé, los gobiernos de Chávez y Morales son fuertes entre la población, han contado en estos años con un gran apoyo del pueblo, pero si no transforman de manera radical las estructuras, los yanquis y las burguesías aprovecharán cualquier error para echarlos.

 

6. En los procesos electorales el imperialismo de los EEUU y sus agentes en cada país pueden aplicar mil y un estrategias para someter a sus oponentes. Qué doloroso sería que –como sucedió en Chile donde la derecha pinochetista se ha reafirmado- entre 10 años estuvieran lamentándose los izquierdistas bolivarianos que por indecisiones y miedos hayan regresado los gobiernos empresariales. Como bien ha escrito el venezolano Martín Guédez: “A pocos días de las elecciones del 26S… Hemos llegado al punto sin retorno en el cual o se alcanzan los objetivos o nos perdemos. El pueblo organizado y consciente tiene que desmontar los mecanismos de la dependencia y la dominación. No basta ya enunciar el fenómeno de la opresión sino que esta debe destruirse. Liberarse no sólo para denunciar la opresión sino para desmontarla es el objetivo estratégico fundamental”. ¿Hasta cuándo nos decidiremos a desmontarla?

 

7. Y esto que pasa en Brasil, Uruguay, Chile, Ecuador, Nicaragua y que puede pasar en Bolivia y Venezuela, también pasaría en México si el mismo López Obrador –con todos sus discursos u buena voluntad- llegara a la presidencia. Asumir el gobierno no es controlar el poder. El poder está en los EEUU (gobierno e inversionistas) y en los grandes empresarios mexicanos que poseen todos los mecanismos para controlar a cualquier político o partido. Incluso no bastaría con “un nuevo Constituyente y una nueva Constitución” porque seguramente éstos tendrían que negociarse y entonces todo sería igual. Si Cuba con su revolución violenta no pudo con los yanquis y Venezuela con su revolución pacífica tampoco ha podido en 10 años porque los EEUU y los grandes empresarios siguen acosándola, parece que el único camino es el pueblo masivo consciente en lucha en las calles, fábricas, escuelas, campos. ¡El poder directo!.

 

Chile: “Los dueños de la mina San José han caído en criminalidad”

Chile: “Los dueños de la mina San José han caído en criminalidad”

Entrevista con Armando Uribe, intelectual y especialista en Derecho Minero:

Por Andrés Figueroa Cornejo
 
Armando Uribe Arce es el último caballero de Chile. Casi a sus 77 años, tiene un alto sentido del honor, de la palabra y de la coherencia entre el hacer y el pensar. Por más de 30 años ejerció como académico de Derecho Minero en la Universidad de Chile. También fue profesor universitario en la Católica, Universidad Estatal de Míchigan, Università degli Studi di Sassari, en Italia y París I Panthéon-Sorbonne en Francia. Ha publicado numerosas obras de política, ficción, religión, Derecho Penal y de Minería, y es miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua y Académico Correspondiente de la Real Academia Española. Fue embajador de Chile ante la República Popular China en el gobierno de Salvador Allende en 1971. Después del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y debido al reconocimiento de la Junta Militar por el Gobierno de Pekín, Armando Uribe rechazó de manera categórica al gobierno de Augusto Pinochet, tras lo cual fue destituido del Ministerio de Relaciones Exteriores. Se exilió con su familia en Francia, no volviendo a Chile definitivamente hasta 1990. El 2004, Uribe recibió el Premio Nacional de Literatura
Vive en un departamento austero con vista al Parque Forestal y ya sin el hábito de fumar, se refiere a la tragedia minera del yacimiento San José.
 
-¿Quiénes son los responsables de lo que ocurrió en Copiapó el 5 de agosto?
 
“El trabajo del minero en el yacimiento mismo, extrayendo minerales –de los cuales se hace dueño el titular de la concesión, que no del yacimiento mismo, por ley- es duro y muchas veces cruel. Lo que le ha sucedido a los 33 mineros – que es un número simbólico- es un caso extremo de ‘sacrificio de accidente del trabajo’ producido por la mina misma y la falta de seguridad proporcionada por la empresa minera. Este trabajo siempre lleva el riesgo de accidente, debido a la existencia misma de las cavidades en profundidad. Ahora, son los titulares de la concesión los que están obligados a mantener al máximo la seguridad. Aquí se produce, por los datos conocidos hasta ahora, claramente una negligencia grave por parte de los dueños de la concesión (Bohn y Kemeny). Ellos no han cumplido por un tiempo prolongado con esta necesidad de ofrecer seguridad a los mineros.”
 
-¿Qué expresión legal configuraría la irresponsabilidad de los titulares de la mina?
 
 “Sostengo respecto de los titulares de la concesión -Bohn y Kemeny- que no sólo han sido negligentes, sino que –en materia de Derecho Penal- han caído en el “dolo eventual”, es decir, no sólo culpabilidad debido a negligencia, sino que criminalidad debido a dolo o malicia de pretender enriquecerse en las condiciones más negativas de seguridad para los mineros.”
 
-Tampoco hubo una fiscalización adecuada…
 
 “El SERNAGEOMIN es un servicio del Estado. Pero  en Chile domina desde 1975, la ideología general llamada  capitalismo de mercado desregulado, es decir mercados sin controles suficientes. Esta ideología impera en Chile con más antigüedad que en otras partes del mundo. Estados Unidos e Inglaterra empezaron en los 80. Y ahora cubre todo el globo. Esta es la única ideología que en la historia y la prehistoria ha cubierto todo el planeta. Incluso países que internamente no la aplican, como Irán y Cuba, entre otros, no escapan debido a los tratados comerciales internacionales. Esto significa el valor del lucro sobre todos los valores, incluyendo la justicia, la igualdad, etc. El lucro va siempre acompañado por la “sombra” del lucro que es el éxito. Esta ideología es nefasta para los seres humanos, y también “nefanda” (gravísimamente culpable y perversa). En el Tratado de Libre Comercio  firmado entre Chile y Estados Unidos, este último exige a Chile que continúe aplicado esta ideología, lo que atenta contra el interés soberano de nuestro país. La importancia del Estado como regulador y fiscalizador del trabajo ha sido limitada tremendamente. Por eso no hay órganos de control con el personal necesario ni las capacidades y facultades para intervenir cuando se viola la seguridad de los mineros, como en la Mina San José.”
 
-¿De qué modo observa el comportamiento del Ejecutivo en el desastre minero?
 
“Piñera y el ministro Golborne han realizado las gesticulaciones necesarias para que la opinión pública los apruebe. El señor Golborne ha hecho el ridículo con sus llantitos y manifestaciones que me parecen más propias de un actorzuelo que de un ministro. No es una persona seria en sus obligaciones. Por su parte, el señor Piñera se jactó de haber votado No en el plebiscito del 88, pero es ridículo jactarse de un voto. Yo fui amigo del padre de este Piñera, el verdadero Pepe Piñera, que no era un hombre que  tenía fortuna salvo la que ganaba trabajando y que era un hombre que tenía sentido de país. Sin embargo, los hijos no salieron a él de ninguna manera. Y habló tanto de Sebastián, como de José.”
 
 
COSAS DEL BICENTENARIO
 
-Usted todavía reivindica el concepto de “patria”…
 
“Hay que utilizar de nuevo la palabra “patria” porque estos 33 chilenos enterrados expresan profundamente el sentido patriótico del pueblo chileno que no es compartido por quienes realmente mandan en Chile; enormes capitalistas que son tumores, más grandes o más chicos, dentro del cuerpo chileno que debería ser un cuerpo sano.” 
 
-¿Qué piensa de la manera en que el gobierno ha enfrentado la conmemoración del Bicentenario?
 
“El Bicentenario se ha manifestado por el escándalo de los intereses empresariales respecto del interés vital por sobrevivir de la población chilena representado por estos 33 mineros. Los privados han actuado contra el Estado. Ello ocurre, en general, a través del empresariado que actúa en Chile, que procura día a día verse como generoso, como bondadoso, cuando tiene las mismas características de voracidad y rapacidad del capitalismo neoliberal.”
 
-¿Cómo calificaría el mandato de Sebastián Piñera a esta fecha?
 
“Yo creo que este gobierno está funcionando de manera muy semejante a cómo funcionaron los gobiernos de la Concertación. En Chile, desde los 90, en todo lo principal, en todo lo importante, ha habido co-gobierno. Sólo han existido diferencias entre la Concertación y este gobierno en las cuestiones secundarias. Son muchos más los lazos que identifican a esas dos grandes posiciones formales que las diferencias.”
 
-¿Qué significan los 33 mineros aún enterrados para usted?
 
“Los 33 mineros representan la capacidad de perdurar, de aguantar. Yo soy enemigo de la palabra resiliencia. Hay que usar la palabra aguante. Esa capacidad de aguante es un profundo carácter nacional chileno desde que el país existe con este nombre hace varios siglos. 
Antes del golpe del 73, siguiendo con la continuidad de los gobiernos de la Concertación en materia de la imposición del capitalismo de mercado sin control, existía cierta homogeneidad superior a lo racial o familiar. Lo que los chilenos creíamos y sabíamos de nosotros mismos se ha disgregado por la dictadura y lo que ha seguido. En cambio en el inconciente colectivo existe una mayor mantención de las fuerzas, pulsiones y deseos que en el conciente. Abajo se aguanta.”

El reajuste del salario mínimo y la situación de los trabajadores

El reajuste del salario mínimo y la situación de los trabajadores

Jorge Zúñiga  (Clase contra Clase)

La comisión de salario mínimo

Como todos los trabajadores sabemos, el sueldo mínimo actual de 165.000 pesos sencillamente no alcanza para nada. Partiendo de esa base, los trabajadores no podemos esperar nada bueno del gobierno de empresarios y gerentes de Piñera, ya que la Comisión de salario mínimo que instaló con distintos sectores para definir la cifra de reajuste para este año, propuso un miserable aumento del 3%, es decir, con suerte 5.000 pesos de aumento. Pero no es extraño, porque tal comisión estuvo integrada, además del derechista Harald Beyer, por representantes de las organizaciones de grandes y pequeños empresarios, como Pablo Bosch y Alfonso Swett de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) y Carlos Boada de la Conapyme, quienes no dudan en entregar lo menos posible a los trabajadores, defendiendo sus millonarias ganancias.

Los “representantes” de los trabajadores


Esta comisión técnica también contó con la participación de representantes de la CUT, como Roberto Morales y Juan Carlos Scapini. El problema es que estos representantes que seguramente estuvieron en contra de la propuesta de 3% de aumento, al hacerse parte de la comisión, avalaron esta instancia de dialogo estéril y por esa vía la idea propuesta de que el sueldo mínimo esté determinado por las variaciones del mercado y la productividad, es decir, que el salario mínimo se vea afectado por reajustabilidad y adaptabilidad, buscando hacer inestable y terminar con este precario piso mínimo. Ni qué decir de los representantes oficiales de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) como Diego Olivares de la Democracia Cristiana, quien con anterioridad había manifestado estar de acuerdo en la adaptabilidad, que no es más que precarización e inestabilidad laboral. Frente a esto es urgentemente necesario desplazar a estos dirigentes que dialogan estérilmente con los patrones, aceptando sus condiciones e imposiciones en desmedro de las y los trabajadores. Respecto a Arturo Martínez, presidente la CUT y militante del Partido Socialista, quien ha planteado como demanda el 10 % de reajuste -lo que significaría un aumento de sólo 16.000 pesos-, se ha mostrado confiado en que serán los parlamentarios de la Concertación quienes lograrán subir el miserable 3% propuesto por la Comisión, parlamentarios que cuando estuvieron en el gobierno se negaron a reajustar el sueldo en base a las necesidades de los trabajadores. Tampoco Martínez busca apoyarse en la propia organización de trabajadores que preside para organizar, movilizar y conquistar con lucha obrera un sueldo que cubra la canasta básica familiar de 350.000 pesos.

Los argumentos de la derecha y sus miles de despidos

Los representantes políticos de los patrones que están actualmente en el gobierno, la derecha, han buscado uno u otro argumento para decir que los trabajadores no podemos pedir más que un 3% de reajuste. Han hecho alusión a que si es demasiado el aumento podría afectar el empleo, que el terremoto afectó las arcas fiscales, que el sueldo ético familiar suplirá las deficiencias, pero ¿los trabajadores debemos creerle a los representantes de los empresarios cuando al llegar al gobierno han despedido a miles de trabajadores del sector público? ¿Podemos creerles cuando la importante lucha obrera minera de Collahuasi en Atacama hace unos meses fue reprimida a balazos por orden del ministro Hinzpeter? ¿Cuándo el ministro de cultura Cruz-Coke encerró y secuestró a los trabajadores que se movilizaban contra los despidos? Los trabajadores sabemos que somos nosotros quienes hacemos funcionar la economía. Por lo tanto, los argumentos de la falta de presupuestos son engaños, pues bastaría con que las ganancias de los empresarios –por ejemplo los del comercio que con la reconstrucción hicieron suculentos negocios- sean menores…Y sí dicen que no hay recursos para la reconstrucción, que todos debemos “ajustarnos el cinturón”, la renacionalización bajo control obrero de los recursos naturales del país es una vía para que no sean obreros y pobres quienes paguen los costos de la catástrofe. Pero la derecha, que defiende los intereses de los empresarios contra los trabajadores, se opondrá y nos dirá que debemos apretarnos el cinturón, mientras sus jefes, los patrones, reciben suculentas ganancias.

¿Qué hacer?

Frente a la serie de ataques del gobierno contra las y los trabajadores, frente a los mezquinos y miserables ofrecimientos de 3% del gobierno de la derecha y la demanda de 10% que proponen los dirigentes actuales de la CUT junto a los políticos de la Concertación, las y los trabajadores de Clase contra Clase opinamos que es necesario exigir un sueldo que cubra las todas las necesidades de una familia promedio, es decir, que cubra una canasta familiar de 350.0000 pesos. Para esto, es necesario, en primer lugar, unificar a la hoy dividida clase trabajadora, que está organizada en al menos tres grandes centrales sindicales. Para esta necesaria unidad es vital que la CUT y el conjunto de confederaciones y federaciones sindicales, los colectivos y tendencias de trabajadores, los militantes de izquierda, impulsemos la constitución de una Gran Coordinadora Sindical que agrupe a las filas de toda la clase trabajadora, para defendernos unitariamente de los ataques del gobierno patronal y los empresarios. Esta coordinadora debe funcionar en base a delegados elegidos y mandatados por las bases obreras. Y debe proponerse la unidad con el resto de los oprimidos, los estudiantes, los pobladores y los mapuche. En segundo lugar, y para cambiar el rumbo de la política sindical que no sirve para mejorar nuestras condiciones de vida, es necesario desplazar a los dirigentes del diálogo social levantando Tendencias Clasistas de Trabajadores que se planteen levantar un sindicalismo clasista y combativo que enfrente los despidos, la subcontratación y los sueldos de hambre como el salario mínimo. Te invitamos a ser parte de esta alternativa.  

Socialismo real: un error recurrente

Jorge Gómez Barata | Profesor, investigador y periodista cubano, autor de numerosos estudios sobre EEUU.

Ciento veinte años atrás y casi un siglo antes de que en la Unión Soviética se hablara del “socialismo desarrollado” como sucedáneo de la sociedad de consumo y de que China definiera como opción la creación de una sociedad “moderadamente acomodada”, en su famosa carta a Joseph Bloch, Federico Engels realizó un infructuoso esfuerzo por rectificar una interpretación del pensamiento de Marx que absolutiza el papel del factor económico y que todavía hoy tiene lamentables consecuencias para el socialismo.

“... Según la concepción materialista de la historia, —afirmaba Engels — el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda…”

La verdadera contradicción o al menos la que ha tenido más implicaciones prácticas, no es la dicotomía entre los socialistas que sobreestiman el papel de la conciencia y los que cifran todas las expectativas en los estímulos materiales y consideran decisivo el aumento del bienestar de las masa, sino entre quienes creen que al hombre moderno le basta con vivir un poco mejor y consideran posible eternizar un socialismo con bienestar, aunque haya déficit de otros componentes de la espiritualidad política como son la democracia, la transparencia y otros derechos al parecer consustanciales a la persona humana.

Al respecto, cierta vez Fidel Castro expresó que usando ciertas palancas se puede alcanzar esto y un poco más. Tuvo razón al añadir que: “…Un poco más no basta” y a Ricardo Alarcón le encanta la expresión: “Conquistar toda la justicia”.

Muchos de los cubanos, yo entre ellos, y otros tercermundistas que conocieron a la Unión Soviética, la República Democrática Alemana, Polonia, Hungría, Checoslovaquia y demás países del socialismo real no podían explicarse por qué los ciudadanos de a pie de aquellas naciones, habiendo alcanzado un nivel de vida razonablemente alto, con pleno empleo y las necesidades básicas satisfechas, disfrutando de políticas sociales aceptablemente eficaces y de un orden social en muchos sentidos apropiado a los intereses de las mayorías, se sentían descontentos al grado de convertirse en críticos e incluso en opositores al socialismo.

Antes de la perestroika de Gorbachov el movimiento Solidaridad en Polonia reveló una presión que venía de abajo y que no demandaba reivindicaciones materiales. No se trataba de mejores condiciones de trabajo o de más salarios y, aunque algunas hubo algunas demandas estaban presentes, el problema no era predominantemente económico. Tal vez aquel era el momento para completar la lectura de la carta de Engels y subrayar los párrafos donde afirmaba:

“... La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se levanta, las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las Constituciones que, después de ganada una batalla, redacta la clase triunfante…ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan su forma…”

Tal vez Gorbachov se percató correctamente de que el problema de la sociedad socialista no era sólo económico como tampoco exclusivamente ideológico sino multifactorial y con importantes componentes políticos e incluso culturales, cosa que hasta entonces no había sido admitida y que todavía hoy en algunos procesos, por ejemplo en China, se soslaya.

Si bien la perestroika (rectificación), acompañada por la glasnov (transparencia) asumía la obvia necesidad de elevar el nivel de vida de los soviéticos, también incluía un esfuerzo para democratizar la sociedad, no sólo en términos funcionales sino estructurales. La forma de realizar aquellas correcciones y no su contenido dieron al traste con lo que pudo ser una solución y un aporte.

La historia se repite allí donde, a partir de una pobre comprensión del ideal humano, creen que basta con mejorar la “oferta gastronómica”, remover ciertas prohibiciones absurdas, elevar el bienestar económico, hasta ser “moderadamente acomodados”, proporcionar entretenimiento sano, votar sin elegir, e introducir modificaciones a instituciones que funcionan mal, porque su función social fue mal concebida para que los problemas asociados a la cohesión social sean resueltos.

Cuando se acepta resignadamente que el socialismo no puede ser de otra manera y cuando, aunque lo haga honradamente, la vanguardia cree que es suficiente aplicar algunas medidas cosméticas para recortar la preponderancia de la burocracia, sin extirparla, no de la administración donde es imbatible pero si de la política donde es prescindible y combatir la corrupción con medidas de control y represión y no con descentralización, control social del poder, diversificación de las formas de propiedad, desregulación y autonomía, la batalla puede perderse.

Pretender crear un consenso social duradero y hasta eterno, construir un orden social moderno y funcional a partir de criterios políticos, instituciones y prácticas que los bolcheviques de Lenin introdujeron en dramáticas circunstancias no porque constituyeran “principios” ni fueran idóneas sino porque no tenían opciones y creer que el socialismo puede ser reformado sin tocar al sistema político y sin asumir la necesidad de democratizar las estructuras sociales, especialmente las relacionadas con el ejercicio del poder es una equivocación.

El Estado de Derecho no es una aberración burguesa, ni una desviación liberal, sino una conquista de la cultura humana y un Estado de Derecho socialista seria un peldaño más alto.

En 1965, cuando nadie había oído hablar de Lew Waleza, Gorbachov y Deng Xioaoping apenas era conocido, el Che Guevara en el Socialismo y el hombre en Cuba, su más profunda reflexión acerca de la teoría y la práctica del socialismo escribió:

“... No se trata de cuántos kilogramos de carne se come o de cuántas veces por año se pueda ir alguien a pasearse en la playa, ni de cuántas bellezas que vienen del exterior puedan comprarse con los salarios actuales. Se trata, precisamente, de que el individuo se sienta más pleno, con mucha más riqueza interior y con mucha más responsabilidad...”

En su tiempo y sin la experiencia de haber ejercido el poder, Rosa Luxemburgo, descartada por la lectura soviética del marxismo, fue todavía más categórica al pronunciarse acerca de que el socialismo tenía que ser más democrático que el capitalismo, no menos y que la supresión de la democracia burguesa no podía significar la supresión de la democracia en general. Para Rosa pensar es una facultad de la mente, lo que en realidad constituye un derecho es “pensar diferente”.

La experiencia enseña que, estructuralmente, sobre la base de la propiedad social, el predominio del pensamiento marxista y la conducción de un partido comunista, eliminando dogmas políticos cuya vigencia resulta incompatible con la democracia realmente participativa, desterrando el criterio de que las organizaciones sociales y de masas son instrumentos o “correas de transmisión”, propiciando el crecimiento de la sociedad civil y procurando la idoneidad de todas las instituciones de la superestructura, el socialismo tiene todas las condiciones para ser más democrático y transparente que el capitalismo.

El socialismo necesita del bienestar tanto como necesita de la democracia socialista. No será ahora que se descubre que no solo de pan…y, tal vez, en el fondo, el enfoque economicista sea más neoliberal que socialista.

Reformas económicas hubo muchas en el socialismo real, la primera conocida como Nueva Política Económica fue auspiciada por Lenin que no vivió suficiente para ver como Stalin la desestimaba y otra fue protagonizada por Eugenio Preobrazhenski, autor de La Nueva Económica y cuyo trágico final ahogó por muchos años el espíritu reformista soviético.

Un día les contaré pero antes debo añadir que en este entendido, reformar es mejorar, perfeccionar y no claudicar ni pactar con el enemigo. Allá nos vemos.

Fuente: (Argenpress)

Pedofilia y poder sagrado

Pedofilia y poder sagrado Pablo Richard
ALAI AMLATINA, 13/04/2010.-

“Al que escandalice y haga caer a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le sería que le amarraran al cuello una gran piedra de molino y que lo hundieran en lo más profundo del mar” (Palabra de Jesús en Mat 18, 6 y textos paralelos: Mrc 9, 42 // Lc 17, 2)

Mi intención con este artículo no es solo profundizar en los testimonios sobre la pedofilia en la Iglesia , sino ir a las causas, raíz y consecuencias de esta perversidad. La pedofilia, y otras iniquidades similares, ha desencadenado una crisis en la Iglesia , que no es una crisis temporal, que pueda ocultarse y olvidar, sino una crisis profunda de credibilidad, que puede durar muchas décadas para ser resuelta.

1: La Iglesia entre la iniquidad y la liberación

Un hecho revelador es confrontar la actitud de la Iglesia frente a la pedofilia y la actitud radicalmente diferente de la misma Iglesia frente a la Teología de la Liberación.

Por un lado, la Jerarquía fue permisiva, tolerante, legitimadora y encubridora de la pedofilia. Por otro lado, casi en el mismo tiempo, la Jerarquía de la Iglesia tuvo una vigilancia extrema de la Teología de la Liberación , que llevó a muchas condenas y medidas altamente represivas y bien publicitadas. Tuvimos un modelo de Iglesia donde se abusó de los niños y se los dañó profundamente en su naturaleza humana. Casi en la misma época tuvimos otro modelo de Iglesia que optó por los pobres y buscó su liberación. A la Teología de la Liberación se le exigió fidelidad irrestricta al dogma católico y obediencia al Sumo Pontífice. A la Iglesia que sufría el problema de los clérigos pedófilos se les impuso guardar silencio, ocultar los hechos, incluso en casos graves, guardar la información como “secreto pontificio” (véase carta de Hans Küng a los obispos del 15 abril 2010).

2: Crisis de una Iglesia cuyo poder es la institución, la ley y el dogma

Nos dice Pablo de Tarso: “Han roto con Cristo todos cuantos buscan la justicia en el cumplimiento de la ley. Han caído en desgracia. Nosotros, en cambio, esperamos la justicia anhelada por medio del Espíritu y de la Fe ” (Gal 5, 4-5).

Existe un modelo de Iglesia que busca la justicia en el cumplimiento fiel de la ley, de la norma, del canon, del dogma, de la doctrina, de la rúbrica y de la estructura jerárquica de la Iglesia. Hay otro modelo de Iglesia que busca la justicia en una actitud crítica frente la ley, el dogma y la estructura jerárquica de la Iglesia. Esta búsqueda se hizo efectiva en una nueva manera de hacer teología ( la Teología de la Liberación ), una nueva manera de ser Iglesia (las Comunidades de Base), una nueva manera de interpretar la Biblia ( la Lectura comunitaria de la Biblia ) y una manera nueva de organizar los ministerios y de celebrar la liturgia, al margen de la rúbrica y de la ley. La Iglesia que buscó la justicia en la defensa absoluta de la ley “rompió con Cristo y cayó en desgracia”. La pedofilia es un signo de esta ruptura y de esta desgracia. La Iglesia de la ley ya no es una Iglesia que busca la justicia por medio del Espíritu y de la práctica de la Fe.

"La ira de Dios se revela desde el cielo sobre toda impiedad e iniquidad de los que pervierten la verdad con la iniquidad. Habiendo conocido a Dios se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció. Ya que juzgaron inútil conocer a Dios, Dios los abandonó a los errores de su propio juicio, de tal modo que hacen absolutamente todo lo que es malo: injusticia, perversidad, codicia, maldad, desafían a Dios, son altaneros, orgullosos, farsantes, insensatos, desleales, sin amor y despiadados” (carta de Pablo a la Iglesia de Roma: 1, 18-30).

“Ninguna condenación existe para los que viven en Cristo Jesús, porque la ley del espíritu que da la vida en Cristo Jesús te liberó de la ley del pecado y de la muerte. (8, 1-2).

3: Leyes, estructuras y dogmas que dieron vida a la perversión

a) La ley del celibato obligatorio

El celibato obligatorio puede dañar profundamente la naturaleza humana. Una excepción, a la luz de los Evangelios, sería el celibato asumido libremente por causa del Reino de Dios, sean éstos clérigos o laicos. De hecho hay médicos, enfermeras, educadores y muchas otras personas que entregan su vida entera al servicio de los pobres, dentro o fuera de la Iglesia

En los seminarios y en los retiros espirituales a los sacerdotes, se habla mucho de “crucificar la sexualidad”. Otras veces se dice que las desviaciones de tipo sexual son subjetivas y pueden ser superadas con la oración, con una buena disciplina y orientación psicológica, que no es dada normalmente por psicólogos, sino por “directores espirituales”, dañados ellos mismos por el celibato obligatorio.

b) La misma ley que justifica el celibato y condena la homosexualidad

La homosexualidad es una opción legítima, cuando está guiada por una ética de amor y fidelidad. Un problema frecuente surge cuando se utiliza la condición clerical para encubrir la homosexualidad. La perversión no es la homosexualidad, sino la utilización de la institución eclesial para encubrirla. La homosexualidad manipulada, reprimida y ocultada puede ser causa de serias perversiones sexuales. El Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado del Vaticano, en su visita a Chile, sentenció que no existe una relación entre celibato y pedofilia, sino entre homosexualidad y pedofilia, y que esta constatación estaría fundada en serias investigaciones científicas de psicólogos y psiquiatras. El cardenal en una sola declaración buscó justificar el celibato y condenar la homosexualidad, con lo cual negó toda culpabilidad de la Iglesia en los delitos de pedofilia y culpabilizó de estos delitos a los homosexuales.

c) La ley absoluta en Iglesia de incluir solo hombres en su jerarquía

La Iglesia católica es la institución religiosa más antigua y poderosa, donde toda su estructura jerárquica son exclusivamente hombres. Una revista (Newsweek) habló del “club masculino más exitoso e indestructible en toda la historia”. El Papa en Roma, el Obispo en su diócesis y el Párroco en su Parroquia es el poder sagrado masculino más antiguo en la Iglesia.

La exclusión de la mujer de la estructura jerárquica de la Iglesia católica es la otra cara de la masculinización absoluta del ministerio clerical. Esta situación transforma a la Jerarquía eclesial en un espacio donde todo es discutido y decidido entre hombres. ¿Cual sería la posición de la Jerarquía si la pedofilia fuese discutida entre hombres y mujeres? ¿Cómo sería la Iglesia católica si el cargo actual de Secretario de Estado lo ejerciera una mujer ordenada cardenal o si una mujer estuviera a cargo de un dicasterio en el Vaticano?

d) Confrontación de la Iglesia Católica con la modernidad

La Iglesia , desde el siglo 19 se ha visto amenazada por la modernidad. Por eso redactó el “Sílabo de los errores modernos”. El Concilio Vaticano Primero (1869-1870) enfrentó la “civilización moderna” cuando afirma la autonomía de la razón, del individuo, del Estado y de las ciencias frente a la Iglesia católica.

Algunas conclusiones del Concilio Vaticano Primero: que la Iglesia es una “sociedad verdadera, perfecta, espiritual y sobrenatural”, que la Iglesia es “indefectible” e “infalible”.

Se define el primado del Romano Pontífice, la soberanía temporal de la Santa Sede y la función del Papa como juez supremo de cualquier controversia eclesiástica, mientras que él no puede ser juzgado por nadie, ni siquiera por el concilio. Finalmente se proclama “como dogma divinamente revelado que el romano pontífice, cuando habla ex cáthedra, goza de infalibilidad”.

Mientras tengamos un modelo de Iglesia marcado por esta tradición conservadora, la jerarquía católica será incapaz de aceptar los mejores logros de la modernidad, especialmente en materia de sexualidad humana.

e) La ley que une perversión sexual y poder sagrado

El arzobispo de Poitiers, mons. Albert Rouet, en un libro suyo titulado: J'aimerais vous dire” (Bayard, 2009) escribe: “ La Iglesia católica ha estado sacudida durante varios meses por la revelación de escándalos de pedofilia. ¿Es todo ésto una sorpresa? Quisiera antes que nada precisar una cosa: para que exista pedofilia son necesarias dos condiciones: una perversión profunda y un poder. Esto quiere decir que todo sistema cerrado, idealizado y sacralizado es un peligro. Cuando una institución, incluida la Iglesia , se fundamenta en una posición de derecho privado, y se afirma en una posición de fuerza, las desviaciones financieras y sexuales llegan a ser posibles”.

4: Las víctimas de la pedofilia y la credibilidad de la Iglesia

Es importante ver toda la realidad de la pedofilia desde sus víctimas. La Iglesia consideró hasta hace poco la pedofilia como un pecado y no como un delito. El pecado puede quedar oculto en el secreto del sacramento de la confesión, pero el delito es un crimen que debe ser llevado públicamente a los tribunales. La Iglesia jerárquica rechazó la culpabilización de la pedofilia y ocultó al pedófilo para salvar como Iglesia su credibilidad y prestigio. La Iglesia también ocultó la criminalización de la pedofilia para evitar ser condenada y obligada a pagar una indemnización económica. Ocultar al delito y al delincuente, para salvar el prestigio de la Iglesia , es una iniquidad y una agresión contra las víctimas. Expresa también hipocresía, fariseísmo y falta de solidaridad.

La Iglesia Jerárquica ocultó a los curas pedófilos, con el pretexto de hacer posible un seguimiento psicológico. Los traslada de una parroquia a otra o los envió a una diócesis fuera del país, con el pretexto de una rehabilitación de los pedófilos que no dañe la credibilidad y prestigio de la Iglesia. Se argumentó que la pedofilia era una “enfermedad”, que para ser “sanada” debía evitarse todo escándalo público (entrevista al Cardenal Darío Castrillón Hoyos realizda por Patricia Janiot en la CNN ).

Un argumento utilizado para ocultar la pedofilia del clero era la prioridad que se debía dar a la Institución Eclesial por encima sus víctimas. La rehabilitación del clero pedófilo se veía así como necesaria en función de los intereses de la misma Iglesia. Esta además no debía “perder” un sacerdote por causa de un problema “” y “personal”, como era considerada la pedofilia. También se argumentó que el número de los sacerdotes pedófilos era insignificante en comparación con la mayoría de los sacerdotes que no lo eran. También se discutió que el porcentaje de la pedofilia en el clero era mínima, si se la comparaba con el porcentaje de la pedofilia a nivel social y mundial.

También la Iglesia se enfrentó a los medios de comunicación que denunciaban la pedofilia en la Iglesia. Interpretó esto como una campaña mediática perversa contra la Iglesia católica misma. La Iglesia ahora se presentaba así como víctima, y ocultaba las verdaderas victimas de la pedofilia.

Todos estos argumentos confirman que la Iglesia no veía la pedofilia desde sus víctimas, sino desde sus intereses, especialmente desde la defensa de su credibilidad y autoridad.

5: Los gritos de las victimas y los llantos de la Jerarquía católica

No basta que la Iglesia pida perdón por los delitos de pedofilia cometidos por su jerarquía, episcopal y presbiteral. Tampoco basta la condena de los sacerdotes pedófilos y la así llamada “tolerancia cero”. Tampoco basta que la Iglesia tome medidas disciplinares para que la práctica de la pedofilia desaparezca para siempre. No basta reconocer que la Iglesia se siente herida y arrepentida. No basta que los Legionarios de Cristo declaren que su fundador el Padre Marcial Maciel y algunos de sus discípulos no son ejemplos de vida cristiana y sacerdotal.

Todo esto es justo y necesario, pero falta lo más importante: escuchar el grito de las víctimas. Toda la problemática de la pedofilia debe ser analizada y juzgada por ellos mismos y desde su propia realidad. Los que han sido víctimas tienen derecho a ser sujetos de su propia vida, sujetos de la reconstrucción de sus vidas y sujetos de la reconstrucción de los hechos de los cuales ellos han sido víctimas. No desean que sean otros, incluso sus victimarios, los que hablen por ellos. Exigen ellos mismos una explicación sobre el porqué la Iglesia ocultó a los clérigos y obispos pedófilos. Piden personalmente una condena de sus agresores y una indemnización por los daños infligidos. Ellos como sujetos quieren ser solidarios con otras víctimas de pedofilia, en la Iglesia y en la sociedad, que todavía no han podido hacer su denuncia y llevarla a juicio. El grito de las víctimas ya resuena en el mundo entero. La solidaridad sin embargo ya se extiende a otros millones de niños y niñas que sufren otras realidades de muerte, como los 16 mil niños que mueren de hambre cada día.

Sentimos hoy la actualidad de las palabras que Dios dijo a Moisés: “He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, he escuchado su clamor contra sus opresores y conozco sus sufrimientos. He bajado para liberarlos y conducirlos a una tierra que mana leche y miel (Exodo 3, 7-8).

Costa Rica, 23 abril 2010

- Pablo Richard es teólogo chileno.

http://alainet.org/