Honor y gloria a los estudiantes de la Enseñanza Media
Cómo no haber tenido la edad suficiente para ser como ellos, los estudiantes de la Enseñanza Media de este tiempo que han dado un ejemplo maravilloso de valentía, decisión y dignidad.
Representan mejor que nadie el espíritu rebelde de esta época dominada por quienes han hecho de la codicia una religión.
Palpita entre los estudiantes de nuestro tiempo el rumor decidido de quienes, en otros tiempos, se jugaron por sus derechos y dignidad sin detenerse a mirar las consecuencias.
Nuestros muchachos son los herederos de las mejores tradiciones de lucha. Descienden de quienes en el origen de los tiempos dieron la lucha entre explotados y explotadores, de los débiles contra los poderosos
Enarbolando la dignidad de las causas que valen la pena, son capaces de renunciar a beneficios y comodidades. Su decisión es mucho más alta que las dádivas. Y mucho más inexpugnables que la amenaza cobarde. Quizás entre la algarabía de sus marchas vayan formándose los profesionales del futuro. No se sabe. Pero, con certeza, por ahí van los hombres y mujeres dignas e íntegras para quienes vale más la hermandad de sus compañeros, que la riqueza cobrada en la miseria de la soledad.
Enorgullecen estos muchachos que no trepidan en enfrentar la cobardía y el miedo. Sus gritos y consignas mantienen en alto la dignidad humana, esa que no tiene precio, pero todo el valor humano.
Pocas cátedras enseñarán tanto de esta época como la majestuosidad de los muchachos y muchachos que se abren a la vida de la manera más dura: enfrentando a un sistema que viene maltratando a los pobres desde que el mundo es mundo. Pocos episodios de la historia mostrarán un momento más digno que éste.
Resistan, muchachos. Dispongan lo mejor de sus vidas para esta pelea que no es corta ni fácil. No se detengan hasta convertir su país en un lugar digno o sus vidas en ejemplos que el futuro tendrá en cuenta. Hagan ciertas las consignas. Vivan las canciones. Enarbolen la poesía en el combate. No se conformen con la oferta mezquina. Amen, rían y canten. Pero por sobre luchen siempre.
Ríndanse sólo ante el amor y la victoria.
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