Las Fieras en Busca de un Destino
Por Pamela Godoy Cerón
Las fieras tienen un pasado histórico, fundido en el turbio paso de capataces que arrastran en su eco la cantata Santa María, el pago del jornal, las riquezas del cobre concentradas en manos extranjeras, la pobreza de los chilenos y el misérrimo rol del Estado, que terminan acorralando a sus sometidos. Nuevamente los dueños de Chile irrumpen y consolidan desde hace 39 años, lo que será el siglo del pensamiento salvaje que Claude Lévi Strauss le asigna a la transformación de seres que en su nueva condición, ahora de bestias ignorantes, son obligadas a asumir un destino que no les da riquezas, vivienda, salud y ciertamente les devuelve consumo, cuando los jóvenes tientan su estatus y piden educación en Chile.
Son varias las generaciones de estudiantes chilenos, que han pujado en vano desde el 2006 para cambiar desde la revolución pingüina su condición en la pirámide social, sin embargo “el 60 por ciento de la población chilena vive con ingresos inferiores a un país como Angola, africano de los más pobres del mundo”. Datos reveladores emanados de la Universidad Diego Portales y los economistas Marcel Claude y Rafael Garay. Por lógica se genera la interrogante: ¿cómo pagan las familias chilenas el alto costo de la universidad?
El actual modelo de enseñanza ha entregado cobertura educacional a aproximadamente un millón de estudiantes evaluándola como exitosa. De los cuales 400 mil no terminarán sus carreras y tendrán que enfrentar una deuda sin límites y sin título. De los 600 mil restantes, el 60% no usa lo que estudió, asumiendo también una deuda con un título que no le sirve. Tanto el Estado como el sector privado presentan dos caminos: el crédito con aval del Estado donde un estudiante comienza pagando por una carrera 550 UF y termina gastando 1294 UF y el Arancel Referencial, en el cual el Estado apoya con un crédito como aval o también nombrado crédito Corfo. Los aranceles son inferiores a los que verdaderamente cobran las universidades, por lo tanto las familias además tienen que endeudarse con créditos de consumo u otro existente en el mercado, para cubrir el monto del arancel referencial.
Este sistema que arrastra a las familias chilenas a una lucha de clases brutal y discriminatoria, tiene a 110 mil estudiantes en DICOM con un Estado que menos responsabilidades financieras tiene en el mundo, ya que paulatinamente se ha retirado de las otrora obligaciones con los ciudadanos que planificadamente ya no son considerados como tal, en el actual orden de esta globalización, que no es otra cosa que la terminología contemporánea de llamar al abuso, explotación.
Un Chile sin prensa y con encapuchados. Entre los planes de los Liberales dueños de Chile, los medios de comunicación de masas, no podían estar a menos altura ética que la actual, vaciando el contenido social de los mensajes, situando al movimiento estudiantil como los hechos de violencia del noticiero de las 24 horas de encapuchados: quemando todo lo que encuentran a su paso, despedazando la propiedad pública que -según dice la prensa nacional- es de todos los chilenos, no obstante, este periodismo burgués, no menciona en ningún renglón de los diarios capitalinos o regionales, a los encapuchados de la Concertación, la clase política que se hace cargo del Chile que deja Augusto Pinochet en 1990 y que desde entonces, avanza cediéndole ahora a Piñera y sus colaboradores, su modelo neoliberal de privatizar todo a su paso, incluso la educación de los hijos patrios, que sí merecen lo que es de todos los chilenos.
Dadas las actuales condiciones de farandulización de los medios de comunicación de masas, alimentando la telebasura que entra por la televisión a las casas de la gente, tal como entra el gas y la electricidad, esta prensa chilena se gana la vida manipulando audiencias y cuando eso sucede ¡todos perdemos!
Es en estas prácticas donde se pierde el sentido ético de la profesión que ya no es un servicio, sino el trampolín para acceder a esa elite que comparten las estereotipadas celebridades del circo criollo, pero sin payasos. La Unión derriba imperios. La sociedad chilena está creyendo en los jóvenes que les han abierto los ojos para que no puedan dejar de mirar este mundo fragmentado, este país puesto de rodillas por una estructura empresarial y política que han anulado la clase media en Chile. Cuántas veces la audiencia escucha en el televisor: “Las brechas económicas deben acortarse”, pero sólo en cuanto a consumo. Las becas, ayuda social y apoyo empresarial, son recurrentemente para el quintil más pobre de la población y la clase media chilena -abandonada por el duopolio Concertación- Alianza por Chile, tiene que pagar por todo porque trabaja, no obstante su acceso a escolaridad, le exige a sus autoridades mucho más que un plasma, o un vehículo. Tomando en consideración estos hechos, es evidente que el actual sistema social de mercado, ha modificado las clases sociales en territorio nacional.
He allí a sus hijos marchando por las calles, a sus madres y padres acompañándolos en este desafío que es el destino. Pende sobre las cabezas de la población chilena, una estructura de poder que divide para manejar. De la misma manera gobierno tras gobierno no eliminan ya a los mapuches como individuos, se les borra de la tierra como nación.
El millón y medio aproximado de jefas de hogar que no podrán pagar la educación más cara del planeta, no reciben ayuda de teletón alguna para recordarse a sí mismas el sentido conceptual de la solidaridad, ya que la realidad les ha arrebatado su apego a cualquier revolución.
Todos quienes han defendido el modelo que los ha hecho ricos tienen planes y su estabilidad se ha visto amenazada no por los jóvenes, los estudiantes o los hijos de la clase media en Chile, sino por la unión y determinación a defender los valores que han levantado esta tierra, cada vez que los imperios la saquean en nombre de la Democracia.
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