Chile, de nuevo Martínez en la CUT: gana el gobierno, sonríe el patrón
por Andrés Figueroa Cornejo (Chile) | |
jueves, 04 de septiembre de 2008 | |
1. Paladeando los milagros culinarios prohibidos para los chilenos de a pie, el Presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Sonami, y todavía líder de la Confederación de la Producción y el Comercio (gremio patronal del país), Alfredo Ovalle, en la cena anual de los rostros del capital minero, hizo, como es su costumbre, claras indicaciones a la Presidenta Michelle Bachelet, invitada a la comida. Con un ingenio sin antifaces, le propuso a la mandataria que parte de los impuestos del royalty a la explotación principalmente cuprífera sean usados en pasivos ambientales, lo que serviría para que Chile presente credenciales de “excelencia y responsabilidad” en el manejo ambiental. Sin tapujos, Ovalle, a costa de las arcas fiscales (y por extensión, de eventuales recursos destinados a programas sociales), pretende que el Fisco ofrezca mayor competitividad y “mejor ver” a los inversionistas y las instituciones financieras internacionales. Sólo la minera La Escondida, rentó en utilidades limpias el primer semestre de 2008, más de 2 billones de pesos (4 mil millones de dólares). Pero para el capital no es suficiente. Exige que los paliativos contra los efectos negativos de alto impacto ambiental devenido de la explotación minera sean ahora subsidiados por el Estado. Nuevamente se privatizan los beneficios, y se socializan los desperdicios. Pero el Presidente de los patrones en Chile no terminó allí. Durante la cena anual de la Sonami, acusó que la nueva ley de salario base (que lo iguala al salario mínimo, es decir, a la miseria de $ 159 mil pesos (300 dólares) “eleva sustantivamente los costos para las empresas, afecta el empleo y puede implicar un serio deterioro de las relaciones laborales”. El sentido de la ley, que ya está siendo readeacuada contra los trabajadores, guarda relación sobre todo con la amplia área laboral (fuerzas de venta) que construye su salario fundamentalmente a través de la parte variable de la remuneración (un 70 % de los asalariados chilenos vende algo para vivir, y por tanto, el comisionismo, es régimen general de composición salarial). Ya la ley ha sufrido enmiendas que desnaturalizan su espíritu original, y, por lo demás, la patronal, al verse obligada a garantizar un salario base superior al existente (que puede ser hasta de $ 15 mil pesos (30 dólares) en muchos casos), simplemente ajustará el precio de las captaciones a la baja con el fin de no dañar sus tasas de ganancia. En los hechos, al menos en el área financiera, la contracción crediticia impuesta por el Banco Central para demoler inflación, ha elevado las condiciones para obtener un crédito, por un lado, y limitado sus montos, por otro.. Ello también está asociado a los resguardos bancarios ante el riesgo de la morosidad y el no pago, en un marco mundial de recesión y desaceleración económica. La “victoria” de la máquina electoral de Martínez (que, entre otras cosas, pagó cuotas a sindicatos proclives a su candidatura), tranquiliza transitoriamente al gobierno y a la propia patronal. Más allá de las innumerables críticas a la conducción de Arturo Martínez, ligadas a su papel apéndice del gobierno de turno y contenedor del sindicalismo independiente y de lucha, los resultados electorales implican, por sí solos, un dinamizador para la organización de los sectores sindicales más críticos de la dirección de la CUT por su colaboración progubernamental (parte relativamente significativa de la gobernabilidad necesaria para la reproducción del actual patrón de acumulación capitalista), y la urgencia de construir una fuerza de los asalariados profundamente democrática y que cautele con celo granítico los intereses genuinos de los trabajadores. Irónicamente, la lista que encabezó Arturo Martínez se llamaba “Autonomía Sindical. Una CUT para todos los trabajadores”. Aquí, naturalmente, el eslogan funciona como fórmula que revela su reverso, toda vez que la autonomía no tiene nada que ver con una política y estilo de conducción de la Central en manos de Martínez, fuertemente financiada por el gobierno y la socialdemocracia alemana (y no por los trabajadores), y presa del burocratismo y subordinación partidista más franco y desenfadado.. Como botón de muestra, sólo cabe recordar la imposición por arriba no consultada a nadie del sueldo mínimo, refrendada, entre gallos y medianoche, por Arturo Martínez. La refundación urgente del sindicalismo inspirado por los principios y prácticas de Luis Emilio Recabarren y Clotario Blest será fruto de la reunión, por dentro y por fuera de la Central, de las iniciativas sindicales potencialmente constelables que se sostengan sobre liderazgos insobornables, la independencia política de los intereses de los trabajadores, y el anticapitalismo en su versión amplia e inclusiva. Las máquinas del sindicalismo funcional y domesticado se superan a través de la fuerza unitaria, audaz, flexible, actualizada, inteligente y de lucha. -¿Fue visto en la CPC un apoyo a la reelección de Arturo Martínez en la CUT? Independientemente de que, en concreto, no se arribara a ningún acuerdo relativamente positivo para los asalariados, lo cierto es que resulta de temer cuando el capitán de los patrones confía en el representante de los trabajadores. Los resultados están a la vista. |
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