¿Dónde están hoy los pingüinos?
La Nación |
Katerinne Pavez Marchant
Hace un año se inauguraba en las calles el movimiento secundario. Un imberbe César Valenzuela declaraba a quien quisiera oír que el Gobierno no había dado respuestas a sus peticiones. La mecha fue encendida por la decisión de la Universidad de Chile de subir el arancel de la PSU. Esta fue la excusa perfecta para sacar sus propuestas a la luz: los –hasta ese momento– desconocidos dirigentes exigían pase escolar gratuito, más y mejor alimentación y revisión de las bases sobre las que se construyó el modelo educativo chileno.
Una bomba que obligó a la clase política a replantear su agenda y a los ciudadanos que miraban desde fuera a preguntarse qué diablos era la LOCE.
“La asamblea partió con 15 colegios. Pero en nuestro momento más alto llegamos a tener más de mil”, recuerda César Valenzuela.
¿Qué queda hoy de esa poderosa Asamblea Nacional de Estudiantes Secundarios (ANES)? A la luz de lo que sucedió el sábado 28 de abril, día de su último encuentro nacional, la respuesta es muy poco.
Ese día, los estudiantes del Instituto Nacional, Liceo 7 de Providencia, Internado Nacional Barros Arana y Liceo Experimental Artístico, anunciaron que no querían seguir perteneciendo a este movimiento. Sus razones eran también críticas directas a la gestión de María Jesús Sanhueza, la más reconocida de las voceras y la única que permanece luego de que Valenzuela, Karina Delfino y Juan Carlos Herrera egresaran de cuarto medio.
Los representantes de regiones también señalaron su intención de retirarse.
Zarko Sepúlveda, vocero de la Región de Atacama, resume lo ocurrido: “Llegamos con la intención de plantear una nueva orgánica para la ANES. Sabemos que por cantidad de alumnos, los santiaguinos tienen derecho a más votos. Pero no nos parece que sólo en la capital existan grupos o colectivos que tengan derecho a votar, mientras que en regiones los únicos que deciden son los centros de alumnos”. Como la propuesta de sacar a los colectivos y plantear una votación para cambiar a los dirigentes no fue aceptada por Santiago, las regiones decidieron marginar a los capitalinos y crear una asamblea nacional sin ellos. “La Metropolitana puede volver, pero siempre y cuando se reestructure”, advierte Sepúlveda.
DESORDEN Y SELECCIÓN
Los colectivos a los que se refieren los disidentes son agrupaciones pequeñas “que a veces pueden estar a favor y otras en contra de los centros de alumnos”, señala Claudia Arce, presidenta del Liceo 7. Estos grupos, con diversas motivaciones políticas, fueron aceptados dentro de la asamblea en medio de la efervescencia del año pasado. Y ahora provocan la crítica de quienes se supone son los más indicados para decidir dentro de la organización: los presidentes de centros de alumnos.
A juicio de Arce, el desorden es tal dentro de las reuniones, que no se respetan las reglas mínimas para votar. “A veces se hace sin el quórum que fijamos, o se vota y luego se toma otra decisión. En otras ocasiones, los representantes de los colegios ni siquiera consultan a sus Codecus [consejos de curso]”.
Lo que colmó a los pingüinos de regiones fue que los estudiantes de la capital salieran a protestar contra el Transantiago. La vocera nacional, María Jesús Sanhueza, apareció en los medios hablando en representación de todos los estudiantes sin consultarles. Fue entonces cuando cristalizaron todas las demandas que guardaban desde el año pasado y las expusieron en el encuentro de fines de abril.
No sólo en regiones se quebró el movimiento. Una parte de los llamados “colegios emblemáticos” renunció a su participación de manera indeclinable. Hace un par de semanas que sus dirigentes discutían la idea de crear un nuevo referente, más dedicado a opinar sobre los temas actuales, como el proyecto de Ley General de Educación (LGE) y a defender su postura individual. Uno de los temas en esta ley que divide a los emblemáticos del resto de los colegios es el referido a la prohibición a los colegios de seleccionar a sus alumnos hasta octavo básico. Mientras los primeros la rechazan, argumentando que sus establecimientos van a perder su estatus, los segundos quieren el fin de la selección para todos los niveles.
LA RESPUESTA DE JECHU
Muchas de las críticas de los pingüinos tienen nombre y apellido: María Jesús Sanhueza. Ella se defiende de las acusaciones al asegurar que la asamblea no está desunida, y que nadie le ha planteado en las reuniones que esté realizando una mala gestión. “Ni siquiera hemos tocado el tema de las vocerías en las últimas asambleas”. Dice que los estudiantes secundarios pueden cambiar cuantas veces quieran la orgánica del movimiento y le baja el perfil a los quiebres. “Lo que nos une son nuestras demandas, no la asamblea”, señala. En cuanto a la salida de los liceos emblemáticos, cree que se debe más a problemas internos que a conflictos con el movimiento. Es más, asegura que todos los estudiantes critican la selección, aunque no con el mismo argumento: “Creemos que no se debe prohibir la selección sin antes certificar la calidad de todos los colegios”.
Más allá de las discusiones internas, lo cierto es que este año ha faltado la presencia secundaria en el debate sobre educación. Un tema que ellos mismos impusieron en la agenda y que ahora está en manos del Congreso.
César Valenzuela resume el momento actual del movimiento: “La verdad es que no veo a los estudiantes, y eso es lo que me extraña. No han opinado sobre cosas que fueron parte de nuestra lucha, como el fin del lucro. Ojalá que sea porque lo están discutiendo”. LND
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