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España: Derrotar la reforma laboral, prepararse para combates históricos

España: Derrotar la reforma laboral,  prepararse para combates históricos

¡¡¡Fuego a discreción!!! Esa ha sido la orden dada por el Gobierno de Mariano Rajoy en sus primeras semanas de Gobierno. Entró pisando fuerte, con un recorte de 16.000 millones, pero ya advirtió que eso sólo era el aperitivo. Y ahora, con la nueva reforma laboral, se dispone a atacar contundentemente a todos los sectores de clase trabajadora. Una liquidación de derechos adquiridos que deja pequeñas todas las reformas anteriores -las de González, Aznar y Zapatero- porque supone casi un retorno a las relaciones laborales del Franquismo más oscuro, el de los años ‘50. Gran parte de las conquistas arrancadas con huelgas, manifestaciones, presos y muertos, tanto a la Dictadura como a los primeros Gobiernos de la Monarquía, se pretender liquidar de un plumazo. Se reinstaura una total arbitrariedad patronal para imponer las condiciones de trabajo y un despido libre y barato, convirtiendo los Convenios Colectivos en papel mojado y proclamando una verdadera “amnistía” para el despido, que mientras dure la crisis será prácticamente siempre procedente. Volvemos a una situación laboral parecida a la anterior a la Ley de Convenios Colectivos franquista de 1963.

Un plan que aunque lo lleve adelante el PP cuenta con el respaldo de las burguesías periféricas –la catalana y la vasca sobre todo a través de sus partidos históricos, PNV y CiU–, el Rey –que ya nos pedía “sacrificios” en el discurso navideño– y va en la línea de la “obra” iniciada por Zapatero –más allá de la oposición demagógica que va a hacerle el PSOE–. Y por supuesto, cuenta con el beneplácito de la UE, Merkozy, el FMI y el BCE, la actitud de “alumno” que enseña los deberes al maestro del Ministro de Economía Guindos con el Comisario Europeo de Asuntos Económicos fue buena muestra de ello.

Con todo ello el Gobierno de Rajoy se siente presionado a la vez que fuerte. Por un lado aún respira su reciente victoria electoral, y por el otro, no tiene una oposición seria enfrente, ni política –al PSOE le falta atravesar su travesía por el desierto, no exenta de crisis, como se ve ahora en Andalucía– ni sindical –el desprestigio de los Toxo y Méndez es un “activo” que quieren aprovechar–. Esto se ve también en que, a la vez que aumenta la guerra a los trabajadores, empieza a abrir fuego contra derechos democráticos como el aborto o mantiene su ofensiva en defensa de la memoria del Franquismo bien activa, como se ha visto con el proceso y la sentencia contra Garzón. Más allá del currículum de este juez, nada apegado a la defensa de los derechos humanos –basta ver su historial contra la izquierda abertzale–, esta victoria de la derecha post-franquista señala cómo el Régimen del ’78, a la vez que avanza sobre los trabajadores y el Estado del bienestar, sella a cal y canto la impunidad de los crímenes de la Dictadura y blinda a los políticos corruptos. Y es que las continuidades con la Dictadura se hacen cada vez más patentes. Y esto lo demuestra que el “jefe superior de policía de la Comunidad Valenciana. Antonio Moreno debía saber de lo que hablaba, no en vano trabajó desde finales de 1975 hasta 1977 en el grupo de estudiantes de la Brigada Político-Social a las órdenes del inspector jefe Benjamín Solsona!” (“Libros frente a una policía en retirada”, El País).

La brutal represión en Valencia, convirtiendo la ciudad durante varios días en una “caza al estudiante” es una muestra de cómo va a tratar de hacer pasar sus planes sobre los luchadores. Devolviéndonos a las imágenes del NO-DO, recordándonos que los que hoy visten de azul son los herederos de los “grises”.

El Régimen quiere recortarnos también los derechos y libertades democráticas básicas. Sin embargo las masivas movilizaciones del pasado 19F, con cientos de miles en más de 60 ciudades, que desbordaron las previsiones de la misma burocracia, junto con los conflictos obreros sectoriales en curso (funcionarios, empresas aisladas...), muestran la otra cara de esta situación. Además, las protestas estudiantiles en Valencia, las reacciones de solidaridad y contra la represión en muchas ciudades y las huelgas estudiantiles que se preparan para las próximas semanas, están mostrando que la juventud “indignada” del 15M no se va a quedar de brazos cruzados, y que empieza a retomar masivamente las calles. Los trabajadores y la juventud estamos dispuestos a plantar cara y ponerle fin a una paz social que sólo promete arrastrarnos a una situación cada vez peor, de miseria y pobreza creciente.

El Gobierno, el Régimen y la burguesía española atacan a toda la clase obrera y sus organizaciones

Es un ataque que promete pauperizar brutalmente a la clase trabajadora en los próximos años, ¿cómo?, con mayores aumentos del paro, millones sin prestación por desempleo y una bajada generalizada de sueldos como la que pedía el FMI, de entre un 25 y un 30%. Y para ello vacía de contenido a los comités de empresa, a las secciones sindicales, delegados... es decir trata de barrer con las organizaciones de los trabajadores. Sin declararlas “ilegales” como en la Dictadura, pretende que desde ahora el patrón pueda hacer y deshacer por su cuenta salarios, condiciones, etc.

Parafraseando a Bertolt Brecht podríamos decir que primero vinieron a por los inmigrantes sin papeles, después a por los temporales, después a por los subcontratados... ¿y ahora? Ahora no se salva nadie, esta reforma ataca frontalmente a todos los sectores de la clase trabajadora. La juventud que se verá obligada a pagarse un 25% de su salario con su propia prestación al desempleo, los parados que tendrán que trabajar gratis “para la comunidad” y serán vigilados como delincuentes como no lo son todos los grandes evasores fiscales, los trabajadores de PYMEs verán cómo sus patroncillos quieren imponerles convenios de empresa muy por debajo que el provincial o estatal... pero también los sectores con mejores condiciones, trabajadores más mayores, con derechos adquiridos y una mayor sindicalización. Nos referimos a los trabajadores públicos laborales o de empresas públicas, de la gran industria (metal, química, calzado...), del transporte, etc. Los que constituyen el principal pilar de afiliación de los grandes sindicatos. El despido libre y barato a 20 días, el descuelgue de los convenios, los ERE’s exprés, la limitación de la hiperactividad del convenio, pretenden dejar a muchos de éstos trabajadores en la calle y a los que se queden imponerles condiciones a la baja. Cuando el PP hablaba de acabar con las diferencias entre fijos y temporales se refería a esto, a dejar a los trabajadores con mejores condiciones a la altura de un precario cualquiera.

Ahora bien para lograr imponer este retroceso histórico el Gobierno y la patronal son conscientes de que tendrán que hacer pasarla en las empresas y sectores. ¿Y cómo se prepara para ello?, con un estilo Margaret Thatcher, es decir aprovechando la ocasión para llevarse por delante a los propios sindicatos. Los deja sin ninguna atribución reconocible, ni podrán negociar los ERE’s, los convenios que firmen no tendrán apenas valor y los despidos individuales serán casi todos procedentes. Es decir a los trabajadores se nos aboca a una situación de total indefensión legal. Además del recorte aún mayor de algunas fuentes de financiación para las centrales sindicales, como los cursos de formación. Una apuesta arriesgada para la burguesía. El Régimen está debilitando a una de sus patas clave para la contención de los trabajadores, la burocracia sindical. Si cunde el ánimo de resistencia entre los sectores que se vean atacados, se puede terminar reforzando nuestra capacidad de organización y lucha, aunque sin las mismas atribuciones legales, e incluso empezarse a purgar a los dirigentes que han llevado al nivel de parálisis y desprestigio de nuestras organizaciones que ahora quiere aprovechar el PP para liquidarlas. Un posible ascenso obrero, como el que metió en crisis terminal a la Dictadura, no va a tener aparatos sindicales reformistas con la capacidad que tuvieron entonces para imponer un desvío como la Transición.

Frente a las respuestas timoratas e ilusiones reaccionarias en el diálogo de Toxo y Méndez, los trabajadores debemos preparar una respuesta contundente

Aún con este ataque las direcciones de CCOO y UGT siguen sin reaccionar a la altura de las necesidades, lo que muestra el nivel de putrefacción y adaptación al régimen imperialista del Estado español de estas cúpulas. El calendario de movilizaciones que han propuesto es totalmente insuficiente, sobre todo porque al mismo tiempo pretenden sentarse a negociar con el Gobierno. ¿Pero es que acaso se puede negociar una reforma que nos quiere devolver a la década de los ‘50? No es un ataque “matizable”. Es el mayor golpe contra la clase trabajadora en décadas, toda una declaración de guerra, que debería ser respondido con un plan de lucha ascendente y sostenido, que busque derrotarla, conseguir su derogación total. Toxo y Méndez se vuelven a colocar como un obstáculo terrible para que los trabajadores podamos enfrentar los planes de ajuste que los capitalistas y su Gobierno nos quieren imponer. La estrategia de Toxo y Méndez de negociar en el trámite parlamentario nos llevará a nuevas derrotas y estas de carácter histórico. En primer lugar porque en el Parlamento tiene mayoría el PP. En segundo término, porque la burguesía vasca y catalana apoyarán, a través del PNV i CiU. Y, en tercer lugar, porque el PSOE que critica de boquilla, ya avanzó algunos elementos de ésta reforma con la que hizo Zapatero en 2010. Solo la derrota total de la Reforma Laboral nos vale.

Las asambleas informativas que van a convocarse en los centros de trabajo y las movilizaciones previstas para febrero –como las masivas manifestaciones del pasado 19– debemos convertirlas en un trampolín para imponer a estas direcciones traidoras un verdadero plan de lucha que arranque con una gran jornada de huelga general. Por primera vez desde hace muchos, en el 19F se formaron “bloques críticos” por muchos sectores de la izquierda en las manifestaciones de CCOO y UGT, que evidentemente pusieron aún más nerviosas a las burocracias sindicales. Este es el camino que la izquierda sindical y política debe seguir, por lo que es necesario reforzar estos bloques en las protestas, como el impulsado por algunos sectores del 15M, para que, como los medios reconocían de la manifestación de Madrid, se conviertan en un clamor por la Huelga General. A la vez que se producen estas movilizaciones contra la Reforma, miles de trabajadores están luchando de manera aislada, por empresas y por sector. Trabajadores públicos de casi todas las administraciones, obreros contra despidos, como la TEKA o Navantia, contra el incumplimiento del convenio, como los de TMB, junto a los estudiantes, como el PDI y el PAS de las universidades catalanas que harán huelga el mismo 29F. La recomposición del movimiento obrero debe partir precisamente de estas luchas, coordinándolas, unificando sus demandas, organizándose en asambleas, para ganar fuerza contra el Gobierno y las patronales, servir de ejemplo para el resto de trabajadores y a su vez poder construir una alternativa en la “práctica” a la política nefasta de las direcciones de CCOO y UGT.

La lucha por la derrota de la reforma laboral y el resto de planes de ajuste debe servirnos a los trabajadores para fortalecer nuestra organización, retomar tradiciones como la asamblea decisoria, la conformación de comités de lucha y de huelga con delegados revocables, la coordinación y unificación de todas las luchas por empresa y sector que se están dando. Debemos recuperar la unidad de todos los sectores obreros, nadie se salva de la “quema”, o golpeamos unidos o nos vencerán separado. Los trabajadores fijos, de ETT, subcontrata, contratos precarios, parados, inmigrantes... debemos organizarnos juntos, unificar nuestras demandas, y empezar a dirigir desde la base los combates a los que nos aboca el Gobierno del PP.

La izquierda sindical y los sectores combativos de CCOO y UGT tienen una gran oportunidad y responsabilidad en estos momentos. Las políticas “sectarias” que se niegan a manifestarse junto a los grandes sindicatos no hacen más que permitir que estos dirigentes vendidos puedan mantener su política de diálogo y movilizaciones testimoniales sin problema. Por ella optaron casi todas las fuerzas de la izquierda sindical –empezando por CGT– el pasado 19F, “regalándole” a la burocracia sindical los cientos de miles de trabajadores, sin apostar por confluir con los sectores de CCOO y UGT que también pedían una Huelga General ni con los jóvenes del 15M que nutrían los “bloques críticos” en muchas ciudades. Tampoco sirve la unidad sin crítica, como estamos viendo en conflictos de sanidad, educación y otros, donde la izquierda sindical comparte el 100% de la hoja de ruta de luchas aisladas de las direcciones de los mayoritarios. Esta es la línea que por ejemplo lleva la Intersindical Alternativa de Catalunya en el conflicto de los funcionarios. La contracara a la misma la ofrece esta misma central, que mientras en la lucha contra los recortes de la Generalitat está codo con codo con la política de CCOO y UGT (lucha aislada por sector, no convocatorias de huelgas...), se disfraza de un falso “izquierdismo” marchando separada cuando hay que enfrentar la Reforma Laboral.

El sindicalismo alternativo y de clase debe romper con las políticas sectarias y oportunistas, que muchas veces combina. Hoy por hoy la posibilidad de que empiecen a romper sectores de CCOO y UGT con sus direcciones, que puedan confluir con la izquierda sindical y empezar a pelear por una alternativa de lucha, está creciendo. Sin un cambio de rumbo de la izquierda sindical ésta puede resultar impotente ante la necesidad de empezara construir una alternativa desde abajo contra los Toxo y Méndez. Es necesario que la izquierda sindical, junto a los sectores de CCOO y UGT que rompan con la política de sus direcciones, se ponga a la cabeza del proceso de coordinación y unificación de las luchas en curso, de conformar bloques en las empresas que promuevan las asambleas y métodos de democracia directa, que conviertan las manifestaciones convocadas por las direcciones de CCOO y UGT en un clamor por la huelga general y la derrota de la reforma.

Una crisis que actualiza la perspectiva de revolución y contra-revolución

Todos los analistas burgueses ya acuerdan en que ésta es la mayor crisis económica desde 1929. Ya muchos empiezan a reconocer que de una crisis económica se está transformando en política. Ya está sometiendo a grandes convulsiones a instituciones supranacionales como la UE y su euro, del que nadie sabe cuánto y cómo durará. También a los regímenes políticos nacionales. El italiano y el griego acaban de sufrir sendos golpes de estado tecnocráticos. El régimen español, cada día se presenta como “caduco” o “amortizado”. De hecho, esta reforma lo que viene es a dilapidar el sistema de relaciones laborales nacido en la Transición para ir a uno mucho más duro. Y por último, las tendencias a la polarización política y a una mayor lucha de clases empiezan a ser evidentes. Por un lado, el auge de la derecha populista e ideas racistas y, por el otro, fuertes movimientos sociales y de lucha, como fue el 15M o las huelgas generales y las jornadas de combates callejeros en Grecia.

Esta reforma laboral es una muestra más de lo histórico del momento y los agudos choques de clase que se preparan. Lo que el Régimen está atacando es directamente una de las construcciones sociales que permitieron una gran estabilidad económica y política al Estado español en las últimas tres décadas. Hablamos del limitado Estado del Bienestar que permitió adormecer a los trabajadores con respecto a la continuidad del régimen postfranquista, a la vez que los avances imperialistas del Estado español en América Latina y otras zonas, permitía otorgarles unas migajas de sus avances a una amplia capa de la clase trabajadora, los empleados públicos y los trabajadores de las grandes industrias y servicios, y que han constituido la base social de los sindicatos. El capitalismo español no puede mantener dos de los principales amortiguadores sociales, y por eso considera que puede desprenderse de fieles “servidores” como la burocracia sindical.

Y es que a la clase trabajadora y la juventud, el capitalismo y el Régimen del ‘78 no tiene nada que ofrecernos, sólo una caída histórica de nuestras condiciones de vida: paro de masas, precariedad, salarios de hambre, sanidad pública meramente asistencial, una educación en ruinas para los hijos de los trabajadores. Todo al mismo tiempo que la actual “democracia” se degrada a marchas forzadas. La dictadura de banqueros y empresarios –nativos y extranjeros– se hace más evidente, derechos democráticos básicos –como el de huelga– se anuncia que se limitarán y la represión a las luchas se incrementa y endurecen. El mismo día que se anunciaba la Reforma el Ministro del Interior anunciaba que toda manifestación no autorizada sería reprimida, y así lo hizo con la protesta del 15M y la CGT contra la Reforma Laboral, con un balance de decenas de heridos y 9 detenidos. Como ya anuncia Grecia, la burguesía no está dispuesta a “bajarse del caballo” y recurrirá a todos los medios a su alcance para hacer pasar su programa; golpes tecnocráticos, represión policial.

Para evitar sucumbir bajo la bota capitalista, los trabajadores tendremos que enfrentar revolucionariamente a nuestra burguesía y al Régimen político del que se vale. Las luchas que están por venir pueden permitir que recompongamos nuestra capacidad de lucha y organización y debemos hacerlo en la perspectiva de poder imponer una salida obrera a la crisis capitalista. Un programa que parta de medidas como el reparto de las horas de trabajo, la nacionalización de la banca y las grandes empresas, la puesta bajo control obrero de todas las empresas que cierren o despidan, la confiscación de las grandes fortunas para sufragar una sanidad y educación suficientes, la prohibición de los despidos y los desahucios. Medidas esenciales para preservarnos de la catástrofe a la que nos están conduciendo, y que no las tomará ningún Gobierno del PP o del PSOE, sino que plantean la necesidad de retomar la estrategia de conquistar el poder por los trabajadores, de construir un Gobierno de los trabajadores y el pueblo. La actual crisis actualiza la perspectiva estratégica de lucha por una salida revolucionaria, cada vez son más lo que ven que el capitalismo no nos ofrece ninguna salida. Si los trabajadores no imponemos nuestra salida, los capitalistas impondrán la suya haciendo uso de todos los instrumentos que históricamente han utilizado para derrotarnos, disciplinarnos y callarnos. Nuestro país, con 40 años de Dictadura fascista, es un buen ejemplo histórico de lo que hablamos.

O nos salvamos nosotros, o lo harán ellos sobre nuestras espaldas. 

Fuente: Clasecontraclase.org

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