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Chile: El retorno de Lagos y el combate contra el olvido

Chile: El retorno de Lagos y el combate contra el olvido
Andrés Figueroa Cornejo

1. En un paisito donde casi el 20% de la población es bebedor problema (OMS) producto, entre otras variables, de las malas condiciones de existencia ancestrales –culturales y materiales- y cuyo movimiento social comienza lentamente a despercudirse de un largo letargo apenas estremecido los últimos años por las protestas estudiantiles de los jóvenes secundarios, de los trabajadores subcontratados del cobre y de los forestales que, lamentablemente, terminaron en mesas de negociaciones infructuosas y amañadas por el gobierno anterior, ya arrancan los motores de la formación de pactos electorales de una Concertación noqueada por la victoria de la derecha tradicional para encarar las municipales de 2012.

2. Hace muy poco retornó el ex presidente de la República Ricardo Lagos Escobar al Partido Socialista “a colaborar en la formación de nuevos liderazgos”. Como una manifestación más de crisis de la Concertación, quien fuera el mandatario del súper aperturismo económico chileno –que en definitiva volvió más dependiente del capital transnacional al país, osificando el modelo exportador extractivista y cuprífero-; que propició con vocación de accionista la privatización de carreteras, agua y cobre; que durante su gobierno acentuó la cruzada contra el pueblo mapuche y sus demandas históricas, aplicando sin temblor la Ley Antiterrorista –rémora de la dictadura-; y protagonizó los escándalos de corrupción asociadas a las licitaciones y concesiones tramposas del Ministerio de Obras Públicas (casos MOP-Gate y MOP-Ciade), de la CORFO-Inverlink , y de Ferrocarriles del Estado, ya está de vuelta. En virtud de los enormes favores hechos graciosamente a los dueños de Chile (con lágrimas de despedida genuinas del empresariado en un acto exclusivo cuando acabó su período) y a las políticas emanadas de las entidades imperialistas como el FMI y el Banco Mundial, irónica o bien por esas mismas razones, el 2007 Lagos fue investido por el Secretario General de la ONU de la época como enviado especial para el cambio climático, toda vez que bajo su mandato la celulosa Arauco (Celco) se acriminó con los cisnes de cuello negro en el sur de Chile, y propulsó el proyecto minero Pascua Lama que castiga actualmente con especial fiereza el medioambiente de la zona; eliminó la medida contemplada en el Plan de Descontaminación Atmosférica de Santiago que impedía la extensión de la capital sobre tierras agrícolas, como asimismo, la violación de áreas de valor natural y preservación ecológica. A qué mencionar que Lagos fue el único gobernante del continente en reconocer al gobierno que se instaló por algunas horas mediante un golpe militar contra el presidente Hugo Chávez en 2002, que sería rápidamente frustrado.

¿A qué habrá regresado? ¿A colaborar con el posicionamiento de Carolina Tohá, actual coordinadora de la Concertación, la cual usufructúa políticamente del prestigio de su padre, el vicepresidende de la Unidad Popular de Salvador Allende, José Tohá, asesinado en 1974? ¿A allanar el camino presidencial a Bachelet? ¿A testear una segunda oportunidad para las presidenciales de fines de 2013, aprovechando la escasez de memoria nacional reinante? ¿A todas las anteriores?
3. Mientras tanto, Carolina Toha juega sus cartas a ampliar la Concertación hacia el ex candidato presidencial Marco Enríquez-Ominami, el senador Navarro del MAS, el presidente del Partido Regionalista Independiente (¿independiente de qué?), el Partido Humanista y el Comunista, primero bajo la forma de un pacto político-electoral para enfrentar conjuntamente las municipales de 2012 como ejercicio preliminar hacia la consolidación de una componenda lo suficientemente maciza con propósitos de intentar la alternancia inmediata respecto de la derecha tradicional. Las reacciones de los invitados, al menos de Enríquez-Ominami, el PRI y el PC han sido bien recepcionadas en tanto existan inclusiones programáticas en la carrera de refundar una Concertación desrumbada. Con las dificultades que comporta que el gobierno de Piñera ha resultado un fiel continuista de las mismas tareas antipopulares y privatizadoras, y ha facilitado las tendencias del capital en orden a acentuar su concentración, desigualdad social, y precarización del trabajo. Tal cual los gobiernos civiles anteriores.
Los mismos que ayer siguieron a pies juntillas el catálogo del capitalismo más salvaje, fundado en la explotación humana y el despojo de los recursos naturales, ahora sí que van a proponer a los chilenos –siempre por arriba, cómo no- un programa para beneficiar a las grandes mayorías. ¿Será tanta la confianza de los dirigentes de la Concertación en la peste del olvido de los chilenos?
Por otra parte, la marginalidad política no termina con la existencia simbólica de representantes políticos subsidiados electoralmente en las instituciones del Estado. Para quienes buscan inagotablemente cambiar la vida, el orden infame e infeliz del actual estado de cosas, la contienda electoral es apenas una de las formas en que se expresa la lucha de clases. El movimiento real de los trabajadores y el pueblo es el protagonista. Siempre por abajo, cuando se pueda por arriba. Y cuando es por arriba, para los que persiguen transformaciones ligadas a la recuperación de la soberanía nacional y los derechos sociales asaltados por la clase que manda, es únicamente para colaborar con la dinámica participativa y radicalmente democrática de los populares. No al revés. Porque “la historia la hacen los pueblos” y otras razones bien sabidas.
Nuevamente, sectores de la izquierda tradicional prestan oídos a los cantos de sirena de una Concertación descompuesta y desesperada, que ya tuvo su oportunidad –y 20 años no son poca cosa, a pesar de Gardel- y que con retórica transformista y apremiada, procura su recomposición a través de supuestas concesiones a su programa histórico y expresión política de los intereses de la clase en el poder. Que si la táctica se vuelve estrategia, en medio de una correlación de fuerzas donde los partidos políticos no neoliberales van a pérdida, las alianzas con la Concertación sólo fortalecen al más poderoso. Y en este caso, la componenda más poderosa no es más que una versión matizada (y muy relativamente) respecto de la derecha tradicional de la minoría dominante. El costo de semejante contubernio es claro para las direcciones de las agrupaciones convocadas: hipotecar las transformaciones más estructurales y pro populares de sus programas y estrategias originales.
4. En tanto, el movimiento social comienza tímidamente un nuevo ciclo de luchas, aún dislocadas y parceladas, pero auspiciosas. Se multiplican las huelgas –todavía parciales y atomizadas-, y las primeras coordinaciones multisectoriales, tanto de los propios trabajadores, como de la izquierda que no sueña con su inclusión en una “nueva” Concertación. Los estudiantes y trabajadores de la enseñanza ya asoman la cabeza contra la “revolución educacional” de Piñera, comandada por el pre candidato de la UDI para las próximas presidenciales, el ministro de Educación, Joaquín Lavín, y cuyas políticas únicamente promueven a través de incentivos perversos el traspaso de lo que va quedando de educación pública –en todos sus niveles- al área privada, consagra una enseñanza desintegrada socialmente, tecnifica en su peor acepción el currículo para producir trabajadores disciplinados e irreflexivos para bien del capital, y busca destruir las pocas conquistas que restan del Estatuto Docente.

Del lado ancho y mayoritario de humanidad, la caminata por los derechos fundamentales, por la riqueza socializada y la soberanía plena debe retornar por sus fueros, construir las condiciones del paro general y la protesta ampliada de los humillados. De esos combates iniciales brotarán como necesidad y sentido las futuras conducciones políticas de la auténtica alternativa política de los intereses de los asalariados y las grandes mayorías. Lo demás sólo engorda al capital, robustece y reproduce su hegemonía, y oxigena los días de la dominación de una minoría gran propietaria y que constituye sus privilegios sobre la apropiación de la riqueza socialmente producida, el crédito, el despojo de los recursos naturales, la ruina ambiental, el menosprecio y castigo a los pueblos originarios, la cultura del patriarca y el fetiche esclavizante de la mercancía.

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