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T r i b u n a c h i l e n a

Rodríguez Saa en Atenas

Rodríguez Saa en Atenas Jorge Altamira (Argenpress)

La odisea del rescate de Grecia cumple ya cuatro meses – desde que se dejó trascender que sus números fiscales se habían trucado con el ‘auxilio’ de un experto en conspiraciones financieras, el banco de inversión norteamericano Goldman Sachs. El déficit del Tesoro, que se estimaba en un 8% del PBI, subió, primero al 11.5%, luego al 13.1% y, recientemente, superó el 14%, en lo que de todos modos se estima no será la última suba. La tasa de interés que debe pagar Grecia por su deuda se empinó, mientras tanto, del 5 al 10%, unos setecientos puntos por encima de la tasa de la deuda alemana (‘riesgo-país’); para los bonos a dos años ha llegado al 12%. Resulta claro que, debido a la carga que representan estos mayores intereses, el déficit fiscal de Grecia deberá seguir hacia arriba.

Default


Desde que a mediados de diciembre último comenzara una activa apuesta para provocar el cese de pagos por parte de los especuladores internacionales, Grecia se encamina inexorablemente al default. Ocurre que más allá del señalado ‘riesgo-país’, que supera en más de un 200% a la tasa alemana, la deuda pública de Grecia ha alcanzado una cotización inferior a los setenta centavos de euro y no cesa de subir el seguro de riesgo contra la posibilidad de un impago de su deuda (para asegurar 10 millones de euro hay que pagar 600 mil euros, tres veces más que el seguro, por ejemplo, de la deuda de España, un país que se encuentra también en bancarrota). No hace falta decir que entre los compradores más activos de contratos de seguro de deuda griega se encuentra Goldman Sachs – el mismo banco que ‘asesoró’ el endeudamiento de Grecia durante más de una década (mientras alentaba la especulación contra la deuda pública helena) y que hoy enfrenta una denuncia civil por haber operado de la misma manera, a partir de 2006, contra el mercado de títulos hipotecarios de Estados Unidos que desató el derrumbe financiero internacional. La compra de contratos de seguros, que garantiza al inversor el cobro de la totalidad de la suma asegurada en caso de quiebra, significa una apuesta al default. ¡Los compradores de estos contratos no tienen siquiera en su poder los bonos del Estado que son objeto de la protección del seguro – o sea que no protegen ni aseguran nada sino que operan contra las finanzas del país! Aunque en el curso de la presente crisis, ya Dubai e Islandia declararon el cese del pago de su deuda, Grecia sería el primero que lo haga de la zona del euro. Va tomando forma, de es! te modo, la perspectiva de una desintegración monetaria de la Unión Europea, que señaláramos ya en junio de 2007.


En estas condiciones, un rescate financiero de Grecia luce irrealizable. Significaría entablar una puja entre fondos públicos, que aportarían los países de la UE y el FMI, contra los especuladores internacionales, que están buscando el default. Los poco menos de 60 mil millones de dólares que anuncian los promotores del rescate, serían una gota en el océano para un país que enfrenta pagos de 250 mil millones de dólares hasta 2014; los fondos ‘buitres’ que operan por el ‘default’, en cambio, gozan de una caja inagotable como consecuencia de los enormes subsidios que le ha prodigado la Reserva Federal de Estados Unidos. Al comprar bonos respaldados por hipotecas, por la descomunal suma de 1.25 billones de dólares, la Reserva Federal ‘liberó’ una liquidez enorme, que ha ido a fogonear la especulación en las Bolsas, con las monedas de los países emergentes y con la deuda pública. Como el rescate viene acompañado de un plan de austeridad que provocaría una colosal recesión, incrementaría el déficit fiscal y la bancarrota, pues provocaría una menor recaudación de impuestos y tasas. Fue lo que le ocurrió a De la Rua-Cavallo en 2001.


El problema de Grecia tampoco es exactamente el déficit fiscal, pues el pago de intereses de la deuda le absorbe menos del 15% del presupuesto; el problema es la amortización del capital de la deuda, que los banqueros no quieren aplazar debido a sus propios problemas de endeudamiento. Esto es particularmente acentuado para la banca griega, en cuyo capital dominan participaciones francesas y alemanas. La expansión financiera de los bancos griegos a los Balcanes fue financiada, antes de la bancarrota capitalista, con deuda internacional, que ahora no pueden pagar por la crisis que afecta a los países de la ex Yugoslavia; se ha pinchado el ‘subimperialismo’ griego en la región (Stratfor, 23.2). Los bancos griegos ya han perdido 17 mil millones de euros de los 22 mil millones que recibieron en garantías estatales (Cronista, 8.4). E! s decir que mientras todo el mundo habla de la bancarrota de Grecia y de la necesidad de rescatarla – el gobierno griego estaba rescatando a la banca de su país, que en realidad está controlada por bancos alemanes y franceses.


De Dubai a España...


En síntesis, se viene desarrollando en Grecia, desde febrero, una corrida bancaria y una fuga de capitales que simplemente hace caso omiso del supuesto respaldo que los países del euro tendrían del Banco Central Europeo. La dificultad insuperable de un rescate explica porqué el FMI ha dejado trascender que acompañaría un aporte de fondos con una suspensión inmediata del pago de la deuda para proceder a su reestructuración.
Hace un par de semanas, el emirato de Dubai, cuyo default fue subestimado como “síntoma” de la crisis financiera de los Estados, impuso a sus acreedores una quita del 40% de su deuda. Grecia va por el mismo camino, pero la diferencia de lugar y de tamaño importa. De Dubai a Grecia, y de ésta a Portugal y España, se perfilan los contornos de una catástrofe para la UE. De acuerdo a un blog especializado (Seeking Alpha, 10.2) los “dos principales bancos de España – BBVA y Santander – tienen enormes intereses en Grecia, y una larga lista de otros bancos españoles tienen el 100% de sus intereses en Grecia. Estos incluyen al Bankinter, Banco Español de Crédito, Banco Pastor, Banco Popular Español y Banco Sabadell. De acuerdo a Goldman Sachs, un incremento de 500 puntos de la brecha de la deuda g! riega reduciría en un tercio la valuación de esos bancos” – o sea que los obligaría a tirar la toalla. El BBVA es el 6º acreedor de Grecia" (El País, 12.2). La deuda externa de España alcanza la friolera de 1.7 billones de euros (¡170% del PBI!) (El País, 29.2) – la mayor parte es deuda privada, en un país donde el monto total del endeudamiento es de 4.2 billones de euros o un 400% del PBI (Cronista, 18.3). Más aún que en Grecia, la bancarrota en España es de la banca y especuladores: los préstamos incobrables de la banca han llegado al 9.6% de los activos (y en fuerte ascenso) y los llamados dudosos se encuentran en el 14% (idem) Con estos ‘ratios’, la banca española se encuentra formalmente en quiebra
Rescatar al rescatista


La inexorabilidad de un default de Grecia se hace más clara cuando se sabe que el rescate que tanto se pronostica tiene la mecha mojada. Ocurre que el Banco Central Europeo viene aceptando deuda pública de Grecia, desde hace más de un año, como colateral o garantía de sus préstamos, a pesar de que está calificada como ‘bbb’ (bajo nivel). O sea que durante todo este tiempo, las colocaciones de nueva deuda, por parte de Grecia, para amortizar la deuda que se iba venciendo, fueron financiadas con emisión de euros por el BCE – por una suma que el organismo se niega a revelar. Para evitar el derrumbe, el BCE decidió prorrogar la vigencia de esta ‘facilidad’ por otros seis meses. De manera que cuando todo el mundo habla del rescate inminente, se escamotea el agotamiento de un mecanismo de rescate que hubiera debido funcionar con mayor potencia que el que se viene anunciando. Después de todo, el BCE es el único prestamista de última instancia con que cuenta la Unión Europea. Si se observa mejor, resulta que el rescate por parte de la UE no ha sido el del Estado griego sino el de sus acreedores – que han convertido en euros los bonos potencialmente incobrables que tenían en su poder.


Hay razones más estructurales aún para advertir que un rescate no tendría posibilidades de resolver la situación. Ocurre que el epicentro de la crisis no se encuentra en Grecia, Portugal, o España, sino en el país rescatista, Alemania. La economía alemana reposa sobre su capacidad de exportación y el superávit comercial, no sobre el mercado interno, de modo que no puede ofrecer a los países endeudados un mercado para que vuelquen su producción y paguen la deuda. Alemania ha financiado los déficits dentro de la zona euro para poder colocar su producción. Esto explica que sus bancos hayan elevado su exposición en Grecia del 8 al 15% - sin contar a los bancos griegos que controlan. Alemania tiene invertidos 43 mil millones en deuda griega, 270 mil millones en deuda española y 47 mil millones en deuda portuguesa (Ámbito, 13.4).


A la luz de esto, ningún ajuste le podría ofrecer a Grecia o a España la posibilidad de exportar sus crisis al principal mercado de Europa. La zona euro se ha convertido en una colección de países deudores de Alemania, pero Alemania no puede rescatarlos por medio del único recurso genuino que corresponde: abrir su mercado a sus socios deudores. El mentado retraso de productividad de los restantes países frente a Alemania es una hechura alemana: con la burbuja hipotecaria y el turismo, en España, y con similares servicios en Grecia, la banca alemana financió el desarrollo de mercados que absorbieran su producción industrial y no le hicieran competencia en este terreno. Asistimos, por un lado, a la culminación de una crisis de sobreproducción y, del otro lado, al agotamiento de un esquema artificial y especulativo de desarrollo capitalista. La salida a la crisis no pasa por el rescate de Grecia sino por una nueva reestructuración del conjunto de la Europa capitalista. Asistimos a la bancarrota política de la Unión Europea.


Estados Unidos versus Europa


La crisis de conjunto de la UE se manifiesta claramente en el caso de Gran Bretaña – por dos razones: una, el déficit público se ha ido por las nubes, arriba de Grecia, al 15.1% del PBI; dos, la libra sufre una devaluación constante y deberá llegar a la paridad con el euro, al cual superaba hasta hace poco en más de un 50%; tres, a pesar de la devaluación las exportaciones no crecen; cuatro, hay una actividad especulativa fuerte contra la libra. Los contratos de protección con un default británico han comenzado a subir con fuerza. Estos datos ayudan a entender mejor la crisis de sus partidos tradicionales, que están disputando la campaña electoral.


Llegado a este punto, resulta claro que se encuentra en juego el destino del euro, el cual ha estado perdiendo valor y sujeto a presiones especulativas. La conducta de Alemania frente al derrumbe de Grecia está condicionada por el impacto que tenga en el euro. La posición del capital financiero germano la expresó el titular del Banco Central de Alemania, Axel Weber, que se declaró partidario del default de Grecia (Corrière Della Sera, 11.4); lo mismo dijo un ex director alemán del BCE, Otmar Issing, en el Financial Times. Contra la opinión más difundida, para estos dos banqueros centrales el riesgo para el euro sería un rescate sin fondo y sin límites, o sea inviable.


Al mismo tiempo, el Wall Street Journal (La Nación, 9.4) mostró otro hilo de la hilacha cuando anunció las “Apuestas defensivas de empresas (norteamericanas)” contra el euro. Lo de ‘defensiva’ va por cuenta de los capitales norteamericanos que buscan proteger sus ganancias industriales en Europa – pero es obvia la su secuela en la operación de banqueros y especuladores; el diario señala que también Rusia y China está retirando dinero de Europa. A través de la crisis griega se juega una pelea entre Estados Unidos y Europa: un derrumbe del euro provocaría un reflujo de capitales hacia Estados Unidos y hacia su propia deuda pública, que el gobierno norteamericano está encontrando dificultades en refinanciar. Esto es así a tal extremo que en Estados Unidos ya se registra un ‘riesgo-país’ invertido: la deuda pública rinde más que la privada, o sea que cotiza a menor valor qué ésta. La deuda pública norteamericana es inestimable, porque a los casi 14 billones de la deuda federal, hay que agregar la de los estados y municipios, y a estos la deuda del Reserva Federal ante los tenedores de dólares por la enorme emisión monetaria de los últimos tres años. El choque entre Estados Unidos y Europa es responsable por el inmovilismo frente a la bancarrota griega, que ni es rescatada ni es declarada en default.


En las vísperas del verano


¿Qué va a pasar? El ya citado Otmar Issing escribió que habría que encontrar un mecanismo para que Grecia pueda salir del euro y devaluar, sin que por ello deba retirarse de la zona monetaria. Es que Grecia no puede devaluar, porque no tiene moneda propia; no cuenta con esa salida a la crisis, si es que es una salida ¿Pero es posible estar y no estar en el euro al mismo tiempo?


El que reaccione perplejo a este enigma no conoció, obviamente, a tres ilustres argentinos – Rodríguez Saa, Capitanich y David Espósito, que en la breve semana del puntano en la Presidencia intentaron quedarse en la convertibilidad y a la vez salir de ella. Es también lo que propuso hace dos meses un ex asesor de Reagan recontratado por Obama – Martín Feldstein. Aquellos tres mosqueteros imaginaron un régimen con dos monedas: el peso de la convertibilidad, para bancos y operaciones financieras, y un patacón (1) para transacciones, como salarios y compra-ventas, que sería devaluado frente al peso, para abaratar las exportaciones, encarecer las importaciones y desvalorizar los salarios, manteniendo la paridad peso-dólar para los ahorristas y para las deudas internacionales de los bancos. Lo que preocupa es que un default de Grecia y su salida del euro, provoque una corrida bancaria en toda Europa. En primer lugar porque los bancos griegos han sido activos vendedores de seguros contra default, lo cual los convertiría en la primera víctima de una cesación de pagos, o incluso de una reestructuración de la deuda, que es interpretada legalmente como una ruptura de contratos. Pero, como se ha dicho, la banca europea está muy comprometida con la griega. El francés, Credit Agricole, controla el Emporiki Bank, y Societe Generale el Geniki Bank. Una crisis en España y Portugal afectaría a los prestamistas alemanes: los bancos germanos están expuestos ante los españoles por 240 mil millones de dólares y los franceses por 196 mil millones. Otras informaciones señalan que los bancos suizos están expuestos en Grecia por 64 mil millones de dólares, y que la exposición de los bancos de Gran Bretaña en Irlanda, otro país que camina por la cornisa, es de 195 mil millones de dólares. Incluso varios fondos mutuos de Estados Unidos tienen exposiciones de alrededor del 10% de sus activos en España, Portugal e Irlanda.


En el caso de Grecia, el patacón sería el retorno al dracma, la anterior moneda griega, lo cual permitiría imponer el ajuste salarial y fiscal que reclaman banqueros y el FMI, conservando intangible la deuda con los banqueros alemanes, suizos y franceses, principalmente, en euros. En Argentina, la burguesía con deudas bancarias impuso la devaluación del peso sin más, y esto explica la caída del puntano y la subida de Duhalde, aunque cada provincia emitió su moneda local desvalorizada para pagar los salarios. El costo fiscal del rescate argentino de la banca fue de 40 mil millones de dólares, y el costo social incalculable. Es cierto que, hace un par de años, el hermano Alberto de los Rodríguez Saa fue pillado por un ‘paparazzi’ en una isla griega con una joven dama, pero es más complejo que el patacón se imponga en Atenas. En todo caso ilustra que la bancarrota de Argentina es un caso modelo de la bancarrota del capitalismo y, a medida que se acerca en Grecia el fin de la primavera, Atenas podría ser el escenario de gigantescas marchas nocturnas para aliviar el calor del Mediterráneo.


Nota:
1) Los patacones (cuasimoneda) es una denominación que se le dio a una serie de bonos de emergencia (técnicamente llamados Letras de Tesorería para Cancelación de Obligaciones), emitidos entre el 2001 y el 2002, mediante la ley 12.727, en la Provincia de Buenos Aires, durante el gobierno de Carlos Ruckauf.

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