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Elección presidencial en Chile. El gran tropiezo de la tercera vía

Elección presidencial en Chile. El gran tropiezo de la tercera vía Juan Francisco Coloane (especial para ARGENPRESS.info)


Si finalmente la Concertación es derrotada este 17 de enero, podría interpretarse como el gran tropiezo de la tercera vía, para no llamarlo fracaso.


La derrota concertacionista, de producirse, no es menor porque Chile representaba la joya de ese “imperio teórico” construido sobre una alternativa política que permitía introducir o alterar en pos del bien común, algunos espacios y estructuras en el sistema mayor, que continuaba siendo fundamentalmente capitalista.


Y esa posible derrota de un ejemplo privilegiado de la tercera vía, como el que ha producido la nación chilena, se gesta en medio de una coyuntura política mundial tendiente a un nuevo tipo de polarización.


No existen dudas que el sendero de la política global, por más que Barack Obama le haya colocado todo el esfuerzo mediático y político, es hacia la polarización.


El caso del terrorista nigeriano contenido antes de hacer explotar un avión de pasajeros en un vuelo a Detroit, vuelve a colocar la guerra contra el terrorismo en el rol protagónico de la era Bush, muy a pesar de Obama.


Afganistán, Irán e Irak están distantes de ser situaciones resueltas, y los problemas atingentes a los desequilibrios en el plano internacional revelan una vez más que la tendencia es a reconstruir antiguas bipolaridades.


Al menos una se hace bien visible, y es aquella de Occidente versus Oriente, y el ánimo propenso a la confrontación no se convierte en tema clave de un debate en los pueblos de las naciones.


La tercera vía, en varias oportunidades mencionada por la Presidenta de Chile Michelle Bachelet, constituyó en el fondo ese camino del “entremedio” que bien describe el teórico Homi K Bhabha.


Con el “entremedio”, el se refiere a la cultura pos colonial que intenta deprenderse de la matriz del antagonismo insoluble y la cultura dicotómica de la beligerancia, donde se sustenta la cultura occidental de dominación.


La polarización de la guerra fría, digámoslo en todas sus letras, fatigó todo incluso a la teoría.


Se llegó a un punto en los años 70 y mitad de los 80, en que los esfuerzos por encontrar un término medio a esa polarización llevada a los extremos, desde el equipo J.Nehru/ I.Gandhi su hija, pasando por Willy Brandt, y los socialistas y comunistas mediterráneos, se veían infructuosos.


Es así que nace la “tercera vía”, como un producto estrictamente teórico en el sentido de haber surgido del ejercicio académico más que de la práctica del político.


El invento de variada paternidad, consistía genuinamente en la búsqueda de esa estrategia del entremedio político que no hace añicos el sistema y que permanece constante en la ambición del bien común.


El sensor del “romanticismo político”, como diría Carl Schmitt, preveía que el socialismo operativo de la URSS se desbarrancaba, y obligaba a encontrar otra fórmula para que el socialismo rescatara al menos un espacio de funcionalidad en el sistema.


La tercera vía fue el gran descubrimiento o invención, y que empezó a practicarse con los socialistas y comunistas del mediterráneo, con los laboristas en las islas británicas, liberales y demócratas en Canadá, en EEUU, y en cualquier parte en que el socialismo se sentía como un término dañino en la estrategia de obtener el poder político del estado.


El socialismo en sí, ya ni siquiera era una estrategia. Recuerdo la célebre frase del senador chileno Carlos Ominami a mediados de los años 90 cuando propone que el socialismo no forme parte de los elementos constitutivos del partido socialista, y sostenía el cambio de nombre del partido.


Los respetables comunistas italianos arrancaron casi despavoridos de la palabra comunista como que estuviera quemando las entrañas políticas. Se refundaron como partido democrático de la izquierda.


En Chile hubo propuestas similares porque la palabra comunista quemaba. Hay una canción irónica de Lucio Dalla en compositor y cantante italiano que se llama Comunista que es un crónica de los tiempos.


Es cuando el neoconservadurismo ideológico que muchos se resisten a reconocer como fenómeno, arrecia y se instala como la agenda triunfadora. El término neoconservadurismo es mucho más significativo y explica con mayor profundidad los fenómenos, que el término reduccionista de neoliberalismo que confina todo el armazón político e ideológico al sistema económico.


En cambio en Chile comenzaba sí a funcionar la tercera vía.


Sobre todo en la década de los años 90, mientras que en otras partes se derrumbaba, especialmente en Francia e Italia.


En el Reino Unido está a punto de sucumbir si es derrotado el laborismo este año, y donde sobrevive a duras penas aunque con respetable dignidad es en España con R. Zapatero.


Lo de Chile era la excepción, más que “la joya del imperio”, porque la tercera vía nunca se instaló universalmente como una alternativa de obtener el poder del estado.


El constructo teórico funcionaba más en la academia que en el coliseo romano de la política, en que se despedazan los argumentos al borde de la validez del humanismo.


Por eso que lo de Chile, con todos los errores a cuesta, con toda la crítica despiadada de todos los sectores, era el milagro de la tercera vía.


Era en la práctica en el único país del mundo en que se practicaba hasta intuitivamente. Y muy probablemente en Chile, los que la practicaban, habían perdido la noción de la importancia universal de lo que estaban haciendo.


Era el único lugar donde el experimento había funcionado, con defectos y todo lo que sabemos.


Por eso es más grave lo que está sucediendo de lo que uno pudiera imaginar respecto a esta supuesta derrota que se anticipa.


Los que verdaderamente se sienten responsables deben decirlo por esa importancia.


De salvarse de este temporal adverso, esta tercera vía estaría viendo realmente otro milagro. Me da la impresión que en el registro milagrero no hay dos milagros tan seguidos.

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