Blogia
T r i b u n a c h i l e n a

La otra corrupción: la privatización de los políticos

escrito por Rafael Luis Gumucio Rivas   
martes, 28 de noviembre de 2006
Como en Chile hace tiempo que no se habla castellano, sino la jeringonza al estilo de la pequeña Kristel, a esta relación éticamente discutible entre los negocios y la política se le aplica el apelativo de “lobby”, que traducido literalmente del inglés significa una pieza donde se traspasan todo tipo de influencias. Nuestra Patria, si bien no ha producido ningún genio, ni filósofo, ni científico famoso, es generosa en el difícil y cuestionable arte del “lobby”.

Oscar Guillermo Garretón, con la agilidad de un atleta de alto rendimiento, pasa fácilmente de la gerencia de los Teléfonos a la del azúcar; Enrique Correa usa su genial destreza para lograr rebajar el royalty de las empresas privadas del cobre; Eugenio Tironi siempre tiene la última teoría para explicar la marginación de los ex Mapu del gobierno; José Antonio, vaticanista connotado, va, seguramente, a demostrar su habilidad para convencer a los nuevos cardenales de Michelle Bachelet de las bondades de la AFP Provida.
 
El ideal del neoliberalismo, su utopía concreta, sería que todos los políticos se convirtieran en empresarios y transmitieran por el mundo las maravillas del mercado y las perfidias del Estado. Por lo demás, da la impresión de que, en gran parte, ya lo han logrado en este agradable y millonario país: si en cada partido político, en sus órganos directivos, se elige a un buen accionista, es seguro que estos conglomerados marcharán a la perfección; algo similar a lo que está pasando con los equipos de fútbol, devenidos en sociedades anónimas. Tatán Piñera fue un precursor de esta nueva tendencia política: compró la mayoría de las acciones de Colo Colo creyendo que este plantel podría triunfar; lamentablemente se equivocó, y en la misma RN le está ganando el accionista de la Católica, el Opus Dei Carlos Larraín. En la Democracia Cristiana, sus empresarios políticos prefieren la renta fija, es decir, los bonos de Codelco, que Villarzú distribuye sin arrugarse; serían prestamistas, al estilo El mercader de Venecia. Los PPD más temerosos y precavidos, prefieren las consultorías: Fernando Flores posee una Fundación, cuyo eje central es la ontología para provocar buenas relaciones entre empresarios y empleados.
 
Este dominio de la economía sobre la política, que antes era un matrimonio a escondidas, sin libreta, hoy es más franco y los tortolitos se muestran a la luz del día, pretextando que no hay nada de ilegal en esta relación de amor, pero pienso que hay muy poco de ética y de estética y aleja a los ciudadanos de una actividad tan noble como el gobierno de la polis.
 
Rafael  Luis Gumucio Rivas

0 comentarios