Blogia
T r i b u n a c h i l e n a

¿Movilizaciones sociales o ... fiscales?

Rodrigo Guerra, estudiante - San Fernando
(10/11/06)

EN EL ULTIMO tiempo hemos sido testigos de lo que los medios de comunicación y los políticos han definido o denominado “movilizaciones sociales,” lo que ha dado incluso para que se hable de un renacer de la conciencia social y política del chileno medio. Pero la pregunta que necesariamente surge ante este panorama es quiénes, en verdad, se están movilizando? Al tratar de contestarla en forma rigurosa nos damos cuenta de que existe un común denominador para todas estas movilizaciones: el Estado.

Las tan mentadas movilizaciones sociales no son otra cosa que protestas de empleados fiscales, de alumnos de colegios fiscales, de profesores de colegios municipalizados, de los gremios de la educación, la salud y la administración burocrática estatal…. ¿Cabe denominarlas movilizaciones sociales?

En Chile no hay movilizaciones sociales, hay conflictos entre el Estado y sus empleados y dependientes, o sea, son problemas del Estado consigo mismo… Y, claro, los políticos de todos los colores y tendencias se llenan la boca con palabras de apoyo… “que los trabajadores de la salud merecen mejores sueldos y condiciones laborales”, “que los profesores deben ser mejor remunerados”, “que los estudiantes necesitan un sistema educativo que les brinde mejores oportunidades”.

Claro, es fácil ser generoso con el erario público, y da risa ver a personeros de la UDI o RN abogar por las “justas reivindicaciones de los trabajadores (léase funcionarios públicos). Vemos también a personeros concertacionistas vanagloriarse de que hoy en Chile todos tienen derecho a manifestarse, a expresar su sentir y a luchar por mejores condiciones laborales. Da risa y pena que en el país del doble estándar nos conformemos con observar por la tele cómo los funcionarios públicos luchan por sus derechos (aunque básicamente luchen por mejores remuneraciones). Obviamente, con eso no solucionaremos ni siquiera en mínima parte la situación laboral y social de la gran mayoría de trabajadores y profesionales que no son dependientes de la teta estatal, esa ubre llena de leche que despierta los apetitos de aquellos que utilizan el servicio público para servirse, para engañar, defraudar y corromper. (...)

La verdad, yo propondría que se hiciera una homologación entre las condiciones laborales de los trabajadores de empresas privadas y de los empleados públicos. Si con los impuestos de todos estamos dispuestos a financiar reajustes salariales para tipos que se dedican, siempre de mala gana, a timbrar papeles detrás un mesón y a otros profesionales que rinden menos que una bolsa de té para 4, con mayor razón debiéramos promover mejoras en los sueldos y condiciones laborales de tantos trabajadores del sector privado que son víctima de malos tratos y explotación laboral.

El día que vea a obreros de fábricas y compañías privadas, a empleados de empresas de servicios o instituciones bancarias reclamar en la calle por los atropellos de que son victimas, y que la TV, los medios en general y usted, en particular, se interese, apoye y participe de dichas protestas, entonces sí estaremos en condiciones de decir que en Chile hay movilizaciones sociales.

Ahí me gustaría ver a los diputados y senadores UDI´s y RN´s, abogar por mejores sueldos para los trabajadores del sector privado, mejores condiciones laborales, más estabilidad en el empleo, reconocer y propiciar que la sociedad civil se organice, promoviendo y legislando en pos de fortalecer las organizaciones sindicales, los entes fiscalizadores como la Inspección del Trabajo y los tribunales laborales para que la defensa de los derechos de los trabajadores no sea el via crucis que es hoy.

Me pregunto si empleados públicos estarán enterados que sus condiciones laborales son, pese a todo, envidiables respecto de las que deben soportar un elevado porcentaje de los trabajadores de supermercados, de las empresas de telecomunicaciones, de los bancos y financieras, y de todos los etc. Allí, nosotros, los “privados” tratamos de sobrevivir, manteniendo a una casta política cada vez más enriquecida, a una casta empresarial empatronada del país y de sus instituciones, y siendo parte de una población. Ni siquiera somos pueblo (dados los bajos índices de inscripción en los registros electorales), así que somos una masa totalmente enajenada en el consumismo y el individualismo, alejados de sus pares, incomunicados, desorganizados, y por ende propensos a ser objetos de abusos, explotación y poco o nulo respeto a sus derechos…

Este Chile alienado, consumista, individualista y neoliberal no es la tierra de las movilizaciones sociales, salvo, claro está, las honrosísimas excepciones que confirman la regla, como por ejemplo los mapuches, las minorías sexuales, los ambientalistas, y todos quienes formamos parte del Chile progresista, que según lo reflejan los procesos eleccionarios representan algo así como el 8% del total de ciudadanos inscritos en los registros electorales. El resto no son más que ovejas que van al sacrificio para mayor esplendor y gracia de ese 10% que se apodera del 80% del ingreso nacional… ¡Despierten, nos están robando!

0 comentarios