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Presidente boliviano: “Con o sin Evo Morales, el cambio no se detendrá”

Presidente boliviano: “Con o sin Evo Morales, el cambio no se detendrᔠEl Jefe de Estado culpó de la crisis de los mineros a la “ambición” de las grandes empresas, responsabilizó a la derecha por el estancamiento en la Asamblea Constituyente y se mostró confiado en firmar “contratos transparentes” con las petroleras.



Paulo A. Paranagua

La Paz.-El enfrentamiento que desembocó en la muerte de 16 mineros, los días 5 y 6 de octubre en Huanuno (departamento de Oruro), fue un choque para los bolivianos y sobre todo para el Gobierno de Evo Morales, que asumió sus funciones en enero.

“Regresa la inestabilidad”, tituló el semanario centrista “Pulso” al día siguiente de la tragedia. Bajo los dorados del palacio Quemado, la sede presidencial, el primer Jefe de Estado boliviano de origen indígena no oculta su amargura: “El alza de los precios del estaño y los minerales fue una bendición para Bolivia. Y he aquí que una disputa sangrienta entre sectores rivales la convirtió en una maldición”, nos asegura Morales.

“Las cooperativas mineras querían explotar por sí solas el cerro Posokoni (la principal reserva de estaño del país), lo que rechazaron los mineros asalariados de la empresa pública Comibol”, explica el Presidente. “La ambición prevaleció sobre la razón, sobre todo entre los mineros de las cooperativas”. “En ciertas cuencas, las supuestas cooperativas se han convertido en el instrumento de las empresas mineras medianas y grandes”, continúa el Mandatario.

“Nosotros no queremos recurrir a la fuerza, pues yo mismo he sido víctima de la represión”, asegura Morales. “Pero algunos movimientos sociales no son instrumentos de liberación, sino factores de opresión. En lugar de contribuir a la emancipación del pueblo, sirven para perpetuar el sistema y el imperio (Estados Unidos)”.

La Central Obrera Boliviana (COB) considera que está comprometida la responsabilidad del Gobierno. El Presidente Morales, que fuera líder sindical, se irrita: “Los sindicatos, que estuvieron a la vanguardia de la lucha contra los regímenes militares, ahora exigen la presencia de las fuerzas armadas en la región. ¡Qué enorme contradicción! Solicitan nuestra ayuda y, al mismo tiempo, nos lanzan la responsabilidad de los muertos”.

“Esos dirigentes tratan de escapar a su propia culpa”, continúa Morales. “Ya están pidiendo una amnistía para evadir la prisión”, se lamenta.

IMPUESTOS Y CONTRATOS

El Presidente de la República se siente más a gusto hablando del desempeño de la economía boliviana. “Por primera vez desde hace tiempo vamos a terminar el año con un excedente presupuestal de 1,5%”, anuncia eufórico. Llevado por su entusiasmo, hace algunos días él mismo hizo el elogio del impuesto a los hidrocarburos ante una multitud escasa en la plaza de San Francisco en La Paz, al término de un encuentro internacional de pueblos indígenas.

Le da un evidente placer explicar que los hidrocarburos han hinchado las arcas del estado. “Antes de la ley de los hidrocarburos, aprobada en 2005, el Estado extraía de ellos apenas 318 millones de dólares. Con los impuestos introducidos por esta ley, los ingresos alcanzan los 906 millones de dólares. Nuestro decreto de nacionalización del 1 de mayo de 2006 y el acuerdo que vamos a firmar -ayer jueves- con Argentina nos aportarán 1.260 millones de dólares en 2007”, se felicita.

El 28 de octubre expira el plazo para la negociación de nuevos contratos con las compañías petroleras que operan en Bolivia, entre las cuales están la francesa Total, la brasileña Petrobras y la española Repsol. “Esperamos firmar contratos transparentes, ratificados por el Congreso, que les den a las empresas la seguridad jurídica deseada”, señala Morales, que atribuye el retraso considerable de los negociadores a los obstáculos de la oposición. “La campaña de la derecha se dirige a hacer fracasar la nacionalización y los trabajos de la Asamblea Constituyente”, que sesiona en Sucre desde el 6 de agosto.

En dos meses, esta asamblea no ha logrado dotarse de un reglamento. “Asistimos a una confrontación ideológica y programática con los sectores conservadores”, sostiene el Jefe de Estado, quien afirma que “la derecha quiere recuperar el poder y evitar otras victorias de la izquierda, por ejemplo, en Ecuador”. Para él, “los países de América Latina están en vías de liberarse democráticamente. Ya no se trata sólo de Venezuela. Las democracias ya no quieren estar sometidas a EEUU ni al modelo neoliberal”.

El Presidente boliviano advierte que está en marcha “una terrible conspiración”. “Los conflictos que surgen en ocasiones sin razón son parte de una ofensiva de la derecha”, denuncia.

“Se ha hablado con miembros del alto mando militar. El prefecto (gobernador electo) de Santa Cruz (Rubén Costas, dirigente de oposición) ha visitado los cuarteles. Justo antes de la reunión indígena de La Paz, el comandante de la policía me advirtió que de Santa Cruz habían llegado veinte especialistas ex militares para asesinarme. Tuve que utilizar un chaleco antibalas”, revela el Presidente. “Pero, con o sin Evo Morales, el cambio no se detendrá”, exclama.

SOSPECHAS DE WASHINGTON

La embajada de Estados Unidos en La Paz participa en ese complot, afirma además el Jefe de Estado, cuya convicción se apoya en cuatro hechos. Primero, que Leonilda Zurita, cuando era dirigente de los cocaleros, disponía de visa estadounidense; fue privada de ella desde que es senadora por el Movimiento al Socialismo (MAS, izquierda), la formación del Presidente.

El embajador estadounidense no fue a la recepción del cuerpo diplomático acreditado en La Paz, organizada a iniciativa del nuncio apostólico, aunque esa misma tarde él recibió en su residencia a ministros y parlamentarios del MAS.

Además, al vicepresidente Álvaro García Linera se le impidió viajar en American Airlines, en una misión oficial a EEUU.

Y finalmente, el representante local de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo (Usaid) “declaró que había que apoyar a la oposición boliviana”, apunta Morales. “A despecho de esas provocaciones y agresiones, hemos tenido la paciencia de mantener las relaciones diplomáticas y comerciales con EEUU.

Washington ha rechazado las acusaciones de complot. La denuncia carece de fundamento porque el pueblo boliviano es un aliado de Washington, afirmó recientemente el embajador estadounidense en La Paz, Philip Goldberg.

Le Monde

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