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T r i b u n a c h i l e n a

Política: LA POLÍTICA DE VIVIENDA EN LA UNIDAD POPULAR

Cuando Salvador Allende fue proclamado como candidato presidencial, se dirigió a visitar las poblaciones que se situaban a la rivera del río Mapocho, “El Esfuerzo y “El Ejemplo” de las Condes, se retiró muy conmovido reaccionando con las siguientes palabras: “Aunque solo fuera por sacar a esta gente del barro y el abandono en que viven, yo debería ser elegido Presidente”.

En estos días se cumple un nuevo aniversario del triunfo popular de 1970. Se trató de una victoria de aun deja huellas imborrables en nuestra memoria. Salvador Allende en esa victoria había plasmado toda una historia de luchas sociales que finalmente lograban llegar al poder. Se habían generado las confianzas mutuas entre él y proletariado industrial, el campesinado, pequeños empresarios, mujeres, estudiantes y los pobladores, para lograr la fuerza y el apoyo masivo de los sectores populares al proyecto de la Unidad Popular.

Nada era fácil. Se trataba de desafiar y enfrentar un gran imperio económico basado en el monopolio industrial, comercial, nacional y extranjero, representado por las dueñas del cobre, como las transnacionales Kennecott, Cerro Corporation y Anaconda que percibían un botín de millones de dólares diarios. Lograrlo seria una proeza. La iniciativa creadora e incondicional del pueblo y la estrategia jurídica del gobierno, hecha a andar la gran máquina de la justicia social en pro del socialismo, culminando así el proceso de nacionalización iniciado en el gobierno de Frei Montalva. Estos recursos ahora serian claves para el plan de desarrollo que proponía la Unidad Popular.

Los “Pobladores sin casa” son un fenómeno especial. El problema se acarreaba desde los años 40 debido al crecimiento normal de la población, y la llegada de campesinos a la ciudad. La falta de respuestas y los fracasos de los gobiernos para resolver los problemas habitacionales, llevan a grandes masas fuertemente organizadas, apoyadas por los partidos de izquierda, a “tomar” terrenos en forma ilegal y allí trazar sus calles, destinar espacios públicos y asentar sus viviendas. El 16 de marzo de 1967, en la antigua Comuna de Barranca, hoy lo Prado y Cerro Navia, mil 200 familias se tomaron un terreno y levantaron una nueva población, “Herminda de la Victoria” , sucediendo así una serie de tomas que se extendieron formando las comunas actuales hacia el sur y el poniente de Santiago: “La José María Caro”, “La Victoria”, “La Santa Adriana”, “Nueva la Legua”, “La Pincoya”, “Pablo Neruda”, “La Bandera”. Entre 1967 y 1972 se cuentan 312 tomas que involucran a 54.710 familias, y a pesar de la marginalidad legal, en el gobierno de Allende eran asesoradas por el MINVU, orientando a los pobladores para elegir mejores terrenos y colaborando a la urbanización (luz, agua, etc.)

Al asumir como presidente de Chile, Salvador Allende, empieza a aplicar las 40 medidas de cambio con carácter de urgencia donde en los puntos 20, 21 y 22, suprimen las cuotas reajustables del plan de ahorro popular CORVI (Corporación de la Vivienda) y todas sus deudas, fija el 10% de la renta como máximo para el pago del arriendo y dividendos, destina todos los sitios eriazos, fiscales, semifiscales o municipales a la construcción de poblaciones. La política de expropiación de terrenos, la creación de nuevos empleos y la asignación de viviendas a los más desposeídos, sin segregación clasista, construir viviendas de 36m2 y 52m2 es el plan de construcción que se financiaría con los dividendos fiscales a largo plazo, con 0,5% de interés, y con los recursos de nuestra gran riqueza: el cobre.

Así se edifica en Las Condes la Villa Carlos Cortés (en honor al fallecido obrero socialista y Ministro de Vivienda de la UP) en 1972, con mil 38 departamentos, se construyeron en total 73.000 viviendas en el primer año, aumentó en un 8% anual las construcciones habitacionales, se logró construir 221.000 m2 en establecimientos educacionales en 1971, se levantó un total de 156.000 viviendas con un promedio de 52.000 unidades anuales. También participaron medianas empresas, que aportaron en la construcción en sitios muy alejados. Se levantaron 17 balnearios populares en playas y ríos, se rescató el Parque Cousiño ( Parque O’Higgins), se embelleció con árboles y vegetación, con regadío automático, se amplió la laguna y se creó “el pueblito”. Para el terremoto de 1971, en Valparaíso, la Unión Soviética donó edificios prefabricados de hormigón armado que se instalaron en el Belloto de Quilpue, llamados KPD.

Pero la conspiración de la derecha no se hacía esperar. La inversión pública aumenta en un 40% y la privada baja a un 17%, así el sector privado solo construye 12.000 viviendas en 1971, en tanto, la Cámara Chilena de la Construcción inicia el boicot contra el gobierno popular, el 60% de las empresas privadas no acepta el control estatal, y a su vez la escasez de materiales para la construcción no permitiría alcanzar la meta de la construcción de 190.000 viviendas.

El pueblo, se manifiesta a favor de Allende, los Comandos Comunales (pobladores) más, el Cordón Industrial (obreros), “comités de los sin casa”, “grupos educacionales”, “transportistas democráticos”, inician la ofensiva popular. Este novedoso frente tenía por objetivo auto solucionar los problemas de la población como por ejemplo las Juntas de auxilio Popular (J.A.P). La derecha y la D.C. se organizaban también en “Juntas de Vecinos” para neutralizar la movilización popular, donde Chile se convirtió en un verdadero frente de batalla política.

Los mil días de la Unidad Popular, significó para el pueblo de Chile y para el mundo, la participación ejemplarizadora popular y solidaria para alcanzar, por fin, el derecho a vivir y compartir sin exclusiones, ni explotación hacia el progreso y desarrollo equitativo. Los mil días de Salvador Allende fueron masacrados en 1973, pero nadie podrá borrar la dignidad de su memoria.

Por: Vania Cantero. La autora es dirigente de los allegados de San Joaquín.

Santiago de Chile,29 de agosto 2006

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