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T r i b u n a c h i l e n a

La UDI y la mediterraneidad de Bolivia

Se requiere una negociación con Bolivia como política de Estado, apoyada por la ciudadanía. Sin solucionar el problema de la mediterraneidad no puede haber una política internacional exitosa para nuestro país.



Antonio Cavalla

Magíster en Ciencias Militares de la Academia de Guerra

La derecha ha arremetido contra el acuerdo chileno-boliviano de conversar sobre el problema del mar. La UDI y ciertos ex militares pinochetistas desataron una campaña contra el Gobierno y los partidarios de solucionar el asunto de la mediterraneidad de Bolivia. Los acusan, poco menos, de traidores de la patria por, presuntamente, “ceder graciosamente territorio soberano chileno”. Esto es una inmoralidad por dos motivos: en primer lugar, todos de los que quieren ceder suelo chileno para dar acceso al mar a Bolivia nunca han planteado una cesión a secas, sino “cesión versus cesión” (traspaso de soberanía chilena compensada por una acción semejante de la soberanía territorial de nuestro vecino). Se ha propuesto que la franja para eliminar la mediterraneidad boliviana sólo sería posible si Chile recibe, en compensación, suelo soberano de la contraparte, de equivalencia geopolítica, económica, demográfica y social a la que se ubicaría en el límite con Perú, y sin romper la continuidad territorial nacional.

En segundo lugar, es una inmoralidad, como nos recuerda la historia del régimen militar, porque el gremialismo ya estuvo comprometido totalmente con una posición similar. El Gobierno de Pinochet, que reivindica y del cual formó parte, impulsó una política de “cesión con intercambio”, que ha quedado escrita en letras imborrables en documentos oficiales. En la página web de la Corporación de Defensa de la Soberanía (www.soberanía.cl) -a la que nadie podría acusar de izquierdista, concertacionista o proboliviana- se da un acertado resumen del ofrecimiento chileno luego del abrazo de Charaña entre Auguto Pinochet y Hugo Bánzer, jefes de Estado de Chile y Bolivia.

Ahí se dice: “La negociación se haría en base a la situación actual, sin entrar a reacomodar o revisar antecedentes históricos. El acuerdo se haría con mutua conveniencia y sin innovar sobre lo establecido por el Tratado de 1904. Se discutirá fundamentalmente la cesión de un territorio soberano para Bolivia que la conecte con el mar. La cesión se realizaría al norte de Arica, y dentro del siguiente cuadrante: ‘Límite Norte: el actual límite de Chile y Perú. Límite Sur: la quebrada de Gallinazos y el borde norte superior de la quebrada del río Lluta (...) hasta un punto en al sur de la Estación de Puquios y luego una línea aproximada recta que pase por la cota 5.370 del Cerro Nasahuento y se prolongue hasta el actual límite internacional de Chile con Bolivia’. No habrá cesiones al sur de esta área ni de ninguna especie que altere la continuidad territorial chilena.

Habría un canje simultáneo de territorios para materializar la cesión al norte de Arica. Bolivia debería compensar con territorios la entrega del ‘corredor’ al mar. Las instalaciones y recintos chilenos que existen dentro del territorio cedido deberían ser adquiridos a precios de reposición por Bolivia (Aeropuerto de Chacalluta, Ferrocarril Arica-Visviri, etc). Se respetarán ‘...los derechos privados legalmente adquiridos’.

Chile gozará de derechos de uso pleno de las aguas del río Lluta. La zona cedida a Bolivia debe ser un territorio desmilitarizado, por lo que La Paz deberá solicitar directamente a la OEA garantías de respeto e inviolabilidad a su soberanía en la zona. Ambos países se comprometerán a no ceder parte de los territorios canjeados a un tercero.

Bolivia deberá dejar testimonio solemne de que, con la cesión, se acabará para siempre el reclamo de costas propias y se dará por solucionado el problema de su mediterraneidad. Bolivia ‘deberá comprometerse a respetar las servidumbres en favor de Perú’ que se habían garantizado en el Tratado de 1929. Por cumplimiento de este mismo Tratado de 1929, la cesión estará condicionada a un acuerdo previo con el Perú.”

O sea, lo que propuso el Gobierno militar y la derecha gremialista que lo apoyó y constituyó la parte principal del equipo negociador, no era cesión a secas, sino cesión con compensación territorial, resguardando la seguridad y los requerimientos de la Defensa. La mayoría de los chilenos quieren avanzar hacia una integración con los países vecinos y el resto de América Latina. No hay destino en el mundo globalizado que no sean los acuerdos que unan las fuerzas económicas, sociales y políticas para concursar en el planeta.

Para que ello ocurra, se requiere una negociación con Bolivia como política de Estado, apoyada por la ciudadanía. Sin solucionar el problema de la mediterraneidad no puede haber una política internacional exitosa para nuestro país. Existe consenso en los gobiernos latinoamericanos de que el conflicto chileno-boliviano impide avances integradores de Chile con Bolivia y Perú, hace inviable una integración plena con Argentina, Uruguay, Paraguay, Ecuador y Brasil. Sin el ABC, otrora política errónea de nuestra Cancillería (el eje Argentina- Brasil- Chile) no hay suma del resto de los países del subcontinente y los del Caribe

Si la UDI no reconoce sus posiciones históricas, cabe al Gobierno de la Presidenta Bachelet, a la Concertación y a la derecha democrática, lúcida y consecuente, aislarla y dejarla como lo que es: un representante de los intereses de los grupos económicos nacionales y transnacionales dominantes, incapaz por sus mezquinos intereses de poder de defender con altura de miras los intereses de Chile.

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