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Bolivia

Morales contra Piñera por detención de soldados

ANSA

El presidente Evo Morales convocó hoy a la unidad de todos los sectores para que Bolivia "retorne al mar con soberanía", y acusó al gobierno chileno de mantener presos a tres soldados bolivianos en represalia por esa reivindicación. Morales demandó la unidad de los bolivianos por encima de sus diferencias ideológicas, culturales o políticas para recuperar un acceso al mar con soberanía, "porque es un derecho del pueblo" que se concretará mediante el diálogo, "tarde o temprano".

En ese contexto, el presidente acusó al gobierno de Sebastián Piñera de usar políticamente el arresto de tres soldados bolivianos en Chile que, según Morales, cruzaron la frontera en forma inadvertida cuando perseguían a contrabandistas.

Morales declaró "defensores del mar" a los tres soldados, cuya detención calificó de represalia "política" frente a la reivindicación marítima de Bolivia, y advirtió que su gobierno hará también una defensa política de ellos.

Según Morales, la decisión de mantener presos a Claudio Choque Quispe, Augusto Cárdenas García y José Luis Fernández es una decisión "política, no jurídica", por lo que anunció que su gobierno actuará también "políticamente" para liberarlos.

Morales habló en la plaza principal de La Paz al conmemorar la ocupación del puerto de Antofagasta por tropas chilenas, el 14 de febrero de 1879, con la que comenzó la guerra del Pacífico en la que Bolivia perdió su litoral marítimo.

El gobernante reiteró, en referencia al Tratado de 1904, que "los convenios internacionales no pueden estar por encima de los derechos de los pueblos" ni ignorar "esta clase de asaltos, de invasiones de un país vecino a otro".

Morales nacionaliza empresa boliviana controlada por minera canadiense

Morales nacionaliza empresa boliviana controlada por minera canadiense

Foto: Evo Morales firma acuerdo con comunarios de Malku Q’ota.

RIA NOVOSTI 

El presidente de Bolivia, Evo Morales, decidió nacionalizar la empresa boliviana Mallku Q’ota que se encuentra bajo el control de la minera canadiense South American Silver (SAS), informó la prensa latinoamericana.

 

El mandatario boliviano y los representantes de los indígenas que pueblan la localidad de Mallku Q’ota, ubicada en el departamento de Potosí (suroeste del país andino), acordaron la víspera nacionalizar la empresa del mismo nombre.

Para ello, las partes acordaron que el gobierno anule y revoque la licencia de explotación concedida a SAS mediante un decreto supremo, para devolver la explotación del yacimiento a la población local.

La decisión fue tomada tras el conflicto que enfrentó el fin de semana pasado a dos grupos comunitarios, uno en favor de la minera canadiense y otro en pro de la expulsión de la misma, que secuestró siete trabajadores de la compañía canadiense. En los enfrentamientos dos personas murieron, entre éstas un comunero y un policía.

Morales culpó de lo sucedido a la minera canadiense, puesto que ésta no entregó un informe real sobre la cantidad de oro existente en el yacimiento Mallku Q’ota, metal que generó la codicia, ya que algunas personas están explotando ilegalmente ese recurso, hecho que se desconocía.

Según el informe de la South American Silver, que realiza trabajos de exploración en la yacimiento señalado, el Mallku Q’ota es un yacimiento de clase mundial, con unas 485 millones de toneladas de minerales, además de ser considerado como uno de los yacimientos de indio e iridio más importantes del mundo.

La minera canadiense obtuvo la concesión de Mallku Q’ota en 2006 y tenía previsto invertir 50 millones de dólares hasta el 2015 a fin de negociar luego el contrato de explotación del yacimiento.

 

Diputados bolivianos exigen expulsión de USAID

Diputados bolivianos exigen expulsión de USAID
PL

Diputados del gubernamental Movimiento al Socialismo (MAS) presentarán hoy una carta al titular de esa agrupación política, Héctor Arce, solicitando la expulsión de Bolivia de la Agencia estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID).

Según Edwin Tupa, jefe de esa bancada en la cámara baja, un mensaje similar entregarán al vicepresidente del país, Álvaro García, en su condición de titular de la Asamblea Legislativa Plurinacional.
También sugerirán la elaboración de una norma que regule el trabajo de las organizaciones no gubernamentales (ONGs) en el país suramericano, acotó.
Tupa precisó que existen pruebas de que USAID es otro eslabón de la injerencia de Washington en asuntos internos, bajo la máscara de la cooperación, seminarios y talleres sobre solución de conflictos.
"Las garras del imperio tienen distribuidas organizaciones clandestinas en el país para desestabilizar al Gobierno elegido democráticamente", denunció.
Otros asambleístas, como el senador Isaac Ávalos (MAS), aseveraron que la entidad norteamericana llega hasta los sectores más humildes y logra dividirlos.
Mientras, el presidente del Senado, René Martínez, consideró necesario evaluar la estadía de USAID en Bolivia. Al igual que la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) y la embajada, la USAID se toma atribuciones que no le corresponden, aclaró.
En 2008, el Ejecutivo suspendió las operaciones de la DEA en la nación, por respaldar a grupos opositores.

En ese mismo año, expulsaron al embajador norteamericano, Philip Goldberg, acusado de apoyar actividades subversivas.

Bolivia y la emancipación indígena: Desafíos a la vista

Bolivia y la emancipación indígena: Desafíos a la vista
María Julia Mayoral (PL)

¿Cómo interpretar lo que sucede hoy en Bolivia, en términos de experiencia avanzada de la lucha indígena en el continente americano, y entender a Evo Morales y al movimiento social en ese territorio andino?.

Uno de los más notables pensadores sociales de América Latina en estos tiempos ofrece su visión del tema: Álvaro García Linera, vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia.
García Linera es investigador, profesor universitario, autor de decenas de libros sobre teoría política, régimen económico, movimientos sociales y sistema democrático.
Intelectual comprometido con el proyecto político de un gobierno de liberación, fue electo vicepresidente en 2005 y nuevamente en 2009, acompañando al primer mandatario indígena en la historia de Bolivia, Evo Morales Ayma.
Tres ciclos
A juicio de García Linera, tres grandes ciclos constituyen el antecedente inmediato del actual momento de Evo Morales en Bolivia, de su fuerza, de su significado histórico continental y nacional.
Historia siempre marcada por la emergencia de pueblos indígenas en la lucha por sus derechos y la construcción de alternativas de vida frente al señorío colonial y luego a la dominación republicana, razonó el analista, al intervenir en La Habana en la inauguración del premio literario Casa de las Américas.
En esa sucesión de acontecimientos, hay un primer ciclo, el colonial, que podemos denominar katarista, por Túpac Katari y mujeres como Batolina Sisa, cuyos nombres sintetizan una gran sublevación continental, presente en parte del sur de Perú, el norte y el centro bolivianos entre 1780 y 1783.
Marcó el inicio de las guerras por la emancipación hace 241 años, con la presencia de libertadores â?öindios, hombres y mujeresâ?ö, quienes "tenían un modelo de patria, sociedad e igualdad, en algunos casos más radical y avanzado al que luego construirán las repúblicas emancipadas".
Lo interesante de la sublevación katarista es que, a diferencia de la peruana, no estará liderada por las elites indígenas, que en Bolivia tenían mecanismos de intermediación y supervivencia con la dominación colonial, sostiene el investigador.
En el caso de Bolivia, la movilización vendrá de abajo. Los kataris tuvieron en las estructuras comunitarias la forma de hacer la guerra, 200 años después esas mismas comunidades devienen máquinas de movilización social, de participación político-electoral.
Eso es lo que explica la victoria reiterada del presidente Evo en las elecciones, especialmente en la zona del campo, explica García Linera.
La propuesta katarista no solamente fue por el lado de suprimir los elementos más agresivos de la represión colonial; en su radicalización se propuso un tipo de autogobierno indígena, con sus estructuras de mando, deliberación y acatamiento unánime de las decisiones como sucede hasta el día de hoy, evalúa el académico.
Esa experiencia vanguardista y radical fue derrotada primero en el sur del Perú con el apresamiento y muerte de Túpac Amaru y más tarde en territorio boliviano, cuando corrieron igual suerte Bartolina Sisa, comandante guerrillera de 60 mil hombres, y el caudillo Túpac Katari.
Los indígenas, analiza García Linera, se adelantaron 30 años a lo que fue un nuevo esfuerzo continental de emancipación, ya no tanto a cargo de originarios, sino de mestizos.
De tal modo, hubo un desencuentro en la historia, "por eso cuando en América Latina se constituyen las repúblicas, lo harán sobre las espaldas de los indios en la continuidad de la mica (trabajo forzoso en las minas), del tributo, las haciendas y de la exclusión de los indígenas de los derechos públicos".
Bolivia, como otros países latinoamericanos, nacerá a la vida republicana con la prohibición explícita de la ciudadanía para los indígenas, que eran el 90 por ciento de la población.
Quedarán constituidos los poderes republicanos, concediendo ciudadanía a quienes tienen propiedad, saben hablar castellano y poseen ingreso fijo; es decir, a todos los que no son indios.
Es la República de la minoría y de la propiedad, con indígenas y mujeres excluidos de los derechos de votar y ser elegidos, de los derechos de propiedad y de participar en la formación de los cargos públicos, sintetiza el profesor.
En tiempos republicanos, a fines del siglo XIX, se dará otra gran sublevación en el mundo indígena boliviano a partir de la división entre las elites gobernantes. García Linera la denomina ciclo willkista (willka, sol o figura suprema en aymara).
Al decir del experto, a fines del siglo XIX resulta evidente la autoridad dual con la que emergen los caudillos indígenas. Ese Willka, figura suprema en la estructura de mando indígena, será al mismo tiempo autoridad delegada de los mestizos.
Sobre la base de aquella fusión, se desencadenará una sublevación que durante todo un año ocupará el altiplano boliviano y varias ciudades de nuestro país, argumenta el laureado con el premio en Ciencias Sociales Agustín Cueva.
Gradualmente la participación indígena presentará una dinámica autónoma, con programa de gobierno y poder independiente que retoma exigencias del pasado como la restitución de las tierras comunitarias, sometimiento de todos los bolivianos al mando indígena y obligatoriedad en el uso de los idiomas originarios.
Plantearon a la vez un tipo de federalismo plurinacional con la coexistencia del poder de los indígenas en paralelo al de los mestizos.
Resulta difícil saber cómo quedaría dibujado institucional y territorialmente ese tipo de federalismo plurinacional, las fuentes escritas no son numerosas y lo que se sabe de aquel debate está atravesado por juicios y silenciamientos sociales, característicos entonces de la ideología, la literatura y la investigación judicial, advierte el estudioso.
Nuevamente los indígenas fueron derrotados, las elites mestizas volvieron a unirse, traicionaron a los caudillos indígenas, los apresaron, persiguieron, y enjuiciaron y asesinaron a una buena cantidad.
Tras aquel fracaso hace 100 años, las sublevaciones indígenas en el transcurso del siglo XX estuvieron marcadas por episodios fragmentados. Ni la revolución nacionalista de 1952 arrojó el fruto deseado; prometió a todos igualdad y ciudadanía pero sólo si se convertían en asalariados, propietarios y castellano hablantes.
Entre los años 60 y 70 del siglo anterior, "ese mestizaje se mostraba como una impostura, había como siempre ciudadanos de primera y otros de segunda".
Pese a los intentos de homogenización, en Bolivia el poder seguía basado en las mismas pautas; "ser indígena era sinónimo de campesino, obrero, miembro de una clase dominada, en tanto ser blanco o mestizo significa ser partícipe de las estructuras de dominación o de las clases medias ascendentes".
Impulsado por los desencantos, surgió en los años 70 un movimiento político-cultural, inicialmente más cultural que político de reivindicación nuevamente del indígena.
Por esa fecha tendrá lugar una escisión entre indianistas y kataristas, los primeros a fines de los 70 y principios de los 80 asumirán que todos los bolivianos por mayoría, 90 por ciento, son indígenas; en tanto los segundos dirán: una parte son indígenas, otros son mestizos y requieren un reconocimiento.
Segunda diferenciación, los indianistas plantearán al indio como sujeto de emancipación y esa será su virtud. Los kataristas ven al indígena como un sujeto de reivindicaciones que debe andar junto o acompañar el liderazgo de otros sectores de mayor vanguardia como pueden ser los obreros o los estudiantes de las clases medias.
Esta lectura indianista de una Bolivia de indios mayoritariamente, que ubica al indígena como sujeto de emancipación, tendrá una limitación: no se plantea la lucha por el poder.
Al momento de ubicar cómo se resuelve el asunto del poder en el país, el indianismo de entonces se paraliza, no da respuesta y tiende a inclinarse al tema de la conciencia y la moral para reivindicar derechos históricos usurpados, resume el especialista.
El katarismo, con una lectura más flexible de la emancipación y la lucha del pueblo indígena, tendrá a juicio de García Linera la virtud de buscar estrategias de acercamiento y articulación con otros sectores, pero en ningún momento ubicará al mundo indígena como sujeto conducente de la emancipación.
En los años 80 y 90 estas dos corrientes de pensamiento escenifican un intenso debate en el ámbito de los sindicatos comunales, de los emigrantes que vienen del campo, de los barrios populares de La Paz, Potosí, Oruro y otras grandes ciudades bolivianas.
Una discusión que quedará en parte neutralizada a partir del proceso de cooptación llevado adelante por la corriente neoliberal conservadora del país. Es el tiempo en que varios kataristas se unen al presidente Gonzalo Sánchez de Lozada "para participar en el gobierno, no como factores de decisión sino en calidad de adorno cultural".
Estaba claro el despertar del movimiento indígena y los sectores conservadores se adelantan para intentar cortar ese proceso y canalizarlo en el contexto de una lectura neoliberal.
"Tenemos en los años 90 algunos indígenas fervientes defensores de la privatización de los recursos públicos, de la distribución concentrada de tierras, de la concentración abusiva de la riqueza en manos de unos pocos."
Otro grupo más pequeño y menos influyente dentro del movimiento indígena se radicalizará y asumirá la lucha armada.
Tiempos de Evo Morales
La época de Evo Morales puede considerarse como una etapa que se inicia en los años 70, cuando fue evidente el fracaso o la frustración por el mestizaje a medias, considera el político, formado como matemático en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Al término de los años 90, tendrá lugar un momento decisivo en ese tercer ciclo de la construcción de la voluntad de poder del mundo indígena.
Cuatro organizaciones campesinas e indígenas â?ölas más importantes de Boliviaâ?ö se reúnen en 1995 para asumir una decisión: la constitución de lo que ellos denominarán el instrumento político, en otras palabras, una estrategia para la toma del poder.
En un gran encuentro orgánico discutirán un tema que desde el punto de vista de las ideas del movimiento popular boliviano representa una ruptura histórica, evalúa el Vicepresidente.
Hasta entonces, explica, en el mundo sindical agrario, en el universo sindical obrero y dentro de distintas corrientes de pensamiento, se había producido una escisión: los sindicatos estaban para luchar por reivindicaciones, podían paralizar el país, tumbar gobiernos, pero el poder lo debía tomar un partido.
Indígenas y campesinos recuperan ese debate de los años 60 y 70, pero dan un paso más adelante, los sindicatos se plantean que deben ser las fuerzas comunales y las propias federaciones y confederaciones las que deben tomar el poder.
Nace entonces un instrumento por la soberanía de los pueblos que luego se va a denominar MAS (Movimiento al Socialismo).
El MAS, indica García Linera, constituye una organización flexible de movimientos y organizaciones sociales, no un partido de cuadros. Es fundamentalmente una estructura política que asocia de manera confederada a federaciones, confederaciones, gremios agrarios y campesinos; una coalición que deviene partido desde la perspectiva de la búsqueda y la toma del poder.
El segundo punto de debate en los años 1995, 96 y 97 es ¿cómo se toma el poder?, ¿cuál es la vía en términos leninistas? "La respuesta que se dan los indígenas es movilización, construcción de poder y vía electoral".
Llegan a la conclusión de que la única manera de hacerse oír ante el Estado colonial, racista y discriminador es movilizándose. Marchas, bloqueos, paros y sublevaciones formarán parte del repertorio histórico que en ascenso irá asumiendo el movimiento indígena-campesino en los siguientes años.
Junto a la movilización social, una segunda estrategia complementaria: la construcción de poder territorial. Durante las grandes movilizaciones de los años 2000 y 2001, 2003 y 2005, el movimiento indígena asumirá el control territorial de extensos pedazos de Bolivia.
Dentro de las zonas tomadas sustituirán las relaciones parlamentarias por las deliberaciones comunitarias en asambleas, donde definen el curso de los acontecimientos, el orden interno de la sociedad local, el acuerdo o el desacuerdo con las políticas del Gobierno, distingue García Linera.
En aquellos momentos había otra interrogante clave: ¿con quiénes se toma el poder? Es decir, las políticas de alianzas.
La decisión fue unificar al movimiento indígena-campesino en un solo bloque en torno a Evo Morales, entonces dirigente de la federación de campesinos del trópico de Chapare, para luego ir a la articulación con otros sectores, detalla el analista.
Una estrategia de conducción hegemónica de la lucha por toma del poder que incluye el mecanismo electoral. Cuando llegan las votaciones en las urnas, la papeleta sólo vendrá a convalidar una decisión previamente asumida de manera comunitaria a la usanza indígena, destaca el académico.
"Antes que el presidente Evo fuera electo en diciembre de 2005 con el 54 por ciento de los votos, las comunidades habían decidido que él sería el presidente de Bolivia."
Crisis y salida del empate catastrófico
Para García Linera, el ascenso indígena a la conducción del poder en Bolivia muestra cuatro ejes claves, "que nosotros hemos denominado el momento de la Revolución".
Primero. La articulación del movimiento indígena en torno a una necesidad y a la defensa de lo común.
Gobiernos neoliberales habían privatizado los recursos públicos de hidrocarburos, electricidad, líneas férreas y aéreas, múltiples fábricas del Estado. Un ciclo que se completó con la entrega de recursos públicos a intereses privados extranjeros.
En torno a la distribución injusta del agua y la tierra, se dará "una crisis política que devendrá crisis de Estado porque no solamente va debatirse tal o cual política gubernamental, sino que entra en cuestionamiento la estructura misma del poder político y económico en Bolivia".
Surgirá la crisis de Estado en el momento en que el movimiento indígena-campesino tendrá capacidad y fuerza de movilización territorial, con un programa de poder alternativo en base a la nacionalización de los recursos naturales, la convocatoria a Asamblea Constituyente y la presencia de indígenas en la toma de decisiones en el país.
En poco tiempo la crisis de Estado entrará en la dimensión de empate catastrófico usando un concepto del teórico marxista Antonio Gramsci. La corriente de poder de las elites neoliberales no podrá derrotar ni tampoco sobreponerse al otro proyecto de poder que emerge del movimiento indígena-campesino.
Esa especie de empate o dualidad de poderes durará cerca de dos años y será el tiempo que se aprovechará para una mayor irradiación y expansión de las ideas, de la reflexión política en las asambleas campesinas y barriales, en los debates universitarios y de las comunidades, pondera el investigador.
Es en medio de ese embate catastrófico que el presidente Evo Morales asume el gobierno en enero de 2006 con el respaldo del 54 por ciento de los electores. Votan por él indígenas y no indígenas, campo y ciudad, clases medias y trabajadores.
Sin embargo, hay un pedazo de Bolivia que todavía se resiste al cambio, la llamada Media Luna, un sector de la zona del oriente donde las elites terratenientes tienen un poder cultural y político más sedimentado y el movimiento obrero y campesino todavía no ha logrado horadar las estructuras de poder basadas en la propiedad de la tierra.
No puede haber empate catastrófico, dualidad de poder durante mucho tiempo. "Tiene que resolverse de una u otra manera, o bien triunfa la contrarrevolución o la revolución, pero no puede existir revolución y contrarrevolución territorialmente ocupando pedazos del país en igualdad de condiciones."
El cuarto y definitivo momento de la Revolución es el llamado punto de bifurcación, que en el caso de Bolivia se dará entre los meses de agosto, septiembre y octubre de 2008, cuando el gobierno de Evo Morales será objeto de un proceso rumbo al golpe de Estado.
Durante 20 días, ni el Presidente ni los ministros pueden estar presentes ni aterrizar en cinco de los nueve departamentos del país. Tres semanas en que las autoridades electas para los cargos intermedios en esos grandes territorios son desconocidas por las elites locales.
Se promueve la toma de instituciones, aeropuertos, lugares de cobro de impuestos internos, medios de comunicación, oficinas públicas y son destruidos archivos e instalaciones de más de 57 instituciones del Estado en esos cinco departamentos.
Fue el momento más tenso que atravesó nuestro gobierno, recuerda García Linera. "Convocamos a las milicias, al alto mando, el presidente Evo se fue para una reunión con los dirigentes sociales, la idea era planificar la recuperación del territorio, lo que combinaba movilización social y lealtad de las fuerzas armadas".
Finalmente, la derecha acepta su derrota, se repliega. Hoy, sostiene el Vicepresidente, tenemos un nuevo Estado en consolidación.
A vista cercana, estima, no hay una derecha agresiva con capacidad para disputar el poder y si surgen tensiones en el país es más bien al interior de las propias fuerzas populares, indígenas y campesinas.
Anhelos hechos programa
El programa de poder del movimiento indígena y campesino en Bolivia ubicó entre sus metas el establecimiento del Estado plurinacional, la nacionalización de sectores estratégicos en beneficio social, el despliegue de la industrialización y la modernización simultáneas en varias dimensiones, y la búsqueda del vivir bien.
Estado plurinacional, precisa García Linera, es igualdad. Conformamos una nación estatal en cuyo interior existen 36 naciones culturales, respetadas en su idioma, cultura y tradiciones, en la totalidad de las instituciones del Estado, pero a la vez con la fuerza creativa de una sola nación estatal que llamamos Bolivia.
Significa igualdad de los pueblos indígenas de ser electos y participar en las instituciones del Estado y reconocimiento a su racionalidad en el sistema judicial, que junto a la justicia ordinaria incorporó la justicia indígena comunitaria en igualdad de condiciones.
Incluye la aceptación de otras formas de ejercicio democrático acordes a las tradiciones indígenas. Hay autoridades que no han sido electas por el voto directo y secreto en los comicios, sino por las asambleas comunitarias que deliberan, toman decisiones y nombran autoridades que pasan automáticamente a las asambleas representativas departamentales.
En fin, Estado plurinacional es igualdad de pueblos e igualdad de lógicas democráticas comunitarias en la construcción de la toma de decisiones en nuestro país; es decir, lo comunitario como forma radical de democratización de la sociedad, sustenta el político.
La segunda tarea planteada por el movimiento indígena â?öy que obtuvo la aprobación de la población a través del votoâ?ö, es la desconcentración territorial del poder.
A partir de la nueva Carta Magna, el país constituyó un parlamento plurinacional y nueve parlamentos regionales con facultad legislativa en un margen de competencias constitucionales sobre las cuales pueden deliberar y decidir.
Un tercer eje radica en la nacionalización de las empresas estratégicas â?ögas, petróleo, generación de electricidad, minas y fundicionesâ?ö, generadoras de excedente económico.
Concebimos la nacionalización de las industrias estratégicas, explica el Vicepresidente, como una forma de garantizar el control del excedente de las riquezas y el abastecimiento de servicios básicos, bajo lógicas de valor de uso y no necesariamente bajo lógicas de valor de cambio.
Otro punto estriba en desarrollar una dinámica compleja de industrialización y modernización, que otorga espacios propios a la economía de escala, a la pequeña producción, y a las economías comunitaria y campesina. Ninguna debe desaparecer ni subvalorarse.
"Estamos construyendo maneras plurales de modernización en tres velocidades o carriles. Son formas complementarias y simultáneas de entender la modernidad y la industrialización a nivel comunitario, en la pequeña producción urbana y rural y en el ámbito de la economía de escala", indica el dirigente.
El vivir bien, como horizonte de vida, es la relación dialogante del ser humano con la naturaleza. Marx hablaba en 1844 de la necesidad de naturalizar al ser humano y de humanizar la naturaleza.
"En otras palabras, ubicar al ser humano como objeto de satisfacción de necesidades y ubicar a la naturaleza como objeto de práctica dialogante y vivificante para garantizar la satisfacción de las necesidades de los seres humanos."
Desafíos inevitables
Ninguno de los proyectos está libre de conflictos y desafíos. Álvaro García Linera opta por comentar cuatro que a su entender resultan fundamentales.
"Somos un gobierno de movimientos sociales, pero gobierno es poder centralizado y movimiento social es democratización de las decisiones, ¿cómo coexiste monopolio con democratización?"
Considerarnos un gobierno de movimientos sociales equivale a reconocer esa tensión. "¿Cómo coexisten concentración y descentralización del poder?, estamos aprendiendo a buscar respuestas a cada problema, pero no hay solución que no sea vivir la contradicción permanentemente".
La segunda tensión está en la relación entre industrializar y vivir bien. Industrializar significa utilizar la naturaleza en beneficio humano, perforar pozos de petróleo y gas, abrir caminos por los parques y bosques, utilizar el agua para tener electricidad, en fin, afectar a la naturaleza.
Pero a la vez si no abrimos un pozo, desviamos el cauce del río, si no habilitamos una carretera, no tendríamos los recursos para comprar un tractor para el campesino, ni los recursos a fin de construir un hospital en bien de la comunidad, reflexiona el dirigente.
¿Cómo quedan equilibradas necesidades humanas básicas y necesidades naturales básicas? No sirven aquí ni la lectura de Organizaciones No Gubernamentales, que recomiendan la conservación a ultranza de la naturaleza, ni la idea decimonónica de partir, atravesar y destruir lo que sea con tal de generar riqueza.
Hay que vivir la tensión, admite García Linera, sabiendo que debemos movernos en los dos ámbitos, el vivir bien de las actuales generaciones y el preservo de la naturaleza para las siguientes.
Tercer conflicto: propiedad del Estado y propiedad de la comunidad. El Estado y la propiedad del Estado constituye una etapa necesaria en la transición del socialismo hacia el comunismo, pero el comunismo es la autoorganización de los productores.
¿Puede el Estado crear comunidad o es la comunidad la que tiene que emerger como vitalidad de la sociedad? ¿Qué le toca hacer a un Estado revolucionario?
¿Su función sería simplemente crear condiciones favorables para que la comunidad emerja como construcción colectiva de la propia sociedad? Estado o comuna, comuna o Estado, ese es otro de los debates, razona el académico.
Por último, analiza la relación entre interés particular e interés corporativo. "El movimiento social emerge en este siglo planteándose un horizonte revolucionario de intereses comunes".
En el caso de Bolivia, nos dijimos: hay que nacionalizar las empresas privatizadas para lograr beneficios universales, hay que hacer una Asamblea Constituyente para que indígenas y mestizos, empresarios, profesionales nos juntemos y hagamos por fin un país para todos, define el político.
El movimiento social se planteó objetivos universales, es el momento de ascenso, pero luego tendrá sus momentos de reflujo y descenso, entonces aflora el corporativismo: que las cosas logradas sean solo para mí y no para el resto.
A principios de 2009, ejemplifica, dirigentes campesinos salieron en marcha contra el presidente Evo. Pedían que las tierras fiscales del Estado â?öconcebidas por la nueva Constitución para ser entregadas no a empresarios ni a hacendados, sino a campesinos y comunidadesâ?ö, fueran otorgadas solamente a los pueblos indígenas de tierras bajas y no a los residentes en tierras altas.
"¿Qué hacemos ahí? Es un reclamo: los indígenas de tierras bajas son 300 mil y los de tierras altas cinco millones, ¿no tienen estos últimos o un mestizo el mismo derecho a tener una o dos hectáreas en tierras bajas? Lo tienen, es un derecho de igualdad, pero urgió la tensión."
Aquellos 50 dirigentes reclamaban con una mirada local y corporativista en detrimento de una mirada universal. La prensa se preguntaba cómo es posible que indígenas marchen contra el Presidente.
Normal, responde García Linera. "Son tensiones al interior del pueblo que tiene todo proceso revolucionario, es la tensión entre lo común-universal y lo particular-corporativo".
Por estas tensiones, insiste, iremos atravesando, es parte del flujo y reflujo del movimiento social.
En resumen, ¿cómo hacer coexistir permanentemente lo universal con lo particular, movimiento social con Estado, industrialismo con respeto a la naturaleza, comunidad con poder estatal?
Conflictos e interrogantes que continuarán en los años siguientes, pero, a los ojos de García Linera, "son tensiones de crecimiento y de construcción porque, al fin y al cabo, el horizonte del socialismo y el comunismo no está definido; lo construimos los pueblos asumiendo estas tensiones y contradicciones, superándolas de manera conjunta".

La fuerza de los de abajo: Los pies, la cabeza y el corazón de Evo Morales

La fuerza de los de abajo: Los pies, la cabeza y el corazón de Evo Morales
Isabel Rauber (ALAI)

Alerta roja, es la frase que podría resumir lo acontecido en Bolivia en la última semana. Bienaventurado sea el gasolinazo si se transforma en sacudón político, en punto de inflexión capaz de revertir la creciente tendencia superestructural gubernamental a decidir desde arriba sin contar con los de abajo, adoptando la vieja cultura política del poder que considera que gobernar es tarea de quienes supuestamente “saben y tienen razón”, que es cosa de iluminados, o de “tener espalda”. Pero la revolución es tarea de pueblos, de mayorías concientes, organizadas, discutiendo y definiendo SU proyecto en la medida que lo van construyendo.

Los pueblos no están solo para aceptar, apoyar, convalidar o materializar (ejecutar) ideas y decisiones, sino ante todo para protagonizarlas. Esto quiere decir: participar del proceso de toma de decisiones y de la realización posterior de las mismas, compartiendo responsabilidades.
Si se hubiese discutido el problema del precio de la gasolina y petróleo, etc., con las organizaciones sociales, si hubiese consensuado una medida y los pasos para su implementación, nada de lo ocurrido hubiese pasado. No sé cual habría sido la propuesta, pero los resultados habrían sido diferentes: nadie sale a protestar contra lo que acordó.
Los protagonistas no pueden –ni quieren enterarse de su historia por los diarios. No es con resoluciones y decretos como se impulsa la revolución democrática y cultural, la clave está en la participación. Se trata de un proceso marcado por la construcción colectiva y requiere llevar los ritmos que esa construcción –y toma de conciencia colectiva demanden. Cuando se pretende acelerarlo pasando por encima de la participación popular, lo que se evidenciaba como un éxito o acierto posible en el mediano plazo se tornan en un inmediato fracaso.
La prueba está a la vista: apostando a la consulta y participación de los de abajo, ciertamente el camino puede ser más largo y los ritmos más lentos, pero a la larga será más efectivo, profundo y radical. Esta sabiduría no salió de las universidades, se forjó en la experiencia de lucha de los pueblos. En sus prácticas, ellos han delineado y construido las nuevas lógicas de la transformación social desde abajo, es decir, de las revoluciones democrático-culturales caracterizadas por apelar al desarrollo de la conciencia, la organización y la participación de los de abajo de modo permanente. Y esto no se logra con cursos o conferencias, es ante todo, una resultante de la participación plena de los de abajo en todo el proceso de cambios: desde el diagnóstico y las definiciones hasta la implementación y el control de las decisiones. Estas no son ya tarea de un grupo de dirigentes sino responsabilidad compartida de todos/as.
El pueblo conciente, participante y protagonista de las decisiones saldría igualmente a las calles, pero –en tal caso para reafirmar las medidas del gobierno que serían sus medidas, y para pedir la profundización revolucionaria del proceso.
Lo ocurrido en Bolivia a consecuencia del gasolinazo no se corresponde con ninguna de estas alternativas, pero tampoco significa un rechazo al gobierno que siguen considerando suyo. Es sí un grito y una manifestación contundente contra una tenue pero creciente forma de gobernar que venía ya mostrándose en algunas decisiones, que pretende desconocer al pueblo como protagonista central del proceso y suplantarlo e n la toma de decisiones fundamentales, reencarnando lo peor de la herencia política burgués-colonial.
Un gobernante revolucionario no se define como tal por el currículo, ni por ser “honrado y bueno” en comparación con los gobernantes tradicionales del sistema; aunque estas cualidades se requieren elementalmente, su proyección va más allá de lo personal: se relaciona directamente con su capacidad de poner los espacios de poder en función de la transformación revolucionaria, abriéndole las puertas del gobierno al pueblo, construyendo un nuevo tipo de institucionalidad, de legalidad y legitimidad basada en la participación del pueblo en la toma de decisiones políticas (basamento de la asamblea constituyente).
La tarea titánica de los gobernantes revolucionarios no consiste en sustituir al pueblo, ni en “sacar de sus cabezas” buenas leyes, mucho menos para demostrar que son más inteligentes que todos, que tienen razón y que, por ello, “saben gobernar”. Impulsar revoluciones desde los gobiernos pasa por hacer de estos una herramienta política revolucionaria: desarrollar la conciencia política, abrir la gestión a la participación de los movimientos indígenas, de los movimientos sociales y sindicales, de los sectores populares, construyendo mecanismos colectivos y estableciendo roles y responsabilidades diferenciados, para cogobernar el país.
Las revoluciones desde abajo, es decir, las que se gestan por los pueblos desde la raíz de los problemas, apuestan al cambio que nace de las conciencias de los pueblos y se construye en su accionar protagónico, nada tienen que ver con métodos que pretenden impulsar el proceso con decretos o resoluciones generadas desde arriba por muy bien intencionadas y certeras que estas pudieran resultar.
No se avanza con medidas superestructurales por muy justas y razonables que estas sean. Hay que construir protagonismo popular colectivo y eso solo puede lograrse forjándolo a cada paso y en cada paso. El aprendizaje como la enseñanza comienza en las prácticas cotidianas. Educar en lo nuevo significa desarrollar nuevas prácticas, dar el ejemplo. Esta es la clave pedagógica vital de las revoluciones desde abajo.
Estas solo pueden profundizarse anudadas a la construcción y fortalecimiento del sujeto colectivo de las mismas, el actor sociopolítico capaz de traccionarlas e impulsarlas permanentemente hacia objetivos radicalmente superiores. La tarea fundamental del instrumento político en estos tiempos consiste por ello, precisamente, en desarrollar el trabajo político, cultural e ideológico necesario para que promover el desarrollo de la conciencia política del conjunto de actores sociales y políticos del campo popular, en abrir canales institucionales y no institucionales para la participación conciente, organizada y creciente del conjunto de los actores revolucionarios, así como también crear ámbitos para las reflexiones criticas colectivas del proceso de cambio, de modo de ir fortaleciendo las conciencias, creciendo colectivamente.
En Bolivia el pueblo no salió a las calles a rechazar a su gobierno, sino –junto con la medida a la imposición, a las decisiones inconsultas, al distanciamiento entre gobernantes y movimientos indígenas, campesinos y sociales que venía evidenciándose como tendencia y que cristaliza ahora contundentemente con esta medida del llamado gasolinazo. El pueblo no salió a oponerse a Evo, sino a decirle NO a cualquier intento de gobernar sin su participación, a pedirle rectificación y reconocimiento. Y en un acto de humildad que evidencia tanto su gran sabiduría como sus raíces, Evo rectificó. Y repasando su promesa de Tihuanaku, retiró los decretos y reiteró su decisión de “mandar obedeciendo”, que –en sentido estricto no significa ni mandar ni obedecer, sino gobernar juntos, construir de conjunto las medidas fundamentales, y compartir las responsabilidades de las decisiones y de su implementación.
Y no es que esto sea necesariamente garantía de éxito ni evite cometer errores o equivocarse, pero cuando los pueblos fracasan teniendo conciencia de que ello podría ocurrir, es decir, sabiendo que se podía perder, el fracaso puede representar un triunfo, un crecimiento colectivo, un nuevo aprendizaje y un fortalecimiento que los dinamice e impulse a buscar concretar sus objetivos por otras vías. Algo así como: “Bueno, si por ahí no salió el asunto, ¿por dónde y cómo vamos a lograrlo?” Es decir, la situación se presenta diferente cuando hay participación consciente que cuando no la hay: los pueblos avanzan según toman conciencia del fracaso o celebran el triunfo, y ello depende de su participación en las decisiones; cuando fracasan sin conciencia de lo que estaban haciendo, la frustración es profunda.
Las revoluciones son idénticas a la participación protagónica de sus pueblos; directamente proporcionales a ella. Si, por ejemplo, se aplica esta sencilla ecuación a los procesos populares revolucionarios en curso, a las medidas gubernamentales y sus procedimientos, los resultados saltan a la vista: a menor participación popular, menor contenido y alcance revolucionario, menos revolución. Conclusión: El nudo gordiano estratégico de los procesos revolucionarios no radica en la pertinencia de las resoluciones gubernamentales ni en la sabiduría de los gobernantes y su entorno, sino en la voluntad popular, en su conciencia y organización para participar en las definiciones y soluciones, impulsarlas y sostenerlas.
En el terreno político está claro que saber es poder. En tanto el saber procedente de técnicos y expertos es restringido, reducido a élites y minorías, su poder también es escaso y reducido, acotado a cargos y funciones, a lo que se denomina comúnmente “trabajo profesional”. Por ello, sin negar el valor del trabajo de expertos y asesores, los resultados y las propuestas de sus estudios necesitan siempre ser reevaluadas (cuando no construidas) con el pueblo, con los movimientos indígenas, sindicales y sociales, con el campo popular todo. Solo en un proceso articulado, conjunto, es posible transformar las propuestas de funcionarios, especialistas o técnicos en decisión política revolucionaria de gobierno y pueblo. En procesos político-revolucionarios como el que vive Bolivia hoy, la administración pública –que es la administración de lo público no puede quedar entrampada en los papeles de los funcionarios; es tema y tarea de la militancia socio-política de los pueblos en las calles de las ciudades, en los campos, en las minas…
Los que tienen la responsabilidad de gobernar tienen la prerrogativa de proponer cambios y la obligación de que sus propuestas tengan fundamentos sólidos. Esto no está puesto en discusión. Pero la otra pata del proceso, la fundamental, la que le da sentido y proyección revolucionaria, consiste en lo siguiente: para que el saber producido arriba sea a la vez poder abajo, tiene que construirse con los de abajo y constituirse en saber/poder de pueblo. Esa es la tarea política por excelencia de quienes tienen responsabilidades de gobierno en procesos revolucionarios.
Evidenciar esto y ponerlo sobre el tapete es una de las enseñanzas más importantes y trascendentes de los acontecimientos resultantes del gasolinazo: el pueblo reclamó su protagonismo, habló con su líder en su lenguaje de resistencia y lucha, y Evo respondió como militante. Consciente de que rectificar es de sabios, escuchó y comprendió el mensaje de sus compañeros/as y raudamente derogó las resoluciones y decretos, y volvió a poner el la agenda política gubernamental un tema clave: gobernar para el pueblo implica gobernar con el pueblo. Y con ello Evo alumbraba otra lección: para impulsar una revolución desde abajo, no basta con “tener espaldas”, sino los pies en la tierra, el corazón en el pueblo y la cabeza clara de sus responsabilidades como gobernante revolucionario capaz de concertar a los pueblos a protagonizar su historia.
Queda claro entonces que el tema abierto con el gasolinazo no está limitado a economistas, ni expertos, ni periodistas, pertenece al pueblo. Es el pueblo –en su diversidad de identidades, nacionalidades y culturas quien tiene el poder de cambiar la historia y construirla a su imagen y semejanza.
Por eso, a días de conmemorarse un nuevo aniversario de la constitución del primer gobierno indoamericano en nuestro continente, es posible exclamar, con fuerza y vitalidad:
¡Jallalla los pueblos de Bolivia! ¡Jallalla Evo!

 

El Gobierno Mundial contra Bolivia

El Gobierno Mundial contra Bolivia
Antonio Peredo Leigue

La tercera reflexión del Compañero Fidel respecto a las revelaciones de Daniel Estulin sobre un gobierno mundial oculto, ha profundizado nuestra preocupación. Es cierto que, la existencia de ese gobierno en las sombras, debe preocupar a todos los hombres y todas las mujeres. Quienes leímos “El Talón de Hierro” de Jack London, tenemos que estremecernos ante la evidencia de que, esa premonición, esté cumpliéndose casi como si los conspiradores de hoy hubiesen decidido hacer realidad aquella pesadilla.

Pero los temores se agrandan cuando leemos, en el texto que nos regala Fidel, este párrafo: “pequeños grupos de conspiración han actuado contra Cuba, Laos, Afganistán y Nicaragua. Durante décadas han estado involucrados en todo, desde las drogas y el tráfico de armas, hasta los asesinatos, la guerra encubierta y el terrorismo abierto”. ¿Algo tiene que ver con Bolivia?, esperen la siguiente anotación: “Personas como George H. W. Bush, William Casey, ex director de la CIA… Oliver North, el ex hombre punta del Irán–Contras y Mike Harani, segundo al mando del Mossad son algunas de las más notorias en este glosario de agentes de operaciones encubiertas…”. Así tenemos el cuadro completo.
Si recordamos el caso Irán-Contras y el nombre de Oliver North, no podemos menos que estremecernos, porque ambas menciones están relacionadas con la más grande fábrica de cocaína que se encontró en Bolivia: la fábrica de Huanchaca, descubierta por el asesinato del científico Noel Kempf Mercado.
¿Cómo se establece tal relación? Por confesión pública del propio Oliver North, entonces jefe de seguridad de la Casa Blanca. Oficialmente, el gobierno de Estados Unidos de Norteamérica estaba impedido de suministrar armas a cualquiera de los contendientes en la larga guerra entre Irak e Irán, que propició Washington para derrotar al Ayatollah Jomeini. De la misma forma, el gobierno estadounidense, afirmaba que nada tenía que ver con el abastecimiento de “la contra” que atacaba a la Revolución Sandinista. En ambos casos, las armas eran compradas por la Casa Blanca, con fondos que provenían del narcotráfico.
¿Cómo se hacía esto? Oliver North tenía operadores sucios que se encargaron de instalar una fábrica muy grande en un lugar casi inaccesible: estaba ubicada en el Parque Nacional de Huanchaca. Esos operadores sucios eran parte del aparato de la DEA que actuaba en Bolivia, dizque para asesorar acciones contra el narcotráfico. Los peones que trabajaban en la fábrica, todos ellos brasileños, tenían orden de repeler cualquier intromisión disparando contra los intrusos. Si la orden provenía de la DEA, los peones confiaban que no rendirían cuentas del asesinato, como así ocurrió.
Noel Kempf, acompañado de otras personas viajaba en una avioneta, para proseguir investigaciones en la flora y fauna de aquel parque confiado a su investigación. La avioneta realizó un recorrido más largo del esperado y, ante la falta de combustible, buscó un lugar donde pedir auxilio. La instalación que vieron les dio confianza de encontrar gente que les ayudase. Ocurrió exactamente lo contrario. En cuanto el científico y sus compañeros saltaron a tierra, recibieron una larga descarga de proyectiles. Fueron asesinados el científico cruceño y dos de sus acompañantes; sólo el piloto logró salvarse y ser rescatado varios días después, cuando llegó al fin un tardío auxilio.
Ocurrió que, antes de aterrizar, el piloto radió su posición y pidió auxilio. Sin tener ninguna idea de la tragedia, los responsables de aeronáutica en la ciudad de Santa Cruz pidieron, a la Fuerza Aérea, que fuese en auxilio de Kempf en uno de los helicópteros que usaban en la lucha contra el narcotráfico. Como tales aparatos eran de la DEA, pidieron permiso a ésta para hacer el vuelo. La respuesta fue sorprendente: cualquier vuelo de los helicópteros debía ser autorizado por el Comandante del Ejército norteamericano asentado en Panamá y éste, como era sábado, había salido a su semanal partida de golf; no era ubicable hasta que terminase el día. El domingo ocurrió que el comandante se fue a navegar y seguía siendo inalcanzable. Recién el lunes se hizo el pedido y la autorización llegó al otro día. Era evidente que la DEA sabía qué había ocurrido y tomaba su tiempo para desmantelar la fábrica. Cuando llegó el helicóptero, se sorprendieron con la aparición del piloto, cuyo relato de la odisea se publicó. No obstante, jamás se hizo una investigación y en el lugar sólo quedó una gran cantidad de barriles vacíos.
Dos años después, North cayó en desgracia, fue acusado de haber financiado por su cuenta al bando beligerante contra Irán y a los contras que atacaban al gobierno sandinista de Nicaragua. Este señor, no tuvo ningún reparo en dar detalles de la operación y, la tan ponderada justicia norteamericana, le dio su bendición dejándolo libre.
Oliver North vuelve a aparecer, ahora en un nivel superior: nada menos que como operador del Club de Bilderberg. Es lógico que, con su experiencia en el manejo del narcotráfico, tenga esa tarea. Y esta vez con el propósito de atacar al gobierno de Bolivia. Porque no puede ser coincidencia que, pese a una labor más operativa de la FELCN, que decomisa grandes cantidades de droga, el tráfico de estupefacientes se hace más intenso y es una preocupación cada vez mayor en todo el país. En poco tiempo, el gobierno puede ser acusado internacionalmente, como narcotraficante y, por tanto, como una grave amenaza para la seguridad de los Estados Unidos de Norteamérica. Los recalcitrantes enemigos del proceso de cambio festejarían bulliciosamente el hecho, aunque significase la ocupación de Bolivia.
Terminemos las peleas intestinas, porque el enemigo está acechando para darnos un golpe muy duro. Ellos son poderosos. Nosotros sólo podemos contar con la unidad del pueblo, que debemos afianzar.

Bolivia: La CIA sabía de planes terroristas para atacar brigadas humanitarias de Cuba y Venezuela

Bolivia: La CIA sabía de planes terroristas para atacar brigadas humanitarias de Cuba y Venezuela
Jean-Guy Allard

El agente de la CIA Istvan Belovai, quien asesoraba la conspiración del paramilitar Eduardo Rosza para asesinar a Evo Morales, en abril del 2009, estaba informado además de planes asesinos del mercenario para provocar atentados contra brigadas humanitarias de médicos cubanos y de ingenieros venezolanos que desarrollan obras comunitarias en los municipios más pobres del oriente boliviano.

Lo confirma la correspondencia electrónica entre Rosza y Belovai, que es estudiada meticulosamente desde su descubrimiento, por el centro de investigación boliviano Datos & Análisis, de Cochabamba, dirigido por el conocido antropólogo y comunicador Wilson García Mérida.
“Rosza le propone a Belovai atacar blancos precisos mediante sendos atentados que ya se planifican entre ambos mediante estos e-mails”, explica el investigador.
“Se habla de hacer explotar el puente Pailón -el más grande de Bolivia, de más de un kilómetro, que había sido inaugurado por Evo Morales en una zona azucarera de Santa Cruz- así como los puntos minuciosamente identificados -mediante mapas del Google- donde operan las brigadas de ingenieros militares venezolanos de los comandos binacionales que apoyan con obras comunitarias en los municipios rurales más pobres del oriente amazónico, junto a las brigadas de médicos cubanos que se desplazan en las mismas zonas”.
El ex oficial húngaro de inteligencia Istvan Belovai, quien sirvió de enlace entre el húngaro-croata Eduardo Rosza Flores, jefe del grupo paramilitar encargado del magnicidio, y la inteligencia norteamericana, falleció el 6 de noviembre, en Denver, Estados Unidos, donde radicaba desde su salida apresurada de su país en 1990.
Las circunstancias de la muerte de Belovai, quien orientaba a los conspiradores, siguen en el misterio.
A mediados de los años 80, el entonces teniente coronel Istvan Belovai (el agente “Escorpión-B”) de los servicios de inteligencia militar de Hungría hizo los titulares por haber filtrado a la CIA los nombres de oficiales norteamericanos que informaban a la inteligencia húngara. En los años 90, Belovai emigró a Estados Unidos y se incorporó a la CIA.
El fallecimiento de Belovai ocurrió justo cuando en Bolivia se revisaba minuciosamente el contenido de una de las computadoras laptops de Rosza Flores. En una carpeta de archivos llamada Bel - Norte, los peritos bolivianos encontraron varios correos electrónicos que Rosza Flores intercambió con el agente Belovai.
Detrás de Achá, el cubanoamericano Valladres
En esa correspondencia entre el terrorista y el espía de origen húngaro, se hace referencia al representante de la Human Rigths Foundation en Bolivia, Hugo Achá Melgar, quien hoy se halla prófugo en Estados Unidos tras haber sido denunciado por la policía boliviana como uno de los principales financistas de la guerra terrorista que se quiso armar en Bolivia.
Achá Melgar estaba entonces en contacto constante con quien dirigía desde Nueva York las actividades de esta fundación fachada de la CIA, el terrorista cubanoamericano Armando Valladares.
“La relación entre Hugo Achá Melgar y Valladares es directa, pues este abogado se jactaba públicamente de ello -era co-conductor de un programa de televisión muy visto en Santa Cruz, donde solía referirse a Valladares como su "dilecto amigo personal". De hecho a partir del nexo directo entre Achá Melgar y Valladares se produjo la llegada de ‘observadores internacionales’ (agentes anti-castristas) a Santa cruz durante el referéndum de enero 2009 y por lo visto entre esos ‘observadores’ estuvo también Belovai”, explica Wilson García Mérida.
Valladares, el terrorista de origen cubano arrestado en La Habana con Carlos Alberto Montaner en diciembre de 1960 mientras dirigían atentados en las tiendas y cines de la capital, por cuenta de la CIA, manejaba su organización subversiva desde el propio Empire Stae Building, de Nueva York, sin la menor interferencia del FBI. Poco después de los eventos de Santa Cruz, Valladares renunció a la presidencia de esa organización fachada conocida por sus campañas injerencistas contra Bolivia, Ecuador y Venezuela.
Entre octubre y noviembre del 2008, cuando ocurre la citada correspondencia, Rosza Flores “había comenzado a tomar distancia de sus padrinos separatistas de la oligarquía cruceña debido a que éstos se negaron a entregarle los ingentes recursos financieros que exigía para comprar armas de destrucción masiva como misiles y tanques”, y buscó entonces el contacto directo con la CIA y su apoyo financiero a través de Belovai y Valladares.
El objetivo del complot desarticulado el 16 de abril de 2009 en el Hotel Las Américas de Santa Cruz planeaba asesinar al presidente Evo Morales, a su vice Alvaro García Linera y al ministro de Gobierno, Juan Ramón Quintana.
Todos refugiados en Estados Unidos
Entre los cabecillas del Consejo Supremo que dirigió la conspiración para asesinar a Evo Morales se encontraba un influyente empresario de Santa Cruz, Branko Marinkovic, croata de origen.
Marinkovic se fugó de Bolivia al ser denunciado por la Fiscalía y encontró refugio en territorio de Estados Unidos.
Tras la desarticulación del comando, el gerente del Centro de Arbitraje y Conciliación de Santa Cruz, Alejandro Melgar Pereira, cómplice del complot, huyó de inmediato de Bolivia a Estados Unidos.
También se comprobó que Rosza Flores estuvo en contacto con UnoAmérica, organización fascista de América Latina encabezada por Alejandro Peña Esclusa, que luego apareció al lado de los golpistas hondureños.
Peña Esclusa tiene múltiples vínculos con la mafia cubanoamericana de Miami y dispone en esta ciudad de dos grupos antichavistas afiliados a su organización.
Peña Esclusa fue detenido el 5 de julio último por funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), tras un operativo realizado en su residencia de Caracas. Se le decomisó entonces un kilogramo de explosivo C4 y 100 detonadores.

Bolivia: Directiva de Retorno. Migrantes presos en España

Bolivia: Directiva de Retorno. Migrantes presos en España Antonio Peredo Leigue


Cientos de bolivianos, que no tienen papeles de permanencia legalizados, se encuentran en centros de internación, así llamados por el gobierno español –lo mismo que por otros gobiernos europeos en sus propios idiomas-. Que son cientos, lo dicen estos datos.

Anacleto Camperos Alegre (preso Nº 319) Darly Ferrufino Cordova (preso Nº 456) Roberto Carlos Rocha (preso Nº 429); es posible que muy pronto lleguen a miles.


Camperos, Ferrufino y Rocha, son bolivianos, están recluidos en ese centro y se les ha dado número de identificación. En aquel establecimiento hay un régimen carcelario con horarios estrictos y penas por el menor desorden. Relata, uno de ellos, que cierto compañero de encierro fue enviado a una celda solitaria por el ‘delito’ de haber tomado un bocado más de comida. Es posible que, en una cárcel para delincuentes comunes, no se castigue con tanta saña; talvez fue así en los campos de concentración nazis, reeditados durante la reciente guerra en Yugoslavia.


¿Cuál es la acusación contra cada uno de ellos? Ya lo sabemos: la Directiva de Retorno, aprobada por el Parlamento Europeo y refrendada por cada uno de los países de la Unión, impuso este procedimiento coactivo para expulsar a los inmigrantes que llaman ilegales. Esa masa de latinoamericanos, africanos y asiáticos trabajo en las tareas más pesadas y peor pagadas para sustentar la prosperidad y el derroche de todos esos países. Sus gobiernos siempre pusieron trabas para no legalizar su estancia, con el evidente propósito de usarlos hasta cuando creyeran conveniente y, después, simplemente los expulsan.


Y los están devolviendo a sus países. Los gobiernos de Nuestra América no han tenido la capacidad de oponerse a esa ley, que es maldita para millones de mujeres y hombres que dejaron allí su juventud. La Unión Europea logró, de alguna manera, que nuestras embajadas y consulados ayuden a la consumación de esas expulsiones. No es posible que el o la cónsul de Bolivia, como ya lo ha hecho, les de salvoconductos a nuestros compatriotas para que sean devueltos. No es posible que, sin ningún reclamo, se permita que la policía española ingrese a las oficinas que, ciertamente, no tienen extraterritorialidad, pero merecen respeto por representar a otro país. No podemos seguir aceptando que, la razón pragmática de la UE tenga el respaldo de nuestros funcionarios en el extranjero.


Algo malo está pasando. Los criterios burocráticos no pueden estar por encima de los principios que sustenta la Constitución Política del Estado Plurinacional.