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America Latina

CONGRESO DE ESTADOS UNIDOS PATROCINA EVENTOS CONTRA PAÍSES DE LA ALBA

CONGRESO DE ESTADOS UNIDOS PATROCINA EVENTOS CONTRA PAÍSES DE LA ALBA

Por Eva Golinger

La nueva sala de conferencias del Centro de Visitas del Congreso de Estados Unidos en Washington será sede el próximo miércoles 17 de noviembre de un encuentro titulado “Peligro en los Andes: Amenazas a la democracia, los derechos humanos y la seguridad interamericana”.

 

Los temas principales que se discutirán en el seno del Congreso estadounidense evidencian una escalada en agresiones contra países como Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua todos miembros de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA)  e incluyen “debates” fundamentados en tres interrogatorios:

· ¿Están bajo peligro la democracia y los derechos humanos por el desarrollo del ‘Socialismo del Siglo XXI’ en Venezuela, Ecuador y Bolivia?

· ¿La ALBA de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua constituye una amenaza a los intereses estadounidenses y la seguridad interamericana?

· ¿La política de Estados Unidos hacia la región está equipada para responder a la erosión de la democracia y la influencia peligrosa de actores hostiles como Irán, grupos terroristas y narcotraficantes?

El evento está patrocinado por el Congreso de Estados Unidos y contará con la participación de los jefes de las comisiones de relaciones exteriores, incluyendo a Elliot Engel, demócrata de Nueva York y actual jefe del Sub-Comité de Relaciones Exteriores para el Hemisferio Occidental; Connie Mack, republicano de Florida y próximo jefe del Sub-Comité de Relaciones Exteriores para el Hemisferio Occidental; Ileana Ros-Lehtinen, republicana de Florida y próxima jefa del Comité de Relaciones Exteriores; y Ron Klein, demócrata de Florida y miembro del Sub-Comité de Relaciones Exteriores paa el Hemisferio Occidental.

La presencia de democrátas tanto como republicanos en este evento contra los países de la ALBA evidencia que la política agresiva de Washington hacia América Latina es una política bipartidista, y una política de Estado del imperio estadounidense.

Junto a estos congresistas, estarán participando figuras de la extrema derecha latinoamericana como “expertos” para disertar sobre lo que ellos consideran una “amenaza” a su poder e influencia regional. Por Venezuela estará Guillermo Zuloaga, criminal fugitivo de la justicia venezolano y golpista; por Bolivia participarán miembros de los grupos separatistas y terroristas de Santa Cruz, como Luis Nuñez, presidente del comité cívico de Santa Cruz y Javier El-Hage, representante de la nefasta Fundación de Derechos Humanos, capítulo Bolivia. La Fundación de Derechos Humanos es una organización creada por el venezolano Thor Halvorrsen (hijo) que se dedica a atacar al gobierno de Hugo Chávez y que ha solicitado la intervención militar de Estados Unidos en Venezuela.

También participarán en este evento el Presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Alejandro Aguirre; el antiguo director de la USAID para América Latina, José Cárdenas; el ex Czar Anti-Droga de Estados Unidos, John Walters; Joel Hirst del poderoso Consejo de Relaciones Exteriores, un gobierno de “sombra” en Washington; Otto Reich, antiguo embajador de Estados Unidos en Venezuela (quien liberó al terrorista Orlando Bosch de la carcel venezolana) y que también fue Asistente Secretario de Estado para América Latina durante el golpe de Estado en Venezuela en 2002; y Roger Noriega, también ex Asistente Secretario de Estado para América Latina del gobierno de Bush y antiguo embajador de Estados Unidos ante la OEA.

Todos estos personajes tienen una historia de agresión y hostilidad contra el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela y han promovido, apoyado y financiado golpes de Estado en Venezuela, Bolivia, Honduras y Ecuador durante la última década, y permanentemente atentan contra la paz y estabilidad de Cuba.

Habrán representantes de Ecuador, como el abogado derechista Edgar Teran, y el congresista Enrique Herreria, y otros representantes de institutos (think-tanks) de la derecha estadounidense.

Anfitriones adicionales de este evento terrorista incluyen a la organización venezolana en Miami FUDAPREFC (www.fundaprefc.org), creada por la golpista Yuri López Pérez, que se dedica a defender a los comisarios de la policía metropolitana condenados por homicidio múltiple durante el golpe de Estado de abril 2002: Lázaro Forero, Iván Simonovis y Henry Vivas.

También lo patrocina el Instituto Interamericana para la Democracia, fundado por el argentino Guillermo Lousteau Heguy en Miami y que cuenta con miembros en su directiva como los terroristas cubanos Carlos Alberto Montaner y Armando Valladares. Este Instituto realizó un evento titulado “Desayuno con Lucio Guitiérrez” el 23 de septiembre de 2010, curiosamente una semana antes de la intentona de golpe contra el Presidente Rafael Correa en Ecuador que fue liderada por Guitiérrez.

Otros anfitriones incluyen a la Fundación Heritage, American Enterprise Institute (AEI), Centro para una Política de Seguridad y el Instituto Hudson, cuatro “think tanks” de la extrema derecha estadounidense que se han dedicado a agredir a Venezuela durante los últimos años, publicando “informes” sobre las “amenazas” del gobierno de Hugo Chávez y canalizando fondos multimillonarios a sectores desestabilizadores de la oposición venezolana.

Finalmente, participa el Foro Americas (Americas Forum), organización fundada por Otto Reich y Roger Noriega, entre otros miembros de la extrema derecha latinoamericana en Estados Unidos, para formular estrategies de agresión contra los países de la ALBA.

Este evento evidencia que luego de las elecciones legislativas en Estados Unidos el pasado 2 de noviembre, durante las cuales la derecha estadounidense logró una mayoría contundente en el Congreso, la política de Washington hacia América Latina será mucho más agresiva y peligrosa durante los próximos meses.


 

Los revolucionarios guatemaltecos llevan más de medio siglo buscando transformar con justicia a su país

Los revolucionarios guatemaltecos llevan más de medio siglo buscando transformar con justicia a su país

Pedro Echeverría ( ARGENPRESS.info)

1. Me escriben como respuesta a mi artículo “Guerrilleros” los camaradas de la Alternativa Nueva Nación de Guatemala (ANN), miembro del Grupo de trabajo del Foro de San Paulo coincidiendo con el artículo, pero también reafirmando acerca de conocer las fuerzas de los enemigos a que se enfrenta el pueblo. Pero por otro lado he recibido una carta provocadora –en la que me insultan la madre- que repite los argumentos de la gran burguesía colombiana y del imperialismo en el sentido de que “las FARC son cabeza del narcotráfico en América Latina”. La realidad es que estos asquerosos argumentos no resisten ninguna polémica y denotan que son gente al servicio del capital o, de plano, de mucha ignorancia porque sólo repiten como loros lo que cada minuto dicen la TV y radio al servicio de los grandes empresarios. Pero además, ¿habrá habido algún movimiento radical de oposición que no sea calumniado?.

2. También me escribe mi admirado exguerrillero César Montes: “Aquí en Guatemala se habla de la posible candidatura de Sandra Torres de Colom. El mayor de los impedimentos o la vergüenza mayúscula, el pecado capital que a ella le atribuyen los medios es "fue guerrillera"; así, sin mas explicación, con solo acusarla ya esta dicho todo. No pretendí en ningún momento señalar que los actuales Presidentes Guerrilleros van que chutan al socialismo. Estamos tan atrasados en Guatemala que ni la imagen de Villa o Zapata se puede publicar por que tienen el baldón de haber sido guerrilleros. Estamos tan atrasados que ni la Adelita se puede cantar porque es canción guerrillera. En Guatemala, la candidatura de Rigoberta Menchú la llevo a un triste séptimo lugar por que se le "acuso" de guerrillera. No es aun el tiempo de la ofensiva socialista. Ni Lula ni Dilma ni creo que Mujica, ni mucho menos Daniel se plantearan cambios socialistas. Estamos aun lejos de eso. Pero en Guatemala estamos más atrás que eso”.

3. Guatemala, aunque comparado con el número de habitantes de México sus 14 millones sólo representen poco más de la séptima parte, es el país con mayor número de pobladores de la región Centroamérica. Es también mayor que Uruguay, Paraguay, Bolivia y Cuba. Sabiendo el gobierno yanqui de esa presencia, Guatemala es bien controlada y vigilada por la influencia revolucionaria que podría tener en la región. ¿Puede olvidarse aquel gobierno de Jacobo Arbenz derrocado por el imperialismo a mediados de los años 50 porque había manifestado un gran margen de independencia? No me cabe duda que el gobierno yanqui haya estado usando a los distintos gobiernos mexicanos para mantener a Guatemala vigilado y controlado. ¿Qué pasaría si en Guatemala –como Nicaragua, Honduras y El Salvador- surgieran poderosos movimientos independientes y antiimperialistas que buscaran unificar fuerzas con sus vecinos? Por eso sobre Guatemala los yanquis han impuesto una estrecha vigilancia.

4. Estoy convencido que Guatemala, frontera sur con México, será un país de grandes luchas en los próximos años. Es tan terrible la miseria y el abandono en que ha estado esa nación de 14 millones de habitantes, con más de un 80 de pobres y miserables, que en cualquier momento puede surgir un gran movimiento de liberación. Y parece que en Guatemala no hay condiciones para levantar grandes movimientos sociales en el campo –aunque sea- de la democracia burguesa. La poderosa clase empresarial es tan reaccionaria, derechista y atrasada que cualquier movimiento apenas progresista lo reprime con la peor violencia. Por el lado de la política, después de los gobiernos militares y terriblemente represivos de los años 80, las cosas no se han compuesto a pesar de los gobiernos “democráticos”. Los Gobiernos que van de 1996 a 2010, de Arzú, Portillo, Berger y Colom no han cambiado nada esencial en beneficio del pueblo.

5. Nombrado el Foro de San Paulo, es importante decir que es un foro de partidos y grupos de izquierda latinoamericanos, fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil en San Paulo en 1990. Fue constituido para reunir esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda, para debatir sobre el escenario internacional después de la caída del Muro de Berlín y las consecuencias del neoliberalismo en los países de Latinoamérica y el Caribe El Foro se ha reunido en más de 15 países de 1991 a 2010; a él asisten también partidos y movimientos sociales de izquierda de otras regiones del mundo (como Europa y Asia), los cuales sólo tienen voz pero no voto (aunque sí votan en las comisiones especiales). A[ ]Las FARC y el ELN son consideradas una agrupación terrorista en 33 países, entre ellos Colombia, la Unión Europea y Estados Unidos, pero no por los miembros del foro de Sao Paulo. (Muy parecido a los seminarios del PT mexicano)

6. La realidad es que el mundo ha estado lleno de guerrilleros desde que es mundo. No todos han sido heroicos guerrilleros que luchan con las armas arriesgando sus vidas; pero todos los izquierdistas radicales (aunque no se les conociera antes como tales) han hecho la guerra en serio –desde los campos, las fábricas, las calles, los periódicos- contra la explotación, la opresión y las mentiras capitalistas. Recuerdo que a principios de los sesenta en la noche y la madrugada había que salir -clandestinamente- a pintar consignas antigubernamentales en las paredes y, al mismo tiempo nos armábamos de gruesos plumones para pintar consignas y llamados contra la guerra, de apoyo a Cuba, contra el imperialismo, en los baños, paredes interiores y exteriores de edificios y que alguna vez la prensa derechista bautizó como “los guerrilleros del plumón”. Eran las “poderosas” armas de 15 jóvenes que buscábamos llamar la atención del pueblo.

7. Cincuenta años después –con un enorme desarrollo de los medios de información- aquellas pequeñas batallas parecen chiquilladas por su escasísima influencia; pero así como la guerra es la política imperialista por otros medios, la política de oposición radical es la guerra de los luchadores sociales por todos los medios: las huelgas, las manifestaciones, los plantones, los bloqueos son batallas pacíficas de los trabajadores en defensa de sus derechos; batallas que las clases gobernantes reprimen y violentan. ¿Cuántos años más esperaremos los guatemaltecos, mexicanos, latinoamericanos, para despertar y levantarnos contra la gran explotación, opresión y miseria? Es difícil saberlo porque en los asuntos de política y sociedad no puede haber verdades definitivas sino solamente tendencias. Esperemos que el capitalismo y el imperio yanqui se derrumben más pronto que tarde y podamos ver que la explotación y opresión salten en pedazos.

Venezuela y Cuba en revolución

Venezuela y Cuba en revolución
Manuel E. Yepe (ARGENPRESS.info)

La revolución bolivariana de Venezuela tiene características muy semejantes a la cubana y también evidentes diferencias. Son axiomáticas las disimilitudes entre los métodos de que se han valido para llegar al poder y también lo son aquellos de los que se vale la superpotencia hemisférica para combatir a uno y otro proceso.

Es fácil notar el origen común de las manipulaciones para satanizar en los medios cualquier medida propiciadora del bienestar popular o para el fortalecimiento de la economía nacional en uno y otro país. Por eso, las experiencias de la revolución cubana y las del gobierno estadounidense en su estrategia para combatirla, han servido tanto al gobierno bolivariano de Hugo Chávez como a la élite del poder estadounidense para la conformar sus respectivas tácticas de confrontación.
En Cuba, los oligarcas que a la sombra del imperio compartían con éste la propiedad del país (el comercio, las tierras, los bancos, las industrias, los medios de información y los servicios públicos) hacían de su dependencia de Estados Unidos la garantía para sus privilegios. Incluso, al ser derrotados por la revolución popular, optaron por salir del país y exigir de sus “aliados” la restitución de su hegemonía y sus propiedades, desde Miami.
En la isla, la revolución llegó al poder a resultas de una lucha armada, pero las clases adineradas no aceptaron el ramo de olivo que les fuera ofrecido por los rebeldes triunfantes en aras de evitar desgarramientos innecesarios. La débil y dependiente oligarquía cubana se lanzó a un prematuro enfrentamiento contra el pueblo. O más bien, exigió de sus patrones del norte que así lo hiciera.
Las amenazas y agresiones del gobierno de Washington no se hicieron esperar. Cuba sufrió, entre otras atroces acciones, el secuestro de 14000 niños que fueron separados de sus padres y llevados por muchos años a EEUU en la denominada operación Peter Pan organizada por la CIA. Poco después vino la no menos repudiable invasión por Playa Girón, en la Bahía de Cochinos, para la que la CIA utilizó como carne de cañón a elementos afectos a la tiranía depuesta y ligados a la oligarquía destronada.
El hecho de que en Cuba la revolución llegara al poder por medio de una lucha armada respondiendo a la violencia de la dictadura que enfrentaba, le permitió imponer, en el período inmediato al triunfo popular, las leyes y medidas que traspasaron a manos de los cubanos las riendas efectivas de la sociedad que detentaban la oligarquía y los estadounidenses.
No ocurrió así en Venezuela, donde las circunstancias del ascenso al poder de la revolución bolivariana obligaron a ésta a ajustarse a reglas que parten de un orden sociopolítico regido por el mercado, diseñado para la conveniencia de las clases adineradas. Chávez debió enfrentar un gran número de procesos electorales en los que gracias a un enorme apoyo popular, ha salido airoso pese a los extraordinarios recursos financieros y publicitarios de que han dispuesto los elementos pro-oligárquicos.
Dada la portentosa riqueza de Venezuela en términos de recursos naturales, y la crudeza del sistema capitalista, se conformó allí un país de pobres con una de las más opulentas burguesías del planeta, lo que hizo de su sociedad una de las más inicuas del mundo. Venezuela pasó a ser la presa imperial más codiciada del continente, cuyo dominio le era garantizado por una oligarquía consentida y fiel bajo la mirada cuidadosa de unas fuerzas armadas que, como en los demás países del hemisferio, desempeñaba el papel de guardián de los intereses de la oligarquía, entrenados, adoctrinados, asesorados y dirigidas desde en Pentágono.
Pero fue precisamente en el seno de esas fuerzas armadas, cuya esencia estaba constituida por hijos e hijas de la mayoría de la población y no los de las clases pudientes, donde brotó el detonante para la pólvora revolucionaria, presente en las glorias bolivarianas y los aportes de muchos pensadores y combatientes patrióticos que, en Venezuela, dieron bríos a los ideales de independencia y justicia desde los tiempos del libertador.
Si Cuba fue el objetivo esencial contra el que Estados Unidos concentró infructuosamente sus esfuerzos contrarrevolucionarios en el continente durante medio siglo, en evitación de que su ejemplo se extendiera a otros países en la región que consideraba su traspatio, hoy es Venezuela el paradigma a detener por su papel en la lucha por la conquista de la independencia latinoamericana por medio del fortalecimiento de unidad y la solidaridad.
Pero el reciente golpe de estado en Honduras es prueba de que Estados Unidos, para imponer su dictadura universal, no limita sus ataques a los pilares más fuertes o estratégicos en las filas de los pueblos que reclaman su independencia sino que amenaza también a los eslabones más débiles, sin que le importe el costo político que de ello derive.
De ahí que ninguna nación de nuestra América pueda aspirar, confiando solamente en sus fuerzas propias, a la independencia verdadera que anhelan sus pueblos tras dos siglos de frustraciones. La unidad latinoamericana deviene necesidad sine qua non para todas. Venezuela y Cuba se esfuerzan por abrir el camino.

jueves 5 de agosto de 2010

AGENTE DE LA CORRUPCIÓN FORÁNEA

AGENTE DE LA CORRUPCIÓN FORÁNEA

Luis Agüero Wagner

Dijo Carlo Dossi que en todos los hombres está presente la corrupción: sólo es una cuestión de cantidades. En el caso del gobierno arzobispal del Paraguay, el mal se encuentra acentuado porque no sólo es un buen exponente de la corrupción autóctona, también de la foránea, que ha penetrado en el Paraguay a través de sus agentes con tanta eficacia como lo hizo el imperialismo.
En Brasil estalló hace un tiempo el escándalo con un consejero de Itaipú vinculado al director paraguayo del ente Gustavo Codas, que vino a demostrar el carácter transnacional de la corrupción.
João Vaccari Neto, consejero de Itaipú por el Brasil, fue piedra de un escándalo tras denuncias en su contra por desvíos de recursos de la Cooperativa Habitacional dos Bancarios de São Paulo para financiar campañas electorales del PT. La Bancoop está bajo investigación por fraudes y desvios de recursos para financiar campañas del PT.
Medios brasileños señalan que Vaccari fue puesto por “Lula” en la binacional, al igual que el propio Gustavo Codas, paraguayo que por 25 años trabajó para Lula y el PT, a quien presentan como su brazo político en Paraguay. Codas inclusive asistió a varios congresos representando al Brasil.
Los escándalos en la Cooperativo influyeron en la dilación para que se aprueben en el Congreso del Brasil los acuerdos entre Lugo y Lula, que permanecen como letra muerta.

VACARI NETTO

En tanto en Paraguay se busca validar en el Congreso Nacional al agente de la corrupción transnacional brasileña, como director paraguayo de Itaipú, sigue el escándalo en Brasil.
La sesión de la Comisión Parlamentaria de Inquérito (CPI) de la Cooperativa Habitacional dos Bancarios de São Paulo (Bancoop) en la Asamblea Legislativa de São Paulo fue marcada por la disputa política entre los deputados del PT y PSDB. Mientras PSDB no tiene apuro por conducir la CPI, el PT pretende acelerar las deposiciones para que el relatorio final sea antes del plazo de 120 días dado a la comisión, evitando el desgaste político durante a campaña electoral brasileña del presente.
Uno de los principales puntos de discordia entre los diputados fue el requerimiento , presentado por Siraque y por Antonio Mentor (PT), para oír al tesorero del PT y ex-presidente de la cooperativa, João Vaccari Neto, y al promotor de Justicia José Carlos Blat, que investiga el caso de corrupción. Los petistas querían oír a Vaccari y Blat lo mas rápido posible, para sortear el escándalo cuanto antes.
Finalmente esta semana, por 6 votos a 2, a CPI de la Bancoop aprobó la quiebra de sigilo bancario y fiscal de 7 empresas y 8 personas involucradas con la Cooperativa Habitacional de los Bancarios de São Paulo.

PERICIA PSIQUIÁTRICA AL AMIGO DE VACCARI NETO

Miembros de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos pidieron ayer al vicepresidente de la República, Federico Franco, que el director interino de Itaipú Binacional sea sometido a un psicoanálisis. Es a fin de determinar si su compromiso es con los del “verdeamarillo bandeirante (Brasil) o con la tricolor bandera de nuestra patria”.
La nota presentada por la citada organización refiere a publicaciones del Brasil que dan cuenta que Gustavo Codas Friedmann “sería el brazo político del presidente brasileño en la binacional” y vinculado con un supuesto conglomerado de delitos punibles con hechos llamativos y contrarios a los intereses del Paraguay.
Gustavo Codas también es recordado por haber planificado un asalto contra su propia madre, hecho recordado por fuentes legislativas paraguayas contrarias a su nominación.

DEFENDIDO POR QUIENES OCULTAN ROBO EN PALACIO

En tanto el escándalo crece en los medios, Gustavo Codas no encontró mejor abogado que Miguel López Perito, sospechado por negociados de sobrefacturación de tierras.
López Perito es un personaje que ha ganado notoriedad dentro del gobierno del cura Fernando Lugo por su tendencia a los constantes enfrentamientos, su involucramiento en graves hechos de corrupción, abusos de poder y su disipada vida con mujeres de pésima reputación.
Desde la era Lugo, López Perito logró colocar a los hermanos de su pareja, María Inés Caballero, en varias instituciones del Estado.
Pero no se trata de dos cuñados, sino de cinco en total. Pero no contento con estas designaciones, también ordenó el nombramiento de la hija de su novia, Tatiana Santacruz Caballero, en la Dirección de Protocolo del propio Palacio de Gobierno, bajo la dirección de Auda Roig.
Precisamente en la dependencia donde se ubicó la hijastra de López Perito han surgido graves denuncias.
Es que ni el Palacio de López respetan los seguidores del cura Fernando Lugo: fuentes judiciales señalaron a la prensa que los funcionarios de la sede gubernativa se encuentran involucrados en robos de de bienes del depósito, cuya pérdida totaliza alrededor de G. 200 millones.
También fueron detectados cobros indebidos de viáticos en el depósito y la dirección de Ceremonial del Estado de la Presidencia. La versión fue negada por el abogado mediático de Codas, Miguel López Perito, quien ya ubicó a varios de sus parientes políticos en dicha dependencia.

El escándalo de los viáticos, que trató de ocultarse a la prensa, motivó la renuncia de la funcionaria de Ceremonial, Gladys Roig de Parra, hermana de la directora de Ceremonial del Estado, Auda Roig de Reichardt. Ante la consulta de los periodistas, López Perito confirmó la renuncia de Gladys Roig, pero no aclaró el motivo.

Las denuncias por nepotismo y corrupción se han vuelto una constante en el gobierno del cura Fernando Lugo, quien prometía el "cambio" y la honestidad en el manejo del erario público.
A juzgar por las motivaciones para meter mano en la lata, no puede dudarse de cuanta razón tenía Emma Goldman cuando señalaba que la corrupción de la política no tiene nada que ver con la moral, o la laxitud de la moral, de diversas personalidades políticas, sino que causa es meramente material. LAW

¿Quién mató a Roque Dalton?

Hermann Bellinghausen

A 35 años de su asesinato, Roque Dalton (1935-1975) está más vivo de lo que jamás pensaron sus detractores literarios, y pervive también, intensamente, en términos políticos y de experiencia revolucionaria. Es uno de los muchos caídos en las esperanzadoras insurrecciones en los años 70 del siglo pasado que terminaron enlutando Centroamérica y el Cono Sur, y que, con excepción de Nicaragua, fueron derrotadas.

Lo particularmente doloroso en el caso de Dalton es que fue asesinado por sus propios compañeros de lucha en El Salvador. La noche del 10 de mayo de 1975, mientras dormía, recibió un tiro en la cabeza por decisión de tres de los cuatro miembros de la Comisión Militar del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP): Joaquín Villalobos, Alejandro Rivas Mira y Vladimir Rogel Umaña. Ellos mismos se encargaron de la ejecución.

Para entonces, Dalton llevaba un mes preso por los mandos del ERP, al cual pertenecía; lo acusaban de agente, primero de la CIA, y después castrista. El propio Fidel Castro reviró, y acusó de agentes de la CIA a Villalobos y a sus socios del tribunal guerrillero. Al parecer, el gran delito del poeta fue insistir en que antes de la insurrección era necesario crear un frente de masas, o sea, tener bases en la sociedad descontenta. Eso acabaron haciendo los guerrilleros que confluyeron en el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) después de la muerte de Dalton.

Joaquín Villalobos llegó a ser uno de los comandantes del FMLN, y tras los acuerdos de paz del Castillo de Chapultepec, que dieron fin a la guerra de El Salvador en 1992, regaló su arma al presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari; arma que a su vez había entregado a Villalobos el comandante Fidel Castro.

El gesto le ganó un boleto de primera clase a la Universidad de Oxford, donde sufrió una metamorfosis, como ha ironizado Roberto Bardini. Los estudios de posgrado hicieron de Villalobos especialista en problemas de seguridad y le permitieron asesorar al gobierno fascista de sus antiguos enemigos de ARENA, y más recientemente al presidente colombiano Álvaro Uribe.

Su deuda con Salinas era grande, y no dudó en trasladarse a México en enero de 1994 para sobrevolar la selva Lacandona junto con mandos del Ejército federal, para orientarlos en la ofensiva que preparaban contra el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, a raíz del levantamiento indígena de Chiapas.

El asesino de Roque Dalton vuelve a México en 2010 para hablar en Los Pinos ante el cuerpo diplomático y el gabinete del presidente Felipe Calderón, evaluar positivamente su guerra contra el crimen organizado y delatar los mitos que la intentan desprestigiar (La Jornada, 9/01/10). Coincide la visita con la nueva publicación (¡en Australia!) del libro más emblemático y polémico de su víctima, Historias y poemas de una lucha de clases (editorial Oceansur, Melbourne, 2010), que Dalton escribió hacia 1975, póstumamente conocido como Poemas clandestinos (1981).

Una franja de sus ideas y convicciones hoy resultan obsoletas pero fueron comunes en la izquierda latinoamericana de los años 60 y 70 del siglo XX, como el sovietismo devoto o el rechazo intransigente a la homosexualidad (aunque debe reconocerse que ya había asumido la igualdad de las mujeres, pues aprendió las primeras lecciones del feminismo sesentero, lo que en esa tradición de izquierda tenía su mérito).

Toda generación de poetas es en parte obsoleta. Para ilustrarlo con el caso mexicano e independientemente de los logros artísticos, esto aplica a los modernistas porfirianos, los estridentistas, los Contemporáneos, las revistas Taller e Hijo pródigo o el valemadrismo infrarrealista. Pero lo que va quedando es la poesía, donde la hay. Y las verdades que la alimentaron.

Revolucionario de corazón, miltante íntegro y comprometido hasta el final, en Historias y poemas, Roque Dalton se desdobla en cinco heterónimos, poetas de su invención: la joven activista Vilma Flores, el líder estudiantil Timoteo Lúe, el también narrador Juan Zapata, el ensayista literario Luis Luna y el de mayor edad, Jorge Cruz, asesor jurídico del movimiento obrero católico, especialista en Paulo Freire y presunto autor de una Oda solidaria a Camilo Torres; su alter ego Dalton transcribe la serie Poemas para salvar a Cristo, incluyendo el memorable Credo del Che.

Víctima de un error estalinista del hoy oxfordiano asesor bélico de gobiernos neoliberales y represivos, Dalton tiene asegurado su lugar como autor fundamental (y siempre incómodo) en las letras salvadoreñas y el conjunto de la literatura en lengua castellana. Tan sólo su libro más conocido, Las historias prohibidas de Pulgarcito (1974), en deuda con las misceláneas de Julio Cortázar, pertenece a la estirpe cuasi nerudiana de Guatemala: las líneas de su mano, de Luis Cardoza y Aragón, y Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano.

¿Quién dijo que la poesía no muerde?

Panamá: Se penaliza la protesta social con “prisión de seis meses a dos años”

Panamá: Se penaliza la protesta social con “prisión de seis meses a dos años” “No hay pena que a un hombre bueno le llegue a los tobillo.”
José Martí

“Artículo 9. Se adiciona al artículo 167-A al Código Penas, así: Artículo 167-A. Quien, abusando de su derecho a reunión o manifestación, mediante uso de violencia, impida u obstaculice el libre tránsito de vehículos por la vías públicas del país y cause daños a la propiedad pública o privada será sancionado con prisión de seis meses a dos años .” Ley No. 14 publicada en la Gaceta Oficial No. 26510-C el martes 13 de abril de 2010.

Cualquier excusa es “buena” para la mentalidad que anida en el autoritarismo. Quien actúa como maleante, matando y golpeando la esperanza de la gente, no encuentra espacio para el remordimiento. Lo que asoma en el panorama político hiede a rancio fascismo que, aunque reciclado para adaptarlo a estos tiempos “modernos”, no deja de ser oscuro y maloliente.

En Wikipedia se describe el fascismo así: “… es una ideología y un movimiento político que surgió en la Europa de entreguerras ( 1918 - 1939 ). El término proviene del italiano fascio (‘haz, fasces '), y éste a su vez del latín fasces (plural de fascis ). …su base intelectual plantea una sumisión de la razón a la voluntad y la acción, un nacionalismo fuertemente identitario con componentes victimistas que conduce a la violencia contra los que se definen como enemigos por un eficaz aparato de propaganda … …habitualmente la historiografía y la ciencia política sitúen al fascismo en la extrema derecha y le relacionen con la plutocracia …”

No todas las atrocidades, ni todas las barbaries han sido escritas por el fascismo. Su capacidad inventiva y regenerativa es inagotable. El fascismo tiene más de mil caras y multiplicidad de colores. La destructividad facha es como un poso sin fondo en donde todas las tendencias, gobiernos, instituciones y personas siempre pueden encontrar una receta; o un menú de actitudes autoritarias y dictatoriales, útil para cada época y cada momento.

El “libre tránsito de vehículos y la propiedad pública o privada” han sido consideradas como la octava maravilla del mundo, las divinas pomadas del sistema de mercado. Como es normal y natural en estos devaluados sistemas de democracias restringidas en que sufrimos, los poderes son los encargados de decretar, cuándo y quiénes han obstaculizado “libre tránsito de vehículos” y, cuándo y quiénes han dañado la “propiedad pública y privada”.

De eso se trata… de monopolio, de hegemonía y de control absoluto de los poderes del estado para dominar y mantener así, por los siglos de los siglos, la opresión y explotación de las mayorías nacionales… y desde lo más alto de la cúspide mediática poder gritar con orgullo: ¡Lucro, luego existo!

¿Derecho de “terceros”? ¿Cómo si los terceros solo andan en vehículos? ¿Dónde está o dónde queda el derecho de los panameños de a pie? ¿de los envenenados-asesinados con el dietilen glicol o de los panameños calcinados en el bus de la Cresta ?

El mismo día en que los periódicos anuncian que “El Presidente favorece el aumento de penas”, nos dejaban saber que, “Construirán hidroeléctrica por 35 millones de dólares. La planta se ubicará en San Bartolo, en la provincia de Veraguas.” . Mala noticia para las comunidades. Las amenazas y acoso se van concretando. Las ansias de lucro y ganancia no tienen límite. Es desplazamiento de comunidades y la grave afectación y destrucción de valiosos ecosistemas para la vida del campesinado y de la naturaleza avanza al compás de la marcha fúnebre que entona la actual administración.

No entendemos como la gente y la naturaleza, siendo primeros, carecen de todo derecho y toda justicia. Si son terceros, afectados por “el uso de la violencia” institucionalizada que diariamente reparte el sistema ¿dónde están sus derechos?

La necesaria y urgente reacción de las comunidades básicas organizadas entre los pueblos indígenas y campesinos, con el acompañamiento respetuoso de organizaciones, instituciones y personas comprometidas es un imperativo de vida o muerte. La siembra de minería a cielo abierto y de represas por todo el país presagian las cosechas de muerte en comunidades y ecosistemas de Panamá.

Héctor Endara Hill
hector@panamaprofundo.org

Entrevista a Rafael Álvaro Saravia: “Así matamos a Monseñor Romero”

Entrevista a Rafael Álvaro Saravia: “Así matamos a Monseñor Romero” Carlos Dada

El mayor D´Aubuisson fue parte de la conspiración para asesinar a monseñor Romero, aunque el tirador lo puso un hijo del ex presidente Molina, dice el capitán Álvaro Saravia. 30 años después, él y otros de los involucrados reconstruyen aquellos días de tráfico de armas, de cocaína y de secuestros. Caído en desgracia, Saravia ha sido repartidor de pizzas, vendedor de carros usados y lavador de narcodinero. Ahora arde en el infierno que ayudó a prender aquellos días cuando matar “comunistas” era un deporte.

El capitán Rafael Álvaro Saravia durante uno de las primeras entrevistas con El Faro. Foto: Edu Ponces.

Comienza a leer despacio, en voz alta: “Algunos años después de asesinar a monseñor Romero, el capitán Álvaro Rafael Saravia se quitó el rango militar, abandonó a su familia y se
 mudó a California”. En la mano sostiene varias páginas con la impresión de una nota periodística publicada hace cinco años. Se reacomoda los lentes -dos grandes vidrios sostenidos por un alambre-. Tiene las uñas rotas y sucias, y los ojos muy abiertos y agitados. Alertas. Vuelve a leer el primer párrafo. “Algunos años después de asesinar a monseñor Romero, el capitán Álvaro Rafael Saravia…” Hace una pausa y repite ese nombre, que no ha dicho en mucho tiempo: “El capitán Álvaro Rafael Saravia”.

Levanta la cabeza y me mira fijamente.

-Usted escribió esto, ¿verdad?

-Sí.

-Pues está mal.

-¿Por qué?

-Aquí dice “Algunos años después de asesinar a monseñor Romero”. Y yo no lo maté.

-¿Y quién lo mató?

-Un fulano.

-¿Un extranjero?

-No. Un indio, de los de nosotros. Por ahí anda ese.

-Usted no disparó, pero participó.

-30 años y me voy a morir perseguido por eso. Sí, claro que participé. Por eso estamos hablando.

Tiene las manos gastadas por la miseria y el trabajo del campo. Unas manos que nada tienen que ver con las de aquel piloto de la Fuerza Aérea convertido en lugarteniente del líder anticomunista salvadoreño Roberto d´Aubuisson, y después en repartidor de pizzas, lavador de dinero para la mafia colombiana y finalmente en vendedor de autos usados en California. Ahora ya no es nada de eso. Perdió un juicio al que no asistió, en el que fue encontrado culpable del asesinato de monseñor Romero.

-Cuénteme cómo fue.

-Se lo voy a contar todo, pero despacio. Esto es largo.

***
Ficha del capitán Álvaro Rafael Saravia en la página de los fugitivos más buscados del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos. Foto: El Faro.

En 1979, Saravia, un indisciplinado capitán de aviación, querido por todos sus compañeros pero demasiado inclinado por el alcohol y las reyertas, terminó convencido por el mayor Roberto d´Aubuisson de trabajar con él en la formación de un frente anticomunista. Lo convenció en las visitas que D´Aubuisson, un mayor del ejército experto en inteligencia contrainsurgente, hacía a los cuarteles de la Guardia Nacional para reclutar a los oficiales para su lucha.

El mayor D´Aubuisson fundó un par de años más tarde el partido Arena y se convirtió en el máximo líder de la derecha política salvadoreña. Fue también el presidente de la Asamblea Constituyente de 1985 y prominente miembro de la Liga Anticomunista Mundial.

El capitán Saravia aún recuerda cómo, sentados en la arena de una playa salvadoreña y con una botella de ron entre ambos, D´Aubuisson lo terminó incorporando a su movimiento. Se perdió 15 días con él, se fueron a Guatemala, y le pusieron sueldo, un carro y lo demás que necesitara para cumplir el encargo del mayor: “Me vas a llevar unas cosas a mí, particulares”.

D´Aubuisson murió en 1992 de cáncer en la lengua, tras haber llevado a su partido a la presidencia de El Salvador y poco después de la firma de los Acuerdos de Paz que pusieron fin a la guerra civil. Para entonces, el capitán Saravia ya vivía en Estados Unidos, se había librado de un juicio en El Salvador por el asesinato de monseñor Romero y de otro en Estados Unidos por lavado de dinero. Se mudó a Modesto, una pequeña ciudad en el centro de California, y ahí vendió carros usados hasta 2004.

En octubre de ese año comenzó a huir de sí mismo, cuando el Centro para la Justicia y la Rendición de Cuentas (CJA), una organización no gubernamental con sede en San Francisco, California, le metió un juicio civil que lo encontró culpable del asesinato de monseñor Romero y lo condenó a pagar 10 millones de dólares a los familiares. Saravia desapareció poco antes del juicio y ahora vive oculto. Ha vuelto a un país en el que se habla español.

De él me dijo alguna vez un viejo arenero con fama de duro: “Saravia estaba loco. Te veía con un dolor de muelas y te preguntaba qué te pasó. Le decías que un dentista te jodió y al siguiente día el dentista estaba muerto”.

El capitán Álvaro Rafael Saravia fue un activo miembro de un grupo señalado como responsable de asesinatos y torturas, un escuadrón de la muerte. “Un sicópata”, lo llama Ricardo Valdivieso, uno de los fundadores de Arena.

El Archivo Nacional de Seguridad de Estados Unidos consigna información de la embajada de ese país en San Salvador, notificando a Washington el secuestro y asesinato de Carlos Humberto Guerra Campos en 1985. Su familia pago el rescate, pero él nunca apareció. Según la embajada estadounidense, los secuestradores fueron el Capitán Álvaro Saravia y “Tito” Regalado, el hombre que posteriormente sería jefe de seguridad de la Asamblea cuando D’aubuisson asumió la presidencia del Órgano Legislativo.

Saravia vivió rodeado de secuestradores y asesinos, pero niega su participación en este u otro asesinato. “Yo no dirigí nunca una operación para ir a matar a nadie. Se lo digo francamente”. Se le olvida que estamos sentados aquí precisamente porque participó en el asesinato más trascendente de la historia de El Salvador.

No niega la participación de su jefe, el mayor Roberto d’Aubuisson, en operativos clandestinos para matar a seres humanos, pero alega que esto lo hacía mediante contactos en otros cuerpos de seguridad.

En su agenda, que le fue capturada en la finca San Luis pocos días después del asesinato de monseñor Romero, están consignadas varias listas de armas y el teléfono de un hombre llamado Andy. Andy del Caribe. Un traficante de armas estadounidense que traía desde su país, por tierra, camionetas llenas de armamento que disfrazaba bajo revistas Playboy que regalaba gustosamente a los agentes de aduanas en todas las fronteras. Esas armas, dice Saravia, eran para su uso personal y para armar a los miembros del Frente Amplio Nacional, el FAN, que lideraba D’Aubuisson antes de fundar ARENA.

De su rompimiento con el mayor al que servía hay dos versiones. Una es la suya, según la cual se cansó de esa vida agitada y no sentía ya la confianza de D’Aubuisson, por lo que partió a Estados Unidos. Otra es de Ricardo Valdivieso, fundador de Arena y ahora director del Instituto Roberto d’Aubuisson: un día, durante las largas temporadas que pasaban en Guatemala conspirando, les llamaron de una cantina en Izabal para decirles que el capitán Álvaro Rafael Saravia estaba peleándose con varios hombres. Cuando lo fueron a traer, Saravia golpeó también a D’Aubuisson, y ahí acabó la relación.

Del asesinato de monseñor Romero, Saravia alega que él no participó en la planificación, y pretende probarlo asegurando que el día del crimen él no llevaba más armas que las dos que portaba siempre. “Si usted mata es porque va a tener… anda con un machete aunque sea en la mano, un cuchillo, una gillette, un tenedor, cualquier cosa, lo que le vaya a meter, un lapicero, pero usted no me viene a mí a decir fijate que necesito un carro… “.

No hay órdenes de captura en contra del capitán Saravia, salvo en Estados Unidos, donde lo buscan para deportación. Pero no importa porque no está ahí. Hace algunos años habló con el periódico estadounidense The Miami Herald para adelantar que había pedido perdón a la Iglesia y que contaría todo en un libro. No dijo que donde vive ni siquiera hay papel y que el vecino más cercano que sabe leer y escribir vive a 20 minutos de su casa. A falta de libro, quiere contar todo en una entrevista.

Nos citamos la primera vez en un pequeño hotel, de un pequeño pueblo, al que llegó después de cinco horas en las que combinó la caminata a campo traviesa, el aventón en pick ups y dos buses. Yo lo recordaba como aquel hombre gordo, con relieves en la papada, el bigote y el cabello rubio que aparece en el cartel de “Se Busca” que publicó el Departamento de Migración y Aduanas de Estados Unidos en 2004, “por sospechas de violaciones de derechos humanos”. Esa foto, en la que el cuello y el torso se confunden adentro de una camisa hawaiana, adornó mi refrigerador durante más de un año, mientras lo buscaba en California. Así esperaba encontrar a uno de los asesinos de monseñor Romero. Gordo, bronceado y con una camisa hawaiana. Me topo en cambio con un anciano demacrado, flaco, con la piel marchita y lacerada; el rostro oculto detrás de una barba canosa y silvestre, y con un profundo olor a rancio. Qué pequeño se ve.

-¿Y por qué quiere hablar ahora?

-Por mis hijos. Es que hasta ellos me ven como Hitler.

Por primera vez desde que empezamos a conversar, Saravia agacha la cabeza. Aprieta la boca. Está solo en esta mesa en la que también estoy yo. Y soy yo quien rompe el silencio.

-¿Hace cuánto no habla con ellos?

-¡Uffff! ¡Ufff! ¡10 años! Me recuerdo de ellos todos los días. Aunque hasta miedo tengo de hablarles yo.

Durante las siguientes jornadas el capitán Saravia confesará también otros motivos para hablar: de todos los involucrados, es el único juzgado y el único que vive escondido. Amado Garay, el chofer, también vive oculto, pero en condición de testigo protegido de Estados Unidos. Pero es preciso subrayar algo: la primera condición para vivir escondido es estar vivo. Otras cinco personas involucradas en este crimen, o en su ocultamiento, no pudieron esconderse. Una murió decapitada, otra se suicidó, otra desapareció, a otra la mataron en un retén en la carretera. Otra terminó en pedacitos. En Guatemala. Eso dicen. Pero de esta última no hay nombre ni certificado de defunción.

Es cierto, Saravia es el único que vive escondido. Ha intentado, en reiteradas ocasiones, comunicarse con algunos de sus antiguos compañeros de lucha, pero nadie le ha respondido. “30 años han pasado y sigue la misma mierda. Ya no tengo nada que ocultar. ¿Para qué? Ya más hecho mierda de lo que estoy, cómo voy a estar. ¡Nada! A mí se me hace que hay una conspiración de que no quieren saber quién putas mató a Romero”.

Él mismo ha sido parte de esa conspiración, pero ahora está solo. Su único amigo es un hombre que tiene un viejo pick up y una pequeña propiedad rural. Ahí hay una cabañita de madera, parecida a la del Unabomber, compuesta por cuatro paredes con una ventana que protegen un piso de tierra y nada más. Ahí vivió Saravia más de un año, hasta que se metieron los ladrones y le robaron un cincho y una camiseta y un machete, que era lo único que tenía.

La segunda vez que nos vemos, en el mismo hotel, baja de su cuarto 15 minutos después de la hora convenida. Viene pálido.

-¿Qué le pasa, capitán?

-Acabo de verme en el espejo. Tenía cinco meses de no verme en un espejo.

***

Carlos Dada, director de El Faro, durante una de las entrevista con el capitán Álvaro Rafael Saravia, acusado de participar en el asesinato de Monseñor Romero. Foto: Edu Ponces.

Ahora comienza a hablar. Me deja sacar una grabadora y dice: “Dele, Carlitos, que esto se va a poner bueno”. Quiere mencionar nombres. Solo hace una solicitud: “Que los capturen. ¡Que les peguen una apretada de huevos como hacían antes, a ver si no cantan!”

El juicio en su contra se basó principalmente en dos elementos: uno, el testimonio de Amado Garay, el chofer que condujo al asesino hasta la iglesia en la que monseñor Romero daba misa el 24 de marzo de 1980; y dos, la agenda que el ejército le capturó en marzo de ese mismo año, en la que se consignaba un operativo llamado Operación Piña cuyas características coinciden con las del asesinato. “No he visto esa agenda desde que me la quitaron”, admite Saravia. “Yo no podía andar en la cabeza todas mis cosas, así que las anotaba en una agendita, era natural que las anotara. Ahí estaba la Operación Piña, que la habíamos llevado desde hace tiempo, que recogíamos unas granadas en la frontera con Guatemala”.

Le enseño una fotocopia de su agenda y el capitán recibe un golpe del pasado. La observa detenidamente. La Operación Piña incluye un tirador. Extraño porque no se necesita un tirador para ir a recoger granadas a la frontera. “Sí, eso es cierto”, admite. Sigue observando esa paginita, con el título Operación Piña y, de pronto, el capitán Álvaro Rafael Saravia tiene una epifanía. “Esa no es mi letra. Esa es la letra de Roberto”.

La letra, efectivamente, es distinta a la que aparece en las demás páginas de la agenda. ¿Por qué habría consignado Roberto d’Aubuisson la Operación Piña en la agenda de su lugarteniente? Saravia no lo sabe, pero hay alguien que sí.

En 1980 el coronel Adolfo Arnoldo Majano era miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno y uno de los últimos militares que aún creían en una salida negociada al conflicto. Fue él quien ordenó la captura de D´Aubuisson y sus seguidores en la finca San Luis, de Santa Tecla, y quien primero tuvo acceso a la agenda Saravia y a su contenido.

“La Operación Piña coincide con los datos de lo que pasó”, dice Majano, “pero no estaba en la agenda de Saravia. Eso es un papel capturado a D´Aubuisson. El oficial del Estado Mayor que me ayudó a sacar las fotocopias lo juntó con las páginas de la agenda para que no se perdiera”.

La Operación Piña aparece escrita en un papel en blanco, sin impresiones de la agenda, y con un sello al borde de la página que corresponde a Mariscos Tazumal, una empresa pesquera fundada por D´Aubuisson y Fernando “El Negro” Sagrera.

Fue D´Aubuisson, y no Saravia, el autor de esa lista que, de acuerdo con la Comisión de la Verdad y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, corresponde al homicidio de monseñor Romero. Esta es la lista:

Operación Piña

1. Starlight

1. 257 Robert*s

4. Automáticos

Granadas

______________

1. Motorista

1. Tirador

4. Seguridad

El Starlight es una mira telescópica para rifles de precisión, necesarios para una operación de este tipo. De la calle al altar de la Iglesia de la Divina Providencia hay unos 35 metros, y el tirador necesitaba una mira telescópica.

El 257 Roberts es un rifle calibre 25 fabricado por la casa Remington, muy utilizado para tiro de precisión con mira telescópica. Es dudoso que haya sido el rifle con el que fue asesinado monseñor Romero. La autopsia revela que recibió un proyectil calibre 22 en el corazón. Pero el tirador no salió del equipo de D´Aubuisson, sino del otro conspirador: Mario Molina, hijo del ex presidente Arturo Armando Molina. Mario Molina aportó el asesino, el arma y el equipo de seguridad.

Los cuatro automáticos y granadas estaban en la lista como parte del armamento de los cuatro elementos de seguridad que acompañarían el operativo.

El motorista salió del equipo de D´Aubuisson, bajo la supervisión de Saravia. Amado Garay, un ex soldado oriundo de Quezaltepeque, condujo al asesino frente a la puerta de la iglesia y después lo llevó a un lugar seguro. Garay -hasta hoy el único de los participantes en la operación que había dado su testimonio- vive en Estados Unidos bajo el programa de protección de testigos.

El tirador es salvadoreño, ex guardia nacional y era miembro del equipo de seguridad de Mario Molina. El 24 de marzo, de un disparo certero, acabó con la vida del arzobispo de San Salvador.

Saravia solicita que los capturen. Hace una segunda solicitud al día siguiente. Me pide que lo lleve a la ciudad más cercana que tenga un Burger King. Cuando vivía en Modesto, California, cerraba la venta de autos y camino de su casa pasaba todos los días comprando una Whopper doble. Esta vez, aquí, me pide un favor especial:

-¿Me podría comprar dos?

-Tiene usted hambre, capitán.

-La otra es para mañana. Me la quiero llevar a la montaña.

-Pero de aquí a mañana se le va a podrir.

-Si yo todo lo que como está podrido, no se preocupe.

***


Saravia en su domicilio actual.

Para encontrar a Saravia hay que bajar al infierno. Hace varios kilómetros que se terminó el mundo y en este paraje solo habitan gentes con deseos de despedazarse a machetazos y emborracharse para engrosar el número de viudas o al menos mitigar el dolor de las gusaneras. La hombría, aquí, se mide por muertos. Allá va Danilo, que ya mató a tres; Tomás acaba de regresar, andaba huyendo porque mató a su hermano.

El paisaje parece copiado de un cuadro naturalista del siglo XIX. Bosques de pino apenas interrumpidos por pequeños páramos en los que se alzan aldeas, verdes y hermosas si no fuera porque han sido levantadas por la miseria y el garrote. Los niños deambulan desnudos y las mujeres a los 30 años parecen ancianas, sin dientes, con las manos curtidas y los pechos caídos de tanto amamantar criaturas.

Una niña de cinco años se acurruca para defecar en el monte. El microcosmos que se apoderó hace tiempo de su sistema digestivo desecha los alimentos en forma de una diarrea verde, apestosa. No ha terminado cuando ya algunas moscas comienzan a invadir la escena. Al acecho, un perro espera a que la niña termine para alimentarse de esa plasta verde. Esta es la cadena alimenticia de la miseria. Aquí no se desperdicia nada.

Solo las moscas tienen la nutrición adecuada. Enormes y ruidosas, se aparean para después desovar en la espalda de las vacas, de los perros, de los niños. A los pocos días, la picadita se va abultando y adquiere vida propia. Es un tórsalo que comienza a moverse solo en la espalda de la vaca, del perro, del niño. Y pica, pica, pica con desesperación hasta que duele de tanto rasparse la espalda. Son gusanos que solo salen a pedazos, exprimiéndolos como una espinilla gigante, morada.

En esta tierra de morenos curtidos por el sol y disminuidos por el hambre y el trabajo del campo, vive El Gringo, un hombre blanco curtido por el sol y disminuido por el hambre y el trabajo del campo. Cuando llegó aquí, hace tres años, pesaba 282 libras. Ahora pesa 165, come de lo que le regala una vecina y aprovecha las pocas monedas que gana cuando le sale trabajo para comprar alcohol trasegado que le permita recordar su nombre y olvidar de dónde viene y por qué está aquí. La única persona que le ha tendido la mano en este macondo recuerda cuando apareció por aquí: “Cuando vino ni siquiera sabía usar el machete”, dice, burlándose.

El Gringo vive en una pequeña casa de bahareque, con ventanas de madera sin vidrio y con apenas tres prendas de vestir colgadas de una pita que atraviesa el cuarto. Una colchoneta roída y sucia le sirve de cama. Vive aquí de prestado. La dueña de la vivienda barre, mientras le cuenta que alguien le quiere quemar la casa. “Le estuvieron tirando piedras pero ninguna cayó en la ventana, yo pensé que se la iban a destruir”, dice. Los atacantes son algunos de los 10 hijos que ella trajo al mundo y que amamantó y crio hasta cuando tuvieron edad suficiente para asesinar a su propio padre. “De los 10, cinco me salieron buenos”, cuenta. Una noche, hace tres meses, dos de los otros cinco se sentaron a beber en familia con su padre.

La conversa terminó en reyerta, hubo gritos y amenazas. “Lo salieron a perseguir y le pegaron con un palo. ¡Ay no!, les dije, ya me lo mataron. Pero no me hicieron caso. Ahí quedó el viejo. Muerto”. Ella misma los fue a denunciar a la policía, que los capturó días después pero que los dejó libres hace dos semanas. Han jurado volver para matar a su mamá.

“Tenga cuidado”, le dice la anciana al Gringo. “Una de mis hijas le va a quemar la casa para quitármela”. Esta mujer no sabe que El Gringo es salvadoreño. Ni que se llama Álvaro Rafael Saravia. Tampoco sabe que es piloto de aviones. Ella nunca ha visto un avión. Tampoco sabe que El Gringo participó en el asesinato de un arzobispo. Pegada a su falda camina su nieta, huérfana de padre, que tiene una hermosa sonrisa y una infección en un ojo.

30 años después de asesinar a monseñor Romero, el capitán Álvaro Rafael Saravia está en el infierno.

-Claro, es un castigo. Todo donde estaba metido yo era una podredumbre, todos andaban detrás del dinero como sea. Los medios no importaban, pero querían dinero. Enriquecerse.

-Usted también.

-Yo también. ¡Claro! Vaya a verme ahora. He aprendido a vivir con lo que tengo. He vivido con la gente que realmente sufre. Pero sufre una calamidad espantosa. ¡La peor desgracia del mundo! ¡La pobreza! ¿Cómo no iba a ser guerrillero el hombre si estaba viendo que sus hijos se estaban muriendo de hambre? Y cuando iban a cagar cagaban lombrices. Yo agarro mi fusil y me voy a la verga. No lo espero dos veces. Ni tres. Ni necesitan convencerme mucho.

-Hoy la está viviendo.

-La estoy viviendo. En carne propia. Si algún día yo pudiera hacer algo por esa gente lo hago. Aún tomar las armas.

-Cómo da vueltas la vida.

-Ha dado vuelta mi vida. Terriblemente. Y he sufrido a la par de esa gente: que no hay maíz. Vayan a cortar guineos pues. En veces hay maíz y no hay con qué. Entonces a la tortilla hay que echarle sal. Entonces se come con sal. Y en veces no hay. Yo tengo una familia enfrente. A veces me dejan unas cuatro tortillas. Y si eso es ser comunista… Es comunista. En aquel tiempo para todos los que estaban es comunista. Que lo saca, lo trompea de la casa y decirle hijueputa vos andás con la guerrilla. Cambia la vida. Esto no es vida.

***

Debajo de la cama de Álex “El Ñoño” Cáceres hay dos botellas de whisky y tres de champán. Las esconde cada vez que se va de viaje, pero sus inquilinos saben perfectamente dónde encontrarlas. En esta casa de la colonia San Benito, los hombres que conforman el equipo de seguridad de Roberto d´Aubuisson pasan algunas noches aprovechando que el propietario vive en Miami.

Fernando “el Negro” Sagrera y el capitán Saravia destapan una botella de whisky y comienzan su propia fiesta. Su jefe se ha ido a San Miguel todo el fin de semana, a la casa de unos amigos. Aún no ha vuelto.

Afuera, en el parqueo y la caseta de seguridad de la casa, hay al menos 12 hombres esperando instrucciones. Es domingo, un día tranquilo para la fiesta pero agitado para la política porque es el día en que el arzobispo de San Salvador, monseñor Óscar Arnulfo Romero, celebra misa en catedral y aprovecha la homilía para hablar sobre la situación del país. “Se hablaba de que la homilía de Romero, que era un hombre que estaba alebrestando a la gente… Eso era comidilla del día en todos lados, la homilía de Romero”, recordará después el capitán Saravia.

Este domingo, 23 de marzo de 1980, monseñor Romero ha dicho unas cosas tremendas. Le habló a los soldados, a los guardias nacionales, a los policías… a todos los cuerpos de seguridad, para decirles que no deben matar a sus hermanos campesinos. Les dijo que la ley de Dios prohÍbe matar y que esa ley prevalece sobre cualquier otra. Que no deben obedecer ninguna orden de matar a nadie. “En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, ¡les ordeno, en nombre de Dios: cese la represión!”.

Para el grupo al que pertenecen los dos que ahora beben whisky escocés, estas palabras solo pueden provenir de un comunista. Y el comunista es el enemigo. Es hora de matarlo. Pronto. Aún hay whisky para rato, cortesía de Álex Cáceres.

***

Esquela de la invitación a misa del primer aniversario de la muerte de Sara Meardi de Pinto. El servicio religioso lo oficiaría monseñor Óscar Arnulfo Romero. Foto: El Faro.

Temprano en la mañana del 24 de marzo de 1980, el capitán Eduardo Ávila Ávila entra a la casa de Álex “El Ñoño” Cáceres y despierta a Fernando Sagrera y al capitán Saravia. Lleva en la mano un ejemplar de La Prensa Gráfica, abierto en la página 20, como prueba de que hoy es un buen día para matar al arzobispo. Esa página repite varias veces los dos apellidos del capitán Ávila Ávila. El periódico anuncia una misa conmemorando el primer aniversario de la muerte de la señora Sara Meardi de Pinto. Su hijo, Jorge Pinto; sus nietos y las familias Kriete-Ávila, Quiñónez-Ávila, González-Ávila, Ávila-Meardi, Aguilar-Ávila y Ávila-Ávila, entre otras, invitan “a la santa misa que oficiará el Arzobispo de San Salvador, en la Iglesia del Hospital de la Divina Providencia, a las 18 horas de este día”.

El capitán Eduardo Ávila Ávila les informa el plan: en esa misa será asesinado monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez. Ya todo ha sido coordinado con Mario Molina y Roberto d´Aubuisson.

D’Aubuisson no está en esa casa. Se ha ido el fin de semana para San Miguel, a descansar a la casa de la familia García Prieto. Les dará las órdenes por teléfono. Ávila les notifica primero que ya tiene al tirador: un miembro del equipo de seguridad de Mario Molina; sólo necesita un vehículo. Eso les toca a ellos. “Mario Molina nos mandaba a pedir un carro… que había que contactar a Roberto (d´Aubuisson). El Negro Sagrera se puso a hacer unas llamadas y averiguó dónde se encontraba. Le hablamos por teléfono. El Negro Sagrera me dijo: ‘Quiere hablar contigo’ . Le dije ‘mire, mayor, ¿y de qué se trata esto? A mí me parece raro que nos vengan a pedir un carro’. Las palabras de él fueron: ‘¡Hacete cargo!’.

Bueno, está bien, mayor, lo vamos a hacer. Pah. ‘Sí, ahí te lo voy a llevar, ¿a qué horas nos podemos juntar para darte el carro, pues?’, le dije (a Ávila). ‘Mirá -me dijo-, si con seguridad nos vemos unos… pongámosle una hora antes de la muerte de Romero’”. A las 5 de la tarde, en el estacionamiento del hotel Camino Real.

***

Mario Ernesto Molina Contreras nació en cuna de oro. Así se refieren a él y su familia oficiales activos y retirados del ejército. Hijo del coronel Arturo Armando Molina, uno de los militares más poderosos en El Salvador del siglo XX y que presidió el país entre 1972 y 1977, Mario Molina creció con las comodidades con las que crece el hijo de un presidente militar salvadoreño del siglo XX: con seguridad, impunidad y dinero asegurado; con el sello de nobleza militar; con viajes al extranjero; con los beneficios de ser la parte más alta de la escala social de los uniformados.

Hijo del coronel Molina y hermano del general Jorge Molina Contreras, que fue ministro de Defensa del presidente Antonio Saca, Mario llevó una vida privada y apartada de la disciplina militar.

En la Casa Presidencial de su papá conoció a dos hombres con los que pocos años después coincidió en los movimientos ultraderechistas y que terminaron también involucrados en el asesinato de monseñor Romero: Roberto d´Aubuisson revisaba y ordenaba los archivos de inteligencia y Álvaro Rafael Saravia formaba parte del equipo de seguridad de avanzada del presidente Molina.

En esa Casa Presidencial, según Saravia, se reunió un grupo de guardias nacionales que posteriormente conformaron el equipo de seguridad privado de Mario Molina y de donde salió el hombre que terminó con la vida de monseñor Romero. “Eran miembros numerarios de la Guardia Nacional que le daba protección al presidente de la República. Ahí estaba gente civil. No andaban uniformados. Acompañaban al presidente en las giras. Entonces Mario Molina era el hijo menor de ellos. Ya le quedaron específicamente a él de seguridad porque ya los conocía”.

Molina, mencionado en el informe de la Comisión de la Verdad y en el de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ha logrado mantener un bajo perfil durante todos estos años, alejado de la vida pública.

Su hermano Jorge, el ex ministro de Defensa, ni siquiera está seguro de que el hombre mencionado en el informe de la Comisión de la Verdad sea su hermano: “¿No será otro Mario Molina? Hay muchos que se llaman así”. El general informa que su hermano Mario se encuentra fuera del país.

Pocos de los involucrados han dado alguna vez su versión de los hechos. El capitán Ávila Ávila se pegó un balazo pocos años después; el mayor D´Aubuisson murió de cáncer y Mario Molina nunca ha contado su historia. Ahora habla Saravia, el lugarteniente de Roberto d´Aubuisson, quien confiesa su participación en el crimen y el involucramiento de su jefe.

***

La casa del empresario Roberto Daglio es, como varias de las casas de seguridad, un centro de diversión para algunos de los hombres que rodean al mayor D´Aubuisson. Aquí se realizan entregas de drogas, por las noches llegan camionetas con prostitutas y corren el alcohol y la cocaína. La seguridad hecha fiesta para treintañeros casados, armados y en plena fiebre anticomunista.

El dueño casi nunca está. Roberto “Bobby” Daglio, un hombre de negocios y piloto aviador, pasa la mayor parte del tiempo en Miami, Florida. Abrir su casa a los grupos ultraderechistas es solo una de sus muchas maneras de apoyar la lucha anticomunista desde la distancia.

Según documentos desclasificados del Departamento de Estado de Estados Unidos, Daglio pasó los primeros años de la década de los 80s reuniéndose en Miami con otros empresarios ultraderechistas en un grupo denominado “Miami Six”, que financiaba operaciones ilegales del grupo de D´Aubuisson. Ese grupo se dedicaba al terrorismo: ordenaba asesinatos, secuestros y la colocación de artefactos explosivos, financiaba a los escuadrones de la muerte y tenía como objetivo destruir cualquier intento de reforma en El Salvador y acabar con todos los comunistas.

Los otros integrantes de este grupo eran, según los documentos del Departamento de Estado que datan de 1981, el propietario de El Diario de Hoy (al que identifica en algunos documentos como “Viera Altamirano”, en otros como “Enrique Viera Altamirano” y en otros más simplemente como Enrique Altamirano, quien aún es director de El Diario de Hoy, el periódico de la extrema derecha salvadoreña); Luis Escalante; Arturo Muyshondt (en el caso de Muyshondt, el embajador estadounidense en el país, Robert White, admitió en una entrevista con El Faro que se había equivocado de nombre. “Estoy seguro de que se refería a su hermano, Roberto Muyshondt”, dijo) y los hermanos Salaverría (Julio y Juan Ricardo).

En Miami, Daglio fundó con Enrique Altamirano la “Freedom Foundation”, o Fundación para la Libertad. Contrataron a la consultora Fraser para hacer lobby en Washington. Fraser se comprometió a cambiar la percepción estadounidense sobre El Salvador, influenciada por “periodistas amarillistas” que titulaban sus notas sobre El Salvador con “el asesinato de monjas estadounidenses y fotos de militares salvadoreños cometiendo excesos”, y no por el “significante esfuerzo del sector privado por responder a las legítimas aspiraciones y deseos del pueblo salvadoreño”.

El 24 de marzo de 1980, en la casa de Daglio, en San Salvador, Saravia coordina la entrega del automóvil desde el cual se disparará contra el arzobispo. Es un Volkswagen Passat, rojo, cuatro puertas, donado a D´Aubuisson meses atrás por Roberto Mathies Regalado, propietario de la agencia Volkswagen, como un apoyo a la lucha anticomunista. Nadie recuerda a nombre de quién estaba matriculado ese vehículo. Sarava también tiene que localizar a Amado Garay, su chofer, para que conduzca el carro.

“Tenía que localizar a Garay, tenía que localizar en qué carro iba a ir… Y desgraciadamente fue en ese carro rojo. O el carro que hubiera sido se hubiera sabido. No sabíamos la planificación. Íbamos a entregar un carro. Claro, sabíamos para qué se iba a ocupar el carro”, recuerda Saravia.

A las 4:30 de la tarde, en el estacionamiento de la casa de Daglio, Amado Garay espera paciente indicaciones de su jefe. Una empleada doméstica se asoma por una puerta de servicio para ofrecerle un pan y un refresco. Saravia y Sagrera están adentro de la casa.

Pocos minutos después, Saravia le ordena que conduzca el Passat hasta el estacionamiento del Hotel Camino Real. Pero antes de que Garay se suba al carro, entra a la casa un hombre fornido, bajo y con voz ronca. Es amigo de Sagrera, pero ha llegado a recoger un encargo. Este es, probablemente, el momento más estúpido en la vida de Gabriel Montenegro. El momento más equivocado, en el lugar más equivocado y con el vicio más equivocado. Una torpeza que va a lamentar el resto de su vida.

Aquí interviene, entonces, su amigo Fernando Sagrera. Le pide que los lleve a entregar el carro. Y se van, los tres, detrás de Garay, al estacionamiento del Camino Real.

No hay mucha vigilancia en el estacionamiento del Camino Real. Es un lugar movido, pero en el que a nadie le extraña ver a hombres armados en marzo de 1980. No hay restricciones de ingreso y está bien ubicado. A veces, algunos desconocidos pasan arrojando cadáveres a la entrada del hotel, pero los tiran afuera, en la calle. No entran.

Ambos carros se estacionan. Garay se queda en el Passat rojo y Montenegro en la Dodge Lancer blanca. El capitán Saravia y El Negro Sagrera se bajan a encontrarse con cinco hombres que ya están ahí, en una camioneta blanca. Un hombre alto, delgado, barbado, se sube en el asiento trasero del Passat rojo. Lleva un fusil.

-Lo metieron al carro y ahí les dije: ‘Bueno, sacate al motorista porque el motorista lo voy a llevar yo’. No, pero es que no tenemos, que tiene que manejar, porque el carro pidieron ustedes, no, que no sé qué. Entonces se metió el Negro Sagrera, como siempre, en esa mierda… ‘Mirá, hombre, dale, que no sé qué, que ya están en esto, que no puede fallar este asunto’. Por último, ¡otra vez vuelvo a meter las patas yo! Al ver que iba a fallar todo… ¡Andate, pues! Entonces viene Garay y se va. Se van para la iglesia.

-¿Y usted se queda ahí?

-No. Nosotros nos vamos a buscar la iglesia. Porque no conocía ni el Negro ni el Bibi ni yo dónde quedaba.

-¿Quiénes van a buscar la iglesia?

-Los tres que estábamos en el carro. Encontramos la iglesia después de un rato y nos parqueamos enfrente. No enfrente, aquí (a un costado de la entrada).

-Y no lo habían matado todavía.

-No. Ahí estábamos parqueados nosotros, no habíamos pasado ni cinco minutos cuando se oyó el disparo. Si es que esos fueron llegando y matándolo.

-¡O sea que usted estaba enfrente de la iglesia cuando lo mataron!

-Sí, estábamos nosotros. Ahí estaba el Negro Sagrera, Bibi Montenegro y yo en la parte de atrás del asiento del carro.

-¿Y veía?

-No, no, no. Solo la entrada se miraba. Y el carro estaba parqueado, ese Volkswagen. El carro salió para abajo y dobló a donde estábamos nosotros. De ahí se perdió y nosotros dijimos vámonos.

-¿Y por qué decidieron ir?

-Bueno, nosotros fuimos… hasta imbécil parece ser tal vez… Por saber, por curiosidad, por ir a ver. Ridículo, ¿verdad? Ridículo.

***

Se presenta como un fascista. Lleva una gorra que dice “KGB. We are still watching you”, jeans y una camisa de leñador. Porta un bigote blanco y tupido, cuyos extremos rozan la barbilla, en un estilo que los expertos llaman “camionero” o “trailero”. Gabriel Montenegro, un hombre que lleva casi 30 años viviendo en Norteamérica, acude a la entrevista sin saber exactamente de qué vamos a hablar. “No soy nazi, soy fascista, que es distinto”, dice, para abrir el encuentro. “Creo en las organizaciones de los gremios, y controladas desde arriba. Como en los tiempos de mi general Maximiliano Hernández, que no había mareros. A los ladrones la primera vez el primer dedo. La segunda vez el otro, y así hasta la mano. A los violadores los castraban y a los asesinos les aplicaban la ley fuga”.

Cuando le digo que sé dónde estuvo él el 24 de marzo de 1980, su primera reacción es negarlo. “Eso es falso”, dice. Después pide acogerse a “la Quinta Enmienda”, una provisión estadounidense que da derecho a guardar silencio para no autoincriminarse. Comienza a ver nerviosamente a su alrededor. Con una paranoia que se contagia. Yo también comienzo a ver alrededor, buscando entre las mesas de esta cafetería una mirada torva ocultándose detrás de un periódico o alguien hablando solo, con la boca torcida y un alambre discreto alrededor de su oreja.

No encuentro nada. Sigo la mirada de Montenegro, como quien busca algo en el cielo sólo porque la persona de al lado dirige su mirada hacia arriba. En una mesa contigua hay dos chicas que recién estrenan la mayoría de edad. Una lleva falda escocesa a cuadros y una camisa manga corta, blanca. La otra parece recién bañada, lleva jeans y una camiseta amarilla. Toman café y conversan como conversan todas las chicas de esa edad, con una seguridad adulta, madura para sostener el cigarillo y darle una bocanada, pero con la sonrisa naïf que devela que aún no han terminado de desarrollarse. Montenegro les fija el reojo. Las observa, intentando que ellas no vean que él las está viendo. A mí no me parecen agentes de nada, pero él sabe más que yo de estas cosas. Las colegialas se han convertido ya en sospechosas.

Montenegro enciende su tercer cigarro en 15 minutos, y yo comienzo a leerle el testimonio de Saravia. Da un trago a su botella de agua, observa con dureza a las agentes de la mesa contigua y fuma con intensidad. Le tiembla la quijada. Cuando termino, la sangre se le ha subido a la cabeza y parece que va a estallar en cualquier momento. “Llevo 30 años huyendo de ese día”, dice. En eso se parece al Capitán Saravia. “Ni siquiera mi familia sabe que yo estuve ahí. Pero no le voy a dar declaraciones”. Nos despedimos con su confesión sin narración. Al siguiente día, Bibi Montenegro llega al mismo café, pero dispuesto a contarme su 24 de marzo de 1980.

“Yo llegué a esa casa a recoger ciertas cosas que eran para mi consumo, ellos me pidieron un ride y yo se los di. Les dije hay que esperar a esta persona, me dijeron no te preocupés, aquí tenemos nosotros un poco, venite, danos el ride”.

Bibi Montenegro conduce su camioneta Dodge Lancer blanca hasta el estacionamiento del Camino Real. Anda armado con una Colt 45, y cargado con su medicina. A su lado, Fernando Sagrera. Ha traído un arma automática, una subametralladora Hechler & Koch MP 5. Atrás, un hombre del que Bibi Montenegro había escuchado muchas historias, pero al que mira por primera vez: Álvaro “el Chele” Saravia. Este lleva las dos pistolas que siempre carga: una en la cintura, 45 gold K, y otra en el tobillo, la 380. Cuando llegan al estacionamiento del hotel, Montenegro estaciona su camioneta muy cerca del Volkswagen Passat que conduce Amado Garay, y sus dos acompañantes se bajan a discutir con otros hombres.

Bibi se queda en el carro, inspeccionando su medicina. Alcanza a ver a un hombre alto y barbado, con un rifle, meterse al Passat, y cuando Saravia y Sagrera regresan, el Passat arranca y se va. Montenegro y sus acompañantes deciden ir también a la Divina Providencia.

-Yo creí que se iban a dar verga con algún militar o algún hijueputa que lo cuidaban. Yo andaba preocupado por mi asunto que fui a traer y nada más -dice Montenegro.

Partieron a la colonia Miramonte y se detuvieron dos veces en el camino para preguntar dónde quedaba la iglesia. Cuando la encontraron, se estacionaron a unos 50 metros de la entrada, sobre la calle.

-Me miraban a mí bastante nervioso y yo les decía: ¡Puta, miren, aquí nos puede agarrar la policía con estas cosas y va a ser un problema!

Saravia y Sagrera volvieron a bajarse del carro. No llegaron hasta la puerta de la iglesia. A casi una cuadra de distancia, esperaron apenas unos segundos hasta que se escuchó el disparo que mató a monseñor Romero. Uno solo. Un estruendo que algunos de los presentes en la misa recuerdan como un bombazo. Una explosión potente, sin silenciador. Un estallido que Gabriel “Bibi” Montenegro no alcanzó a escuchar. Él seguía adentro del carro, concentrado en su medicina.

Saravia y Sagrera se subieron y la Dodge Lancer blanca, con Gabriel Montenegro al timón, partió de regreso a la casa de Roberto Daglio. El conductor no recuerda la conversación en el carro. “Yo iba tan fuera de mí, porque yo había estado tomando mi medicina, que yo no iba poniéndole atención a eso. Yo iba poniéndole atención a que no hubiera un retén. Y yo todavía pregunté: ‘¿Qué pasó?’ ‘No, nada, dale. Andá a dejarnos’. ‘¿Y ahí va a estar la persona?’ ‘Sí, hombre, no te preocupés, quedate con lo que te dimos.’ ‘Ah, vaya, vergón pues’”.

Tres décadas y ocho operaciones de corazón después, Gabriel Montenegro enciende otro cigarillo. Suspira y los ojos se le humedecen. Le tiemblan la quijada y el bigote. Aprieta los dientes. El cigarro parece sostenido por una mano con Parkinson. Tiene cólera, dice, contra los que le cambiaron la vida ese día. “Si yo hubiera sabido a qué íbamos, quizás no hubiera pasado. Hubieran sido otros los dos muertos”. Otros dos, en un carro en el que iban tres. “Hubiera hecho lo imposible por evitarlo. Sin embargo, como me tuvieron a mi de pendejo ahí, a un pobre adicto dándole su droga. Pero ahora tengo 27 años de estar limpio, gracias a Dios y de los amigos que están allá arriba”.

Según él, hasta el siguiente día se enteró de dónde había estado la tarde anterior. Supo que había ido a matar a monseñor Romero y se alejó para siempre de aquel círculo de salvadores de la patria, de drogas y prostitutas.

Le pregunto si alguna vez le reclamó a D´Aubuisson y a su gente por el crimen. “Sí. Se los reclamé. Y me recordaron que todos los días aparecía gente en las calles. Después en las noticias salió de un carro blanco. Entonces yo le hablé a una amistad y le dije ‘¡Puta, mi carro es blanco, cabrón!’… ‘Deshacete de ese carro y te damos otro’, me dijo. Y ahí cambió mi vida, pues”.

***

Fernando Sagrera y Álvaro Rafael Saravia eran inseparables. Así los recuerda Marissa d’Aubuisson, hermana de Roberto y creadora de la Fundación Romero. “A todos lados iban juntos, siempre los veía con Roberto”, dice. Saravia en el asiento de adelante, junto al mayor. Sagrera en el de atrás.

Una vez, coincidió con su hermano en la casa de su mamá. Afuera, en una camioneta Cherokee, Saravia vigilaba. Marissa se acercó a hablar con él. “Le dije que si estaba blindada y me dijo que sí, pero que la mayor protección era la pintura. ¿Por qué?, le pregunté. ¿Es antibalas? No, me dijo. Pero tiene tantas capas de pintura que ya resiste todo. Un día es gris y al otro día negra”.

Otro día, su hermano insistió en llevarla a su casa. Ella se negó, porque no creyó muy conveniente para su seguridad personal que los vecinos se enteraran del parentesco con el mayor. Pero ante la insistencia de su hermano, se subió a la camioneta. “No se podían poner bien los pies, porque venía forrada de armas”, dice.

Estacionaron el carro a varias cuadras. Sagrera y Saravia se bajaron, y caminaron con ella hasta su casa. En esos días los dos estaban gordos. El Chele y el Negro. “Es que Roberto no podía dar un paso sin que anduvieran estos dos atrás. Para todos lados iban juntos”.

***

Fernando Sagrera siempre ha sido hombre de llegar temprano a casa. A las 7 u 8 de la noche. No sabe qué hacían sus amigos después de esa hora, pero él, dice, jamás se metió en nada. Por eso le extraña que tres personas distintas -Amado Garay; el capitán Saravia y Bibi Montenegro- lo involucren con los hechos. “Yo no tengo nada que ver”.

Le extraña más aún el hecho de que estas tres personas no tienen comunicación entre sí, y que dos de ellas coincidan en su versión “difamatoria” justo 30 años después. Le extraña tanto, dice, como cuando lo interrogaron de la Comisión de la Verdad por este mismo crimen, y él les aclaró que no había tenido nada que ver, y aún así lo mencionaron en su informe. O enterarse, justo ahora, de que también es señalado en el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Pero todas estas acusaciones son falsas. ¿Dónde estaba, entonces, Fernando Sagrera, el 24 de marzo de 1980? “No me acuerdo. Si para mí es un día común y corriente. ¿Cómo me voy a estar fijando qué pasó?”

De Saravia nunca fue amigo, “porque estaba loco. Ese es un alcohólico demente”. Fue, eso sí, amigo de Roberto d´Aubuisson. Muy amigo. “Ese es mi pecado. A Saravia solo lo veía cuando me daban ride a algún lado”.

Tampoco ha matado a nadie, ni participó en operaciones clandestinas. “Fui borracho y pendenciero, eso sí. Pendenciero de esos de darse verga. Pero nada más”.

Sagrera tiene un rostro que no debió haber parecido inocente ni siquiera cuando era un bebé. El ceño fruncido, dos bolsas oscuras debajo de los ojos y un bigote cano componen la fachada de un hombre que durante toda su vida fue conocido como rudo, malencarado y poco sofisticado. “Siempre fue rústico”, dice un amigo suyo.

En 1979, cuando abrieron la pista de carreras de El Jabalí, Fernando Sagrera se asoció con Elías Hasbún y juntos formaron un equipo de autoracing que competía con un Aston Martin propiedad del terrateniente Juan Wright. El carro era ligero, y para llevarlo a la meta de salida Sagrera lo halaba con una cuerda y se paseaba frente a los pits de los demás corredores, amedrentándolos con el Aston Martin a cuestas. A su equipo de carreras, los demás competidores lo bautizaron como los “Really Rotten”, los verdaderamente podridos.

Tiene el cuerpo marcado por las huellas de una quemada. Cuando Napoleón Duarte ganó la presidencia sobre el candidato de Arena, que era Roberto d´Aubuisson, en 1984, Sagrera intentó hacer una barbacoa de documentos de la campaña, y el fuego se le vino encima. Tuvieron que llevarlo a Estados Unidos, a un hospital militar, a curarlo, a pesar de que él no era estadounidense y de que ni siquiera tenía visa de ese país. Lo metieron por el sistema militar.

Mientras estaba postrado, recuperándose, lo vinieron a interrogar hombres que, cree él, eran de la CIA. “Más que todo andaban detrás de las armas que entraban aquí a El Salvador, (creían) que yo las traía y yo las financiaba”. Ante la presión de los interrogatorios, dice, se fugó del hospital. “Para salirme del hospital me hice chero de un gringo, me fui a las 9 de la mañana y él me tuvo en su casa. Y me obligaron a venirme clandestinamente”.

Sagrera fue, según el capitán Saravia, “la única baja que tuvimos durante toda la guerra”. Además de la quemadura, Sagrera recibió un balazo que él mismo se pegó, sentado en una camioneta.

Sobre el asesinato de monseñor, Sagrera no recuerda mucho. A pesar de que antes ya ha dicho que le extraña haber visto su nombre en el informe de la Comisión de la Verdad, ahora dice que ni siquiera sabía que su nombre aparece en el informe de la Comisión de la Verdad. Porque no lo ha visto. “¿A usted no le sucede que cuando usted no tiene en algo que ver, usted no ocupa la palabra ‘a mí me vale verga porque yo no tengo nada que ver en eso?’”

De Bibi Montenegro tampoco fue amigo. Le digo que yo sé que el 24 de marzo él iba en una Dodge Lancer blanca, rumbo a la iglesia de la Divina Providencia.

-Fíjese que no me cuadra. No me acuerdo, no tengo… no sé.

-Había una tercera persona en ese carro, un amigo suyo. ¿Lo recuerda?

-No.

-Bibi Montenegro.

-¿Este Montenegro de cuáles Montenegros?

-Bibi Montenegro, su amigo.

-Vaya le negaría que no… hoy ya me hizo clic, ¿veá? Sí lo conozco, pero no somos ni amigos ni nada. Yo lo he visto cinco veces en mi vida… tal vez, cuatro.

***

Fachada de dónde funcionaba el taller Voglione, en 1980. Entonces, ocupaba un local alquilado en la colonia La Rábida de San Salvador. Foto: Mauro Arias.

Elías Hasbún recuerda con mucho entusiasmo los días de los “Really Rotten” en El Jabalí. Él y Sagrera, corriendo juntos, y el tercer amigo en el apoyo: Gabriel “Bibi” Montenegro. “Siempre llegaba, como éramos muy amigos, llegaba con su esposa a todas las carreras. El Bibi era como el fan del equipo, después nos íbamos juntos todos”.

Hasbún, conocido como “Urly” en el mundo de los automóviles, todavía corre y todavía, también, mantiene un tallercito especializado en autos de carrera. En 1980 el taller Voglione ocupaba un local alquilado en la colonia La Rábida de San Salvador, a una cuadra de la embotelladora Canada Dry. Ahí varios talleres operaban en el mismo espacio, abierto. Hoy ese edificio es la ampliación de la fábrica de plásticos Mondini.

Ahí, asegura el capitán Saravia, llevaron el Passat rojo cuatro puertas desde el que fue asesinado monseñor Romero: “Se le dio la misión al Negro Sagrera, de decirle mirá que ese carro hijueputa que no… Que se bote, que se queme. Detrás de la Canada Dry hay una calle. En esa calle hay un taller. El Negro Sagrera dice que a ese se lo llevó. Que a esta persona de aquí se lo llevó para que lo destruyera”.

Hasbún dice que no recuerda quién llevó ese carro. “Sí me acuerdo que lo vi ahí, un Passat rojo. Nuevito. Un día llegó y después me enteré que estaba metido en lo de monseñor Romero, pero ya no pregunté más porque en esos días era peligroso andar averiguando. Me quedé calladito”. El carro, dice Hasbún, permaneció casi un mes en ese taller, hasta que un día desapareció y no supo nada más.

***

Retrato hablado del supuesto tirador que mató a monseñor Óscar Arnulfo Romero el 24 de marzo de 1980 y que es parte del archivo judicial del caso.

Dos o tres días después del asesinato de monseñor Romero, el grupo de D´Aubuisson sostiene una reunión en la casa de Eduardo Lemus O´byrne. Saravia conoce de esta reunión, porque él mismo, saliendo de ahí, fue a pagarle al hombre que disparó contra monseñor Romero. Fue a pagarle por sus servicios.

“Yo no conocía al tirador. Ese día lo vi yo en el carro, meterse al carro de barba. Y después le fui a entregar yo personalmente los mil colones que le entregó, que los pidió prestados D´Aubuisson a Eduardo Lemus O´byrne. En la casa de él estábamos nosotros cuando llegaron a decirle que… ¡A cobrar! Y Roberto d´Aubuisson jamás manejaba dinero. Le prestó mil colones a este para entregárselos.”

Eduardo Lemus O´byrne es un conocido empresario salvadoreño. Ha sido presidente de la Asociación Nacional de la Empresa Privada, propietario de granjas avícolas y un hombre muy conocido en los círculos empresariales centroamericanos.

Fue un acérrimo enemigo de la reforma agraria, desde los tiempos del coronel Molina, y se acercó, casi de manera natural, al grupo de D´Aubuisson. De Saravia y Sagrera dice: “Esos eran unos matarifes. Yo con ellos nunca tuve nada que ver. Yo defiendo principios, pero estos se habían vuelto guerreros y mafiosos”. Asegura que nunca, nunca le dio dinero a D´Aubuisson y que, si le hubiera pedido mil colones para dárselos al asesino de Romero, sin duda lo recordaría. “Y no, no recuerdo esa reunión. Esa reunión nunca pasó”.

Lemus O´byrne se separó de D´Aubuisson y los fundadores de Arena poco después. El 14 de septiembre de 1982, su cuñado, Julio Vega, piloto aviador, desapareció en una pista aérea en Guatemala. “Creo que lo eliminaron porque andaba traficando armas para el FAN”, dice Lemus. El FAN era el Frente Amplio Nacional, un movimiento paramilitar dirigido por D´Aubuisson que sentó las bases de Arena.

La viuda de Vega se casó poco después con D´Aubuisson, y Eduardo Lemus O´byrne aún no descarta que haya alguna relación entre el homicidio y la relación amorosa. Solo eso explica que, cuando uno de sus amigos comenzó a investigar el crimen, pronto fue amenazada su vida: “Lo trató de matar el grupo de D´Aubuisson, Sagrera y Saravia. Entonces yo le dije a Roberto: conmigo no estés jodiendo, que yo sí te voy a quebrar el culo”.

El capitán Saravia insiste en que el dinero lo puso Lemus O´byrne. “Dio los mil pesitos. Yo mismo se lo fui a entregar. Llegué donde él y le dije, mirá, dice Roberto d´Aubuisson que no quiere saber ni mierda de vos, que te arreglés con tu jefe”.

El dinero se lo fue a entregar al estacionamiento de un pequeño centro comercial en el oeste de San Salvador, llamado Balam Quitzé. Ahí lo esperaba el tirador, ya sin barba, acompañado de Walter “Musa” Álvarez, un extraño hombre que murió asesinado poco después.

“Dio el pisto. Dio los mil pesitos, se los fui a dejar yo y le dije lo siguiente. ¡De ahí yo jamás! De ahí lo empecé a ver a este, a cómo se llama, al, al… llegaba a las oficinas de Daglio, así pasaba. Y (Jorge) “el Chivo” Velado ya era un hombre de edad, andaba con él exhibiéndose. El tipo en la calle y él manejando. Y no sólo lo vi yo, pues. Y le ha de haber dicho a la gente “este fue el que lo mató”. Él sabe los movimientos correctos de él”.

Jorge Velado es ya un hombre mayor. Fue fundador de Arena y trabajó al lado de D´Aubuisson durante muchos años. Pero eso, dice Velado, nada tiene que ver con el asesinato de monseñor Romero. Solo después de varias semanas de intentos de hablar con él, Velado acepta hacerlo brevemente y por teléfono. “Yo no conocí a ese Saravia, y no me anduve paseando con nadie nunca. Yo de eso no tengo nada que decir”.

***

El capitán Álvaro Rafael Saravia posa debajo de un cuadro de la última cena. La fotografía fue una petición expresa de Saravia. Foto: Carlos Dada.

Marissa d´Aubuisson recuerda otra escena: pocos días después de la muerte de monseñor Romero, comenzaron a circular los rumores de que Roberto d´Aubuisson había ordenado el asesinato.

Su hermana mayor decidió averiguarlo y confrontó al hermano paramilitar. “Roberto, dicen por ahí que vos tuviste algo que ver con la muerte de Romero”. El mayor D´Aubuisson respondió: “Mirá, mejor callate si no sabés, porque al que mató a ese hijueputa le van a hacer un monumento”.

El asesinato, y los rumores del involucramiento de D´Aubuisson en los escuadrones de la muerte, ayudaron a consolidar su liderazgo entre las filas de la extrema derecha salvadoreña, y lo convirtieron en ícono de la lucha anticomunista.

Algunos años después de participar en el asesinato de monseñor Romero, el mayor Roberto d´Aubuisson se convirtió en candidato presidencial, presidente de la Asamblea Constituyente de 1985 y figura mítica, padre y guía de la derecha salvadoreña. El partido que fundó, Arena, gobernó El Salvador durante 20 años, hasta que en marzo de 2009 fue derrotado en las urnas por la ex guerrilla, el FMLN.

Saravia, trastornado por el giro que ha dado su vida y su contacto directo con la pobreza y la marginalidad, ha cambiado ya también su manera de ver el mundo. Ahora quisiera fusilar al mismo hombre al que él le entregó mil colones. “¡Que lo fusilen!… Porque no hay pena de muerte en El Salvador, pero merece la muerte. Quisiera creerlo así y quisiera confrontarlo. Porque él sabe. Y si está vivo, ¿qué mejor que agarrarlo?”

Sobre la participación de Roberto d´Aubuisson: “Me dijo: ‘Hacete cargo’. Hacete cargo de entregar el carro, pues. ¿verdad? Ahora, que a la larga, ¿sabe qué pensé yo? Esa fue una orden de matar, pues. ¿Verdad? Yo lo pensé. Yo lo pensé. Yo no sé ciertamente si D´Aubuisson se metió en ese asunto y el pendejo fui yo, que en todo estoy yo, sabiendo lo que sé y lo que le estoy contando quiero saberlo también, y si no me cago en la madre de D´Aubuisson yo. ¿Ah? Por lo menos tengo más…”.

El padre Jesús Delgado, biógrafo de monseñor Romero y quien desde hace años promete que algún día, en un libro, revelará quiénes ordenaron el asesinato del arzobispos, asegura que el mayor Roberto d’Aubuisson fue solo una pieza operativa, no el autor intelectual del asesinato. “A Duarte se le hizo muy fácil descargar toda la responsabilidad en una sola persona. D’Aubuisson sí participó, pero no lo ordenó”, dice.
Con el capitán Saravia pactamos un nuevo encuentro en una cafetería de pueblo. Cuando él llegó, me encontró sentado a una mesa justo debajo de un cuadro que representaba la última cena. Se detuvo a verla.

-¿Por qué se vino a sentar aquí?

-Era la única mesa que quedaba libre, capitán.

-¿Ya vio? Se vino a sentar debajo de la última cena. Eso tiene que ser una señal.

Me dijo que quería una foto bajo la última cena, y se la tomé con un celular. Abusé y le pedí que posara frente al cartel de Se Busca en el que aparecía su foto, y aceptó. Ya en esas, le dije que la próxima vez vendría con un fotógrafo, y aceptó también.

La última vez que nos reunimos, recién había terminado una labor agrícola que le dejó unos cuantos reales machete en mano. Lo encontramos rasurado, con el cabello recién cortado y unas gafas nuevas. “Ahora sí, tómenme las fotos que quieran”.

Aprovecho para ponerle la grabación de la última misa de monseñor Romero. El capitán frunce el ceño, y escucha atento. Monseñor dice sus últimas palabras: “Que este cuerpo inmolado y esta sangre sacrificada por los hombres nos alimente también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo. Unámonos pues, íntimamente en fe y esperanza, a este momento de oración por doña Sarita y por nosotros”.

Se escucha una explosión y el capitán Saravia se estremece. Da un pequeño brinco en la silla. Una corriente eléctrica recorre su cuerpo y se detiene en sus ojos, que ahora sí se abren completamente detrás de sus gafas nuevas y se humedecen. Me mira fijamente sin decir nada por un par de segundos. Respira profundamente.

-¿Ese es el disparo?

-Sí, capitán. Ese es el disparo

El trasfondo de la reelección de Insulza en la OEA

Álvaro Ramis (ALAI)

Cuando José Miguel Insulza fue electo como secretario general de la OEA en mayo de 2005 se destacó que era la primera vez que alguien accedía a ese cargo sin la venia de los Estados Unidos. Esta percepción debería relativizarse, puesto que Washington deseaba aparecer más alejado de ese organismo. La elección de un hombre como Insulza representaba una buena oportunidad para reformar a la OEA en sus aspectos políticos y administrativos y a la vez demostrar que Estados Unidos no gobernaba a América Latina.


Luego de un tormentoso proceso de elección, que incluyó múltiples tensiones y vueltas cruzadas en la votación, Insulza asumió en 25 de mayo de 2005 como secretario general de la OEA con el compromiso de "fortalecer la relevancia de la Organización e incrementar su capacidad de acción". Tras estas palabras se reflejaba la verdadera promesa que asumió Insulza ante los norteamericanos y que facilitó que el canciller mexicano Luís Ernesto Derbez finalmente retirara su candidatura. Recordemos que ese hecho aconteció en abril de 2005 en Santiago de Chile, en el marco de la III Conferencia Ministerial de la “Comunidad de Democracias”(1), y tras una intervención directa de Condoleezza Rice. Derbez e Insulza, habían empatado a 17 votos, lo que condenaba a la OEA a una parálisis política sin visos de solución. La movida chilena consistió en ofrecer a Rice un compromiso fundamental para sus intereses: impulsar una modificación a la Carta Democrática firmada en Lima el 11 de septiembre del 2001. Esta reforma contemplaría tres aspectos:
1. Dotar al secretario general de la OEA de facultades para elaborar un “Informe anual sobre el estado de la democracia” en la región. Se trataría de un reporte que se redactaría desde “diversas fuentes”, no sólo de la opinión de los gobiernos y buscaría “prevenir alteraciones al orden democrático”.
2. Se dotaría a la OEA de mecanismos para intervenir en un país frente a “amenazas a la democracia originadas en los propios gobiernos”. De acuerdo al análisis de los Estados Unidos la actual Carta Democrática establece sanciones cuando los ataques a la institucionalidad democrática provienen desde fuera de los gobiernos, como ocurre, con los golpes militares contra los poderes civiles. Sin embrago no lo hace en casos en que los gobiernos mismos supriman la libertad de prensa, ataquen a los partidos opositores, no respeten la independencia de los demás poderes públicos o violen la Constitución que juraron respetar al asumir el poder. Hoy la OEA no puede intervenir en un país si el gobierno legítimo no le autoriza. Con esta reforma esta intervención sería posible.
3. En tercer lugar, una vez que la OEA haya documentado una vulneración interna al orden democrático por acción directa del propio gobierno se podría declarar que un gobernante legítimo en su origen ha devenido en ilegítimo en su ejercicio del poder. De acuerdo con esta sentencia la Asamblea general de la OEA estaría facultada para expulsarle o suspenderle de la organización, con el voto afirmativo de los dos tercios de los estados miembros.
Esta reforma no aparece desde la nada. Es un instrumento de ataque directo a los gobiernos progresistas y de izquierda a los que se ha acusado justamente de estos cargos:
- Limitar la libertad de prensa por establecer normas de responsabilidad social a los medios de comunicación corporativos, y en determinadas ocasiones aplicar sanciones a concesionarios de frecuencias televisivas que han vulnerado sus compromisos.
- Atacar a los partidos opositores cuando han debido aplicar la ley ante intentos golpistas o sediciosos.
- Violar la independencia de los demás poderes públicos cuando han logrado superar deliberados intentos de obstruccionismo judicial y parlamentario a decisiones legítimas de sus administraciones.


- Y finalmente violar las constituciones por haber iniciado procesos constituyentes que han culminado en nuevas cartas fundamentales, mucho más democráticas y en la perspectiva de garantizar un Estado Social de Derecho en sus países.
La amenaza contenida en esta reforma no sólo recaería en los gobiernos del ALBA. En realidad es una intimidación a todos los países que traten de iniciar procesos de reforma constitucional o elaboración de nuevas constituciones, que se consideren amenazantes para de derecha del continente. Por ejemplo, el intento de reforma constitucional que encabezó Zelaya antes de ser derrocado podría haber sido objeto de sanciones bajo esta nueva formulación de la carta democrática de la OEA.
Se trata de un mecanismo que operaría desde el derecho internacional que buscaría fijar un modelo minimalista de democracia, bajo criterios exclusivamente representativos y que resguarde la hegemonía del derecho a propiedad por sobre los derechos sociales económicos y culturales de la ciudadanía.
Durante su gestión Insulza no ha contado con el apoyo político de los países de la región para cumplir esta promesa. Y la verdad es que tampoco ha hecho de este punto un elemento central en sus discursos. De allí la furia con que le ha atacado esta semana el Washington Post, medio que expresa la postura del partido republicano. El Post no ha ahorrado calificativos contra la gestión de Insulza, calificándola de disfuncional: "Insulza ha servido descaradamente a los líderes de izquierda de la región, lo que con frecuencia significó ignorar la Carta Democrática" de la OEA por lo cual llamó a los congresistas norteamericanos a congelar los pagos y subsidios a la OEA si la institución mantenía el rumbo que le había asignado Insulza.
La derecha tampoco le puede perdonar fácilmente que en San Pedro Sula, el 3 de junio de 2009 la entonces canciller de Honduras Patricia Rodas pudiera declarar a nombre de la asamblea de la OEA: "Se resuelve que la resolución VI adoptada el 31 de enero de 1962 en la Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, mediante la cual se excluyó al Gobierno de Cuba de su participación en el Sistema Interamericano, queda sin efecto en la Organización de los Estados Americanos".
Para el Secretario General de la OEA tras estos ataques se ubican "los mismos que estaban detrás de la campaña fuerte que se realizó a favor de Roberto Micheletti en Honduras". A su juicio, su gestión se habría ubicado a una justa distancia de los extremos políticos y que por ello ninguno de los polos logra aceptarle. La verdad es que la OEA no logró restaurar la democracia en Honduras luego del golpe de estado y ha corrido rauda a recibir al nuevo gobierno de Porfirio Lobo, por lo que tampoco será fácil para Insulza defender su gestión ante los gobiernos democráticos y progresistas del continente.
Por su parte, el presidente electo Sebastián Piñera le ha expresado personalmente su apoyo luego de ciertas declaraciones ambiguas deslizadas en las últimas semanas: "Quiero informar que he tomado la decisión de que el futuro gobierno que asume nuestro país el 11 de marzo va apoyar con mucha decisión la reelección de José Miguel Insulza como secretario general de la OEA''. No se podía esperar otra cosa ya que una derrota de Insulza también sería una derrota de la diplomacia chilena. Sin apoyo de su propio país la candidatura de Insulza caería, lo que sería criticado a Piñera como un gesto de pequeñez política contra su oposición. Por este motivo el nuevo gobierno estaba obligado a apoyarle públicamente. Lo que no está claro es hasta que punto Piñera estará dispuesto a llegar en respaldo, ya que en 2005 Insulza necesitó que Ricardo Lagos saliera personalmente a buscar los votos que le faltaban. Eso no ocurrirá en esta ocasión. Lo que resultará clave en el nivel de apoyo que brinde Piñera es el grado de compromiso que manifieste Insulza con la reforma a la carta democrática, ya que ese es uno de los pocos puntos referentes a Relaciones Exteriores que aparecen explícitos en el programa de Piñera.
Mientras tanto, la administración Obama observa sin pronunciarse. Es probable que esperen al surgimiento de otras candidaturas para expresar su opinión. Las voces de la derecha más radical de continente ya han lanzado sus propias campañas para impulsar candidatos alternativas desde Centroamérica o el Caribe. El cubano-americano Luís Alberto Montaner, una de las voces más tradicionales de la ultraderecha de Miami se pregunta en una columna reciente: “¿Quién pudiera reemplazar a José Miguel Insulza al frente de la OEA? Tal vez es el momento de pensar en un excanciller o expresidente centroamericano, o en una figura prominente del Caribe, pero quien sea debe tener la entereza de responder a los principios consignados en los documentos fundacionales del organismo y en la Carta Democrática, aunque ello signifique el enfrentamiento con Chávez y con sus satélites”.
Está claro, el punto central que se disputará este año en la OEA radica en esta reforma. Si se llega a aprobar, los Estados Unidos contarán con un nuevo tipo de arma, esta vez de carácter jurídico-político, para intervenir en la región. Esta es la pieza que les falta, ya que sabemos que las bases militares y navales están colocadas en perfecta ubicación.
1) La llamada “Comunidad de democracias” es en la actualidad una de las coaliciones internacionales más cuestionadas por los criterios que utiliza a la hora de cursar las invitaciones a sus conferencias. Por ejemplo, desde la conferencia de Bamako en 2007, Venezuela ha sido excluida y Rusia rebajada a observadora, mientras Irak y Afganistán, a pesar de ser naciones ocupadas por Estados Unidos, han sido incorporadas con plenos derechos. La mayoría de los países de la Unión Europea cuestionan la falta de transparencia y los criterios excesivamente politizados de esta organización.
Álvaro Ramis es Presidente de la Asociación Chilena de Organismos No Gubernamentales ACCIÓN A.G.