Raul Pellegrin: Reivindicando las ideas revolucionarias
por Enrique Villanueva M. (Chile)
En nuestro país los principios revolucionarios que por siglos movilizaron a la izquierda se confunden hoy con el amargo olvido de los héroes oficialmente ignorados por la transición. El pragmatismo, u oportunismo, de la política actual no acepta que estas mujeres y hombres, héroes del pueblo, sean al fin reconocidos, igual que los combatientes antifascistas de toda Europa, países en los cuales con orgullo se reivindica la lucha en contra del fascismo incluyendo el atentado fallido ejecutado por soldados patriotas en contra de Hitler.
Aunque suene duro es así, nuestros luchadores anti dictatoriales, quienes en los años setenta y ochenta levantaron las banderas dignas de la rebelión, son los grandes traicionados por una democracia cautelada que ha impuesto la impunidad. Sin embargo la memoria del pinochetismo es reivindicada en la Constitución y en el sistema económico que nos impusieron con la refundación del país en 1973, los cómplices y los violadores de los derechos humanos, mientras los dignos militares que se opusieron al golpe cívico militar y los luchadores que murieron combatiendo, ellos son desprestigiados u olvidados.
En este contexto son válidas las ideas que orientaron la lucha antidictatorial, en los años en que solo la consecuencia y la lealtad con el compromiso adquirido, permitieron construir, en nuestro caso, una organización que de buena manera aportó a la liberación de Chile. Por eso no es posible aceptar que con la liviandad propia de la prepotencia de quienes no vivieron esa época, o lo hicieron desde posiciones más cómodas, se intente desconocer este aporte, algunos criticando u otros instalándose en historias que no les son propias, adulterando el relato para justificar sus volteretas políticas o para alimentar sus egos.
Como ya se ha dicho antes, la refundación del país en 1973 incluyó la eliminación física de sus opositores, pero sobre todo, la extirpación de las ideas revolucionarias, un objetivo que hoy comparten la aristocracia concertacionista y la derecha, inspiradora esta ultima de la masacre dictatorial que se cometió en nuestro país. A esto obedece que hablar de revolución en el 2015 sea entendida como “algo del pasado“ ideologizado y además “escandaloso”, presentando el ideario revolucionario como un dogma destructivo.
Claro está que a esta brutalidad aportan quienes con un disfraz de izquierda, falsean las ideas de cambio social u ocultan la concepción clasista de la sociedad actual, presentando todo pensamiento distinto a la visión omnicomprensiva del capitalismo actual, como un “dogma”, o como una doctrina que supuestamente le cierra el paso al conocimiento y al análisis de nuevas realidades. El recuerdo y el ejemplo de las generaciones de chilenos y chilenas, que generosamente entregaron sus vidas por una sociedad mas justa no merecen este atropello, porque su enorme entrega y su capacidad de llevar a la practica sus ideas y de manera consecuente, es un ejemplo para las nuevas generaciones y luchadores sociales.
Es en la práctica concreta que el presidente Allende asentó el ejemplo combativo que siguieron Miguel Enríquez, Bautista van Schouwen, Raúl Pellegrin, Waldemar Araya, José Valenzuela, Mauricio Arenas entre miles de chilenos y chilenas, los que valientemente se opusieron al terror y al terrorismo de estado. Ellos fueron los que con su ejemplo señalaron que el pensamiento abstracto y filosófico no tiene valor sin un vínculo con la práctica, enfrentándose a los sucesos históricos que en ese entonces estaban presentes, como lo es siempre, de manera contradictoria en la vida.
Que falta les hace a los nuevos y viejos políticos, obnubilados con las luces del sistema actual, comprender que la política se alimenta de la historia, de las permanentes contradicciones y del interés social. Que a pesar de las transformaciones tecnológicas en curso, en nuestra sociedad contemporánea, lo mas importante sigue siendo el ciudadano (a) y sus intereses, son ellos los que al final de cuentas legitiman las instituciones políticas y a los mandatarios elegidos, en relación con sus aspiraciones, urgencias y necesidades.
En este contexto es que necesitamos recordar a nuestros héroes, cultores y practicantes de esa política distinta, entre ellos a Raúl Pellegrin el jefe histórico del FPMR, asesinado el 30 de Octubre de 1988 junto a Cecilia Magni, perpetuando su ejemplo de consecuencia y de perseverancia, que fue lo que le llevo a cumplir una tarea que finalmente le costó la vida. Analizados los hechos sin ubicarlos en el contexto en que se vivieron, su acción puede entenderse como equivocada, pero para nosotros que compartimos con él ese momento histórico concreto, lo que hizo fue ubicarse al frente de su organización y de nuestra decisión política, actuando como lo aprendió durante su formación como militar revolucionario en Cuba y Nicaragua, señalando con su ejemplo, que en Chile habían otras opciones, aparte de las negociaciones espurias que ya se venían dando a espaldas del pueblo.
El convencimiento de José Miguel, fue el mismo que motivó toda la historia y el aporte que hizo el FPMR, de no arriar nunca las banderas de la reserva moral de la cual fuimos parte. De no pactar, con la facilidad que hoy se hace, con los enemigos de la democracia, de no claudicar con los sectores políticos que hoy representan y se expresan en los dueños de nuestros recursos básicos y nuestra soberanía.
Por eso es que recordar a Raúl y a todos nuestros héroes y heroínas es un deber moral, con sus errores y virtudes, porque el, otros y otras con su actitud, sumaron un eslabón mas a la herencia moral y combativa de nuestra izquierda. Una historia que intencionalmente pretende ser olvidada, desligándose del gran objetivo de quienes nos decimos ser de izquierda, que es la lucha permanente en contra de los mismos que hoy consagran la mayor explotación de las personas en los últimos siglos y la mayor destrucción de nuestra capacidad como país.
No claudicar y ser consecuentes significa retomar estos ejemplos heroicos, asumiendo los principios del pensamiento revolucionario como ideas que no aspiran a revelar “verdades eternas”, sino a orientar y alentar la liberación social a partir de los intereses de los explotados. Por estos ideales los revolucionarios consecuentes siempre estarán dispuestos a “tomar el cielo por asalto”, para defender los sueños y aspiraciones de las masas trabajadoras y explotadas, con la imaginación y el espíritu solidario y asociativo que potencialmente vive en la conciencia humana y que hoy se opaca con el individualismo neoliberal.
Y eso fue lo que hizo Raúl, se puso al frente de una acción cuyo objetivo era enviar un mensaje al nuevo gobierno post dictadura, con el convencimiento de que nos correspondía transformar la organización, el FPMR, en un firme bastión político para exigir entre otros, ni el perdón ni el olvido en las violaciones a los DDHH y crímenes de lesa humanidad cometidos. Esa decisión, que pocos conocieron, quedo inconclusa porque se interpuso la visión sectaria de quienes presentaron y presentan el rodriguismo como un “dogma”, ejecutando acciones que al final destruyeron al FPMR, incluyendo la persecución y el asesinato aberrante de sus dirigentes, como es el caso de Ivan Figueroa, Comandante Gregorio.
Estos hechos no se pueden borrar como tampoco las circunstancias de la muerte, en rigor el asesinato cobarde, de Raúl Pellegrin traicionado por uno de los hombres de su confianza. Son hechos que nos recuerdan que las aspiraciones por la libertad y la democracia despiertan siempre y en toda época, el odio de quienes tienen el poder y que las organizaciones políticas que aspiran a liderar el cambio social, requieren armarse de ideas sólidas, de un ideario revolucionario que impida que la corrupción y las deformaciones sectarias e intolerantes las destruyan desde adentro.
Hay que aprender a reconocer los errores para sacar las debidas enseñanzas de ellos, aislando esas acciones y practicas desviadas que intentan validarse con la etiqueta de revolucionarias, cuando en realidad no son mas que expresiones de diversas formas de oportunismo. En este sentido la arrogancia de algunos pseudo lideres han hecho aparecer, al FPMR, una obra señera, como un dogma, encerrando toda la experiencia vivida en un aparato militar, cerrando el paso a la comprensión de un esfuerzo político desplegado en distintos ámbitos de nuestra sociedad y también en el ámbito internacional: en el arte militar pero también en la cultura, en su despliegue en los sindicatos, en las poblaciones, con los estudiantes y los trabajadores en general, con un trabajo internacional que construyó representaciones del FPMR en más de treinta países.
Recordar a Raúl Pellegrin entonces, encierra todo esto, sobre todo valorar y validar en su ejemplo las ideas revolucionarias, lo que va mas allá del rodriguismo, oponiéndonos a la tergiversación y a los actos que han nublado la obra de gigantes como Salvador Allende, Miguel Enríquez, intentando presentarlos como generadores de dogmas y doctrinas inviolables y de acatamiento irreversible. Por el contrario, ellos con pasión, valentía y talento indicaron y encontraron las vías y caminos de la redención humana, por eso sus ideas siguen vigentes, para ayudar a la emancipación de nuestro pueblo convirtiéndose en guías indiscutibles del pensamiento revolucionario del siglo XXI.
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