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Hugo Chávez. El que abrió la cancha

Hugo Chávez. El que abrió la cancha

Por Juan Francisco Coloane 

Los procesos políticos en cualquier nación de América Latina han estado históricamente distorsionados por la intervención extranjera. Es así que uno de los grandes logros de Hugo Chávez como presidente de Venezuela fue haber abierto la cancha en la región del predominio casi absoluto de Estados Unidos. El concepto de que “Chávez abrió la cancha” es del sociólogo y político argentino Eduardo Bustelo Grafigna.

Pocas veces en el contexto de la región, la preocupación de Estados Unidos había estado más centrada en el fenómeno de la revolución bolivariana que encabezó Hugo Chávez. Para Estados Unidos representó el epítome del llamado peligro populista que antecede a la insurgencia. Según el SSI (Strategic Studies Institute. Pentágono), Venezuela es central en el control estratégico de América del Sur y el sur del Caribe. Desde su última reelección, el punto rojo en el mapa insurreccional del Pentágono se puso más reluciente aún y comenzó a titilar como si fuera una alerta roja permanente.

Más allá del petróleo, su ubicación geográfica privilegiada la convierte en enclave estratégico. También es conocida la trayectoria europea para tener influencia en ésta zona. El cruce de intereses europeos se observó nítidamente en las editoriales y columnas de opinión del diario El País de España que estuvo en la vanguardia mediática para contener la llamada influencia chavista en la región.

Consolida su ideario por la revolución bolivariana, cuando vence en la elección presidencial de 2006, con un 63.8 %, contra un 36.9 % del opositor Manuel Rosales. Aún así, los medios de oposición descalificaron la aplastante victoria a que se habrían distribuido listas de personas que perderían sus privilegios si no votaban por Chávez.

Sin embargo, pasó más que eso. Venezuela comienza a crecer económicamente con una tasa bordeando el 10%. El país es reconocido internacionalmente no sólo por su riqueza petrolera, sino por su capacidad de negociar y establecer proyectos de integración.

Hubo costos también. En función de la actividad económica, Venezuela optó por destinar una parte importante de su copiosa liquidez al capital financiero, a la inversión externa y a estimular el consumo suntuario desactivando en parte la manufactura local. Esta política generó desequilibrios que derivaron en disminución de empleos y un mayor gasto social para amortiguar. En todo caso fue la ruta elegida por la mayor parte de las economías que acumulaban volúmenes importantes de liquidez y que por las tendencias del mercado mundial no podían transformarse bruscamente en economías manufactureras. Después vino la crisis de 2008, que también Venezuela la sufrió aunque pudo absorberla por su petróleo.

El país no obstante estuvo siempre en la mira de la seguridad estratégica de Estados Unidos en el hemisferio occidental. Desde la batalla contra España (1898), para obtener la posesión de Cuba, Estados Unidos ha querido echar mano de Venezuela. Juan Vicente Gómez, comandante general del Ejército permanece en el poder 25 años (1908-1933) es el que coloca a Venezuela finalmente en una posición de dependencia de Estados Unidos.

Aunque nunca ocupada territorialmente por Estados Unidos, como República Dominicana en distintos períodos, o Cuba 1898-1908), Venezuela a partir de la explotación petrolera, comienza a ser invadida en todos los sectores de su economía y tejido social. Recibe una gran cantidad de inmigrantes de Europa, Estados Unidos y América Latina que se integran a la industria petrolera y ramas subsidiarias. Venezuela crece y se hace más cosmopolita convirtiéndose en uno de los países más complejos de la región.

Sobre Hugo Chávez se dijo de todo. Que fue un factor de desestabilización en la región fue lo más suave. Que tenía conexiones con el terrorismo internacional ha sido la más grave, como fueron los argumentos de los políticos de la derecha chilena contra la candidatura de Venezuela para ocupar una posición en el Consejo de Seguridad de la ONU

Internamente los detractores lo acusaron de haber polarizado el país. Teodoro Petkoff, miembro de la ultra izquierda de los años 60, era un furibundo anti Chávez como muchos otros miembros de la ultra izquierda venezolana. Con todo, la “vía de Chávez” nunca fue la “vía de Cuba”. Alberto Garrido un analista político venezolano la descartaba: “Chávez es un pragmático. Si ve que lo de Cuba no funciona para Venezuela, el no lo aplica. No tiene nada que ver con que admire a Fidel Castro”.

El gran legado de Hugo Chávez es como reformador político. Su mayor aporte es haber quebrado el sistema de los dos partidos que marginaba a gran parte de la población y aceleró el proceso de empobrecimiento. En este sentido abre el verdadero proceso democrático quizás como en ningún otro país de la región. Las afirmaciones del encargado regional de la agencia estadounidense Human Rights Watch, José Vivanco, en cuanto a que Venezuela no es democracia se desacreditan por el propio proceso democrático bolivariano abierto y discursivo. Vivanco, un abogado chileno, se resiste a reconocerlo por un subjetivismo propio de un anti reformista (o anticomunista), que distorsiona su racionalidad y no tolera una contestación al modelo existente.

Los partidarios señalarán que su mayor contribución fue hacer sentir a la gente más excluida que participaba en las decisiones. Claramente, la mayoría que apoya a Chávez piensan “que es su gobierno”. A pesar de que algunos analistas digan que Chávez polarizó, es claro que el fenómeno se debe más a la frigidez política de la social democracia convencional y la derecha para solucionar problemas políticos y sociales que ellos mismos fabricaron vía corrupción e incapacidad de generar mayor equidad y participación política efectiva, no de papel.

Hugo Chávez desordenó y reordenó “la cancha” de la política internacional en la región como nadie lo había hecho desde la década de 1960. En gravitación quizás solo comparable a Fidel Castro y su equipo con su revolución. Partidario o no de sus políticas, el que analiza debe reconocer esa nueva realidad que dejó Chávez.

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