La insoportable insostenibilidad del sistema alimentario global
Revista INTEGRAL. Septiembre 2011.
Por Gustavo Duch
per al Jordi, la Vicky i el Lluís
Érase que se era un planeta sometido a las estrictas leyes de la naturaleza y gobernado tiránicamente por la sabiduría colectiva: la tierra era esponjosa y dulce; llovía dos veces por semana, los lunes por la mañana y los jueves por las tardes; los ríos chorreaban agua destilada; y de los mares rebosaban calamares, tiburones y bacalaos. Cuando los niños y niñas de entonces caminaban hacia la escuela, escupían en los márgenes las semillas de los nísperos que les gustaba almorzar, y cuando hacían el camino de vuelta ya un árbol-níspero había brotado, crecido y florecido, regalando nuevos carnosos frutos.
Era mucha la abundancia y parecía no tener fin. Pero aún así se decidió hacer caso a unas maravillosas mentes privilegiadas que traían bajo su chistera nuevas fórmulas -para asegurar una mejor y más sana alimentación global, mundial y planetaria –proclamaban arrogantes.
Se especializó a los países. Usted produzca café que llevará a un mercado central a tan sólo 10 mil kilómetros de su bancal. A ustedes le privaremos de salir a pescar, sólo por los próximos 60 años -no se preocupe- para abastecer dicho mercado central. Estos señores de allí abajo retirarán de sus campos todas las verduras, gallinitas y cabras,… para dejar espacio a la producción de alimentos carburantes…que por su puesto mandarán al mercado global.
En las quimbambas se fabricará el campo de cultivo más grande nunca imaginado: 998 millones de hectáreas rectilíneas cultivas de soja con sistemas de riego-cultivo-fumigación automatizados e informatizados, que se controlarán con sólo tres trabajadores: el responsable informático, el supervisor del responsable informático, y el supervisor del supervisor del responsable informático.
Desde las quimbambas se repartirá la soja a países centrales con granjas militarizadas: las vacas, cerdos y ovejas cuando tocan a diana comerán sus potajes de soja, hamburguesas de soja y pasteles de soja. Al sonar el silbato –las rumiantes- tendrán bien aprendido alinearse para ser ordeñadas asépticamente por succionadores mecánicos. Los cerdos mansamente se dirigirán a sus sillas eléctricas.
Para favorecer una buena distribución, se crearán cinco supercentros distribuidores encargados de repartir por cada uno de los continentes toda la comida almacenada en el mercado central.
Para evitar la competitividad, que destruye la armonía entre seres humanos, se empapelarán las pequeñas granjas, caserios y masías de diferentes letreros: prohíbido matar cerdos, por compasión; prohibido elaborar quesos, por higiene; prohibido conservar semillas, por que sí.
Y funcionó a la perfección:
Los ríos no tienen nada que regar, y no llevan agua para evitar desperdicios.
Los desperdicios de las granjas van por cañerías hasta nuestros vasos.
Las mariposas ya no tienen que polinizar, y no existen.
Los pollos viven como mariposas: nacen y mueren rollizos en tres semanas.
La ropa de las boutiques la fabrican antiguas campesinas.
El café recorre el mundo en una cápsula de aluminio y se vende en boutiques.
Muchas cápsulas antidiabetes y antigordura consume quien puede comer.
Quien puede comer, pero no tiene cápsulas, se muere de envenenamientos.
El consumo genera muchos beneficios para el mercado central y sus cinco supercentros.
Y mil millones de terrestres pasan hambre.
Son las libres leyes del mercado y el desprendimiento de liberales gobiernos.
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