Después de pedalear por más de 10 días desde Valdivia, llegué a mi destino.
Al final del parque industrial de la ciudad de Neuquén se divisa un imponente cartel que da la bienvenida a una gran planta (120 mil m2 techados). En vistosas letras se lee que Cerámica Zanon es hoy una fábrica sin patrones (Fasinpat).
Cruzando las rejas está la recepción. En su parte superior, un largo y colorido mosaico culmina con la frase: “Zanon es del pueblo”.
Expliqué el objetivo de mi presencia a un portero chileno (oriundo de Concepción), quien me hizo esperar el cambio de turno. Al rato apareció otro compatriota, también del área de seguridad, encargado de mostrarme las instalaciones y de conseguir alojamiento.
Cares es un sujeto robusto, moreno y crespo, nacido en Villarrica y ex obrero de la construcción. Con él recorrí las diferentes secciones; una manzana completa con edificios y grandes patios. Todos visten cotonas de trabajo con el logo de la empresa y del sindicato de ceramistas (Soecn). De los 470 trabajadores, 40 son mujeres. Se reparten en tres turnos de ocho horas cada uno. No existen “jefes”, gerentes ni supervisores. Todos los operarios cobran lo mismo, independientemente de su puesto. “Sólo hay bonos por antigüedad, por el trabajo nocturno o por esfuerzos especiales”, me aclaró Cares. Los cargos son revocables y existe la intención de rotar en las funciones. Mi “pequeño” guía me explicó que el principal objetivo es evitar la formación de burócratas.
Después nos dirigimos hacia la habitación para las visitas, que otrora fue un camerino para los antiguos supervisores y jefes. Esa tarde llegó una pareja de mochileros que venían de estar en El Bolsón. Rosa y Alejandro son profesionales y militantes de izquierda. En la noche fuimos al comedor. Allí conocimos a Blanca –chilena-una de las cocineras, que nos contó que el casino cubre diariamente –sin costo para el trabajador- todas las necesidades alimenticias.
Blanca nació en Villarrica en una familia acomodada. Su padre era un comerciante que tenía varios hijos huachos en los alrededores. Ella se cuestionaba las marcadas diferencias debidas a su posición social. Fue activista de izquierda en la escuela y tuvo la posibilidad –truncada- de ir a estudiar a Cuba antes del golpe. Los militares la detuvieron por tres meses y la torturaron permanentemente. La soltaron, pero con la amenaza de que si no “colaboraba” la encerrarían otra vez. Ante eso, decidió huir hacia Argentina. Actualmente una de sus hijas trabaja en la fábrica, en el laboratorio.
Participación laboral
Al día siguiente arribó una pareja de universitarios a quienes nos unimos para recorrer la fábrica. El guía fue un joven llamado Pepe Alveal, quien perdió un ojo -por la represión policial- en una movilización del MTD (Movimiento de Trabajadores Desempleados), en noviembre de 2003. Terminado el recorrido, nos contó que si bien hay trabajadores de todas las tendencias ideológicas -incluso de derecha- los más activos son los trotskistas (PO, MST, PTS).
Cares nos presentó a Alberto Esparza (Kiko), secretario general de la cooperativa y miembro del equipo de Prensa y Difusión. Aunque sin militancia política, no está en contra de los partidos, pues esa sería otra forma de sectarismo. Como era época de vacaciones, para cubrir a los compañeros que no estaban, él también se desempañaba en la sección de empaque, manejando una grúa horquilla. Me condujo a la sala de prensa, donde me entregó algunas ediciones de Nuestra Lucha, periódico vinculado al Soecn y al PTS (Partido de los Trabajadores Socialistas).
También pude mirar algunos documentales que se han realizado sobre esta experiencia y videos con recitales que han organizado con bandas que solidarizan con ellos: Rata Blanca, Ataque 77, Bersuit, La Renga, Las manos de Filippi, entre otras.
Kiko me señaló que del total de trabajadores hay un 30% de activos con “militancia social”, un 40% que participa pero que no son “activistas” y un 30% que es apático. Me confesó que a los más comprometidos, esos años de lucha les había significado tener problemas familiares, divorcios, etc. Alberto indicó que en Fasinpat pagan un seguro de accidente de trabajo para todos los compañeros.
Dentro de la planta hay un servicio médico y de enfermería las 24 horas, que además cuenta con ambulancia. También existe un grupo de compañeros y profesionales que brindan ayuda psicosocial. Con la gestión obrera se redujo el índice mensual de accidentes en un 90%.
En las secciones se organizan para que cada trabajador se tome pequeños descansos, que le permitan beber un mate y “desconectarse” un poco. Además, la empresa tiene su propio servicio de locomoción colectiva, para movilizar a los trabajadores.
Pude percatarme que no están exentos de problemas y conflictos, pero todos quedan supeditados al gran objetivo que es demostrar al mundo que las fábricas sin patrones sí son viables.
Tres días y medio duró mi estadía en ese “espacio liberado”, en una isla autogestionada que nos permite imaginarnos futuros posibles. Monté mi bicicleta e inicié el retorno hacia Chile.
Orgánica y relación con el entorno
Todas las actividades y funciones de la empresa están divididas en 56 sectores. En cada uno se maneja una Planilla de Control de Proceso y los trabajadores eligen un Coordinador, que es revocable. Entre todos los coordinadores forman el Consejo, que es el órgano de conducción y encargado de planificar el proceso productivo. Ellos se reúnen los lunes en la mañana para debatir y resolver y, cuando hay un tema importante o urgente, se hace una asamblea en los cambios de turno. Como legalmente tienen personalidad jurídica de Cooperativa de Trabajo, los coordinadores llenan los cargos formales del Consejo de Administración.
La instancia máxima de resolución es la Asamblea General o “Jornada”: una vez por mes se paraliza la producción y todos los obreros –de los tres turnos- se reúnen durante ocho horas para debatir y tomar las decisiones más importantes. Se informa y debate sobre los resultados del mes anterior y se proyecta el siguiente y se discute sobre temas políticos y socioculturales.
Existe un reglamento interno, de unas tres carillas, que establece la organización, estructura y funcionamiento. Las sanciones van desde descuentos hasta la suspensión, o despido en casos graves.
En la planta hay una sección del Sindicato de Obreros y Empleados Ceramistas de Neuquén (Soecn). Esta organización actúa codo a codo con la gestión obrera y se define como partidaria de un sindicalismo clasista, autónomo y combativo.
Todas las semanas los obreros reciben visitas de jardines, escuelas primarias y secundarias de toda la provincia, además de universitarios de todo el país. Una parte de la producción tiene un fin social. Mensualmente realizan donaciones de cerámicos a escuelas, hospitales, comedores, guarderías, viviendas familiares, etc. Organizan actividades culturales como recitales, festivales solidarios o la celebración del día del niño, donde miles de personas visitan la fábrica y confían en la seguridad de la gestión obrera.
Distintas universidades firmaron convenios para que docentes y alumnos colaboren con el proyecto: Universidad Nacional del Comahue, Universidad Nacional de Buenos Aires, Universidad de Bologna (Italia).
Delegaciones de los obreros han participado en encuentros dentro y fuera de Argentina. Integran el Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas, que agrupa a más de 150 unidades productivas, gestionadas por sus trabajadores desde el 2001. “Ocupar, resistir, producir” es su lema. Intelectuales de varios lugares del mundo han compartido jornadas de reflexión con los trabajadores: Naomi Klein, James Petras, Eduardo Galeano, Osvaldo Bayer, entre otros.
En los medios de Neuquén, han realizado programas radiales, así como avisos para la televisión local. Los obreros poseen una página web www.obrerosdezanon.com.ar y la cooperativa tiene otra www.ceramicafasinpat.com. Participan en numerosos movimientos y redes sociales (derechos humanos, mapuches, pobladores, etc.).
Tres días y medio duró mi estadía en ese “espacio liberado”, en una isla autogestionada que nos permite imaginarnos futuros posibles. Monté mi bicicleta e inicié el retorno hacia Chile.
HISTORIA
El empresario italiano Luigi Zanon abrió la fábrica en 1979. Durante los próximos 20 años llegó a convertirse en la segunda más grande de Argentina y en una de las más modernas de Latinoamérica, merced a una gran cantidad de donaciones, créditos blandos y subsidios, tanto estatales como privados. En su mejor momento, llegó a contar con 650 empleados, con una producción de casi un millón de m2.
Pero la burbuja reventó a fines de los años noventa y Zanon dejó de invertir en el mantenimiento de la maquinaria. Paralelamente, los trabajadores, que estaban controlados jerárquicamente -mediante cámaras y por el mismo diseño de la planta- comenzaron a inquietarse. Un grupo más consciente organizó un campeonato de fútbol, que les permitió comunicarse con el resto. Producto de ello, lograron derrotar en las elecciones de delegados a la cúpula sindical, burocrática y apatronada.
En el año 2000, mientras Zanon empezaba sus maniobras para reducir personal y salarios, se produjo un hecho que encendió la mecha: producto del deterioro de las condiciones laborales, un joven obrero murió por no ser atendido como debía. Los trabajadores hicieron la primera huelga y, de pasada, ganaron las elecciones del sindicato provincial de ceramistas.
Al año siguiente la empresa dejó de pagar los sueldos, que debieron ser solventados por el gobierno de la provincia. A esas alturas, sólo quedaban 350 operarios y se producían 300 mil m2. Zanon decidió cerrar la fábrica, pero los obreros se organizaron para vigilar la planta y llevar el caso a la justicia. Montaron carpas y ollas comunes en las afueras e hicieron marchas y cortes de ruta.
Los 260 trabajadores que siguieron movilizados recibieron la solidaridad de pobladores y de organizaciones sociales.
Así se mantuvieron por cinco meses, hasta que decidieron ocupar la fábrica y ponerla a producir; formaron comisiones y echaron a andar uno de los hornos (2 de marzo de 2002).
Al mes siguiente salió la primera producción: 20 mil m2. En el transcurso de ese año y del 2003, presentaron el primer proyecto de ley de expropiación y estatización bajo gestión obrera (con 50 mil firmas), sellaron convenios con universidades, rechazaron varios intentos de desalojo y una delegación viajó a Europa invitada por sindicatos del viejo continente. En 2004 fue aprobada la cooperativa de trabajo Fasinpat, construyeron un centro de salud en el barrio popular de Nueva España y se estrenó la película “Fasinpat: fábrica sin patrón”, del director italiano Daniele Incalcaterra.
En los dos siguientes años, junto con incrementar la producción y los puestos de trabajo, presentaron nuevamente un proyecto de ley; construyeron una casa para una familia humilde que había perdido a sus padres en un accidente; una delegación viajó a Santiago de Chile y un juez autorizó a Fasinpat a continuar con la gestión obrera por otros tres años. Sin embargo, un año después (2007), la justicia aceptó el reclamo de uno de los grandes acreedores y redujo el plazo hasta 2008. Comenzaron a exportar a Chile, a una empresa de Temuco. Actualmente, son 470 trabajadores y producen 400 mil m2 mensuales.
Este año, Fasinpat logró detener el remate de los bienes y que la legislatura de Neuquén inicie el trámite –en marzo de 2009- para crear una ley de expropiación con advenimiento, es decir, con acuerdo de los acreedores, que implicaría el desembolso de unos 20 millones de pesos, a cargo de la provincia. A cambio, los obreros proveerían cerámicos a un precio especial al Estado neuquino, hasta completar esa suma.
Paralelamente, la gestión obrera está solicitando un subsidio estatal por el alto costo de la energía, en momentos en que se comienzan a sentir los primeros efectos de la crisis global. Durante todos estos años no recibieron ningún tipo de ayuda de los gobiernos. Por último, la justicia procesó a dos ex gerentes y a seis integrantes del directorio de la quebrada empresa Zanon, por el delito de evasión tributaria agravada. Como dicen los obreros, es la familia Zanon y su grupo –que siguen siendo millonarios- los que deben responder con sus propiedades y patrimonio a los acreedores, y no la gestión obrera.
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