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¡Viva la gran rebelión de las masas árabes!

¡Viva la gran rebelión de las masas árabes!

Declaración de la corriente internacional Socialismo o Barbarie

¡Viva el pueblo de Egipto!

El mundo árabe está conmovido por una inmensa y espectacular rebelión popular. Iniciada hace apenas semanas en Túnez, se ha ido extendiendo, aunque en forma muy desigual, a todos los países de la región, en primer lugar a Egipto.

La velocidad pasmosa con que se han propagado las llamas de esta rebelión, demuestra varias cosas. Primero, que los pueblos árabes, aunque fragmentados en múltiples estados, conservan un grado de unidad e identidad notables, con grandes y veloces “vasos comunicantes”. Pero también, y no menos importante, demuestra que esos pueblos están frente a terribles problemas y enemigos comunes.

Bajo dictaduras monstruosas (como la que cayó en Túnez y la que hoy está vacilando en Egipto), los pueblos árabes se están hundiendo cada vez más en la miseria y la degradación social, una situación hoy agravada brutalmente por la crisis capitalista mundial. ¡En Egipto, desde el 2007, los pecios de los alimentos han subido un 800%!

La chispa que desde Túnez desencadenó este incendio internacional, retrata con exactitud la situación política y social: la inmolación de Mohamed Bouazizi, un graduado universitario desempleado que era vendedor ambulante, y al que la policía de la dictadura había privado del carro de verduras con que se ganaba la vida.

Un columnista de la prensa “seria” del imperialismo yanqui comprueba preocupado que en Egipto “desde hace décadas la furia del pueblo ha estado ardiendo sin llamas bajo la superficie”.[New York Times, 28/01/11] ¡Hoy, como un volcán, la “furia del pueblo” está haciendo erupción en un país tras otro!

Pero los pueblos árabes no sólo comparten situaciones políticas y sociales cada vez más intolerables, sino que también tienen los mismos enemigos, que se benefician de su miseria y opresión. Son las miserables burguesías, su personal político y militar, y por encima de ellos, sus amos: en primer lugar, el imperialismo yanqui (con su enclave colonial del Estado de Israel) y también las antiguas potencias colonizadoras europeas, como Francia que sigue operando en el Magreb.

Egipto, epicentro de la rebelión

Lo trascendental es que, en estos momentos, el epicentro del terremoto está en Egipto, el país más importante del mundo árabe y que también marcó su rumbo político durante el siglo pasado. Con Nasser fue la capital del nacionalismo laico, cuando se presentaba como “antiimperialista” y combatía a Israel. Luego, con Sadat y Mubarak, marcó el record de la capitulación y el entreguismo al imperialismo yanqui e Israel.

Ahora, la caída de la infame dictadura de más de tres décadas de Mubarak –el principal sátrapa de EEUU e Israel junto con el monarca de Arabia saudita– sería un golpe terrible, cambiaría toda la situación del mundo árabe.

Además, en Egipto existe una clase obrera más fuerte e importante que otros países de la región. A pesar de la dictadura (y los burócratas sindicales a su servicio), sectores obreros han venido haciendo huelgas e incluso manifestaciones políticas, por ejemplo en junio pasado en apoyo a Gaza y en protesta contra los ataques de Israel y la complicidad de Mubarak.

Asimismo, en Egipto existe un inmenso sector juvenil: el 40% de la población tiene entre 10 y 29 años.[Al-Masry Al-Youm, 16/02/10] Una parte importante de esa juventud tiene diversos grados de educación, incluso universitaria.

Pero la perspectiva de la gran mayoría de esta franja de más de 30 millones de jóvenes (incluso de los que han recibido buena educación) es la de no conseguir trabajo o vegetar en empleos precarios y miserables. La educación, inclusive la de más alto nivel, ya no garantiza empleos privados ni estatales. A eso se agrega el régimen dictatorial odioso y asfixiante, que maneja todo con las reglas de un clientelismo corrupto y mafioso, y que reprime cualquier expresión libre de la juventud, incluso las que no lo cuestionan directa y políticamente.

No es sorprendente que este multitudinario sector juvenil –al igual que en Túnez– fuese el detonante y también la vanguardia de la rebelión.

La prensa ha distorsionado esto, poniendo por la nubes a Facebook o Twitter, cuando en verdad no se trata sólo de los medios de comunicarse, sino de quiénes y para qué los usan. Es decir, qué contenido social y político transmiten.

A estos amplios sectores juveniles se agregaron cientos de miles de egipcios provenientes de distintos sectores sociales, desde trabajadores y desocupados hasta capas medias, profesionales y burgueses excluidos de la clientela del régimen.

El peso notable de los sectores laicos

En Túnez y luego en Egipto, la rebelión ha abierto también un perspectiva ideológica nueva, que puede ser de inmensa importancia política para la región y también para el socialismo revolucionario.

En el mundo árabe después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se produjeron simultáneamente la “descolonización” y la instalación del enclave imperialista de Israel, se sucedieron dos “oleadas” ideológicas y políticas. La primera fue la del nacionalismo burgués “antiimperialista” y laico, cuyo paradigma fue Nasser en Egipto.

Tras la degeneración política, ideológica y moral de todos los nacionalismos laicos (desde Argelia a Iraq y desde Egipto a Palestina), tomaron el relevo las distintas corrientes “islamistas”. Aunque en Egipto no llegaron a tomar el poder, constituyeron corrientes muy importantes y El Cairo fue también uno de sus centros ideológicos.

Hoy, la rebelión iniciada en Túnez y potenciada en Egipto muestra un fenómeno nuevo, que quizás, si el proceso avanza y logra triunfos, puede marcar una tercera fase, distinta a la del ya degenerado nacionalismo laico y a la posterior del “islamismo” retrógrado.

Ni en Túnez ni en Egipto, los “islamistas” estuvieron a la vanguardia ni tuvieron la iniciativa. En Egipto, la principal organización islamista –la Hermandad Musulmana, que en verdad viene haciendo de “oposición de Su Majestad” a Mubarak– esperó hasta el viernes 28 para llamar a manifestar, cuando ya medio mundo estaba en las calles.

Al parecer, gran parte de la juventud que salió a la lucha es laica e “ilustrada”, lo que se refleja en las declaraciones, reportajes y mensajes en las “redes sociales”.

Si este inmenso proceso avanza y logra triunfos, podría darse un cambio importante del panorama ideológico en el mundo árabe, con espacios cualitativamente mayores para las diversas corrientes laicas.

Esto sería una oportunidad inédita para el socialismo revolucionario. El mundo árabe no sólo estuvo “bloqueado” por esas barreras del nacionalismo laico y el islamismo retrógrado, sino también por el desastre de que el “marxismo” estuvo representado por las corrientes stalinistas. Ahora puede abrirse otra perspectiva.

Dos políticas del imperialismo y las burguesías árabes para derrotar
la rebelión en curso

Lo repentino e inesperado del proceso ha provocado confusión y divisiones en los imperialismo y sus sirvientes de la región.

En relación a Egipto –que es la clave de la situación– Washington y sus lacayos nativos aún vacilan entre dos políticas contrarrevolucionarias: seguir sosteniendo al insostenible régimen de Mubarak o apostar a la trampa de una transición “democrática”. Al momento de escribir esta declaración, es lo que se está discutiendo rabiosamente en la Casa Blanca y el Pentágono, y también, por supuesto, entre sus lacayos de El Cairo, especialmente, los militares.

Sostener a toda costa a Mubarak, exigiría una represión aún más sangrienta, posiblemente con miles de víctimas. Aunque esto al imperialismo le tiene sin cuidado, la represión a toda costa no le da plenas garantías de éxito, ni siquiera a corto plazo. Las consecuencias serían que si la dictadura cae finalmente, el odio de las masas apuntaría directo al imperialismo yanqui. Y hasta ahora, aunque ha habido expresiones antiimperialistas, los manifestantes no han apuntado mayoritaria ni principalmente a EEUU. Incluso hay toda una franja que parece tener esperanzas en la charlatanería “democrática” de Obama & Cía.

La otra salida ya delineada es la trampa de la “transición” a la “democracia”. El imperialismo y la burguesía egipcia ya tiene un buen candidato para encabezar esta estafa: el “premio Nóbel de la paz”, Mohamed el-Baradei, ex funcionario de la ONU –director de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA)–.

La subida de el-Baradei con un “gobierno de transición” podría calmar las aguas en lo inmediato, pero iniciaría un proceso temible: se abrirían las puertas a los reclamos de los trabajadores, la juventud y las masas populares, que actuarían con el sentimiento triunfante de haber derribado a una de las peores dictaduras del mundo. O sea, puede abrir un curso de crecientes luchas y radicalización política, porque ni el capitalismo egipcio ni su amo yanqui están en condiciones de satisfacer sus exigencias.

Asimismo, sería un ejemplo devastador para el resto de los títeres de EEUU-Israel y Francia, desde Arabia Saudita y Yemen hasta Argelia y Marruecos.

La lucha por una salida obrera, juvenil y popular independiente

En esta situación, que además puede abrir una oportunidad histórica para el socialismo revolucionario en el mundo árabe, lo central es impulsar y desarrollar todos los elementos e iniciativas independientes de todas las corrientes burguesas, sean laicas o “islamistas”: ¡Nada de “islamistas” ni de políticos burgueses “laicos”, como el-Baradei!

La autoorganización independiente de la juventud y los trabajadores para tirar abajo a la tambaleante dictadura y luego para enfrentar cualquier trampa “democrática” aparece como la necesidad central. ¡Ése es el primer eslabón de cadena de la que hay que tirar!

En esa perspectiva, una demanda inmediata y fundamental es la de absoluta libertad de organización y propaganda política, también para las corrientes de la izquierda y del socialismo o revolucionario.

Para que pueda abrirse un nuevo ciclo político en el mundo árabe, es imprescindible acabar con lo que ha sido el rasgo común de todos sus regímenes (incluso de los que se decían “socialistas”, como Nasser o el FLN de Argelia): la ausencia total de libertades políticas y de pensamiento, especialmente para la izquierda.

Es en ese marco de ausencia de libertades políticas que todos esos gobernantes –hasta los que posaban de “antiimperialistas”– podían responder con la represión más brutal a cualquier reclamo obrero y popular.

Este es el primer paso para que la rebelión de Túnez, Egipto y demás países árabes pueda abrir allí una nueva era.

Solidaridad mundial con la rebelión árabe

Por último, en todos los países del mundo y en especial en EEUU y Europa, los trabajadores y la juventud tenemos una tarea fundamental: la solidaridad con las masas árabes en lucha.

¡Exijamos a todos los gobiernos que cese su apoyo a las dictaduras genocidas de Egipto y de todo Medio Oriente!

Corriente internacional
Socialismo o Barbarie

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