El Salvador: Despiden a trabajadoras de maquilas
Oscar López (COLATINO)
Un grupo de trabajadoras del sector maquila llegó al Ministerio de Trabajo a presentar una denuncia en contra de la maquilas Primo y Caribe, por haber despedido a más de 600 mujeres que trabajaban en las mencionada maquilas, ubicadas en la zona franca de San Bartolo.
Las ex trabajadoras sostienen que las empresas cerraron alegando quiebra total, además de que lo hicieron sin ningún aviso previo a sus empleados. Por si esto fuera poco, las despedidas sostienen que el propietario de la empresa, el norteamericano David Jackson Brown, no acepta el pago total del dinero que las trabajadoras merecen por los años laborados en la empresa, según los cálculos.
Por lo mismo, pretenden interponer una denuncia en la Fiscalía General de la República (FGR), ya que aseguran que los gerentes de las empresas obligaron a las trabajadoras a que firmaran un finiquito en blanco, asegurándoles que de no hacerlo no recibirían ninguna indemnización por su tiempo de trabajo. Las ex empleadas que firmaron el finiquito sostienen que solo se les ha dado el 7% de su pasivo laboral. Además, harán una denuncia en contra de David Brown, porque aseguran que se apoderó de más de 500 mil dólares, que les eran descontados a las mujeres en concepto de pago de AFP y seguro social.
María Gladis es una de las ex empleadas que firmó el finiquito, por lo mismo, únicamente se le entregaron 194 dólares, cuando por ley le corresponden 528 dólares. Ella asegura que en los años que trabajó en la empresa sufrió muchas formas de maltrato.
La gerente que teníamos trataba a la gente muy mal, los trabajadores no merecíamos ese trato, además, si llegábamos media hora tarde se nos descontaba, casi siempre nos ponían metas de producción bien altas y cuando no las podíamos cumplir, nos reunían y nos decían de todo y a parte, cuando hacíamos horas extras, nos la pagaban bien baratas, casi siempre a 60 centavos de dólar, otra cosa es que nos negaban los permisos para ir a pasar consulta y muchas veces teníamos que ir a hablar con la gerente para que nos dejara salir, aseguró María Gladis.
Un grupo de trabajadoras del sector maquila llegó al Ministerio de Trabajo a presentar una denuncia en contra de la maquilas Primo y Caribe, por haber despedido a más de 600 mujeres que trabajaban en las mencionada maquilas, ubicadas en la zona franca de San Bartolo.
Las ex trabajadoras sostienen que las empresas cerraron alegando quiebra total, además de que lo hicieron sin ningún aviso previo a sus empleados. Por si esto fuera poco, las despedidas sostienen que el propietario de la empresa, el norteamericano David Jackson Brown, no acepta el pago total del dinero que las trabajadoras merecen por los años laborados en la empresa, según los cálculos.
Por lo mismo, pretenden interponer una denuncia en la Fiscalía General de la República (FGR), ya que aseguran que los gerentes de las empresas obligaron a las trabajadoras a que firmaran un finiquito en blanco, asegurándoles que de no hacerlo no recibirían ninguna indemnización por su tiempo de trabajo. Las ex empleadas que firmaron el finiquito sostienen que solo se les ha dado el 7% de su pasivo laboral. Además, harán una denuncia en contra de David Brown, porque aseguran que se apoderó de más de 500 mil dólares, que les eran descontados a las mujeres en concepto de pago de AFP y seguro social.
María Gladis es una de las ex empleadas que firmó el finiquito, por lo mismo, únicamente se le entregaron 194 dólares, cuando por ley le corresponden 528 dólares. Ella asegura que en los años que trabajó en la empresa sufrió muchas formas de maltrato.
La gerente que teníamos trataba a la gente muy mal, los trabajadores no merecíamos ese trato, además, si llegábamos media hora tarde se nos descontaba, casi siempre nos ponían metas de producción bien altas y cuando no las podíamos cumplir, nos reunían y nos decían de todo y a parte, cuando hacíamos horas extras, nos la pagaban bien baratas, casi siempre a 60 centavos de dólar, otra cosa es que nos negaban los permisos para ir a pasar consulta y muchas veces teníamos que ir a hablar con la gerente para que nos dejara salir, aseguró María Gladis.
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