Colapso laboral en EEUU: Se multiplican los riesgos de explosión social
Lo que suena como un panorama fantástico para el Imperio
norteamericano (las huelgas y los conflictos sociales) es un escenario
de corto plazo que ya están manejando entre líneas analistas y medios
norteamericanos a la luz de la crisis industrial y de las quiebras
empresariales que están desatando una creciente ola de despidos y un
récord de la desocupación en EEUU.
Desde el estallido de la
crisis financiera, en septiembre pasado, la ONU, el Banco Mundial, la
mayoría de los expertos y últimamente el G-8, vienen advirtiendo sobre
el peligro de estallidos sociales a escala global que podrían generarse
por el impacto de la crisis recesiva con despidos masivos y por la
escalada de los precios de la energía y de los alimentos en los países
más pobres de Asia, África y América Latina.
Esta semana, el
Grupo de los Ocho (G-8), considerado el "Directorio del Mundo", afirmó
en una declaración que la situación "sigue incierta" en la economía
global, con "riesgos significativos para la estabilidad". De acuerdo
con las potencias centrales nucleadas en la entidad, el aumento de la
desocupación este año y el próximo puede producir estallidos y
revueltas sociales.
Sorpresivamente, la evolución de la crisis
(que devino de financiera a crisis estructural con la recesión) hoy
golpea con más fuerza a las potencias centrales que a los países
emergentes o subdesarrollados.
El malestar social que generan la
desocupación creciente y el deterioro de las condiciones salariales,
así como el achicamiento de la capacidad de consumo, alimenta y
exacerba el estado de frustración colectiva, provoca pérdida de
confianza en los políticos y alienta las huelgas y protestas sociales
que ya comienzan a extenderse por toda la geografía europea y amenazan
con extenderse a EEUU.
La crisis social (consecuencia de la caída
del consumo y los despidos laborales) se perfila como un potencial
emergente de la crisis recesiva- laboral que detonó escalonadamente
como consecuencia de la crisis financiera en EEUU.
Las señales
son claras: La crisis financiera ya devino en recesión y amenaza (por
efecto de la desocupación masiva) en convertirse en una crisis social
de difícil pronóstico en EEUU.
"El mercado laboral de Estados
Unidos tiene un desempeño aún peor que el de la economía en general, lo
que causa temores dentro y fuera del gobierno de que el resultado
podría ser el de una recuperación sin empleos incluso cuando termine la
recesión", señala este jueves The Wall Street Journal.
"En un
desafío a las normas históricas, la tasa de desempleo --que asciende a
9,5%-- es de 1 a 1,5 puntos porcentuales más alta que lo que se hubiera
previsto bajo el sentido común económico, dice al Journal Lawrence
Summers, uno de los asesores económicos del presidente de EEUU, Barack
Obama.
Desde que comenzó la crisis en diciembre de 2007, la
economía estadounidense perdió 6,5 millones de trabajos, 4,7% del total
de empleos en el país. La tasa de desempleo subió cinco puntos
porcentuales mientras que la economía se ha contraído alrededor del
2,5%.
En los últimos días, Summers, el director de presupuesto de
la Casa Blanca Peter Orszag y el presidente de la Fed Ben Bernanke han
hecho declaraciones públicas sobre la "desconexión inusual" entre el
crecimiento y el desempleo.
El propio presidente estadounidense,
Barack Obama, pronosticó el miércoles pasado que el desempleo en el
país, que alcanzó un récord de 9,5%, probablemente seguirá en aumento
en los próximos meses, pues los puestos de trabajo tardan más en
recuperarse que otros sectores de la actividad económica.
Según
The Wall Street Journal, las recuperaciones económicas sin empleos no
son nada nuevo: las empresas suelen ser reacias a contratar cuando
recién sube la demanda.
Sin embargo, hay posibilidades más
sombrías --agrega--, ya que los trabajadores con problemas podrían
arrastrar una economía frágil a una recesión más profunda.
En un
cuadro recesivo, la pérdida de empleos en EEUU se aceleró el mes
pasado y la tasa de desempleo aumentó a 9,5%, arrojando dudas sobre la
capacidad de recuperación de la primera economía imperial.
"La
demanda final y la producción han mostrado señales tentativas de
estabilidad", dijo el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, a
reguladores el miércoles, como parte de su presentación ante el
Congreso de EEUU. No obstante, aclaró: "El mercado laboral, sin
embargo, sigue debilitándose".
Según los últimos datos, en un
récord histórico, el rojo fiscal en EEUU se disparó a más de US$ un
billón (doce ceros, un millón de millones) en los primeros nueve meses
del ejercicio anual e implica ya el 8% del PBI. Pero cerraría en más
de US$ 1,8 billón, contra "sólo" US$ 455.000 millones del año pasado.
El
Departamento del Tesoro de EEUU informó que entre octubre de 2008,
cuando empieza el año presupuestario, y junio último, el "rojo" fue de
1,086 billón de dólares, una marca sin antecedentes.
La crisis
económica recesiva en la mayor economía del mundo, ya se expresa en
recesión, desempleo, menos recaudación impositiva y más gastos para
paliarla, entre otras variables, complica las cuentas públicas.
En
este marco, lo que suena como un panorama fantástico para el Imperio
norteamericano (las huelgas y los conflictos sociales) es un escenario
de corto plazo que ya están manejando entre líneas analistas y medios
norteamericanos a la luz de la crisis irresuelta del sector automotriz
y de las quiebras empresariales que están desatando una creciente ola
de despidos en EEUU.
Cada jornada de la economía norteamericana
(desde finales de 2008) se convirtió en un vértigo marcado por una
dinámica inevitable: Recesión industrial y comercial con baja del
consumo y desempleo masivo que se proyecta desde EEUU y los países
centrales al mundo periférico "subdesarrollado" y/o emergente.
De
esta manera, la desocupación (emergente de la desaceleración económica)
se ha convertido en una cuestión clave para el equipo de Obama y el
establishment de poder estadounidense que temen que su propagación
convierta a EEUU, la primera potencia mundial, en un polvorín de
huelgas y conflictos sociales que terminen paralizando aún más a la
economía.
En un orden secuencial, para que se produzca un
desenlace del proceso recesivo, tiene que haber una convergencia
interactiva de la "crisis financiera" (los mercados del dinero), la
"crisis estructural" (la economía real) y la "crisis social" (el
impacto de la crisis económica-financiera en la sociedad).
Por
estas horas, medios y analistas norteamericanos coinciden en que la
desocupación (como emergente de la recesión industrial) se ha
convertido en la prioridad absoluta de la agenda de Obama y su equipo.
Desde
hace varios meses, el protagonismo de la crisis financiera-bursátil fue
rebalsado y cedió paso a un nuevos actores: Las quiebras empresariales
y los despidos masivos.
Los billonarios paquetes de "rescate
bancario" estatal con dinero de los impuestos (pagado por toda la
población estadounidense) no han servido de antídoto y han fracasado
estrepitosamente como medida para enfrentar la crisis que ha devenido
de financiera a recesiva a escala global.
El mapa de la crisis social
El
desempleo en la región occidental de Estados Unidos superó el 10% en
mayo pasado, la primera vez en 25 años que una región del país tiene
ese porcentaje de desocupación.
Ocho estados alcanzaron cifras de desempleo sin precedente y sólo dos - Nebraska y Vermont - no reportaron aumento alguno.
El
Departamento del Trabajo informó en junio pasado que 48 estados y el
Distrito de Columbia sufrieron aumento en el desempleo en mayo. La peor
situación es en Michigan, donde las empresas automotrices se han visto
obligadas a eliminar miles de empleos. La tasa de desocupación allí
ascendió a 14,1%.
La región occidental del país fue la que tuvo
mayor desempleo, con 10,1%. La última vez que una región tuvo esa cifra
fue en septiembre del 1983, cuando el país apenas se recuperaba de una
recesión.
En esa región se encuentra California, donde el
desempleo ascendió a un récord de 11,5% el mes pasado, Nevada, donde
ascendió a otro récord con 11,3% y otros estados golpeados por la
crisis de vivienda y donde han descendido el empleo y los ingresos.
California
es el mayor Estado del país por población (36,75 millones de
habitantes) y por PIB (con 1,84 billones de dólares supone el 13,3% de
todo EEUU, según datos de 2008). Si fuera un país independiente estaría
entre las diez primeras potencias del mundo.
La debacle de la
construcción (tanto residencial como terciaria) ha sumido a California
en la mayor recesión desde la Gran Depresión. Así, el Estado ha perdido
904.300 puestos de trabajo desde diciembre de 2007.
La Casa
Blanca indica que California es el tercer estado con más créditos
fallidos. Además, en lo que va del año 391.611 propiedades
inmobiliarias han comenzado el proceso de ejecución hipotecaria, la
cifra más alta de EEUU, que supone un alza del 15% respecto al mismo
periodo de 2008. Esta coyuntura está afectando a la banca de EEUU,
sobre todo a Bank of America, el primer banco del país, que tiene una
gran exposición a la costa oeste.
Los otros seis estados que
tienen una tasa de desempleo inédita desde 1976 son Carolina del Norte,
Oregón, Rhode Island, Carolina del Sur, Florida y Georgia.
En cuanto a despidos, Arizona y Florida fueron los que más sufrieron, seguidos por Oklahoma, Arkansas, Kentucky y Michigan.
El riesgo del estallido
Los
despidos masivos de obreros y empleados en EEUU son el barómetro y
marcan el momento en que la crisis comienza a salir de la
"superestructura" económico financiera y a meterse dentro de la
sociedad estadounidense.
Todo el planeta (globalizado y nivelado
por el sistema capitalista "único") está aquejado de los mismos
síntomas: Nuevo repunte y vuelta a la especulación financiera del
petróleo y de las materias primas, devaluación de las monedas y
revaluación el dólar, crisis crediticia con achicamiento del consumo,
suba de precios internos de los alimentos y la energía y oleadas de
despidos laborales constantes en EEUU y las potencias centrales.
En
su última reunión el G-8 sostuvo que para atacar la crisis, "hay que
sostener la demanda y recuperar el crecimiento", lo que implica
afrontar la situación con nuevos recursos si hacen falta.
Pero
mientras Alemania quiere frenar la hemorragia de fondos públicos en la
economía, EEUU, Gran Bretaña y otras naciones como Francia creen que es
necesario impedir que la crisis -ya devastadora- se convierta en una
bomba social por el alza del desempleo.
En marzo de este año, el
diario francés Le Monde publicó un informe con un pronóstico de
especialistas del LEAP/Europa 2020, un grupo de reflexión europeo, en
el que anticipó que la crisis financiera y económica generará
explosiones sociales violentas en Europa y EEUU donde podrían crearse
las condiciones de una guerra civil.
De esta manera, la crisis
podría incluso fomentar violentas rebeliones populares cuya intensidad
se vería agravada por la libre circulación de armas de fuego,
pronostica el LEAP.
América Latina, pero también los EEUU, son
las zonas que corren mayores riesgos. "Hay 200 millones de armas de
fuego en circulación en los EEUU y la violencia social ya se manifiesta
a través de pandillas", advierte Franck Biancheri, quien preside la
asociación.
Esta visión apocalíptica parecería "fantástica" si
este grupo de reflexión no hubiese vaticinado, en febrero de 2006, con
una precisión asombrosa la actual crisis recesiva mundial.
Hace
tres años, la asociación describía la llegada de una "crisis sistémica
mundial", iniciada por una infección financiera global vinculada al
endeudamiento norteamericano, seguido por la caída bursátil,
particularmente en Asia y en los EE.UU. (de -50% a -20% en un año) y el
estallido de las burbujas inmobiliarias mundiales. Un paquete que
provocaría recesión en Europa y una "muy Grande Depresión" en los EEUU.
De
cualquier manera, y a la luz de los datos económicos, un escenario de
huelgas y conflictos sociales en el Imperio USA no está sacado de una
novela de Julio Verne sino (además de la crisis global) de una
proyección lógica y emergente de la desocupación desatada por la
recesión industrial y empresarial estadounidense, para la cual ni la
administración saliente de Bush ni la administración de Obama han
conseguido soluciones concretas.
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