Entre batucadas protestan miles contra la crisis mundial
Personas de diversas siglas se dan cita en el Foro Social Mundial
Luis Hernández Navarro (Enviado)
Belem, Brasil, 27 de enero. Suenan los tambores. Las batucadas no paran de sonar. Una tras otra se alternan. La multitud baila mientras marcha. Muchos contingentes se asemejan más a una Escuela de samba que a un movimiento social. Grupos indígenas con penachos, arcos y flechas y el cuerpo pintado dicen “aquí estamos”, mientras se preparan a defender el Amazonas de la deforestación y el “progreso” depredador. Es la protesta como carnaval y el carnaval como protesta.
Son las cuatro de la tarde. Las calles de Belem están tomadas por un río humano de, según la policía, 70 mil almas, en su mayoría jóvenes. Muchos están empapados. Es invierno y está nublado, la temperatura alcanza fácilmente los 30 grados centígrados y, como todos los días, cae un chubasco. La gente dice, mitad en broma y mitad en serio, que aquí, en lugar de cuatro estaciones sólo hay dos: antes de llover y después de llover.
Presencia de mexicanos
Entre quienes no pudieron guarecerse del agua se encuentra el sacerdote dominico mexicano Miguel Concha y el defensor de derechos humanos Pablo Romo. “Nunca me había mojado tanto”, dice el religioso de visible buen humor.
El octavo Foro Social Mundial (FSM) comenzó oficialmente el día de hoy. La manifestación fue el banderazo de salida. Es una protesta ecuménica. Al frente de la marcha un extraño personaje con una Biblia en la mano advirtiendo: “Todos van a morir”. Diversos carteles exigen un “Estado laico”. Al pasar al lado la iglesia de Nuestra Señora de San Nazaré las campanas redoblan durante largos minutos. Decenas de curas y monjas, muchas de ellas vestidas con hábitos, integran contingentes diversos. Y, para desmentir el carácter reaccionario de las iglesias protestantes, hay también anglicanos, metodistas y diversas denominaciones evangélicas más.
Conviven sin rudeza innecesaria un mar de siglas y de colores. Centenares de silbatos marcan el paso. No son pocos los disfraces. Tres o cuatro serpientes y dragones humanos advierten sobre los peligros de la intolerancia. Una enorme vaca de plástico con banderas de los países desarrolladas pintadas en su cuerpo advierte sobre los peligros de la ganaderización de la selva amazónica. Abundan las proclamas enigmáticas. Un cartel advierte acerca de “la belleza de ser un eterno aprendiz”.
Con mucho, los destacamentos principales son brasileños, aunque, por supuesto, desfilan también delegados de muchos otros países. Y, como podría esperarse de cualquier acto de la izquierda, allí se expresan abiertamente sus contradicciones y diferencias. Cuando la multitud pasa enfrente de un Mc Donalds se encuentra con una fila doble de policías defendiéndolo.
Pero el villano favorito de esta tarde es la crisis. Es la más nombrada, la más invocada y la más denunciada. La crisis y nosotros que la deseábamos tanto, podría muy bien llamarse la puesta en escena de esta semana. “Que los patrones paguen la crisis”, clama una enorme manta, de una de las tantas organizaciones participantes. “No debemos pagar la crisis quienes no la hemos provocado”, exige un cartel.
El fantasma de la crisis ronda por todo el Foro. “Nos dio la razón”, aseguran muchos de sus organizadores. En la conferencia de prensa para anunciar sus alcances, Oded Grajew, fundador del Instituto Ethos para la Responsabilidad Social Empresarial, repite lo que distintos ponentes han dicho reiteradamente en las distintas mesas de trabajo alternas: “Nos decían que no tenían dinero. Pero la realidad es otra. Con la crisis financiera aparecieron trillones de dólares que podrían servir para combatir la pobreza, desarrollar alternativas energéticas y cuidar el medio ambiente, pero que se destinaron a salvar bancos y empresas automotrices.”
El Foro está ya listo para funcionar. Hasta el momento se han inscrito 92 mil asistentes, que han organizado, de manera autogestionada, unas 2 mil 300 actividades. Participan cerca de mil 970 representantes de 85 pueblos indígenas diferentes.
Este acto se efectúa en una situación muy distinta a la existente en su fundación. Como dijo en entrevista Joaquim Palheres, director de la agencia informativa Carta Mayor, los nombres que suenan hoy en día no son más Carlos Menem o Fernando Enrique Cardoso, sino Fernado Lugo, Lula, Hugo Chávez o Evo Morales”. El mundo hoy, después de la crisis, es muy otro pues, asegura el abogado, la hegemonía neoliberal está en crisis.
En palabras de Aldalice Oterloo, una de las organizadoras del encuentro: “este es el momento de construir nuevos paradigmas para una civilización que está enferma y que se rige por una lógica que viola los derechos humanos y el medio ambiente”.
El “gran acto de reunión de la ciudadanía planetaria”, como lo califica Cándido Grzybowsky, cofundador del FSM y director del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos, es una enorme oportunidad para avanzar a paso de gigante en la generación de alternativas al viejo orden, que, de no aprovecharse, va a permitir que éste se reconstruya a partir de lo peor.
Otro inevitable invitado al Foro es el conflicto en Medio Oriente y la solidaridad con el pueblo palestino. Durante la marcha, mantas de todos los tamaños apoyan a la resistencia contra lo que califican de genocidio cometido por el Estado de Israel. Rafaella Bolina, del Foro Social Europeo, califica a Gaza de “ciudad sitiada desde hace años, como si estuviera en la Edad Media, ante el silencio del mundo, mientras la sociedad civil sufría una masacre”.
De la fiesta a la protesta, de la manifestación a las mesas de trabajo, de las calles a las aulas, de las conferencias al debate, el clima general que atraviesa la reunión es que, ante la crisis global, a la izquierda le ha llegado la hora de frenar el capitalismo y generar alternativas. Porque, a juzgar por el ánimo de sus organizadores, de alternativas tratará, en mucho, este Foro.
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