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T r i b u n a c h i l e n a

"Los servicios de inteligencia cubanos grabaron la conversación entre Pinochet y Carvajal durante el asalto a La Moneda"

Mario Casasús
La Jornada/El Clarín - 21 de febrero de 2007


La vuelta al mundo en 80 años, Ligeia Balladares (Temuco, 1927) y Guillermo Ravest (Santiago, 1927) aceptaron conversar para La Jornada Morelos y El Clarín de Chile en una entrevista que duró prácticamente 6 horas, en su casa camino a la Universidad Autónoma de Chapingo. Él, cubrió el mayo francés en 1968; ella fue enviada a la campaña presidencial de Pablo Neruda en 1969, ambos trabajaban para el diario El Siglo del Partido Comunista de Chile. Guillermo o ‘el Chino’ como le dicen de cariño sus amigos, era director de Radio Magallanes y decidió poner al aire, en vivo, desacatando las órdenes fascistas de Pinochet, el último discurso de Salvador Allende desde el Palacio Presidencial de La Moneda; ella, ‘Lilluvia’ (como la bautizó Neruda), entrevistó al surrealista Roberto Matta (en 1960 y 1969) y al escritor Gabriel García Márquez (revista Araucaria, número 5; Madrid, 1979).

La cita la concretó nuestro amigo José Miguel Varas (Premio Nacional de Literatura 2006) y hago público mi agradecimiento por la oportunidad de entrevistar a dos periodistas congruentes con la ideología comunista hasta el final de sus días: ‘Seamos realistas, exijamos lo imposible’; el y ella, como diría Mario Benedetti: ‘son mucho más que dos… te quiero porque tus manos trabajan por la justicia’ ambos han dado dura batalla por los derechos humanos en el Sur de la tierra y por la memoria histórica chilena, él cabalgando en Rocinante y ella en la revista Plural (dirigida por Jaime Labastida y Saúl Ibargoyen).

En 1974 salieron por medio de la Embajada de Alemania Federal, vivieron su exilio en Moscú y cuando en 1983 la dictadura de Pinochet le quitó la letra ‘L’ a sus pasaportes, volvieron a su país para trabajar en la prensa clandestina del Partido Comunista y en el opositor diario Fortín Mapocho. Por sus antecedentes de izquierda no encontraron trabajo remunerado y decidieron hacer del Valle de Neyahualcóyotl su residencia definitiva. Guillermo Ravest fue colaborador del diario mexicano Uno más uno (en 1981), donde conoció a Carlos Payán Velver (director fundador de nuestra casa editorial en 1984) quien aceptó a Ravest como corresponsal de La Jornada en Chile (1986), en alguna ocasión, todavía en dictadura, como matrimonio: 'el Chino' y ‘Lilluvia’ recibieron en su casa a una enviada especial de La Jornada: Carmen Lira Saade. En las siguientes páginas podrá leer, en exclusiva, la historia de dos grabaciones que registran los perfiles tan distintos de: Salvador Allende y Augusto Pinochet; la primera es un gesto de heroísmo y esperanza cuando por fin se “abrirán las grandes alamendas, por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor… la historia es nuestra y la hacen los pueblos”. En el segundo audio Pinochet ofrece asilo político a Allende “pero el avión se cae”. Por el sólo hecho de rescatar el último discurso de Salvador Allende (cinta que llegó clandestinamente a la ONU en septiembre de 1973) y entregar todos los antecedentes de la grabación entre Pinochet y Carvajal. A pesar de que después digan que rompí todos los manuales de estilo periodístico y tachen de injerencia mi propuesta: Guillermo Ravest deber ser el próximo Premio Nacional de Periodismo chileno.

MC.- Guillermo, hay dos grabaciones que son de relevancia internacional, todo sucedió en Chile el 11 de septiembre de 1973; el primer archivo de audio es entre Pinochet y Carvajal durante el asalto a La Moneda publicada por la periodista Patricia Verdugo (Interferencia secreta, 1998) y la segunda grabación, es el último discurso de Allende por Radio Magallanes, donde trabajabas como director ¿Qué nos puedes contar, que no hayas dicho antes sobre ambos archivos auditivos?

GR.- Respecto de la primera parte, es un gran honor para Patricia Verdugo haber hecho la trascripción total de esa cinta, que se conoce desde hace mucho tiempo, nosotros en los programas de Radio Moscú ‘Escucha Chile’ recibimos, lo que te voy a contar es una infidencia de la que no se habla, esa grabación fue hecha por los cubanos en Santiago; trataré de explicarme, nosotros éramos muy primitivos en la preparación militar de los partidos de izquierda, en cambio los cubanos, año 1973, eran bastante expertos en esta cosa de inteligencia y me parece justo conocer lo que hace el enemigo, es bueno para que las agrupaciones populares y de izquierda estén preparadas. Estando en Moscú, los periodistas chilenos recibimos una copia, eran unas cintas como de medio metro, con todas las grabaciones de Pinochet, la usamos mucho para las trasmisiones hacia Chile pero en trocitos de segundos de grabación, por una razón simple: las grabaciones no son pulcras, ahora difundir esa grabación con la interferencia atmosférica con las ondas hertzianas, entonces no se podían dar trozos muy grandes. Fue un gran aporte el que hicieron los compañeros cubanos en relación al drama en que terminó la experiencia revolucionaria chilena.

MC.- Tiene mucha lógica lo que dices, los servicios de inteligencia cubanos junto al periodista argentino Rodolfo Walsh interceptaron la comunicación de los preparativos para la invasión norteamericana en Playa Girón en abril de 1961…

GR.- Ahora bien, en 1973, los cubanos tuvieron seguramente apoyo de los servicios de inteligencia de los países socialistas, no me cabe duda, era la mínima colaboración fraternal para nosotros que peleábamos por los mismos ideales. Doy testimonio de ello porque trabajé en Radio Moscú de 1974 a 1980 (en la URSS). Uno es deudor de cosas que conoce y que no ha escrito, no por no desearlo, sino por las circunstancias de andar de exilio en exilio, de perder tantas bibliotecas y archivos.

MC.- ¿Cómo llega la grabación del último discurso de Salvador Allende a la ONU?

GR.- Mira, ya hace muchos años, yo había decidido escribir nada sobre el 11 de septiembre de 1973 en Radio Magallanes, pero estoy terminando un libro, revisando la edición final para no arrepentirse de nada y hacerlo de buena letra… son treinta y tantos años que pasó eso, pero decidí escribir un libro y lo paré. A quién le interesa cosas tan viejas, conversando con viejos amigos que estuvimos en Radio Magallanes han insistido que siga escribiendo a pesar de los años, así que ya estoy terminando mi libro. Sobre todo a raíz de en 2003 regresé a Chile, luego de estar varios años fuera de mi país, nos encontramos con la versión de que, habían aparecido una serie de personas que se adjudicaban la autoría de ser los receptores del último discurso de Allende

LB.- De haberlo grabado y haberlo sacado de la radio –añade indignada su esposa-.

GR.- Un dirigente del Partido Comunista nos invitó a una comida, en el local del PC en Vucuña Mackena, allí nos dimos cuenta de que esta versión de que había otros autores de la grabación era la postura oficial del PC chileno

LB.- ¿Me permites ahora? Yo voy a meter mi cuchara… este integrante del PC se llama Jorge Insunza, a mí no me importa nombrarlo, él me dijo ‘¿y cuál es su versión de lo que pasó el 11 de septiembre de 1973?’ respondí: ‘no hay ninguna versión, sólo lo que pasó’, nosotros llegamos a la puerta de la Radio Magallanes cerca de las 8am, había un reportero que salía todos los días a las 7am, Hernán Barahona, según Insunza fue Barahona quien rescató el discurso de Allende, dejamos en la mesa nuestros argumentos y decidimos no sumarnos a la mentira de Jorge Insunza. Nosotros llegamos a las 8am y me dio un pánico espantoso, porque ya estaban los aviones bombarderos surcando Santiago y tuvimos una discusión homérica, yo le dije a Guillermo ‘no te metas a la radio que te van a matar’, pero que te cuente él lo que pasó.

MC.- ¿Fue cuando recibió la llamada telefónica de Salvador Allende?

GR.- A primeras horas de la mañana todavía se transmitieron los noticieros, Hernán Barahona tenía un comentario político por la mañana, hizo su participación como redactor matutino, pero a las 8am Barahona ya no estaba en la radio. El que estaba como jefe de crónica era Ramiro Sepúlveda, el decía quién iba al micrófono, después hubo que hacer la distribución para que se cubriera la planta en Renca (a donde partieron tres periodistas lejos de las oficinas de transmisión). Otra triste historia de Magallanes fue que el gerente de la radio, Jorge Caballero, al final se convirtió en un simpatizante de los militares y del Golpe de Estado, había asignado a Sergio Fernández como abogado de la radio.

MC.- ¿El que fuera Ministro del Interior y Senador de Pinochet?

GR.- Eso te explica el por qué nos despidieron a todos, incluso nos pusieron a disposición, si te atrevías a mostrar la causal del despido te metían a la cárcel. Regresando al 11 de septiembre, en una vuelta a mi oficina, en busca de cigarrillos, escuché a la ‘plancha’ (magnetófono) ubicado en el pasillo entre mi oficina y los controles de la radio, suena el teléfono, y escuché la voz de Salvador Allende, a quien conocía desde 1952, cubrí sus cuatro campañas presidenciales. Fue cuando le dije a Amado Felipe, operador de los controles que preparara todo para poner al aire al Compañero Presidente. Ya se oían los disparos, todos estábamos muy nerviosos y Amado Felipe dejó encendidos los micrófonos de la cabina de audio, incluso debajo de la voz de Allende se escucha la mía diciendo ‘cierren esa puerta, huevones’

MC.- Pero ¿cómo sale del Estudio de grabación la cinta?

GR.- Ya está el Golpe en marcha, la grabación de Allende debió ser a las 9:20am, sólo estábamos Leonardo Cáceres (jefe de prensa), Eulogio Suárez (subgerente de la radio), Amado Felipe (hijo de republicanos españoles exiliados en Chile) se anuncia que el presidente de la República estará al aire, se graba el discurso como ya le conté, por accidente, con el micrófono abierto en el estudio; a las 10:00am hacemos una segunda transmisión del discurso de Allende, a las 10:20am nos sacan del aire, llamamos a la planta en Renca y nadie contestaba. Las oficinas estaban a tres cuadras de La Moneda, en la calle Estado, era probable que llegaran los militares o bombardearan las oficinas, nos reunimos, dejamos que decidieran los compañeros que desearan irse o quedarse a hacer los trabajos en la clandestinidad; a las 4pm comenzó el toque de queda y el Estado de sitio por dos días, nos quedamos encerrados en las oficinas, hicimos más de 40 copias del último discurso de Allende (en unos carretes pequeños) además quemamos todas las agendas con direcciones de compañeros y documentos comprometedores.

MC.- Estaban en la boca del lobo, ¿Cómo les dio tiempo de hacer tantas copias?

LB.- No hubo allanamiento de los milicos, porque al parecer se confundieron y sólo llegaron a la planta en Renca.

GR.- Hubo órdenes de Pinochet de allanar la Radio Magallanes, dentro de su ‘Operación silencio’ contra todas las radiodifusoras que no adhirieran a los bandos militares.

LB.- Yo te voy a contar desde afuera qué pasaba… la noticia que llegó, yo estaba escondida en un departamento, trabajaba para el Comité de Propaganda del Partido Comunista…

MC.- ¿Para El Siglo?

LB.- No, para el Partido Comunista, era adscrita a El Siglo, el día 11 de septiembre nos dijeron que todos los de la Radio Magallanes habían muerto, yo traté de comunicarme y nadie contestó, luego de los dos días de sitio (toque de queda interrumpido) llamé a mi propia casa y contestó Guillermo, le dije ‘viejo estás vivo, juntémonos en la calle Huérfanos’ en cada esquino había un nido de metralletas y soldados, yo salgo con una bolsa de tejido y lo veo venir y le digo que ponga atención a los milicos en cada esquina, y él me dice ‘traigo el discurso de Allende’ y le contesté ‘dame un abrazo, pon con discreción las cintas en mi bolsa de tejido’ era más difícil que sospecharan de una mujer, así salieron los discursos de la Radio Magallanes.

MC.- ¿Y el episodio en la ONU?

GR.- 20 cintas me las llevé yo a casa y me entrevisté con un integrante de la Comisión de Propaganda del PC, don Américo Zorrilla, con él envié 12 cintas al Partido Comunista. El resto de las cintas eran para contactar a corresponsales de prensa extranjeros. En mi casa hicimos con Ligeia el primer comunicado del PC, el 11 de octubre de 1973, la primera declaración de la Comisión Política del PC, la idea era entregar copia del documento junto a la cinta con el discurso de Allende a los corresponsales extranjeros, fui unas dos o tres veces al Hotel Continental donde estaban alojados los periodistas y allí entregué una cinta. Ahora de cómo llegó a otros lugares, el rastro se pierde. Me tocó cosas como esta: a Darío Fo corresponsal italiano le entregué una cinta y me dijo: ‘No’, cagado del susto, y Guido Licario que era corresponsal de La Unitat, regañó a Darío Fo ‘acepta la copia no seas cobarde’, de esa manera se fue distribuyendo.

MC.- Eulogio Suárez me dijo en exclusiva, que siendo periodista de Radio Magallanes, se jugó un volado al entrevistarse con el Embajador de Alemania Federal para darle una copia del último discurso de Allende, con su valija diplomática salió directamente a Nueva York.

GR.- Conocí a un exiliado chileno, de apellido Valenzuela, que en Televisión Española (TVE), decía que fue él quien sacó del país el discurso de Allende, pero nunca trabajó en Radio Magallanes. Eulogio es un gran amigo mío y tiene sentido lo que dice, es complicado tener el registro del destino de cada copia que hicimos en Radio Magallanes.

MC.- Ligeia ¿Cómo fue tu trabajo periodístico ya en el exilio?

LB.- Primeramente haciendo comentarios en Radio Moscú, luego gracias a Volodia Teitelboim trabajé en la revista Araucaria, viajé a México por primera vez en 1979 y Teitelboim me pidió que entrevistara a Gabriel García Márquez, lo que fue un gran honor para mí, don Gabo por el sólo hecho de ser chilena exiliada me dedicó toda la tarde para nuestra entrevista, recuerdo que esperaba la visita del trovador Silvio Rodríguez para componer música juntos.

MC.- ¿Y desde adentro? En la clandestinidad ustedes colaboraron en la edición prohibida de El Siglo en 1983. Recuerdo que un embajador de Pinochet en el pleno de la ONU mostró una revista opositora como ejemplo de la libertad de expresión…

LB.- No había libertad de expresión durante la dictadura, el embajador mintió, nosotros también trabajamos en un diario legal llamado Fortín Mapocho, al comienzo no había dinero, salió primero como semanario, sólo pagaban la colación (comida), ese diario tuvo la sistemática censura de Pinochet, no podíamos publicar fotos, aparecían los huecos de las fotos (el espacio en blanco, sólo con el pie de foto). Participamos en las sesiones del Colegio de Periodistas contra la censura. Sencillamente en la ONU los embajadores de Pinochet decían que no había desaparecidos.

MC.- Trato de hacer un análisis de la prensa en Chile ¿Cuál es su experiencia en democracia luego del triunfo del NO a Pinochet?

LB.- Regresamos en 1995, en Chile ya había prensa de distintas tendencias, pero la verdad es que los gobiernos de la Concertación han tenido esa herramienta terrible que es el otorgamiento de avisos a los diarios, están ahogando periodismos por inanición, simplemente no les dan avisos, Mario tu viviste el cierre de Rocinante, casi todas las revistas de izquierda han desaparecido: APSI, Análisis, Rocinante, ¿Cómo puede decir la Concertación que hay libertad de expresión? Hay dos grandes monopolios COPESA y El Mercurio y se acabó.

GR.- Yo creo que es un reducto que ha quedado de la Guerra Fría, no sólo hay que callar toda voz disidente, a juicio del pensamiento hegemónico de los norteamericanos todo lo que está fuera de sus intereses es Comunista, populista. Pienso que el germen está en el acuerdo que dio comienzo a la Concertación: gobierno de EEUU, los militares, la iglesia y la derecha chilena, de allí está todo lo que todavía no se reforma, por ejemplo el sistema binominal antidemocrático.

MC.- Guillermo ¿estás siguiendo la campaña de la revista Punto Final que exige al Estado el acceso a la información sobre el gasto en avisos e inserciones pagadas en COPESA y El Mercurio?

GR.- Mira, yo tengo muy queridos amigos en Punto Final: Hernán Uribe y Manuel Cabieses, su campaña debiera ser apoyada por todos los medios de prensa, pero tengo dudas de su resultado. Los intereses económicos son muy fuertes con el servilismo imperialista.

MC.- ¿Y es tu misma intuición en el caso El Clarín de Chile que se debate en un tribunal del Banco Mundial?

GR.- Allí yo confío más, porque resulta que Chile es un país legaloide, si acaso se restituye el diario a los legítimos propietarios de Clarín. Esto no será por una lucha social o política, insisto somos un país lagaloide.

MC.- ¿Quieres decir que Clarín se resolverá con justicia por el hecho de estar el caso en un tribunal extranjero?

GR.- Ya se vio en el caso de los derechos humanos, Joan Garcés y Baltasar Garzón metieron preso a Pinochet en Londres, entonces es posible que eso ocurra y será bienvenido El Clarín de Chile.

MC.- Mi casa editorial, La Jornada, tiene una alianza con Clarín de Chile ¿Cuál es su augurio para la prensa alternativa en el nuevo contexto de Latinoamérica?

GR.- Como viejo periodista yo creo que el máximo premio que puede recibir es terminar su vida como periodista y ver las transformaciones del quehacer periodístico; los nuevos aires que corren en América Latina auguran la posibilidad de una separación del Imperio, que ayude a todos los movimientos sociales progresistas.

MC.- Ligeia, esta entrevista gira en torno a la prensa, en Venezuela (1959) Fidel Castro Ruz y Pablo Neruda crean los bocetos de la Agencia Prensa Latina; tu vuelves a encontrarte con Neruda por tu trabajo escrito, cuéntame un poco de ello…

LB.- Conocí a Neruda cuando yo tenía 8 años de edad (en Temuco, 1936), desde entonces lo he seguido leyendo sus libros, nunca fui de su círculo de amigos, pero siempre hubo entre él y yo una cercanía de sureños, del reencuentro te digo que participé en 1969 en la campaña Presidencial de Neruda, recorrimos todo el país, por ejemplo en casa del poeta Gonzalo Rojas (en Concepción) nos llegó la noticia de que Salvador Allende sería el candidato de la Unidad Popular, Neruda dimitió por él. Gracias al Partido Comunista conocí realmente a Neruda. Finalmente cuando salimos al exilio, lo único personal que saqué de mi casa fueron las Obras Completas de Neruda (Losada, 1969) con una bella dedicatoria muy personal del poeta: ‘con una flor y vieja amistad’, en Migración (en el año 1974) un militar, me preguntó que traía en mis manos, y yo le dije que poesía, me arrebató el libro al ver que era de Neruda, lo pateó, por eso viste los dos tomos maltratados.

MC.- Estoy armando una campaña informativa sobre la Fundación Neruda y su inversión de 2.3 millones de USD junto al asesor y embajador de Pinochet: Ricardo Claro; Ravest al escuchar el nombre de Ricardo Claro, dice:

GR.- En mi próximo libro, sobre el Golpe de Estado, la guerra fría y la labor periodística, publicaré testimonios que me hicieron compañeros en el exilio sobre las torturas sufridas en el barco El Lebú propiedad desde entonces de Ricardo Claro, ser asesor y embajador de Pinochet me parece un pecado banal, comparando el hecho de prestar sus barcos de Sudamericana de Vapores como centros de detención y tortura; Ligeia algo intuía sobre la Fundación Neruda, hace no mucho tiempo le escribieron para pedirle sus fotografías inéditas de Neruda.

MC.- En México Carlos Monsiváis declaró al inaugurar el Museo del Estanquillo: ‘Nadie sabe para quién colecciona’ y yo creo que una colección también se compone de objetos comprados, prestados y hasta robados. ¿A dónde irá a parar tu colección de originales de Neruda?

LB.- Neruda me daba los textos originales para publicarlos en El Siglo y yo se los guardaba en una caja, tengo una crítica literaria de Neruda sobre el libro A sangre fría de Truman Capote (Isla Negra, 1966); otros textos los recogí reporteando, Neruda improvisaba sus discursos y siempre me pedía hojas, cuando enterramos a Juan Chacón (dirigente obrero, militante comunista) yo escribí la crónica y Neruda un poema a Chacón que todavía conservo en mi archivo, Neruda me escribió un Soneto sobre las equivocaciones a Ligeia Balladares (Antofagasta, 1969), te mostraré los originales y te daré copias facsimilares. Después de lo que nos cuentas, definitivamente no donaré nada a la Fundación Neruda, leeré con mucha atención tu investigación sobre Ricardo Claro y Juan Agustín Figueroa; escribiré una Carta abierta a la Fundación Neruda dando las razones de mi negativa a colaborar con ellos.

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