Morir en el regimiento (II)
"Mi esposo fue asesinado a golpes por los militares. En mi casa tengo la ropa que él traía puesta ese día y no tiene ni un solo rasguño… Si supuestamente se golpeó en el estómago al caer de una muralla con alambres de púa y vidrios, ¿dónde están las marcas? No tenía nada… Su estómago estaba completamente inflamado por los golpes y patadas… Ellos lo reventaron por dentro… Su cuerpo tiene marcas de golpes, en sus manos y pies… magulladuras y cototos en su cabeza producto de la brutal golpiza… Hay más de diez testigos… Vecinos del sector que vieron lo que ocurrió... Uno de ellos iba caminando detrás de mi marido y vio cómo se inició el intercambio de palabras inicial… Otro testigo, que trabaja en el canal de televisión Megavisión, vio parte de la golpiza y hasta que lo subieron al furgón policial… Todos coinciden que cinco o seis militares del Regimiento Buin Nº1 golpeaban a mi marido mientras un sargento mayor de Ejército le tenía el pie en su garganta, asfixiándolo… Los demás militares le pegaban con pies, puños y su armamento de servicio… Después funcionarios de Carabineros lo esposaron y, supuestamente, al 'no poder subirlo al furgón', azotaron su cabeza en el piso del vehículo policial… Uno de los testigos se detuvo en su auto y se acercó a la puerta del regimiento. Cuando el sargento mayor del regimiento lo vio, lo fue a increpar. Le dijo: 'Y quién soy tú'… Al testigo le dio temor y se identificó ante los militares… En ese momento le dejaron de pegar a mi esposo… Luego, él nos vino a avisar lo que estaba pasando.
Me dirigí con mi cuñado, Héctor Rojas, al regimiento y exigí ver a mi marido y que me informaran qué pasaba y porqué le habían pegado… Estuvimos ahí más de 25 minutos dentro del recinto a unos cinco o seis metros al interior. Estaba el furgón policial patente Z - 2141 con el candado puesto… Discutimos con los soldados y policías. Nos amenazaron y nos hicieron retirarnos. Habíamos entrado con el auto a pedirles una explicación pero se morían de la risa. Hacían burla de nosotros y de mi marido… Decían burlonamente '¿quién le ha pegado a su marido?, señora'… Nos insultaban con malas palabras que no voy a repetir. El sargento mayor de bigotes se enojó y le dijo a mi cuñado que 'retirara inmediatamente el vehículo porque estaba en un recinto militar'… Nos estacionamos al frente de regimiento… Esperamos otros diez minutos más para que el furgón saliera hacia la Sexta Comisaría de Carabineros.
Ahora dicen los militares que en tres minutos lo entregaron a Carabineros, una completa mentira… Cuando salió el furgón policial lo seguimos… no le perdimos la pista. Cuando llegaron al cuartel, lo único que hicieron fue abrir un portón grande, ingresar y cerrar el portón. Nosotros mirábamos por una ventana cuadrada con aberturas… Los dos carabineros se bajaron del furgón muertos de la risa… sacudiéndose las manos. Sabían lo que habían hecho… Estuve tres minutos afuera de la Comisaría y subí a la oficina de la guardia policial. Seguían muertos de risa. 'Tantos fueron los golpes que le dieron a mi marido que se ríen', les dije. Se enojaron y se pusieron aún más prepotentes: '¿Qué no nos podemos reír?', dijeron. El cabo Vera Ortiz quiso agredir a mi cuñado, quien le dijo que 'tuviera más respeto'…
Pasaron 35 minutos y el furgón seguía en el patio. Revisaron la identidad de mi esposo y no encontraron antecedentes… Creían que era un delincuente. Yo les entregué mi carné voluntariamente… Empecé a desesperarme. Los carabineros comenzaban a retirarse uno a uno. Vi a una pareja de carabineros -un hombre y una mujer- bajar al patio a sacar el candado del furgón policial… Trataron de mover a mi marido, afirmando la puerta del furgón… y no despertaba. 'Sabe señora, no despierta. Está durmiendo la mona (borrachera)', me dijo el carabinero. 'Se llama Hernán', le decía yo… Me desesperé y exigí verlo. Me dejaron entrar… pero ya estaba muerto… Me acerqué a la puerta del furgón, abracé a mi marido, lo toqué y aún su cuerpo no estaba frío… Tenía sus labios y ojos morados, no respiraba… seguía esposado.
En la muerte de mi esposo tienen responsabilidad militares y carabineros, todos los involucrados en un homicidio, no en 'lesiones'… No entiendo que la justicia militar oculte la verdad… Vamos a pedir que se traspase el caso a los tribunales civiles, pero no es seguro que la justicia ordene a un civil investigar este crimen. Nos reunimos con el Director General de Carabineros y con el Comandante en Jefe del Ejército. Les entregué una carta personal donde expresamos el dolor que tenemos como familia y exigimos que se haga justicia… No confío en la justicia militar, por supuesto que no. Ya han cambiado las versiones varias veces. Ahora le echan la culpa a una muralla. ¿Cómo su ropa no tiene ni un rasguño si las murallas tienen alambres de púa y vidrios cortados? Mi esposo Hernán Segundo Meneses Zambrano murió producto de los golpes que le dieron con sus armas, patadas y golpes de puño… Lo arrastraron por el interior del regimiento… Tenía sus brazos magullados, sus ojos completamente morados… Ese día había una 'fiesta' en el regimiento. Todos lo saben. Allí se consumía alcohol y droga… No voy a descansar nunca hasta que se haga justicia. Me dejaron desamparada. Sola… Mis hijos no quieren salir de la casa ni ir a la escuela… No sé que voy a hacer… No exijo dinero sino justicia, para mis hijos de trece, diez y mi hijo menor que cumplió seis años el día que mataron a su padre", señala Paola Morales, viuda de Hernán Meneses.
0 comentarios