Todos los terrorismos son repudiables, pero el de Estado es el peor
¿Habrá sido Irán el país que arrojó las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki? |
Eduardo Galeano
(05/08/06)
UN PAIS BOMBARDEA dos países. La impunidad podría resultar asombrosa si no fuera costumbre. Algunas tímidas protestas dicen que hubo errores. ¿Hasta cuándo los horrores se seguirán llamando errores?
Esta carnicería de civiles se desató a partir del secuestro de un soldado. ¿Hasta cuándo el secuestro de un soldado israelí podrá justificar el secuestro de la soberanía Palestina? ¿Hasta cuándo el secuestro de dos soldados israelíes podrá justificar el secuestro del Líbano entero?
La cacería de judíos fue, durante siglos, el deporte preferido de los europeos. En Auschwitz desembocó un antiguo río de espantos, que había atravesado toda Europa. ¿Hasta cuándo seguirán los palestinos y otros árabes pagando crímenes que no cometieron?
Hezbollá no existía cuando Israel arrasó el Líbano en sus invasiones anteriores. ¿Hasta cuándo nos seguiremos creyendo el cuento del agresor agredido, que practica el terrorismo porque tiene derecho a defenderse del terrorismo?
Iraq, Afganistán, Palestina, Líbano. ¿Hasta cuándo se podrá seguir exterminando países impunemente? Las torturas de Abu Ghraib, que han despertado cierto malestar universal, no tienen nada de nuevo para nosotros, los latinoamericanos. Nuestros militares aprendieron esas técnicas de interrogatorio en la Escuela de las Américas, que ahora perdió el nombre pero no las mañas. ¿Hasta cuándo seguiremos aceptando que la tortura se siga legitimando, como hizo la Corte Suprema de Israel, en nombre de la legítima defensa de la patria?
Israel ha desoído cuarenta y seis recomendaciones de la Asamblea General y de otros
organismos de las Naciones Unidas. ¿Hasta cuándo el gobierno israelí seguirá ejerciendo el privilegio de ser sordo? Las Naciones Unidas recomiendan pero no deciden. Cuando deciden, la Casa Blanca impide que decidan, porque tiene derecho de veto. La Casa Blanca ha vetado, en el Consejo de Seguridad, cuarenta resoluciones que condenaban a Israel. ¿Hasta cuándo las Naciones Unidas seguirán actuando como si fueran otro nombre de los EE.UU.?
Desde que los palestinos fueron desalojados de sus casas y despojados de sus tierras, mucha sangre ha corrido. ¿Hasta cuándo seguirá corriendo la sangre para que la fuerza justifique lo que el derecho niega? La historia se repite, día tras día, año tras año, y un israelí muere por cada diez árabes que mueren. ¿Hasta cuándo seguirá valiendo diez veces más la vida de cada israelí?
En proporción a la población, los cincuenta mil civiles, en su mayoría mujeres y niños, muertos en Iraq, equivalen a ochocientos mil estadounidenses. ¿Hasta cuándo seguiremos aceptando, como si fuera costumbre, la matanza de iraquíes, en una guerra ciega que ha olvidado sus pretextos? ¿Hasta cuándo seguirá siendo normal que los vivos y los muertos sean de primera, segunda, tercera o cuarta categoría?
Irán está desarrollando la energía nuclear. ¿Hasta cuándo seguiremos creyendo que eso basta para probar que un país es un peligro para la humanidad? A la llamada comunidad internacional no la angustia para nada el hecho de que Israel tenga doscientas cincuenta bombas atómicas, aunque es un país que vive al borde de un ataque de nervios. ¿Quién maneja el peligrosímetro universal? ¿Habrá sido Irán el país que arrojó las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki?
En la era de la globalización, el derecho de presión puede más que el derecho de expresión. Para justificar la ilegal ocupación de tierras palestinas, la guerra se llama paz. Los israelíes son patriotas y los palestinos son terroristas, y los terroristas siembran la alarma universal. ¿Hasta cuándo los medios de comunicación seguirán siendo miedos de comunicación?
Esta matanza de ahora, que no es la primera ni será, me temo, la última, ¿ocurre en silencio? ¿Está mudo el mundo? ¿Hasta cuándo seguirán sonando en campana de palo las voces de la indignación? Estos bombardeos matan niños: más de un tercio de las víctimas, nomenos de la mitad. Quienes se atreven a denunciarlo son acusados de antisemitismo. ¿Hasta cuándo seguiremos siendo antisemitas los críticos de los crímenes del terrorismo de estado? ¿Hasta cuándo aceptaremos esa extorsión? ¿Son antisemitas los judíos horrorizados por lo que se hace en su nombre? ¿Son antisemitas los árabes, tan semitas como los judíos?
¿Acaso no hay voces árabes que defienden la patria Palestina y repudian el manicomio fundamentalista? Los terroristas se parecen entre sí: los terroristas de Estado, respetables hombres de gobierno, y los terroristas privados, que son locos sueltos o locos organizados desde los tiempos de la guerra fría contra el totalitarismo comunista. Y todos actúan en nombre de Dios, así se llame Dios o Alá o Jehová. ¿Hasta cuándo seguiremos ignorando que todos los terrorismos desprecian la vida humana y que todos se alimentan mutuamente? ¿No es evidente que en esta guerra entre Israel y Hezbolláson civiles, libaneses, palestinos, israelíes, quienes ponen los muertos? ¿No es evidente que las guerras de Afganistán y de Iraq y las invasiones de Gaza y del Líbano son incubadoras del odio, que fabrican fanáticos en serie?
Somos la única especie animal especializada en el exterminio mutuo. Destinamos dos mil quinientos millones de dólares, cada día, a los gastos militares. La miseria y la guerra son hijas del mismo papá: como algunos dioses crueles, come a los vivos y a los muertos. ¿Hasta cuándo seguiremos aceptando que este mundo enamorado de la muerte es nuestro único mundo posible?
Destrucción de El Líbano e inmoralidad de Occidente
Romualdo R. Maureira, periodista
(10/08/06)
ANTE LOS MÉTODOS ilegales y criminales, desde el punto de vista de la legislación Internacional y los documentos firmados en la ONU sobre la soberanía de los Estados, utilizados por el Estado de Israel respecto a los pueblos libanés y palestino, la ausencia de reacción de la comunidad internacional ha sido casi total. Se trata de un escandaloso ejemplo de desprecio por los valores morales y legales que rigen, aparentemente, las relaciones internaciones en organismos creados para tal efecto.
Desde el día en que algunos países de Europa y Norteamérica decidieron, unilateralmente, regalarle al sionismo mundial territorios pertenecientes a los dos pueblos antes referidos sin una consulta internacional ni menos a los pueblos que sufrirían el despojo de sus tierras (la Palestina estaba por aquellos años bajo el yugo o "protectorado" británico), el mundo no es el mismo. Desde 1948, los países que se auto declararon ganadores de la II Guerra Mundial (olvidando invitar al festejo a la ex Unión Soviética, que fue la que realmente derrotó las hordas nazis), se juramentaron para, en primer lugar, utilizar su poderío ideológico y guerrero a objeto de erradicar del planeta el Comunismo y todo lo que oliera a igualitarismo o socialismo. Segundo, para impedir que recursos estratégicos fuesen administrados, menos aun nacionalizados, por países que tuviesen una ideología distinta de la que la que preconizaban los "vencedores". Ya conocemos la Historia. De Indochina, pasando por África y llegando a América Latina. Forzados estamos en reconocer que estos países han sabido, heroicamente, respetar su juramento.
A partir del momento en que en estos países "vencedores" la economía ultraliberal se impuso como valor fundamental, todos los restantes valores se sometieron a este solo objetivo económico, convirtiendo al ser humano en un trabajador-esclavo (sin leyes de protección, sin derechos a sindicatos, flexibilizando los horarios como si el tiempo del humano sólo sirviera para trabajar, salarios fijados según la Ley de la oferta y la demanda (¿??), chantajes del FMI y OMC para que los gobiernos no cumplan sus mandatos sociales, etc, etc, para, finalmente, convertir al Humano en consumidor idiotizado.
Desde el salvaje ataque estadounidense (y sus cómplices) a Irak bajo acusaciones falsas y, lo más monstruoso de todo, el "atentado" al WORLD TRADE CENTER TOWERS (recientes encuestas demuestran que el 47% de los estadounidenses No Creen en la versión del Pentágono*), la ONU está secuestrada, neutralizada y agonizante. La Carta de los Derechos Humanos es letra muerta, las naciones "vencedoras" imponen la Ley y el nuevo Orden Mundial. Las elecciones, el voto universal a la basura si no es favorable a los intereses de los ultraliberales y sus acólitos nacionales de todo pelo. Muchos ejemplos pueden ilustrar esta afirmación, comenzando por el fraude en el estado de Florida que llevó a Bush a la Presidencia, pasando por Haití y terminando con México en estos días.
Pero el ejemplo que desafía la dignidad humana es la situación que sufren los pueblos en el Oriente Medio, donde la inmoralidad y actitud criminal de la Unión Europea y Estados Unidos han superado todo lo que se conoce como acto indigno en la historia occidental.
La nación palestina, en comicios realizados según todas las normas de la democracia y bajo los ojos de observadores extranjeros, quienes certificaron la honradez y transparencia de la elección, elige un Gobierno que no agrada a los regímenes de Tel Aviv y Washington. Inmediatamente, fiel a su juramento, la comunidad internacional, "representada" por los gobiernos de turno en Europa, se niega a reconocer la autoridad de este Gobierno libremente elegido, argumentando que es un "gobierno tirano y terrorista", aunque haya sido elegido por el 96 % de la población !!! No solamente esta nueva ideología ultraliberal se niega reconocer a Hamas como legítimo representante de su pueblo, sino que, además, somete a toda la población palestina a un sufrimientos aún mayores que aquéllos a los cuales ha sido sometida desde hace más de un medio siglo, incluido el robo de sus territorios, campos de refugiados-cárceles, matanzas masivas como Chatilha, robo de sus fuentes de aguas, destrucción de su agricultura, etc, pero todo esto no es suficiente, ahora le cortan los subsidios (necesarios desde hace tiempo a causa de la destrucción sistemática de la economía palestina) y, como símbolo de la ignominia e inmoralidad de Occidente, Israel se niega a pagar al Gobierno palestino los impuestos percibidos en su nombre, lo que, en derecho civil, constituye un robo puro y simple.
Para reconocer el Gobierno de Hamas, la comunidad internacional quiere que renuncie a la violencia. ¡Bonitos sentimientos seguramente! Pero, ¿puede pedirse moralmente una cosa como esta a un pueblo ocupado militarmente y atacado prácticamente todos los días, es decir, privar a ese pueblo del derecho inalienable de defenderse?. Por supuesto, se puede decir lo mismo de Israel, pero el caso es que uno es la víctima desde hace medio siglo y el otro es el agresor. La inmoralidad de los países "vencedores" es patética. Piden, exigen enfurecidos a los dirigentes palestinos "controlar los grupos terroristas que actúan en su territorio o en Israel": ¿cómo, si desde hace décadas el Estado sionista ha, sistemáticamente, impedido hacer de la Palestina un Estado gobernable, empleando ataques armados, controles militares incesantes, neutralizando los medios de comunicaciones entre las distintas partes del territorio, destruyendo masiva y repetidamente todas las infraestructuras económicas? ¿Cómo se podía acusar a Arafat de no controlar la violencia en Palestina mientras que se le tenía preso en su casa a mitad destruida y sin comunicación con el exterior, durante varios años, antes de su envenenamiento?
Que se le pida a Hamas reconocer al Estado de Israel, sí, eso es legítimo para la inmoralidad ultraliberal; pero dejar que el Estado de Israel se niegue, como lo hace desde hace más de un medio siglo, a la constitución de un Estado palestino, eso, es, curiosamente, moral; mejor aún, que se siga construyendo el muro de la vergüenza para hacer prácticamente imposible en el futuro la creación de un Estado palestino viable.
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