La ultima Fortaleza.
Escondidos tras un ropaje de supervivencia, culpan a los sectores de la izquierda concertacionista y a la izquierda que ellos han hecho marginal, de querer alzarse con todo el poder político en Chile, poder que detentaron en forma discrecional durante los 17 años que duró la dictadura del sátrapa, y que en estos 16 años de democracia han podido mantener gracias a las “zonas minadas” que dejo el pinochetismo en su retirada, para impedir el avance de la democracia en Chile. El binominal es la barrera con la que pretenden mantener indemne los privilegios que hoy detentan.
Pero es preciso establecer que el sistema ideado por la derecha vernácula junto a los ideólogos del pinochetismo, esta íntimamente ligado a los “éxitos” del sacrosanto modelo neoliberal de libre mercado. El sistema binominal es, en esta estructura, la piedra angular del mismo introducido en el sistema político para cumplir la función de mantener un consenso legislativo que sostenga la política de pillaje realizada por estos en contra de la mayoría de los chilenos.
Flexibilización laboral, privatización de la salud, la educación y los fondos de jubilaciones, forman parte del arsenal con los que cuenta el modelo para mantenerse en pie, otorgándole a una minoría de no mas del 20% de chilenos, vivir en la opulencia tras adueñarse del 80% de la renta producida por el trabajo de todos los chilenos.
Los publicistas del modelo, los hacen el panegírico de la economía chilena, tiemblan de solo pensar que la perfecta armonía de los números logrados bajo estos mecanismos, se derrumben producto de cambios propuestos en el ámbito del parlamento chileno por minorías que solo piensan en derrochar el dinero de los excedentes fiscales.
Cualquier intento de desviar fondos a iniciativas que tiendan a acortar la brecha entre ricos y pobres en Chile, es visto por la derecha como un atentado a su propia existencia.
La cerrada oposición manifestada tanto por la UDI como por RN, en este punto, da cuenta del pavor que se tiene desde ambos conglomerados a una sobrevivencia sin la protección de leyes que tutelen la democracia en Chile. La convivencia en el parlamento con expresiones ideológicas opuestas a las propias, pone la piel de gallina a estos defensores de las libertades de unos pocos. Y no les interesa perder credibilidad por unos dichos en campaña que fueron mal interpretados por la sociedad chilena, creyendo ésta, que los dichos eran promesas, cuando en verdad eran armas.
Lo cierto es que pedirle a la derecha que cumpla con su palabra, es como pedirle a Pinochet que devuelva lo robado al pueblo chileno. Por lo tanto el futuro de la pluralidad parlamentaria, deberá encaminarse en otro sentido que no sea el de la ingenuidad, de creer que este sector tan proclive a la mendacidad, se convierta de buenas a primera, en un interlocutor válido para iniciar el camino de las transformaciones que requiere el sistema democrático chileno. La negativa a tratar cambios al sistema binominal por parte de la UDI y RN, propone un escenario político en Chile de enorme incertidumbre, que debe ser superado por la convicción de un pueblo que a sido capaz de derrotar al mismísimo “gran capitán”, el mayor sátrapa de la historia chilena.
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