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Ecuador y Cuba reiteran su apoyo a la causa palestina

Ecuador y Cuba reiteran su apoyo a la causa palestina

Los gobiernos de Ecuador y Cuba reiteraron este martes su compromiso y apoyo al derecho del pueblo palestino a su soberanía y autodeterminación, con la realización de una serie de jornadas de solidaridad y actividades culturales que arrancaron en Quito con la reunión del Comité de las Naciones Unidas para el Ejercicio de los Derechos Inalienables de ese pueblo árabe.

 

Los gobiernos de Ecuador y Cuba reiteraron este martes su compromiso y apoyo al derecho del pueblo palestino a su soberanía y autodeterminación, con la realización de una serie de jornadas de solidaridad y actividades culturales que arrancaron en Quito con la reunión del Comité de las Naciones Unidas para el Ejercicio de los Derechos Inalienables de ese pueblo árabe.

El vicecanciller ecuatoriano, Leonardo Arízaga, expresó que “la cuestión de Palestina ha sido un tema de permanente preocupación para el Ecuador, especialmente en momentos en que se ha intensificado la desconfianza e inestabilidad en el proceso de negociación de paz”. El vicecanciller señaló varios aspectos que preocupan a nivel internacional, referentes a la causa palestina, entre ellos la ocupación israelí de territorios árabes, sus asentamientos, el bloqueo de la franja de Gaza, la construcción del muro y la violencia contra civiles por parte de militares de Tel Aviv.

“El Ecuador se encuentra totalmente comprometido con el hermano pueblo palestino y así lo ha demostrado a través del apoyo al ingreso de Palestina como estado observador no miembro de las Naciones Unidas, el 27 de septiembre de 2012”, recordó Arízaga. Otra muestra de solidaridad fue la apertura de la embajada palestina en la capital ecuatoriana, en enero de 2014. Igualmente, se están terminando los trámites para que próximamente Ecuador tenga una sede diplomática en Palestina. “Estamos convencidos de querer fortalecer nuestras relaciones bilaterales”, agregó. Por su parte, el embajador de Cuba en Ecuador, Jorge Rodríguez, reiteró el apoyo de su país al derecho inalienable del pueblo palestino a su autodeterminación, advirtiendo que La Habana no renunciará en su reclamo a favor de que Palestina sea un Estado miembro pleno de la ONU.

Rodríguez recordó que, 35 años atrás, el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, manifestó en la VI Cumbre de los No Alineados que “la justa causa de Palestina suscitó el apoyo de las naciones del mundo”. En esa ocasión, Fidel denunció que las resoluciones de la ONU fueron despectivamente ignoradas y rechazadas por los agresores y sus aliados. Por ello, el embajador lamentó los años transcurridos de la brutal ocupación de Palestina, promovida y apoyada por Estados Unidos. Este miércoles culminarán en Quito las jornadas de solidaridad con Palestina, al tiempo que se realizarán muestras de cine y una exposición fotográfica. En la primera jornada de la cita también unieron su voz países como Venezuela, México, Chile, Brasil, Turquía, Indonesia y Malasia. La Asamblea General de la ONU declaró a 2014 como el año de la solidaridad con el pueblo palestino, por lo que su causa es una de las principales preocupaciones para la comunidad internacional.

Fuente: LibreRed

CIA: Hace décadas que Israel posee almacenajes de armas químicas

HISPAN TV - TERCERA INFORMACIÓN

El régimen de Israel construyó hace décadas, de forma clandestina, su propio almacenaje de armas químicas y biológicas, así revela ‘Foreign Policy’, citando documentos de alto secreto de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, por sus siglas en inglés).

En 1982, los satélites estadounidenses de vigilancia detectaron la existencia de “una probable instalación de producción y almacenaje de agente nervioso, gas mostaza, entre otros (…) en la Zona Sensible de Almacenaje de Dimona, sita en el desierto de Negev”, en el sur de los territorios ocupados palestinos, dando la posibilidad de la existencia de otras armas de destrucción masiva dentro de esta industria química israelí, de avanzada.

Los informes emitidos en 1983 por la CIA revelan que Washington estaba consciente de las pruebas químicas del régimen de Israel desde principios de 1970 y de las actividades que se realizaban en Negev.

Desde hace años, indica Foreign Policy (FP), que las agencias norteamericanas y analistas de control de armas coinciden en que el régimen de Tel Aviv posee el almacenaje químico fabricado durante las décadas de 1960 y 1970, para completar su arsenal nuclear.

Los expertos enfocaban en particular, en el instituto israelí para la investigación biológica (IIBR, por sus siglas en inglés), ubicado en Ness Ziona, a 20 kilómetros del sur de Tel Aviv, en los territorios ocupados palestinos.

El régimen de Israel aumentó sus investigaciones y desarrolló sus actividades químicas a finales de 1973, añade la CIA.

Según FP, es muy probable que el “agente no-persistente” mencionado en el informe de la CIA, sea sarín, un líquido sin color y sin olor, usado como arma química por su extrema potencia como agente nervioso.

El gas sarín fue utilizado el 21 de agosto en un ataque lanzado contra Damasco, la capital siria, por lo que la Administración del presidente de Estados Unidos Barack Obama, está intentando organizar una ofensiva contra este país árabe, acusando al Ejército sirio de utilizar armas prohibidas a nivel internacional.

El Gobierno del presidente sirio, Bashar al-Asad, sin embargo, rechaza energéticamente estas alegaciones formuladas en su contra.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) clasificó al gas sarín como arma de destrucción masiva en la resolución 687, y según lo estipulado en la Convención sobre Armas Químicas (1993), cuya producción y almacenamiento fue declarado ilegal.

América Latina: el “cisma del Pacífico”

América Latina: el “cisma del Pacífico”

Por José Luis Fiori (BARÓMETRO INTERNACIONAL)

Promovido por México, Chile, Perú y Colombia el “cisma del Pacífico” tiene más importancia ideológica que económica dentro de América del Sur. Políticamente se trata de una pequeña franja del proyecto Obama de creación de un área de reafirmación del poder norteamericano en el Pacífico.

“Brasil era naturalmente el líder, hoy la cosa es muy complicada. El continente se dividió, está el “Arco del Pacífico”… Entonces de alguna manera perdemos nuestra relevancia política en el continente que era incontestable. Nunca llegamos a pensar una negociación a fondo con los Estados Unidos, siempre tuvimos miedo”. F.H. Cardoso, Valor Económico, 30 de noviembre de 2012.

En la historia del desarrollo sudamericano - después de la II Guerra Mundial -, el proyecto de integración del continente nunca fue una política de Estado, yendo y viniendo a través del tiempo como si fuese una utopía “estacional” que se fortalece o debilita dependiendo de las fluctuaciones de la economía mundial y de los cambios de gobierno dentro de la propia América del Sur. Durante la primera década del Siglo XXI los nuevos gobiernos de izquierda del continente, sumados al crecimiento generalizado de la economía mundial - entre 2001 y 2008 - reavivaron y fortalecieron el proyecto integracionista en particular el Mercosur, liderado por Brasil y por Argentina.

Después de la crisis de 2008, mientras tanto, ese escenario cambió: América del Sur se recuperó rápidamente, empujada por el crecimiento chino, pero este éxito de corto plazo trajo de vuelta y viene agudizando algunas de las características seculares de la economía sudamericana, que siempre obstaculizaron y dificultaron el proyecto de integración, como el hecho de ser una sumatoria de economías primario-exportadoras paralelas y orientadas por los mercados externos.

Esta situación de desaceleración o impasse del “proyecto brasileño”• de integración sudamericana explica, en parte, el entusiasmo de la gran prensa económica internacional y el éxito entre los ideólogos neoliberales latinoamericanos de la nueva Alianza del Pacífico”, bloque comercial competidor del Mercosur inaugurado por la “Declaración de Lima” de abril de 2011 y sacramentado por “El Acuerdo Marco de Antofagasta”, firmado en junio de 2012 por Perú, Chile, Colombia y México. Cuatro países con economías exportadoras de petróleo o minerales y adeptos al libre comercio y a las políticas económicas ortodoxas. El entusiasmo ideológico o geopolítico, entretanto, encubre - a veces - algunos hechos y datos elementales.

El primero es que los cuatro miembros de la “nueva alianza” ya habían firmado acuerdos previos de libre comercio con Estados Unidos y con un gran número de países asiáticos. El segundo y más importante es que México pertenece geográficamente a la América del Norte y que desde su incorporación al NAFTA (TLCAN), en 1994, se transformó en un pedazo inseparable de la economía estadounidense y también en el territorio ocupado por la guerra entre los grandes carteles de la droga que ofrecen cocaína a la sociedad norteamericana, llegada en buena parte, exactamente del Perú y Colombia. En tercer lugar, los tres países sudamericanos que forman parte del nuevo bloque tienen territorios aislados por montañas y florestas tropicales y sus economías costeras de exportación son pequeñas o medianas, con escasísimos relacionamiento comercial entre sí o con México.

Chile es el único de estos tres países que posee un clima templado y tierras productivas, pero es uno de los países mas aislados del mundo y es casi irrelevante para la economía sudamericana. La suma del PIB de los tres es cercana a los 800 mil millones de dólares, menos de 1/3 del producto interno bruto brasileño, y menos de ¼ del PIB del Mercosur. Además de esto, el crecimiento económico reciente de Chile, Perú y Colombia fue casi igual al de Ecuador y Bolivia, que también son andinos, no pertenecen al nuevo bloque, se oponen a las políticas y reformas neoliberales y deben ingresar pronto al Mercosur, como ya pasó con Venezuela.

Concluyendo, se puede decir con toda certeza que este “cisma del Pacífico” tiene más importancia ideológica que económica dentro de América del Sur y sería casi insignificante políticamente si no fuese por el hecho de tratarse de una pequeña franja del proyecto Obama de creación de la “Trans-Pacific Economic Partnership” (TPP), pieza central de su política de reafirmación del poder económico y militar norteamericano en la región del Pacífico. Desde 2010 el presidente Barack Obama viene insistiendo en la tecla de que los EE.UU. son una “nación del Pacífico” que se propone ejercer un papel central y de largo plazo en el control geopolítico y económico de los dos lados del Pacífico, en el Océano Índico y en el sur de Asia.
En este sentido es preciso tener claro que la inclusión de Brasil en este nuevo “arco del Pacífico” implica una opción por la condición de “periferia de lujo” del sistema económico mundial y también significa, en última instancia, apoyar y participar de la estrategia norteamericana de poder global, al mismo tiempo que de una disputa regional entre los EE.UU., Japón y China por la hegemonía del este asiático y del pacífico Sur. Según el Foreing Affairs, “if the negociations be fruits the TPP will add billions to The U.S. economy and solidify Washington´s political, financial, and military commitment to the Pacific for decades to come” (july/august 2012; p.22) [Si las negociaciones del TPP fructifican sumarán miles de millones a la economía de los EE.UU. y consolidarán por décadas el compromiso político, financiero y militar de Washington en el Pacífico].

José Luis Fiori es Profesor de política económica en la Universidad Federal de Río de Janeiro.

América Latina: el “cisma del Pacífico”

Por José Luis Fiori (BARÓMETRO INTERNACIONAL)

 

Promovido por México, Chile, Perú y Colombia el “cisma del Pacífico” tiene más importancia ideológica que económica dentro de América del Sur. Políticamente se trata de una pequeña franja del proyecto Obama de creación de un área de reafirmación del poder norteamericano en el Pacífico.

“Brasil era naturalmente el líder, hoy la cosa es muy complicada. El continente se dividió, está el “Arco del Pacífico”… Entonces de alguna manera perdemos nuestra relevancia política en el continente que era incontestable. Nunca llegamos a pensar una negociación a fondo con los Estados Unidos, siempre tuvimos miedo”. F.H. Cardoso, Valor Económico, 30 de noviembre de 2012.

En la historia del desarrollo sudamericano - después de la II Guerra Mundial -, el proyecto de integración del continente nunca fue una política de Estado, yendo y viniendo a través del tiempo como si fuese una utopía “estacional” que se fortalece o debilita dependiendo de las fluctuaciones de la economía mundial y de los cambios de gobierno dentro de la propia América del Sur. Durante la primera década del Siglo XXI los nuevos gobiernos de izquierda del continente, sumados al crecimiento generalizado de la economía mundial - entre 2001 y 2008 - reavivaron y fortalecieron el proyecto integracionista en particular el Mercosur, liderado por Brasil y por Argentina.

Después de la crisis de 2008, mientras tanto, ese escenario cambió: América del Sur se recuperó rápidamente, empujada por el crecimiento chino, pero este éxito de corto plazo trajo de vuelta y viene agudizando algunas de las características seculares de la economía sudamericana, que siempre obstaculizaron y dificultaron el proyecto de integración, como el hecho de ser una sumatoria de economías primario-exportadoras paralelas y orientadas por los mercados externos.

Esta situación de desaceleración o impasse del “proyecto brasileño”• de integración sudamericana explica, en parte, el entusiasmo de la gran prensa económica internacional y el éxito entre los ideólogos neoliberales latinoamericanos de la nueva Alianza del Pacífico”, bloque comercial competidor del Mercosur inaugurado por la “Declaración de Lima” de abril de 2011 y sacramentado por “El Acuerdo Marco de Antofagasta”, firmado en junio de 2012 por Perú, Chile, Colombia y México. Cuatro países con economías exportadoras de petróleo o minerales y adeptos al libre comercio y a las políticas económicas ortodoxas. El entusiasmo ideológico o geopolítico, entretanto, encubre - a veces - algunos hechos y datos elementales.

El primero es que los cuatro miembros de la “nueva alianza” ya habían firmado acuerdos previos de libre comercio con Estados Unidos y con un gran número de países asiáticos. El segundo y más importante es que México pertenece geográficamente a la América del Norte y que desde su incorporación al NAFTA (TLCAN), en 1994, se transformó en un pedazo inseparable de la economía estadounidense y también en el territorio ocupado por la guerra entre los grandes carteles de la droga que ofrecen cocaína a la sociedad norteamericana, llegada en buena parte, exactamente del Perú y Colombia. En tercer lugar, los tres países sudamericanos que forman parte del nuevo bloque tienen territorios aislados por montañas y florestas tropicales y sus economías costeras de exportación son pequeñas o medianas, con escasísimos relacionamiento comercial entre sí o con México.

Chile es el único de estos tres países que posee un clima templado y tierras productivas, pero es uno de los países mas aislados del mundo y es casi irrelevante para la economía sudamericana. La suma del PIB de los tres es cercana a los 800 mil millones de dólares, menos de 1/3 del producto interno bruto brasileño, y menos de ¼ del PIB del Mercosur. Además de esto, el crecimiento económico reciente de Chile, Perú y Colombia fue casi igual al de Ecuador y Bolivia, que también son andinos, no pertenecen al nuevo bloque, se oponen a las políticas y reformas neoliberales y deben ingresar pronto al Mercosur, como ya pasó con Venezuela.

Concluyendo, se puede decir con toda certeza que este “cisma del Pacífico” tiene más importancia ideológica que económica dentro de América del Sur y sería casi insignificante políticamente si no fuese por el hecho de tratarse de una pequeña franja del proyecto Obama de creación de la “Trans-Pacific Economic Partnership” (TPP), pieza central de su política de reafirmación del poder económico y militar norteamericano en la región del Pacífico. Desde 2010 el presidente Barack Obama viene insistiendo en la tecla de que los EE.UU. son una “nación del Pacífico” que se propone ejercer un papel central y de largo plazo en el control geopolítico y económico de los dos lados del Pacífico, en el Océano Índico y en el sur de Asia.
En este sentido es preciso tener claro que la inclusión de Brasil en este nuevo “arco del Pacífico” implica una opción por la condición de “periferia de lujo” del sistema económico mundial y también significa, en última instancia, apoyar y participar de la estrategia norteamericana de poder global, al mismo tiempo que de una disputa regional entre los EE.UU., Japón y China por la hegemonía del este asiático y del pacífico Sur. Según el Foreing Affairs, “if the negociations be fruits the TPP will add billions to The U.S. economy and solidify Washington´s political, financial, and military commitment to the Pacific for decades to come” (july/august 2012; p.22) [Si las negociaciones del TPP fructifican sumarán miles de millones a la economía de los EE.UU. y consolidarán por décadas el compromiso político, financiero y militar de Washington en el Pacífico].

José Luis Fiori es Profesor de política económica en la Universidad Federal de Río de Janeiro.

El bombardeo Israelí a Siria y la Declaración de CELAC

El bombardeo Israelí a Siria y la Declaración de CELAC

Por Juan Francisco Coloane 

En un comunicado emitido el miércoles 30 de enero, el Comando General de las Fuerzas Armadas de Siria informó que en la madrugada aviones de guerra israelíes penetraron en el espacio aéreo Sirio y bombardearon un centro de investigación científica en el municipio de Jemraya en Rif Damasco. Se produjo tras varios intentos fallidos de los grupos terroristas por apoderarse del sitio durante meses.

Lo difundido por algunos medios de comunicación (The New York Times) señalando que el bombardeo apuntaba a un convoy con armamentos en ruta hacia el Líbano, ha sido desmentido por diversas fuentes en el Medio Oriente.

Israel, con este ataque aéreo en sincronía con los actos terroristas para destruir el centro de investigación bombardeado, se inscribe en el arco de países que alienta el terrorismo para derrocar el gobierno de Basher El Assad, cuyos actores más protagónicos han sido Turquía y Qatar.

La posibilidad del bombardeo había sido delineada el día anterior en una reunión del alto comando Israelí con el Primer Ministro Netanyahu. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no ha emitido hasta la producción ninguna declaración específica respecto a esta violación del espacio aéreo Sirio.

La guerra irregular que afecta a Siria y que completa pronto dos años, comienza a cruzar el umbral transformándose definitivamente en una agresión militar convencional a otro estado por medios bélicos, situando el problema en Siria en el nivel de crisis internacional mayor que hasta el momento no había sido reconocida como tal.

Es en este contexto que la Declaración de Santiago emanada de la última cumbre de CELAC y su referencia a Siria cobra aún más relevancia. Se enuncia justo en el momento en que Israel tomaba la decisión de bombardear Siria.

La Declaración de CELAC reafirmó la necesidad de buscar una solución pacífica a la crisis en Siria sin injerencia externa.

En un comunicado distribuido por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, se expresa la inquietud de los Jefes de Estado que asistieron a la Cumbre y la profunda preocupación por la situación en Siria, reafirmando la necesidad de la solución pacífica y duradera. La situación humanitaria está destacada en la Declaración haciendo un llamado a detener la violencia para permitir un proceso político liderado por los propios sirios con el apoyo de la comunidad internacional.

La Declaración solicita al Secretario General de las Naciones Unidas, al Consejo de Seguridad y a la comunidad internacional, a intensificar el esfuerzo diplomático para poner fin a la violencia en Siria. La idea central es la solución pacífica que responda a la aspiración del pueblo sirio, al objetivo de la estabilidad de Siria con pleno respeto a su soberanía, su independencia e integridad territorial en conformidad con los principios de la Carta de las Naciones Unidas.

La referencia a Siria en la Declaración de la Cumbre pasó inadvertida en una mayoría de medios en la región, particularmente en Chile.

El tema simplemente no estaba en las pautas noticiosas de los medios y lo que sí está en pauta es cualquier referencia a que el actual gobierno Sirio tiene los días contados. Este fenómeno de la guerra mediática, refleja la narrativa de esta guerra completamente irregular y forzada, especialmente estimulada desde la Alianza Transatlántica con Estados Unidos y Francia a la cabeza.

CELAC pudo al final aunque llega un poco tarde. Hay que señalar que la declaración no hizo un llamado explícito a detener el terrorismo que también forma parte de la injerencia extranjera y que ha sido factor protagónico en la destrucción en Siria. Quizás era mucho pedir. El cambio en la conducta exterior de Brasil, Argentina y Uruguay ha sido fundamental para materializar esta declaración.

Ha habido una reevaluación en los países de la región en el más amplio sentido respecto a lo que se está jugando en Siria como respeto a la Carta de Naciones Unidas y el Derecho Internacional. Todos los integrantes de CELAC, con la excepción de Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, y Venezuela, votaron en Julio pasado a favor de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que abría la posibilidad de la intervención militar. El veto de China y Rusia ha impedido que esta intervención armada en Siria por una coalición internacional se materialice.

Considerando la postura de Israel, decidida a bombardear Siria y partidaria de una intervención militar convencional, en el plano de las solicitudes por salidas negociadas a la crisis y detener la actual confrontación, le toca el turno a la Internacional Socialista que se reúne la próxima semana en Lisboa.

Era fácil la receta y decir. "Assad tiene que irse". Y estimular terrorismo. Este debe ser el peor error con mayúscula de los "líderes mundiales" de turno que decidieron liquidar un estado hecho y derecho y al pasar una nación. Quizás sean estos ataques los últimos aletazos de la guerra más absurda que refleja el fracaso de la diplomacia en varios niveles y sobretodo en la ONU y su Consejo de Seguridad.

Al final, Siria no era un tema tan lejano y anodino para algunos políticos de la región. Como mas de alguien dijo meses atrás: "no traigamos problemas del medio oriente a Chile porque nos dividen". O el otro comentario de un connotado dirigente de la izquierda chilena: “No resolveremos el problema sirio desde aquí (Chile)”.

CELAC pudo. Aunque llega un poco tarde eso sí. Ojalá esta conducta continental se sostenga en la parada como diría Martín Fierro.

 

 

 

La realidad de la aniquilación de Sirte, la puerta de África, por la OTAN: Libia y la destrucción creativa

La realidad de la aniquilación de Sirte, la puerta de África, por la OTAN: Libia y la destrucción creativa

Daniel Kovalik

CounterPunch

 

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

 

En su nuevo libro Slouching Towards Sirte, que se publicará en diciembre, Maximilian Forte cuestiona muchas de las ideas que prevalecen, tanto en la izquierda como en la derecha, con respecto a Libia y los motivos tras la intervención de la OTAN en ese país que derrocó el gobierno de Muamar Gadafi el año pasado. Como explica Forte, la intervención de la OTAN se preparó durante muchos años. La OTAN, dirigida por EE.UU., aprovechó la “Primavera Árabe” y las muy reales y legítimas protestas en Libia para realizar un deseo albergado hace tiempo de liberarse de un gobierno nacionalista que había ayudado a otras luchas por la liberación nacional (como las luchas del CNA, los sandinistas y la OLP). Además, Libia bajo Gadafi estaba tomando un rol de liderazgo cada vez más importante en África y bloqueaba oportunidades económica y de inversión de EE.UU. en la propia Libia así como su mayor penetración en África en su conjunto.

 

Por cierto, el título del libro provoca la pregunta de por qué la ciudad de Sirte es tan importante en esta narrativa. Como explica Forte, Sirte, aparte de la ciudad natal de Muamar Gadafi y segunda capital de Libia bajo su gobierno, fue durante siglos la puerta de acceso de los potenciales invasores de África. Forte cita al respecto al propio Gadafi quien saludó a los dirigentes africanos de Sirte en la Quinta Cumbre Ordinaria de la Unión Africana de 2005, describiéndola como “ciudad de primera línea porque se enfrentó a los ataques y resistió varias campañas coloniales que apuntaban al corazón de África desde las eras romana, bizantina, turca y coloniales, junto a otras incursiones de los vándalos que trataban de penetrar profundamente en la campaña africana… Sirte fue siempre la primera línea de defensa frente a esas campañas”. Forte relata además que Sirte, la ciudad en la que se fundó la Unión Africana en 1999, en gran parte gracias al propio Gadafi, siguió siendo una ciudad de primera línea crucial –y por cierto la capital prevista de los nuevos Estados Unidos de África– hasta que tuvo lugar la invasión de la OTAN.

 

Según la tesis de Forte, Sirte, como ciudad de primera línea, era una importante presa simbólica y un objetivo de la OTAN que, para hacer que su mensaje de que también estaba preparando una nueva vuelta de pillaje y saqueo llegara claramente a Libia y a toda África, trabajó junto a los rebeldes antigubernamentales para arrasar la ciudad. Citando al respecto a David Randall, periodista del Independent de Londres, después de la intervención de la OTAN Sirte “se quedó sin un edificio intacto con casi todas las casas… pulverizadas por cohetes o morteros, quemadas, o acribilladas, la infraestructura de una ciudad a la que el líder libio dedicó millones simplemente ha dejado de existir".

 

Además, aunque la OTAN y su coro de animadores de ciertas organizaciones occidentales de derechos humanos afirmaron que invadía Libia para proteger a los civiles, la población de Sirte resultó diezmada en la destrucción de la ciudad. Como dice Forte:

 

Sirte sufrió una catástrofe, según… las descripciones de numerosos testigos presenciales, de interminables filas de edificios en llamas, cadáveres de ejecutados que yacían en el césped de los hospitales, fosas comunes, casas saqueadas y quemadas por los insurgentes, edificios de viviendas arrasados por las bombas de la OTAN. Es la verdadera cara de la ‘protección de civiles’ y parecen crímenes contra la humanidad. Lejos de la imagen romántica de toda Libia alzada contra el ‘maligno tirano’, era la cara de una parte de Libia destruyendo a la otra con la ayuda (por decir lo menos) de fuerzas extranjeras.

 

Y es un punto clave en la narrativa de Forte: mientras las ONG de derechos humanos como Amnistía Internacional (AI) se apresuraron a pedir la acción del Consejo de Seguridad de la ONU para impedir una posible matanza del gobierno libio en Bengasi, esas mismas ONG no pidieron una acción semejante cuando se destruyí Sirte, manzana tras manzana, con la ayuda de las mismas fuerzas de la OTAN que ayudaron a desencadenarla. Lejos de semejantes llamados a una acción afirmativa de la ONU, grupos como AI incluso enmudecieron y no criticaron esa matanza, minimizando la cantidad de víctimas civiles en Sirte (y en Libia en general) y tratando con escepticismo los informes de violaciones de los derechos humanos en Sirte.

 

Mientras AI terminó por aplaudir a la OTAN por sus presuntos “esfuerzos significativos para minimizas el riesgo de causar bajas civiles”, Forte demuestra que la OTAN y sus aliados rebeldes atacaron a los civiles y la infraestructura civil en Sirte, y que el resultado fue muchos más civiles muertos que solo los “montones de civiles libios [muertos]” que AI atribuye a la OTAN durante el curso de todo el conflicto. Por cierto, existe buena evidencia de que hubo bombardeos de la OTAN  -incursiones que conllevaban la típica política estadounidense de “doble golpe” en la cual se bombardea una y otra vez la zona para matar a los civiles que llegan a la escena a rescatar a los heridos y muertos después del primero bombardeo– que mataron a numerosos civiles en Sirte y en otros sitios de una sola pasada. Pero otra vez los grupos como AI se mantuvieron impasibles.

 

Es esta selectividad en el manejo de violaciones reales o amenazas de los derechos humanos –selectividad basada en quién es el agresor y quién el agredido– es la que ha debilitado la doctrina de los derechos humanos y el sistema en el que opera. Como diría Noam Chomsky, cuando el agresor es una poderosa entidad occidental como la OTAN, o un aliado suyo, sus violaciones de los derechos humanos no importan, y sus víctimas son, en los hechos, “indignas”. En realidad, los civiles de Sirte tuvieron la mala suerte de ser ese tipò de víctimas “indignas”, como los civiles de Bani Walid que recientemente han sido atacados y sitiados por el nuevo gobierno pro occidental de Libia y como los civiles que viven en Gaza o los campesinos de Colombia.

 

Mostrando sus cartas, el principal instigador y líder de la intervención de la OTAN, EE.UU., no perdió tiempo en llegar a Libia después de la caída del gobierno de Gadafi para recolectar los despojos de la guerra. Así, en septiembre de 2011, incluso antes del violento asesinato de Gadafi en octubre, el embajador de EE.UU. Gene Cretz, “participó en una conferencia telefónica del Departamento de Estado con unas 150 compañías estadounidenses que esperaban hacer negocios en Libia”. Como subraya Forte en su libro, que postula que el acceso estadounidense a la inversión en infraestructura fue un motivo aún mayor para la intervención que el acceso al petróleo, las oportunidades de negocios discutidas en esa región fueron ciertamente proyectos de infraestructura.

 

Forte prueba irrefutablemente que EE.UU. –a pesar de una cierta mejora de las relaciones con Gadafi antes del levantamiento de febrero de 2011– mantenía su frustración por el bloqueo de Gadafi de proyectos de infraestructura de compañías estadounidenses como Bechtel y Caterpillar, proyectos que Libia concedió a empresas rusas, chinas y alemanas. La invasión solucionó el problema de dos maneras contundentes. Primero, por supuesto, EE.UU. aseguró mediante su intervención en Libia que una porción sustancial de futuros proyectos de infraestructura se entregaría a las compañías estadounidenses. Sin embargo la parte más importante, y más diabólica del plan, es que la propia intervención violenta creó la necesidad de dichos proyectos de infraestructura, ¿qué mejor manera de crear esa necesidad que arrasar ciudades enteras? Y aunque EE.UU. ciertamente tiene una gran necesidad de inversión en infraestructura en su propio país (por ejemplo para impedir que ciudades como Nueva York se hundan en el mar), una inversión semejante tiene la clara desventaja de que hay que pagarla con dinero estadounidense.

 

En el caso de Libia, como ocurrió en el caso de Irak, EE.UU. devastó el país, creando así una gran demanda de proyectos de infraestructura y después exigió que los pagara el propio país con el dinero de sus ingresos del petróleo. “Capitalismo buitre” es ciertamente un término demasiado elegante para este tipo de destrucción creativa, porque los buitres se alimentan de carroña que ya está muerta; en este caso EE.UU. crea la carroña para que se alimenten sus corporaciones a costa de otros. ¡Brillante!

 

Solo como ejemplo, hice una rápida búsqueda en Google y encontré un artículo del 31 de mayo de 2012 de una publicación empresarial llamadaVentures que explica que solo General Electric “espera generar hasta 10.000 millones de dólares de ingresos en Libia, ya que el país norteafricano se propone reconstruir su economía, infraestructura, e instituciones en la era post Gadafi”. El mismo artículo explica que “en 2011, el Departamento de Comercio e Inversión del Reino Unido calculó que el valor de los contratos para reconstruir Libia, en sectores que van del suministro de electricidad y de agua a la atención sanitaria y la educación, ascenderá a más de 300.000 millones de dólares en los próximos 10 años”. A continuación el artículo cita al portavoz de GE quien se alegra por el hecho de que, después de la invasión de la OTAN, “el país necesita todo, desarrollo del petróleo y del gas, que creará la riqueza para mejorar la vida de la gente, agua potable, energía fiable, un buen sistema de salud, la construcción de un sistema de transporte por riel y por avión para que la economía se pueda desarrollar, y todas esas son áreas de concentración son para nosotros en Libia, como hicimos en Irak”.

 

Además, una vez eliminado el problema que representaba el líder pan-africanista libio Gadafi, el águila estadounidense y su recién formado Comando Central Africano (AFRICOM) se abatieron sobre otras partes de África para iniciar la penetración en el continente.

 

Citando al periodista británico Dan Glazebrook, Forte explica:

 

“Al eliminar a Muamar Gadafi AFRICOM eliminó en realidad al más encarnizado adversario del proyecto… Gadafi terminó su vida política como un pan-africanista devoto, e indpendientemente de lo que se pensase sobre él, es obvio que no veía África como la sometida proveedorara de mano de obra barata y materias primas para cuya conservación se creó el AFRICOM”.

 

Además, “apenas un mes después de la caída de Trípoli –y el mismo mes del asesinto de Gadafi (octubre de 2011)– EE.UU. anunció que estaba enviando tropas por lo menos a otros cuatro países africanos: República Centroafricana, Uganda, Sudán del Sur y República Democrática del Congo”. AFRICOM anunció además 14 importantes ejercicios militares conjuntos planificados con Estados africanos para 2012, una cantidad sin precedente de ejercicios semejantes.

 

Se puede decir mucho más sobre esta terrible historia de la intervención de la OTAN en Libia y en África, y recomiendo encarecidamente que el lector estudie Slouching Towards Sirte para los horrendos detalles. Simplemente terminaré este artículo diciendo que en los tiempos que vivimos es fundamental vigilar cualquier afirmación de las potencias occidentales, especialmente EE.UU., de que van a la guerra a proteger los derechos humanos, porque casi invariablemente la realidad es que la guerra termina violando más derechos humanos de los que protege. Por desgracia los derechos humanos se han convertido en el Caballo de Troya que EE.UU. y sus aliados de las ONG utilizan para justificar intervenciones violentas en países extranjeros. Por lo tanto, mientras la historia del Caballo de Troya condujo a la famosa máxima: “Temo a los griegos incluso cuando traen regalos”, yo aconsejaría a la gente del Sur Global más pobre: “Temed a los occidentales incluso cuando traen regalos”. Ciertamente Forte nos muestra por qué hay que hacer caso de este consejo.

Daniel Kovalik es un abogado sindical y de derechos humanos que vive en Pittsburgh. Actualmente enseña Derechos Humanos Internacionales en la Escuela de Derecho de la Universidad de Pittsburgh.

 

Fuente: http://www.counterpunch.org/2012/11/21/libya-creative-destruction/

rCR

ONU condena bloqueo Estados Unidos contra Cuba, y suman 21

ONU condena bloqueo Estados Unidos contra Cuba, y suman 21



Por vigésimo primer año consecutivo, la Asamblea General de la ONU reiteró su demanda por el levantamiento del bloqueo económico, comercial y financiero implantado por Estados Unidos contra Cuba hace medio siglo.

El reclamo está contenido en una resolución aprobada por el máximo órgano de Naciones Unidas por 188 votos a favor, tres en contra (Estados Unidos, Israel y Palau) y dos abstenciones (Islas Marshall y Micronesia).

El texto destaca la importancia del respeto estricto de los principios de la Carta de la ONU, entre ellos la igualdad soberana de los Estados, la no intervención y no injerencia en sus asuntos internos y la libertad de comercio y navegación internacionales.

También menciona las declaraciones de las cumbres iberoamericanas sobre la necesidad de eliminar la aplicación unilateral de medidas de carácter económico y comercial contra otro Estado que afecten al libre desarrollo del comercio internacional.

Asimismo, expresa preocupación porque Estados miembros de la ONU continúan la promulgación y aplicación de leyes y disposiciones como la llamada Ley Helms-Burton de 1996.

Y exhorta a abstenerse de promulgar ese tipo de normas que tienen efectos extraterritoriales y afectan la soberanía de otros países, los intereses legítimos de entidades o personas bajo su jurisdicción y la libertad de comercio y navegación.

La Asamblea "insta una vez más a los Estados en los que existen y continúan aplicándose leyes y medidas de ese tipo a que, en el plazo más breve posible y de acuerdo con su ordenamiento jurídico, tomen las medidas necesarias para derogarlas o dejarlas sin efecto".

La resolución toma nota de las declaraciones y resoluciones de distintos foros intergubernamentales, órganos y gobiernos que expresan el rechazo de la comunidad internacional y de la opinión pública a la promulgación y aplicación de ese tipo de medidas.

Finalmente, el documento solicita al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que prepare un informe sobre el cumplimiento del presente texto para ser presentado al sexagésimo octavo período de sesiones del máximo órgano el año próximo.

Y, además, mantiene el tema en el programa de trabajo de ese año de la Asamblea General

Prensa Latina

La verdadera razón por la cual EE.UU. utilizó armas nucleares contra Japón

La verdadera razón por la cual EE.UU. utilizó armas nucleares contra Japón

No se necesitaban armas atómicas para terminar la guerra o salvar vidas

Washington´s Blog   
Information Clearing House

 

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

 

 

Como a todos los estadounidenses, me enseñaron que EE.UU. lanzó bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki para terminar la Segunda Guerra Mundial y salvar vidas estadounidenses y japonesas.

 

Sin embargo, la mayoría de los altos oficiales militares estadounidenses de la época dijeron otra cosa.

 

El grupo de Estudio de Bombardeo Estratégico de EE.UU., asignado por el presidente Truman para estudiar los ataques aéreos contra Japón, produjo un informe en julio que concluyó (52-56):

 

Sobre la base de una detallada investigación de todos los hechos y con el apoyo del testimonio de los dirigentes japoneses involucrados, el Estudio opina que Japón se habría rendido ciertamente antes del 31 de diciembre de 1945 y con toda probabilidad antes del 1 de noviembre de 1945 incluso si las bombas atómicas no se hubieran lanzado, incluso si Rusia no hubiera entrado a la guerra, e incluso si no se hubiera planificado o contemplado ninguna invasión.

 

El general (y después presidente) Dwight Eisenhower -entonces comandante supremo de todas las Fuerzas Aliadas, y el oficial que creó la mayor parte de los planes militares de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial para Europa y Japón– dijo:

 

Los japoneses estaban dispuestos a rendirse y no era necesario atacarlos con esa cosa horrible.

 

Newsweek , 11/11/63, Ike on Ike

 

Eisenhower también señaló (pg. 380)

 

En [julio de] 1945… el secretario de Guerra Stimson, en visita a mi oficina central en Alemania, me informó de que nuestro gobierno se preparaba para lanzar una bomba atómica sobre Japón. Yo era uno de los que pensaban que había una serie de razones convincentes para cuestionar la inteligencia de un acto semejante… el secretario, después de darme la noticia del exitoso ensayo de la bomba en Nuevo México, y del plan de utilizarla, me pidió mi reacción, esperando al parecer una enérgica aprobación.

 

Durante su relato de los hechos relevantes, había sido consciente de un sentimiento de depresión y por lo tanto le expresé mis graves aprensiones, primero sobre la base de mi creencia en que Japón ya estaba derrotado y que el lanzamiento de la bomba era totalmente innecesario, y en segundo lugar porque pensaba que nuestro país debía evitar horrorizar a la opinión mundial debido al uso de un arma cuyo empleo, pensaba, ya no era indispensable como medida para salvar vidas estadounidenses. Pensaba que Japón estaba, en ese mismo momento, buscando alguna forma de rendirse con la menor pérdida de prestigio. El secretario se mostró profundamente perturbado por mi actitud…

 

El almirante William Leahy –el miembro de más alta graduación de las fuerzas armadas de EE.UU. desde1942 hasta su retiro en 1949, quien fue el primer jefe de facto del Estado Mayor Conjunto y que estaba al centro de todas las principales decisiones militares de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial– escribió (pg. 441):

 

En mi opinión el uso de esa cruel arma en Hiroshima y Nagasaki no fue una ayuda material en nuestra guerra contra Japón. Los japoneses ya estaban derrotados y se disponían a rendirse debido al efectivo bloqueo marítimo y los exitosos bombardeos con armas convencionales.

 

Las posibilidades letales de la guerra atómica en el futuro son aterradoras. Mi propio sentimiento era que al ser los primeros en utilizarla, habíamos adoptado un estándar ético común a los bárbaros de la Alta Edad Media. No me enseñaron a hacer la guerra de esa manera, las guerras no se pueden ganar destruyendo a mujeres y niños.

 

El general Douglas MacArthur estuvo de acuerdo (pg. 65, 70-71):

 

Los puntos de vista de MacArthur respecto a la decisión de lanzar la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki fueron totalmente diferentes de lo que supuso el público en general… Cuando pregunté al general MacArthur sobre la decisión de lanzar la bomba, me sorprendió escuchar que ni siquiera le habían consultado. ¿Cuál habría sido su consejo?, le pregunté. Respondió que no veía ninguna justificación militar para lanzar la bomba. La guerra podría haber terminado semanas antes, dijo, si EE.UU. hubiera aceptado, como en todo caso lo hizo posteriormente, que se conservara la institución del emperador.

 

Además (pg. 512):

 

La declaración de Potsdam, en julio, exigió que Japón se rindiera incondicionalmente o se enfrentaría a ‘una rápida y total destrucción’. MacArthur se escandalizó. Sabía que los japoneses jamás renunciarían a su emperador y que sin él, en cualquier caso, sería imposible una transición ordenada a la paz, porque su pueblo no se sometería jamás a la ocupación aliada a menos que el emperador lo ordenara. Irónicamente, cuando tuvo lugar la rendición, fue condicional, y la condición fue la continuación del reino imperial. Si se hubiera seguido el consejo del general, es posible que el recurso a las armas atómicas en Hiroshima y Nagasaki hubiera sido innecesario.

 

Del mismo modo, el secretario adjunto de Guerra, John McLoy señaló (pg. 500):

 

Siempre he pensado que nuestro ultimátum al gobierno japonés emitido desde Potsdam [en julio de 1945] lo habría aceptado, si nos hubiésemos referido al mantenimiento del emperador como monarca constitucional y hubiésemos hecho alguna referencia al acceso razonable a materias primas de futuro gobierno japonés. Por cierto, creo que incluso en la forma en la que se dio dicho ultimátum había una cierta disposición por parte de los japoneses a considerarlo de manera favorable. Cuando terminó la guerra llegué a esta conclusión después de hablar con una serie de funcionarios japoneses que habían estado íntimamente asociados con la decisión del gobierno japonés de entonces de rechazar el ultimátum tal como se presentó. Creo que perdimos la oportunidad de lograr una rendición japonesa, completamente satisfactoria para nosotros, sin necesidad de lanzar las bombas.

 

El subsecretario de la Armada, Ralph Bird, dijo:

 

Pienso que los japoneses querían la paz y ya habían contactado a los rusos y creo que a los suizos. Y esa sugerencia de [dar] una advertencia [de la bomba atómica] fue una propuesta que les habría permitido salvar las apariencias y la habrían aceptado de buena gana.

 

***

 

A mi juicio, la guerra japonesa ya estaba ganada antes de que utilizásemos la bomba atómica. Por lo tanto, no habría sido necesario que reveláramos nuestra posición nuclear y estimular a los rusos a desarrollar lo mismo mucho más rápido de lo que lo hubieran hecho si no hubiésemos lanzado la bomba.

 

War Was Really Won Before We Used A-Bomb, U.S. News and World Report, 15/8/60, pg. 73-75.

 

También señaló (pg. 144-145, 324):

 

Me pareció que los japoneses estaban cada vez más débiles. Rodeados por la armada, no podían recibir ninguna importación ni podían exportar nada. Naturalmente, a medida que pasaba el tiempo y la guerra se desarrollaba a nuestro favor era bastante lógico esperar que con el tipo adecuado de advertencia los japoneses estuvieran en una posición para hacer la paz, lo que habría hecho que fuera innecesario lanzarla bomba y tuviésemos que hacer que participara Rusia.

 

El general Curtis LeMay, el duro “halcón” de la Fuerza Aérea del Ejército, declaró públicamente poco antes del lanzamiento de las bombas nucleares sobre Japón:

 

La guerra habría terminado en dos semanas… La bomba atómica no tuvo absolutamente nada que ver con el fin de la guerra.

 

El vicepresidente del Estudio de Bombardeo de EE.UU., Paul Nitze, escribió (pg. 36-37, 44-45):

 

Llegué a la conclusión de que incluso sin la bomba atómica, era probable que Japón se rindiera en cosa de meses. Mi propio punto de vista era que Japón capitularía en noviembre de 1945.

 

***

 

Incluso sin los ataques a Hiroshima y Nagasaki parecía muy poco probable, en vista de lo que establecimos que era el estado de ánimo del gobierno japonés, que fuera necesaria una invasión estadounidense de las islas [programada para el 1 de noviembre de 1945].

 

El director adjunto de la Oficina de Inteligencia Naval, Ellis Zacharias, escribió:

 

Precisamente cuando los japoneses estaban dispuestos a capitular, seguimos adelante e introdujimos en el mundo el arma más devastadora que había visto, y en efecto dimos el visto bueno a Rusia para que se extendiera sobre Asia Oriental.

 

Washington decidió que Japón había tenido su oportunidad y que era hora de utilizar la bomba atómica.

 

Sugiero que fue la decisión equivocada. Fue un error por motivos estratégicos. Y fue un error por motivos humanitarios.

 

Ellis Zacharias, How We Bungled the Japanese Surrender, Look, 6/6/50, pg. 19-21.

 

El brigadier General Carter Clarke –el oficial de inteligencia militar a cargo de preparar los resúmenes de los cables japoneses interceptados para el presidente Truman y sus consejeros– dijo: (pg. 359):

 

Cuando no necesitábamos hacerlo, y sabíamos que no necesitábamos hacerlo y ellos sabían que no necesitábamos hacerlo, los utilizamos como un experimento para dos bombas atómicas.

 

Muchos otros altos oficiales militares estuvieron de acuerdo. Por ejemplo:

 

El comandante en jefe de la Armada de EE.UU. y jefe de Operaciones Navales, Ernest J. King, declaró que el bloqueo naval y el bombardeo anterior en Japón en marzo de 1945, habían incapacitado a los japoneses y que el uso de la bomba atómica fue innecesario e inmoral. También, se informó de que el almirante de la Flota Chester W. Nimitz dijo en una conferencia de prensa el 22 de septiembre de 1945 que “el almirante aprovechó la oportunidad para sumar su voz a las de los que insistían en que Japón estaba derrotado antes del bombardeo atómico y del ingreso de Rusia a la guerra”. En un discurso subsiguiente en el Monumento Washington el 5 de octubre de 1945, el almirante Nimitz declaró: “Los japoneses, de hecho, habían pedido la paz antes de que se anunciara al mundo la era atómica con la destrucción de Hiroshima y antes de la entrada de Rusia a la guerra”. También se supo que el 20 de julio de 1945, o cerca de esa fecha, el general Eisenhower había instado a Truman, en una visita personal, a que no utilizara la bomba atómica. La evaluación de Eisenhower era que “No era necesario atacarlos con esa cosa espantosa… utilizar la bomba atómica para matar y aterrorizar a civiles, sin intentar siquiera [negociaciones] fue un doble crimen”. Eisenhower también declaró que no era necesario que Truman “sucumbiera” ante el [ínfimo puñado de personas que presionaban al presidente para que lanzara bombas atómicas en Japón].

 

Los oficiales británicos pensaban lo mismo. Por ejemplo Sir Hastings Ismay, general y jefe de Estado Mayor del ministerio británico de Defensa, dijo al primer ministro Churchill que “si Rusia entrara a la guerra contra Japón, los japoneses probablemente desearían salir bajo casi cualquier condición que no sea el destronamiento del emperador”.

 

Al oír que la prueba atómica fue exitosa, la reacción privada de Ismay fue de “repulsión”.

 

¿Por qué se lanzaron las bombas en ciudades pobladas y sin valor militar?

 

Incluso los oficiales militares que estaban a favor del uso de armas nucleares preferían que se utilizaran en áreas no pobladas u objetivos militares japoneses… no en las ciudades.

 

Por ejemplo el asistente especial del secretario de la Armada, Lewis Strauss, sugirió a su jefe, James Forrestal, que bastaría una demostración no letal de armas atómicas para convencer a los japoneses de que se rindieran… y el secretario de la Armada estuvo de acuerdo. (pg. 145, 325):

 

Sugerí al secretario Forrestal que se hiciese una demostración del arma antes de utilizarla. En primer lugar porque era obvio para un número de personas, incluyéndome a mí, que la guerra casi había terminado. Los japoneses estaban prácticamente listos para capitular… mi propuesta al secretario fue que se debía hacer la demostración del arma en un área accesible a observadores japoneses y donde sus efectos serían dramáticos. Recuerdo haber sugerido que un sitio adecuado para una demostración de ese tipo sería un gran bosque de cedros japoneses no lejos de Tokio. El cedro japonés es la versión japonesa de nuestra secoya… Supuse que una bomba detonada a una altura adecuada sobre un bosque semejante… esparciría los árboles desde el centro de la explosión en todas direcciones como si fueran fósforos y por supuesto les prendería fuego en el centro. Pensaba que una demostración de este tipo demostraría a los japoneses que podíamos destruir a voluntad cualquiera de sus ciudades… El secretario Forrestal estuvo completamente de acuerdo con la recomendación…

 

Me parecía que no era necesaria un arma semejante para acabar con la guerra, y que una vez que se utilizase se incorporaría a los armamentos del mundo…

 

El general George Marshall estuvo de acuerdo:

 

Algunos documentos contemporáneos muestran que Marshall pensaba que “esas armas se podrían utilizar primero contra objetivos militares propiamente tales como una gran instalación naval y entonces, si no se lograba un resultado total con su efecto, pensaba que deberíamos determinar una serie grandes áreas manufactureras en las que se avisaría a la gente de que se fuera y advirtiendo a los japoneses de que teníamos la intención de destruir esos centros…”

 

Como sugiere el documento sobre los puntos de vista de Marshall, la pregunta de si se justificaba el uso de la bomba atómica se concentra… en si las bombas tenían que usarse contra un objetivo mayormente civil en lugar de un objetivo estrictamente militar, lo que en los hechos era la alternativa explícita, ya que aunque había soldados japoneses en las ciudades, los planificadores estadounidenses no consideraban vitales a Hiroshima ni Nagasaki desde el punto de vista militar. (Es uno de los motivos por los que hasta entonces no se había bombardeado con fuerza a ninguna de ellas). Además los ataques [en Hiroshima y Nagasaki] apuntaban explícitamente a instalaciones no militares rodeadas de viviendas de trabajadores.

 

Los historiadores están de acuerdo en que la bomba no era necesaria

 

Los historiadores están de acuerdo en que no era necesario utilizar bombas nucleares para detener la guerra o salvar vidas.

 

Como señala el historiador Doug Long:

 

El historiador de la Comisión Reguladora Nuclear de EE.UU., J. Samuel Walker, ha estudiado la historia de la investigación sobre la decisión de utilizar armas nucleares en Japón. En su conclusión escribe: “El consenso entre los expertos es que la bomba no era necesaria para evitar una invasión de Japón y terminar la guerra dentro de un plazo relativamente corto. Es obvio que existían alternativas a la bomba y que Truman y sus consejeros lo sabían” (J. Samuel Walker, The Decision to Use the Bomb: A Historiographical Update, Diplomatic History, Winter 1990, pg. 110).

 

Los políticos estaban de acuerdo

 

Muchos políticos de alto nivel estaban de acuerdo. Por ejemplo, Herbert Hoover dijo, (pg. 142):

 

Los japoneses estaban dispuestos a negociar definitivamente desde febrero de 1945… hasta que se lanzaron las bombas atómicas, … si se hubieran tenido en cuenta esas señales no habría habido ocasión alguna para lanzar las bombas [atómicas].

 

El subsecretario de Estado, Joseph Grew, señaló (pg. 29-32):

 

A la luz de la evidencia disponible otras personas y yo pensábamos que si una declaración tan categórica sobre [el mantenimiento de] la dinastía se hubiera emitido en mayo de 1945, los elementos favorables a la rendición en el gobierno [japonés] podrían haber obtenido a través de una declaración semejante una razón válida y la fuerza necesaria para llegar a una decisión claramente definida.

 

Si la rendición hubiera tenido lugar en mayo de 1945, o incluso en junio o julio, antes de la entrada de la Rusia soviética en la guerra [en el Pacífico] y del uso de la bomba atómica, el ganador habría sido el mundo.

 

¿Entonces por qué se lanzaron las bombas atómicas en Japón?

 

Si el lanzamiento de bombas nucleares no era necesario para acabar la guerra o salvar vidas, ¿por qué se tomó la decisión de lanzarlas? ¿Especialmente a pesar de las objeciones de tantos altos personajes militares y políticos?

 

Una teoría es que a los científicos les gusta jugar con sus juguetes:

 

El 9 de septiembre de 1945 se citó ampliamente en público al almirante William F. Halsey, comandante de la Tercera Flota, declarando que la bomba atómica se usó porque los científicos tenían un “juguete y querían probarlo…” Además señaló: “La primera bomba atómica fue un experimento innecesario… Fue un error lanzarla”.

 

Sin embargo, la mayoría de los científicos del Proyecto Manhattan que desarrollaron la bomba atómica se oponían a utilizarla en Japón.

 

Albert Einstein –un importante catalizador del desarrollo de la bomba atómica (pero que no estaba directamente conectado con el Proyecto Manhattan)– dijo algo diferente:

 

“La mayoría de los científicos se opuso a usan de repente la bomba atómica”. Según Einstein, el lanzamiento de la bomba fue una decisión política-diplomática más que una decisión militar o científica.

 

Por cierto, algunos de los científicos del Proyecto Manhattan escribieron directamente al secretario de Defensa en 1945 para intentar disuadirlo de lanzar la bomba:

 

Creemos que estas consideraciones hacen que el uso de bombas nucleares en un anticipado y no anunciado ataque a Japón no sea aconsejable. Si EE.UU. fuera el primero en introducir este nuevo medio de destrucción indiscriminada a la humanidad, sacrificaría el apoyo público en todo el mundo, precipitaría la carrera armamentista, y perjudicaría la posibilidad de lograr un acuerdo internacional sobre el control futuro de tales armas.

 

Political and Social Problems, Manhattan Engineer District Records, Harrison-Bundy files, folder # 76, National Archives (contenido también en: Martin Sherwin, A World Destroyed, edición 1987, pg. 323-333).

 

Los científicos cuestionaron la capacidad de destruir ciudades japonesas con bombas atómicas para lograr la rendición cuando la destrucción de las ciudades con bombas convencionales no lo había hecho y –como algunos de los oficiales militares antes mencionados– recomendó una demostración de la bomba atómica en Japón en un área deshabitada.

 

¿La verdadera explicación?

 

History.com señala:

 

A lo largo de los años desde el lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre Japón, una serie de historiadores han sugerido que las armas tenían un doble objetivo… Se ha sugerido que el segundo objetivo era hacer una demostración de la nueva arma de destrucción masiva a la Unión Soviética. En agosto de 1945, las relaciones con la Unión Soviética se habían deteriorado considerablemente. La Conferencia de Potsdam entre el presidente de EE.UU., Harry S. Truman, el líder ruso José Stalin y Winston Churchill (antes de ser reemplazado por Clement Attlee) terminó solo cuatro días antes del bombardeo de Hiroshima. La reunión estuvo marcada por recriminaciones y sospechas entre estadounidenses y soviéticos. Los ejércitos rusos ocupaban la mayor parte de Europa Oriental. Truman y muchos de sus consejeros esperaban que el monopolio atómico de EE.UU. ayudase a presionar diplomáticamente a los soviéticos. De esta manera, el lanzamiento de la bomba atómica en Japón se puede ver como el primer disparo de la Guerra Fría.

 

New Scientist informó en 2005:

 

La decisión de EE.UU. de lanzar bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945, tenía el propósito de comenzar la Guerra Fría más que de terminar la Segunda Guerra Mundial, según dos historiadores nucleares que dicen que tienen nueva evidencia que respalda la controvertida teoría.

 

Dicen que el objetivo de una reacción de fisión en varios kilógramos de uranio y plutonio y de la matanza de más de 200.000 personas hace 60 años, fue más impresionar a la Unión Soviética que doblegar a Japón. Y el presidente de EE.UU. que tomó la decisión, Harry Truman, fue el culpable, agregan.

 

“Sabía que estaba iniciando el proceso de aniquilación de la especie”, dice Peter Kuznick, director del Instituto de Estudios Nucleares en la American University en Washington DC, US. “No fue solo un crimen de guerra, fue un crimen contra la humanidad.”

 

***

 

[La explicación convencional del uso de las bombas para terminar la guerra y salvar vidas] es cuestionada por Kuznick y Mark Selden, un historiador de la Universidad Cornell en Ithaca, Nueva York, EE.UU.

 

***

 

Nuevos estudios de los archivos diplomáticos estadounidenses, japoneses y soviéticos sugieren que el principal motivo de Truman fue limitar la expansión soviética en Asia, afirma Kuznick. Japón se rindió porque la Unión Soviética inició una invasión unos días después del bombardeo de Hiroshima, no debido a las bombas atómicas en sí, dice.

 

Según un informe de Walter Brown, asistente del secretario de Estado de EE.UU. de la época, James Byrnes, tres días antes del lanzamiento de la bomba en Hiroshima, en una reunión Truman reconoció que Japón “busca la paz”. Sus generales del ejército, Douglas Macarthur y Dwight Eisenhower, y su jefe de Estado Mayor naval William Leahy, dijeron a Truman que no existía ninguna necesidad militar de utilizar la bomba.

 

“Impresionar a Rusia era más importante que terminar la guerra en Japón”, dice Selden.

 

John Pilger señala:

 

El secretario de Guerra de EE.UU., Henry Stimson, dijo al presidente Truman que “temía” que la fuerza aérea de EE.UU. hubiera bombardeado tanto a Japón que la nueva arma no podría “mostrar su fuerza”. Más adelante admitió que “no se hizo ningún esfuerzo, y ninguno se consideró seriamente, para lograr simplemente la rendición con el fin de no tener que usar la bomba”. Sus colegas de la política exterior estaban ansiosos “de intimidar a los rusos con la bomba en lugar de portarla ostentosamente”. El general Leslie Groves, director del Manhattan Project, testificó: “Nunca hubo pensé en que Rusia era nuestro enemigo y que el proyecto se llevó a cabo sobre esa base”. Al día siguiente de la destrucción de Hiroshima, el presidente Truman expresó su satisfacción por el “abrumador éxito del experimento”.

 

Dejamos la última palabra al profesor de economía política de la Universidad de Maryland, exdirector legislativo en la Cámara de Representantes y el Senado de EE.UU. y asistente especial en el Departamento de Estado, Gar Alperovitz:

 

Aunque la mayoría de los estadounidenses lo ignora, cada vez más historiadores reconocen ahora que EE.UU. no tuvo necesidad de utilizar la bomba atómica para terminar la guerra contra Japón en 1945. Además, esta opinión esencial fue expresada por mayoría de los máximos dirigentes militares estadounidenses en las tres ramas de las fuerzas armadas en los años posteriores a la guerra: Ejército, Armada, y Fuerza Aérea del Ejército. Tampoco fue la opinión de “liberales”, como se piensa a veces en la actualidad. En los hechos, destacados conservadores fueron mucho más sinceros en el cuestionamiento de la decisión como injustificada e inmoral que los liberales estadounidenses en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

 

***

 

En lugar de permitir otras opciones para terminar la guerra, como que los soviéticos atacaran Japón con fuerzas terrestres, EE.UU. se apresuró a utilizar dos bombas atómicas en torno a la fecha del 8 de agosto en la que estaba programado un ataque soviético: Hiroshima el 6 de agosto y Nagasaki el 9 de agosto. La oportunidad en sí ha provocado obviamente preguntas entre numerosos historiadores. La evidencia disponible, aunque no concluyente, sugiere fuertemente que en parte las bombas pudieron utilizarse porque los dirigentes estadounidenses “prefirieron” –como dice el historiador premiado con el Premio Pulitzer, Martin Sherwin– terminar la guerra con las bombas en lugar del ataque soviético. Parece que es probable que también fuera un factor significativo el intento de impresionar a los soviéticos en las primeras fintas diplomáticas que finalmente llevaron a la Guerra Fría.

 

***

 

La perspectiva más esclarecedora, sin embargo, proviene de altos dirigentes militares estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial. La creencia generalmente aceptada de que la bomba atómica salvó un millón de vidas está tan generalizada que… la mayoría de los estadounidenses ni siquiera se han detenido a considerar algo bastante impactante para cualquiera que se haya preocupado seriamente del tema: La mayoría de los máximos dirigentes militares de EE.UU. no solo pensaba que los bombardeos eran innecesarios e injustificados, muchos se sintieron ofendidos moralmente por lo que consideraron como la destrucción innecesarias de ciudades japonesas y esencialmente de poblaciones no combatientes. Además, hablaron del tema de un modo bastante abierto y público.

 

***

 

Poco antes de su muerte el general George C. Marshall defendió tranquilamente la decisión, pero en general consta que dijo repetidamente que no fue una decisión militar sino política.

 

Este artículo se publicó originalmente en Washington’s Blog

 

Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article32743.htm

 

 

 

 

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