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Peruanos go home

Peruanos go home

Los acusan de ensuciar las calles e insultar a la gente. Les gritan que vuelvan a su país porque “Chile es mejor”. Ahora, el electo alcalde Pablo Zalaquett quiere buscar otro lugar para que se reúnan. Congresistas peruanos pedirán un informe a la Cancillería de su país, mientras los inmigrantes acusan discriminación solapada. Este es el valsecito amargo de los peruanos de la Catedral.

A mediodía, la Plaza de Armas de Santiago es un hervidero de polaroid, turistas "yo no hablar español" y putas solapadas.

¿Usted me ve cara de puta? pregunta Fátima. Viene de Chiclayo, una ciudad ubicada en el norte de Perú.

Fátima ha vivido dos humillaciones grandes. La primera de ellas, cuando un chileno pasó por el costado de la Catedral, donde ella estaba sentada, y le gritó que se fuera porque ella y sus compañeros ensuciaban el paisaje, por feos. La segunda, cuando hace unas semanas otro chileno se acercó para preguntarle cuánto cobraba.

Todas las señoritas del ambiente aquí son chilenas. Vaya y mírelas, están sentadas a plena luz del día, pero todos dicen que somos nosotros los que ensuciamos, los que molestamos, los que venimos a joder el lindo paisaje de la ciudad. Los chilenos se creen superiores reclama Fátima.

Uno de sus compatriotas escucha y grita: "La otra vez pasó un señor y nos dijo que no quería peruanos porque los chilenos son los ingleses de Sudamérica".

No hace falta que hagan una cónclave para ponerse de acuerdo. Para todos, los chilenos se creen mejores. Aunque el año pasado Perú haya crecido económicamente un 8,9% y Chile un 5,1%.

Aunque Machu Picchu esté entre las 7 maravillas del mundo y de Chile no haya nada. Incluso, si alguien quiere hacer una comparación pedestre, a nivel de belleza estamos internacionalmente parejos. Nosotros tenemos a Cecilia Bolocco; ellos, a Gladys Zender.

No entiendo por qué nos quieren echar de acá comenta Felicitas, una peruana de 25 años que cree que la calle Catedral, por un costado del principal templo católico del país, debería llamarse Perú.

Lo dice de pura rabia, después de escuchar que Pablo Zalaquett, alcalde UDI electo por Santiago, insististe en la idea de buscarles un nuevo lugar de reunión para evitar que estén en la plaza.

-A mí no me mienten. Esto es pura discriminación.

Felicitas dice que no todos los chilenos los tratan mal, pero que por roces con algunos de ellos, todos pagan el pato.

-Todos creen que venimos a sentarnos para nada. Pero esta es la mejor forma de buscar trabajo.

Todos los días, decenas de peruanos se sientan al costado de la Catedral a esperar que alguien pase y les ofrezca una "chamba".

Necesito dos grita un hombre gordo montado en una camioneta Chevrolet blanca. Quiere dos obreros para terminar una pequeña construcción. Diez peruanos se abalanzan sobre él.

La imagen habla por sí sola. Si ellos están ahí es porque hay todo un mercado construido para que se queden. Y eso incluye cabinas telefónicas, celulares clandestinos, discoteques, ofrecimientos de trabajo y comida.

La mayoría de los dueños de estos negocios son chilenos.

SUSPIRO LIMEÑO

Celeste fue nana por un día.

Un día llegaron los Carabineros a corretearnos y tuve que inventar que la niña que tenía en mis brazos, mi hija, era la niñita que yo cuidaba. Me dio mucha pena, pero tuve que hacerlo porque ella era más blanquita que yo y acá le tienen respeto a los "blanquecitos".

No aguantó los correteos de la policía y regresó a su hija a Lima, donde vivía antes de venirse hace tres años.

Tiene tristeza, pero ganas de quedarse, a pesar de las persecuciones.

Ningún alcalde nos ha querido acá. Nos intentaron sacar antes y es porque somos peruanos dice Víctor Miñano, de 48 años.

Álvaro Larraín es dueño de seis locales dispuestos en la calle Catedral, en el sector al que ahora llaman la "Lima chica". Desde su ventana ha visto correteos insistentes contra los peruanos.

Para este ingeniero de la Universidad Católica, la última idea de Zalaquett no es nueva, pero sigue siendo una brutalidad: "Es grave que un alcalde quiera sacar a la gente de una nacionalidad específica de la libre circulación por las calles de Santiago. Es totalmente insólito que una persona con su cultura y sus estudios plantée una especie de ghetto. Será admirador de Hitler o de la cultura sudafricana, pero es insólito".

Larraín, sentado en una austera oficina de cabinas telefónicas y vestido con una polera roja con el logo "Punto Perú", recuerda que Lavín intentó hacer lo mismo años atrás, cuando quiso que todos los peruanos se reunieran en el Restaurante Refugio Peruano, en calle San Pablo.

Venían los carabineros, los subían a la micro, los metían adentro del restaurante y después la gente salía y volvía de nuevo a sentarse al costado de la Catedral.

Intentos por sacar a los peruanos de la Plaza de Armas ha habido antes. El primero de ellos fue, según Larraín, cuando se inauguró una plaza en señal de hermandad entre Perú y Chile, muy cerca de la Plaza de Armas. "Incluso algunas personas de la municipalidad me preguntaron para qué seguía con mis negocios si se los iban a llevar a todos a la nueva plaza".

Larraín sigue donde siempre. Sus locales se llenan. Los ciudadanos peruanos vuelven como los pájaros a su nido.

AL ABORDAJE

En cien metros de la calle Catedral, entre Puente y Bandera, la hermandad a veces se deshace. Hay quienes creen que es por el trato que actualmente se les da a los ciudadanos peruanos.

Otros, por los constantes resquemores alimentados por la prensa de ese país, los libros que ensalzan la figura de Miguel Grau por sobre la de Prat y vicerversa; porque todo en esta historia es de ida y vuelta y la piedra en el zapato que dejó la Guerra del Pacífico.

Joseph Dager, historiador y profesor de la Universidad Católica de Lima, cree que las relaciones entre ambos países siempre han sido bipolares, pero que iniciativas como la de Zalaquett echan por tierra cualquier intento de unión.

En las relaciones históricas entre el Perú y Chile tenemos la Guerra del Pacífico como uno de los hechos que más ha apartado nuestra relación.

Es muy probable que mucho de los resentimientos tengan su origen en esa confrontación, pero incluso estamos avanzando con gestos que son importantes. Hemos devuelto al soldado desconocido.

Chile nos ha devuelto buena parte de un material bibliográfico. En este contexto de buenos gestos, declaraciones como éstas no contribuyen y son verdaderamente complicadas responde telefónicamente desde su oficina en Lima.

Para Dager, hay una conclusión que las autoridades deberían hacer: "Pienso que intenciones como éstas han repercutido en nuestro país. Consideramos que Chile es soberano y puede tomar las medidas que crea pertinentes, pero tienen que velar por la tolerancia, democracia y ciudadanía".

Lo mismo piensa Miguel Guevara, del partido Aprista y vicepresidente de la comisión de Relaciones Exteriores del Congreso peruano, quien mañana pedirá un informe a la Cancillería de ese país para explicar la situación de sus compatriotas en la Plaza de Armas de Santiago: "Ellos están en un lugar público. Si están haciendo cosas indebidas, el municipio está en su legítimo derecho de aplicar las normas, pero si es un tema xenofóbico, quisiéramos que la Cancillería del Perú nos cuente. Citaremos a nuestro ministro para que nos informe".

El costado de la Catedral de Santiago es una larga banca improvisada: es una bolsa de trabajo, un punto de encuentro para estar por estar, un rinconcito para compartir datos de viviendas baratas, un paraguas para protegerse del sofocante calor mezclado con esmog, un pedazo de Lima, Chiclayo y Trujillo. Un valsecito amargo cuando los "ingleses de Sudamérica" miran con desdén.

Los dichos de Zalaquett denotan una falta de visión respecto a encontrar una solución real dentro de una temática de integración barrial, ciudadana con personas de distintas nacionalidades.

Claramente él no está viviendo en barrios donde se alterna con inmigrantes y las temáticas no se resuelven diciendo que se va a construir una casa para que ellos hagan sus actividades como si eso fuera un ghetto, me parece que eso no es tan sólo denigrante, sino que por sobre todo es muy despectivo con la gente dispara Claudia Pascual (PC), concejal electa por Santiago.

Lejos de los análisis políticos, Martín, un peruano de 39 años, intenta una reflexión.

Los favores son prestados y los países son vecinos. Chile no sabe cuándo necesite la ayuda del Perú.

Foto: Exclusión .- Raúl Paiba, miembro del comité de refugiados peruanos en Chile, dice que ellos también han pedido una casa, siempre que sirva para que se terminen los abusos laborales y el riesgo de caer en manos de las mafias.

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