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27 de septiembre de 2015: elecciones en Cataluña. Dossier

27 de septiembre de 2015: elecciones en Cataluña. Dossier

Joan Martínez Alier, Jordi Borja y Guillem Martínez escriben horas antes de saberse los resultados de las elecciones catalanas de hoy domingo, 27 de septiembre.

 

Cataluña, elecciones por la independencia

 

 

Joan Martínez Alier

Este domingo 27 de septiembre las  elecciones en Cataluña despiertan mucha más atención que otras veces. Estamos en una coyuntura política sin precedentes, una marcha hacia la independencia que en otras épocas hubiera desencadenado una reacción del ejército español  en las palabras y los hechos.  Estas elecciones tienen lugar diez meses después de un “ensayo de referéndum” que el gobierno de Madrid consideró ilegal  (http://www.jornada.unam.mx/2014/11/15/opinion/024a1mun)

Se espera una participación mayor al 70 por ciento del censo electoral, entrando en el parlamento regional nueve partidos distintos que completarán 135 escaños. De derecha a izquierda, el PP español de Mariano Rajoy con tal vez 11 diputados, la Unió Democrática con unos 3 diputados, el nuevo partido Ciudadanos con unos 20 diputados, la alianza de Convergència Democràtica y Esquerra Republicana con unos 63 diputados, el Partido Socialista, con 13, la alianza de Podemos y los post-comunistas de ICV con 14 y las CUP (candidaturas de unidad popular) con 11. Estas son previsiones de las últimas encuestas.

En la divisoria nacionalista, están por la independencia Convergència Democràtica, Esquerra Republicana y las CUP, que seguramente tendrán más de 70 diputados. Están en medio, dubitativos, Unió Democràtica, Podemos y  los post-comunistas, que apoyan en teoría un futuro referéndum de autodeterminación.  Están en contra los socialistas y el PP, que en Cataluña van de baja, y Ciudadanos, que sube.

Contra Podemos, los partidos independentistas aseguran que si este domingo obtienen  más del 50 por ciento de votos, eso equivale ya a un plebiscito. Si solo obtienen mayoría de escaños pero no de votos, el proceso tampoco se detendrá.

En las divisorias social y nacionalista, las CUP ocupan el lugar más a la izquierda y más independentista. Es un partido asambleario, a favor de la soberanía alimentaria y la soberanía energética,  de una gran banca pública y una auditoría de la deuda pública, un partido que ha denunciado la corrupción. Es un partido feminista y ecologista  con muchos jóvenes pero con viejas raíces desde 1975 entre quienes rechazamos las concesiones que la izquierda hizo a los post-franquistas durante la Transición. Entre ellas, la no admisión del derecho de autodeterminación que propuso en 1978 en el Congreso en Madrid  el diputado vasco Francisco Letamendía. Un protagonista de este rechazo del derecho de autodeterminación fue Jordi Solé Tura, comunista catalán, unos de los redactores de la Constitución.  Algunos  candidatos en las listas de las CUP, Julià de Jòdar, Blanca Serra, August Gil Matamala, proceden de esa época. La posibilidad real de que Cataluña declare la independencia recompensa  cuarenta años de fidelidad y también de rabia contra una Transición que incluyó la escandalosa auto-amnistía que los franquistas se dieron a sí mismos en 1977, una ley de punto final.  

Si  los independentistas ganamos este domingo, se abriría un periodo constituyente para una república catalana. Al mismo tiempo, se negociaría los términos de la independencia con el gobierno del estado español (donde hay elecciones generales en diciembre del 2015), y tras ese período de dos años se proclamaría la independencia si la nueva constitución es ratificada en referéndum. La hegemonía en este proceso no le correspondería a las CUP sino a la alianza entre Convergencia Democràtica y Esquerra Republicana que tendrán cinco veces más diputados que las CUP.

La llamada “hoja de ruta” hacia la independencia incluiría también conversaciones o negociaciones con la Unión Europea, donde la aparición de un nuevo estado de solamente 7 millones de habitantes no sería una novedad tras los países bálticos y balcánicos (Letonia, Lituania, Estonia,  Eslovenia, Croacia y otros que esperan en la cola). El proceso en el caso catalán es distinto, una secesión de un estado miembro. En Cataluña se espera apoyos de esos países pequeños de reciente ingreso en la Unión Europea, también de partidos en Irlanda, Bélgica, Suecia, Dinamarca... El Parlamento Europea tendrá que debatir la secesión catalana según sean los resultados este domingo. 

Si Escocia, que se encamina también lentamente a la independencia dentro de la Unión Europea, hubiera votado “sí” en su referéndum  de hace un año, la ruta europea interna sería ya más fácil para Cataluña. En cualquier caso, el presidente Rajoy consiguió en las últimas semanas el apoyo explícito de Merkel, Cameron y Sarkozy (este último como eventual candidato a la presidencia de Francia) contra la independencia de Cataluña. No son políticos muy populares en Cataluña (ni en España). A la señora Merkel se la identifica con razón con las políticas económicas austericidas. 

Las CUP (con su juventud) son más bien contrarias a la Unión Europea aunque suelen moderar esta postura pidiendo “otra Europa”. Son también contrarias, y en esto concuerdo, a una eventual entrada de una Cataluña independiente en la OTAN.

www.sinpermiso.info, 27-9-15

 

Otro voto desde la izquierda

Jordi Borja

Un bloque de izquierdas debía presentarse como una fuerza con vocación hegemónica, con una propuesta para Catalunya y en su relación con España, no podía mantenerse al margen de las movilizaciones del catalanismo como el 11 de setiembre

El amigo Josep M. Vallés justifica en un artículo su voto por Catalunya Sí que es Pot sobre los tres ejes que considera son los tres dilemas de este momento histórico. Uno, es la respuesta a la crisis económica que es global y local. Hay quieren volver al pasado reciente (hace unos pocos años escuché en un acto público a uno de los principales dirigentes de la Caixa decir que era necesario volver a la situación de 2005). Otros queremos promover reformas radicales del sistema actual especialmente en lo que se refiere al control público del sistema financiero y a la recuperación de los bienes y servicios”comunes”. Esto haría posible recuperar y ampliar los derechos sociales. El segundo eje corresponde a la regeneración política, al modelo de democracia representativa y jerárquica frente a la democracia basada en la deliberación y la participación y en la asunción del conflicto como un medio de progreso. Es la democracia colaborativa como alternativa al binomio privatización o burocratización. Y el tercero se refiere al Estado como aparato soberano y centralizador, que no admite pluralidad de poderes autónomos y contrapoderes. Es decir pone en cuestión el modelo clásico de Estado soberano. Con razón: el concepto mismo de soberanía resulta hoy muy anacrónico. Hay que agradecer que el artículo de Vallés es bastante más que una toma de posición. Es también una lúcida reflexión sobre los tres ejes.

Vaya por delante pues que coincido con el artículo citado. También soy votante de Catalunya Sí que es Pot y me parece que a su manera, no en los mismos términos de Vallés, la candidatura que encabeza Rabell creo que tiene en cuenta los tres ejes expuestos. Pero hay algo falta que no está en el artículo. Lo cual no es criticable pues no hay porque tratar todos los aspectos de una cuestión y su planteamiento va más allá de las elecciones. Pero la omisión es grave en el caso de la campaña de CSQP pues se refiere al tema central. Ni más ni menos que la cuestión nacional y el dilema independencia de Catalunya o dependencia del Estado español. Es un dilema que en estos términos no nos gusta. Por dos tipos de razones. La primera incomodidad se refiere a la hegemonía del catalanismo representado por Convergència que se ha precipitado, con un alto riesgo de no conseguir otra cosa que frustrar las expectativas generadas a cambio de mantenerse en los próximos años al frente de la Generalitat. Es un argumento muy insuficiente pues ni está claro quién hegemonizará el proceso post 27S ni se puede prever los efectos del resultado, previsiblemente favorable al independentismo, sobre el Gobierno español. La otra incomodidad es más de fondo.

En las izquierdas catalanes hay los que consideran el independentismo como solución a los tres ejes señalados y que es ahora el momento de forzarla. Estan en la CUP y en parte de Junts pel Sí. También hay que los que consideran la independencia como posible e incluso deseable, debido a la persistencia españolista de monopolizar el Estado, pero consideran que el proceso será lento y gradual y que precipitarlo es, o puede ser, abortarlo. El excelente artículo de Jaume Bosch en Crític lo expone muy bien. En las izquierdas populares y obreristas es una opción bastante aceptada. Y los hay que creen más factible negociar el referéndum y un nuevo encaje de Catalunya que le permita desarrollarse como Nación, en lo económico, en lo cultural y en su organización política, en un marco federal (asimétrico) o confederal.

¿Qué ha pasado en la campaña de CSQP? Era de prever que esta candidatura compitiera con Junts pel Sí para ser la más votada o en todo caso fuera la segunda fuerza sin discusión. Pero Ciudadanos, cuyos votos vienen del PP principalmente, parecía destinado a moverse en un espacio secundario, con el PP y con un PSC abocado hacia el precipicio. Las últimas encuestas indican que Ciudadanos aparece como la segunda fuerza, lejos de Junts pel Sí pero bastante por delante de CSQP, PP, PSC y CUP, que a pesar de la fuerza de atracción de Junts pel Sí aparece como una candidatura en proceso ascendente. Hay pues un tercer bloque de estas 4 candidaturas. Es difícil no considerarlo como un relativo fracaso pues si se confirman las previsiones es probable que Catalunya Sí que es Pot sume muy pocos más electos que los que tuvo ICV-EUiA en 2012. A pesar de haber construido una coalición que reúne a los herederos del PSUC con Podemos y con una destacada presencia de líderes de los movimientos y organizacions sociales com Rabell (presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona hasta hace dos meses) y Coscubiela (ex secretario geneal de CCOO y destacado diputado).

El periódico digital Crític publicó recientemente un interesante artículo de Roger Palà sobre la candidatura de Catalunya Sí que es Pot. Su argumento es cierto: CSQP se ha encontrado en una posición muy difícil, entre dos fuegos o dos extremismos, un bloque poderoso y transversal por una parte y el aparato del Estado español en el otro. Han sido objeto de un linchamiento político y mediático de unos y otros. Y sobretodo han sido “invisibilizados” por los medios. Pero una candidatura no puede asumir ser una “víctima”. Debe definir una campaña que le permita marcar una posición propia, que obligue a los medios a tenerla en cuenta y que las candidaturas adversarias se sienten provocados y deban confrontarse con ella. No me parecen válidos los argumentos personalizados. Lluis Rabell a priori no era un mal candidato. Pero ha debido plegarse a una línea política que supongo comparte y que considero equivocada: una campaña “social”. Es decir mear fuera de tiesto. Pues, guste o no, las elecciones se situan en el eje Catalunya-España. Tampoco me vale aducir el silencio de Barcelona en Comú y Ada Colau, que no han dado un apoyo explícito a la candidatura. Por su transversalidad era difícil que se volcaran a CSQP y por ser gobierno de Barcelona no podían permitirse apoyar una candidatura sin perfil ganador o por lo menos competitivo. El problema ha estado en haber optado por un perfil bajo y marginal.

Un bloque de izquierdas debía presentarse como una fuerza con vocación hegemónica, con una propuesta para Catalunya y en su relación con España, no podía mantenerse al margen de las movilizaciones del catalanismo como el 11 de setiembre. No se trataba de apuntarse a la independencia, pero sí a la autodeterminación, al derecho a decidir, a dejar claro que el adversario principal es el gobierno del PP, que seríamos beligerantes si las actuales instituciones del Estado pretenden reprimir al independentismo, que rechazamos al bloque del NO, que no renunciamos a la independencia si no hay un gobierno dispuesto a reconocer a Catalunya como nación y a una relación pactada de tu a tu. Había que introducir épica, no discursos propios de un Comité Central partidario, había declamar consignas tan fuertes o más que los otros. Y a partir de ser un pueblo, catalán, que piensa y habla en catalán y en castellano, y que tiene cuentas y derechos pendientes , se plantean las reivindicaciones sociales. En cambio se ha centrado el discurso de la campaña más propia de la periferia de Madrid que de Catalunya, se ha hecho el ridículo con populismo primario y paternalismo viejo refiriéndose a “los guetos invisibles”, a los orígenes étnicos y a los que nunca han sido escuchados. Hace 50 años no nos hubiera pasado por la cabeza este tipo de campaña. Las clases populares no se merecían este discurso parroquial. Mala cosa cuando los que se unen se sienten débiles de entrada. Como decía un verso de Garcilaso “el caballero que va herido a la batalla perecerá en ella”. En fin, mejor pensar en el 28 de setiembre y juntar de nuevo las izquierdas, sean independentistas a tope, a medias, o muy poco o nada. Pues a todos nos debe unir la exigencia del referéndum, la propuesta permanente de negociar con el gobierno español y la impulsión de políticas avanzadas para todos los ciudadanos de Catalunya

http://www.eldiario.es/catalunya/opinions/voto-izquierda_6_434366607.html

 

Mi voto (por si a alguien le interesa)

Guillem Martínez

Este artículo es para explicarles mi voto en las elecciones del 27-S. Voto poco. Y cuando lo hago intento explicarlo. Para explicarles mi voto en estas elecciones, tendría que explicar, a su vez, lo que ha hecho CiU con el Procés. Como ya lo he hecho decenas de veces, en esta ocasión lo voy a hacer traduciéndolo directamente del catalán al castellano. Ahí va. No se lo pierdan. La cosa consiste en que Rajoy acepta una demanda ciudadana para proclamar la III República. Fin de la traducción.

Explicado así, en su brutalidad surrealista, el Procés gubernamental es, por tanto, a) un milagro de las élites catalanas, similar al de las conversiones de San Pablo o de Figo. O b) nada. Desde 2012 lo estoy describiendo, y a mí me sale b). Ha servido para cohesionar una sociedad duramente castigada por la austeridad --la pobreza ha crecido hasta el 20%--, y para refundar un partido, el artista anteriormente conocido como CiU, a través de la única herramienta de la que dispone: la gestión del Procés. Podría extenderme en explicar el carácter inocuo que ha tenido el Procés, un tramo especializado en tocar las únicas teclas que no sonaban y no podían modular ninguna melodía efectiva.

A modo de metáfora, o traca final de la descripción, les cito esta anécdota. Hace un año, el Conseller de Justicia recibió a los juristas Francisco Jurado y Juan Moreno Yagüe, andaluces y demócratas radicales --tal y como está el patio, no hay otra forma de acceso a la democracia; la democracia ya es radicalismo--, con una propuesta para ejercer un referéndum, democrático y vinculante para el derecho a decidir, evitando legalmente la cerrazón del Gobierno Central. Los asistentes a la reunión se quedaron atónitos por la propuesta y por su carácter factible e ingenioso. Pero se desestimó --como, por cierto, otros accesos posibles y legales a la consulta-- vía silencio administrativo. Un indicio de que el Procés gubernamental tenía verdadero terror a ceder la palabra a la ciudadanía y que era, de hecho, un intento de evitarla, en este y en el resto de temas. El Procés, en ese sentido, ha consistido en quitar la palabra a la sociedad y en ofrecerle, a cambio, miles de palabras diarias --es decir, propaganda--, y una bandera muy grande, capaz de envolverlo todo. En ese sentido, la gestión del Procés, no sólo no ha ampliado derechos, sino que los ha reducido --en esta segunda edición del Procés, que debería de iniciarse el 28S, ya ni está contemplado el referéndum consultivo no vinculante, paródico, que se ofrecía oralmente en la primera--.

Es perceptible, a su vez, la descomposición del Estado desde el inicio de la crisis, en 2007. La crisis, y sus respuestas ciudadanas --han sido dos, el 15M y el derecho a decidir, dos conceptos que en ocasiones se mezclan y, en otras, se separan en Catalunya, pero que suponen una meditación sobre la democracia y sobre el Régimen del 78-- han permitido visualizar un Estado con una democracia endeble, con escaso control, y no ejercida en las instituciones locales, sino en otros ámbitos --la UE, el BCE, la RFA, el IBEX'35--. El resultado ha sido la socialización de la deuda --único objeto socializado por aquí abajo desde el invento del botijo--, la austeridad, el recorte del bienestar --es decir, de la forma de democracia en Europa--, y algo que ya podemos denominar post-democracia --un sistema que conserva el voto, pero que carece de la soberanía y la voluntad para establecer políticas--, a través de leyes que ya se ubican, peligrosamente, lejos de la tradición democrática, como la contra-reforma laboral, la ley mordaza, la ley de estabilidad, la ley Wert, la reforma del anteriormente ya parcial Tribunal Constitucional, o la reforma constitucional exprés, que separa, definitivamente, la Constitución del Estado del resto de Constituciones europeas post-45.

CiU participó de todo ese proceso, por cierto, votándolo en parte en el Congreso o, vía presupuestos, en el Parlament. Pese a ello, CiU puede ganar las elecciones, y Mas volver a ser President. Gracias a la gestion del Procés --a la gestión del tiempo y la nada--, CiU, uno de los tres grandes partidos de la II Restauración, podrá restaurarse a sí mismo. O, lo que es lo mismo, un Régimen que en la Catalunya de 2012, como en el resto del Estado, estaba en seria crisis, se está volviendo a recomponer, asumiendo con ello los criterios de devaluación democrática adoptados a lo largo de estos años de crisis.

En estos años de crisis, paralelamente, y sin aparecer en los medios, se ha ido dibujando una idea de ruptura, de agenda democrática. Pasa por un proceso constituyente, la adopción y la ampliación de derechos, la ampliación del bienestar vía renta básica, la protección legal de lo común, nuevas formas de democracia, la intensificación de la democracia directa, y la asunción del derecho a decidir, prometido y aplazado en los años 70's. Esta es la agenda democrática para Catalunya, pero también para el Estado. No difieren. El derecho a decidir --el derecho a ejercer la autodeterminación, a optar democráticamente por la independencia, la federación, o la continuidad en un Estado que, cuando lo paralizaron, en 1874, iba en esa dirección; el derecho, en fin, a elegir la forma del Estado-- ha demostrado ser un elemento que somete a contradicción, a perplejidad y a intolerancia al Régimen --como el resto de puntos de la agenda, por otra parte--. No entra, empero, en contradicción con las nuevas culturas democráticas. Es un sello democrático. Y, por todo ello precisa ser defendido, como cualquier otro punto de la agenda. Ni más, ni menos.

Para defender ese derecho, para evitar que se reduzca o se canalice hacia la nada, o hacia accesos identitarios, para defender criterios efectivos de democracia, es preciso que la lista de la antes CIU y de ERC, su socio en los presupuestos, no ganen. Algo, me temo, difícil, si bien eso es lo que orientará, finalmente, mi voto. No ha sido fácil tampoco decidir mi voto, por otra parte. En estas elecciones no hay ninguna lista sexy, ninguna lista de confluencia que haya asumido el difícil momento que se está pasando en el Sur de Europa, y la necesidad de abandonar diferencias para centrarse en una agenda radical de derechos democráticos. Me quedan la CUP y Catalunya Si Que Es Pot. Y, por lo que sé, la CUP parece que no impedirá con sus votos la presidencia de Mas.

Votar es votar. Ni más ni menos. Por aquí abajo es tradicionalmente difícil calcular lo que se hará con tu papeleta. Espero, no obstante, que CSQEP no pierda el tiempo en polémicas con la CUP / otros grupos que se autodefinen como rupturistas, y que defienda la democracia, es decir, la ruptura y, con ello, su broche: el derecho a decidir, ese derecho apoyado por el 80% de la sociedad catalana. Es decir, que vele por su efectividad, que impida su rapto, su depuración y aislamiento frente a otros derechos, entre ellos el derecho a decidirlo todo. Y que, llegado el caso, recuerde que un Estado no es una identidad. España no tiene nada que ver con el Estado Español --incluso, es más grande e implica más personas--, y un Estado Catalán no tiene por qué tener nada que ver necesariamente con Catalunya. El Estado, por otra parte, nos lo fabrican cada día, sin necesidad de referéndums, en Catalunya, España o Lima. La austeridad de los últimos años es un ejemplo de construcción efectiva de un Estado. En Catalunya, curiosamente, se ha realizado mientras se creía construir otra cosa. Es preciso detener tanta propaganda que camufla políticas antisociales y antidemocráticas. Porque eso es lo que está pasando. 

http://ctxt.es/es/20150923/Politica/2351/Voto-CSQP-CiU-Proces-Guillem-Ca...

es catedrático de teoría económica de la UAB. Amigo y colaborador de SinPermiso es un investigador pionero en el campo de la economía ecológica.
es miembro del consejo editorial de SinPermiso
es periodista y guionista televisivo
Fuente: Sin permiso

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