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T r i b u n a c h i l e n a

La ortodoxia ha fracasado: Europa necesita un nuevo acuerdo económico

David Cameron anda recorriendo Europa, aparentemente sin mucha idea de lo que quiere conseguir en su tan alabada renogeciación anticipada a un referéndum en 2016 o 2017. Si el primer ministro cree que puede debilitar los derechos de los trabajadores y esperar buena voluntad respecto a Europa para mantenernos en la UE, comete un gran error.


El apoyo de Cameron a un proyecto de ley que debilitaría a los sindicatos y el recorte de los créditos fiscales de esta semana demuestran que hay un ataque a los derechos relativos al empleo. Podemos imaginar que los muchos derechos que se derivan de la legislación europea, que respalda las vacaciones pagadas, la protección del horario laboral y la mejora de los permisos de maternidad y paternidad, también están amenazados.    


Existe un sentimiento ampliamente compartido de que Europa tiene algo de club exclusivo, en lugar de ser un foro democrático para el progreso social. Hacer trizas nuestros derechos en el trabajo reforzaría ese punto de vista. El laborismo se opondrá a cualquier intento por parte del gobierno conservador de socavar los derechos en el lugar de trabajo, ya sea en la legislación propia o en la europea.  


Nuestro gabinete en la sombra tiene también claro que la respuesta a cualquier cambio perjudicial que Cameron se traiga de su renegociación no consistirá en abandonar la UE sino en comprometerse a darle la vuelta a esos cambios con un gobierno laborista elegido en 2020.


La protección en el lugar de trabajo resulta vital tanto para proteger a los trabajadores migrantes de la explotación como a los trabajadores británicos de que se les malbarate. Unos derechos más fuertes en lo tocante al empleo es algo que también ayuda a los buenos patronos, que de otro modo se enfrentarían a una competencia desleal de parte de empresas con menos escrúpulos. Estaremos en Europa para negociar mayor  protección para la gente y las empresas, no para negociar a expensas de ellos.   


Buena parte del debate sobre el referéndum se ha visto monopolizado por los xenófobos y los intereses de las salas de juntas de las grandes empresas. Fuera de este debate  quedan millones de personas corrientes de Gran Bretaña que desean un debate adecuado acerca de nuestra relación con la UE. No podemos seguir por este camino de desregulación del libre mercado, que busca privatizar servicios públicos y diluir las conquistas sociales europeas. El proyecto de regulación ferroviaria que se encuentra ahora en el Parlamento Europeo podría aplicar el modelo fragmentado, privatizado que tanto ha hecho fracasar a los ferrocarriles en el Reino unido.


El proyecto propuesto de Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP) que se está negociando a puerta cerrada entre la UE y los EE.UU., y contra el que yo he hecho campaña, es otro ejemplo de este enfoque dañino. No hay futuro para Europa si nos vemos envueltos en una carrera por descender a lo más bajo. Tenemos que invertir en nuestro futuro y emplear los talentos de la gente de Europa.


El trato dado a Grecia ha espantado a muchos que se consideran internacionalistas proeuropeos. Lo cierto es que la deuda griega no se puede pagar, las condiciones son insostenibles y la insistencia en que se pague lo impagable extiende la crisis humanitaria en Grecia y los riesgos a toda Europa. La actual ortodoxia ha fracasado. Necesitamos un nuevo acuerdo económico.


Deberíamos agradecera a Gordon Brown que como ministro de Erconomía mantuviera al Reino unido fuera de la moneda única, cuando otros miembros del gabinete sostenían quer deberíamos unirnos a ella. Desde nuestra posición fuera de la eurozona, podemos y debemos influir en la reforma económica de la UE. Debemos trabajar junto a los once países que están cooperando para crear una tasa a las transacciones financieras. A diferencia del actual ministro de Economía [George Osborne], que derrochó el dinero de los contribuyentes en un fallido caso legal para bloquear la tasa, tendríamos que participar en negociaciones para discutir de qué modo podemos regular mejor el sector financiero y generar ingresos.


El laborismo tiene claro que deberíamos permanecer en la UE. Pero también nosotros queremos ser testigos de reformas. La semana pasada protestaron en Bruselas agricultores de todo el continente. La política agrícola común necesita reformarse al objeto de que haga menos por subvencionar a los terratenientes y más por ayudar a los agricultores  y las economías rurales. Europa es el único foro en el que podemos encarar asuntos de importancia clave para nuestro país como el cambio climático, el terrorismo, los paraísos fiscales y, más recientemente, el masivo desplazamiento de refugiados de la violencia de Siria que buscan santuario y esperanza en Europa. No ganaremos amigos ni influencia en Europa si nos negamos a hacer uso de nuestro peso.


El laborismo quiere ver cambios en Europa destinados a la gente de Europa. Queremos ser mejores socios y plantear nuestras demandas para mejorar Europa. Lo planteartemos a través de nuestros diputados laboristas en el Parlamento Europeo y en nuestras relaciones con los partidos socialdemócratas hermanos, los sindicatos y otros movimientos sociales de toda Europa.  


Si Cameron no consigue un paquete bueno o el que logra reduce los avances sociales alcanzados anteriormente en Europa, tiene que entender que el laborismo volverá a negociar para recobrar nuestros derechos y promover una Europa socialmente progresista.  

 

Fuente:

The Financial Times, 17 de septiembre de 2015

Traducción:

Lucas Antón

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