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Israel. El socio incómodo en el plan para derrocar el gobierno Sirio

Israel. El socio incómodo en el plan para derrocar el gobierno Sirio

Por Juan Francisco Coloane 

La alianza creada entre la Liga Árabe, Israel y la Alianza Transatlántica para derrocar al presidente del país que con más consistencia ha apoyado la causa de los palestinos, como es Siria, comienza a perder sustentabilidad y consistencia. En la medida que se incremente la violencia de Israel en Gaza, estaría perdiendo credibilidad no solo la alianza sino que el plan se debilita.

Israel ciertamente es el socio incómodo de esta alianza. Es así que el foco de atención de la agresividad contra Siria se traslada a Francia y Turquía como actores subrogantes de Estados Unidos, que simplemente está obligado a realizar una reingeniería completa de su estrategia Post Irak en la región. Estados Unidos tendrá una gran responsabilidad en los futuros acontecimientos porque ha instigado permanentemente a que el gobierno de Assad sea derrocado.

Es una alianza que nace con problemas desde la partida y es un factor que ha impedido una oposición a Assad unida y compacta. Ni el cinismo del presidente turco Erdogan, que mientras exporta terroristas señala que “su paciencia tiene un límite”, ni la inmadurez política del presidente francés François Hollande, que establece relaciones de estado con una oposición siria sin fisonomía y coludida con el terrorismo, sustentarán la alianza.

Principalmente por una errada lectura de la profundidad del problema Israelí. El problema está en el estado de Israel, su militarismo expansionista y en su socio principal Estados Unidos que amenazan con la desintegración de la región.

Una alianza variopinta compuesta por islámicos fundamentalistas, árabes monárquicos sostenedores del libertinaje mercantil, judíos, neoconservadores y socialdemócratas occidentales para acabar con el gobierno de Basher el Assad y colocar uno inclinado a la alianza occidental no iría a funcionar por tiempo prolongado.

Simplemente porque la gravitación de la demanda palestina por un estado independiente, con recuperación de territorios ,sin el enclaustramiento a que han sido sometidos por Israel, no sustentaría un plan contra Siria en el largo plazo. La profundidad del conflicto palestino-israelí y sus imbricaciones una vez más ha sido subvalorada, y la realidad no podría tolerar una alianza de árabes y judíos para derrocar al gobierno más leal y consistente a la causa palestina.

Bastaba con criminalizar anticipadamente a Basher el Assad y al gobierno Sirio. Con una intervención militar corta y algunas deserciones en el ejército sirio, el plan podría resultar. Pocos sospecharon que el gobierno de Assad y ejército resistiría más de 18 meses sin deserciones mayores y con un rechazo de la población al terrorismo. Pocos también contaron con que China y Rusia, también se verían potencialmente amenazadas por la ofensiva de la Alianza Transatlántica en el enclave que representa Siria.

Hoy día la apuesta de la alianza contra Siria se reduce a continuar con la infiltración terrorista y en última instancia a la intervención militar de Francia y/ o Turquía con el pretexto de ejercer una amplia protección y la estabilidad de la zona, con el foco fundamental de proteger a Israel por cierto.

Con el reflotamiento de la violencia extrema de Israel sobre Gaza, se está materializando una situación de doble crisis en la región. Durante la administración Reagan, tres décadas atrás, la doble tensión desembocó en enfrentamientos, finalmente una guerra y la desestabilización prolongada de la zona.

Una situada en El Líbano. La otra en Israel y los territorios palestinos anexados. Consistía en desestabilizar El Líbano para debilitar a los palestinos. Curiosamente fue Siria con su ejército que le devuelve un mínimo de estabilidad a la zona y especialmente a El Líbano. Es cuando el proceso por recuperar palestina se fortalece.  

Esta vez los dos fenómenos entrelazados son Siria y el conflicto palestino- israelí. Por una parte el plan para derrocar al presidente sirio. Por otra, está el estallido palestino y la extrema agresividad israelí como respuesta.

Durante la mayor parte de la década de 1990 Estados Unidos y Siria habían mantenido buenas relaciones y no solamente eso, Siria se había convertido en un importante factor de equilibrios en la región. En un célebre artículo aparecido en The New Yorker, “The Syrian Bet” del 28 de julio de 2003, Hersh expone el proceso de deterioro de esa relación y el objetivo que consistía simplemente en derrocar el gobierno de Assad.

El plan para poner fin al Gobierno del presidente Basher el Assad, adquiere cuerpo a partir de una medida del congreso de Estados Unidos encarnada en el “Syria Accountability Act” de 2002. Impulsado por el lobby israelí y el neoconservadurismo en Estados Unidos durante la administración Bush, consiste en la parte abierta al público.

Al mismo tiempo, se ha dirigido desde Estados Unidos e Israel, una variedad de acciones encubiertas para desestabilizar Siria desde el momento en que Hafez el Assad asume el poder en 1971 y comienza a organizar cierta estabilidad en Siria. 

La aceleración del plan por la hegemonía en el medio oriente era un tema, el otro era la protección de Israel. La idea consiste en que en la zona no exista un estado estable, sólido y con desarrollo autónomo con capacidad de enfrentar a Israel, como es el caso de Siria. Es la misma lógica neoconservadora de la política exterior de Estados Unidos para combatir al estado soviético. Que no exista otra nación que pueda enfrentar a Estados Unidos.

Lo que está sucediendo ahora en Gaza con Israel pone en jaque la alianza formada para derrocar el gobierno Sirio y debería fortalecer la postura de Siria contra el terrorismo.

De materializarse el plan de derrocar al gobierno Sirio se desarticulan los febles equilibrios en la región. En la eventualidad de que aparezca en Damasco un gobierno inclinado a la alianza occidental, habrá un incremento en la agudización de los conflictos haciendo más viable el llamado a la OTAN para ocupar la zona.

China y Rusia no pueden ser las únicas naciones encargadas de darle sustentación a la negociación multilateral, mientras Estados Unidos, Francia, el Reino Unido principalmente, y los países de esta alianza contra Siria, han facilitado la escalada terrorista en el plan de desestabilizar Siria.

Si funcionara el derecho internacional y la ONU tuviera la voluntad política para hacerlo respetar, la llegada del terrorismo en el plan debería significar a los miembros de esta alianza más de alguna complicación jurídica. 

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