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T r i b u n a c h i l e n a

Las muertes tempranas del pacto social

Las muertes tempranas del pacto social

 

Claudia Rafael (APE)

 

 

La callecita de tierra de Valle Viejo sigue cobijando sus pasos –casi esperando su retorno- mientras el rosado tenue de las flores de durazno empieza a interpelar. Como anunciando el estallido de todas las primaveras. 40 años cumpliría María Soledad por estos días. Ya mujer, estaría tal vez por estas horas preparando el cumpleaños de algún hijo, amasándole sueños, regalándole canciones.

 

María Soledad se desvelaría cuando alguno de sus niños quizás adolescentes saliera en la noche catamarqueña y anunciara regresos de madrugada. 40 años, bella y de piel aceituna, festejaría María Soledad. Pero fue por siempre niña, masacrada por el poder. Lanzada a las tormentas por los hijos de tiranos desquiciados en la fiesta irremediable del sistema. 40 años de vida e historias derramaría si la hubieran dejado pero hace 22 que le impusieron el final.

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Semillas de vida caen por los acantilados. Como explosiones de latidos que vierten destrucción. El ministerio de Salud de la Nación reveló que en 2010, hubo 227 víctimas de homicidio entre los 15 y 19 años. Pero también desnudó que hay otras 261 muertes violentas en esa misma franja “por agresiones de intencionalidad indeterminada”.

Cifras. Números. Crónicas rojas de dolor y muerte. 500 muertes jóvenes de 15 a 19 años. En América Latina y Caribe los homicidios representaron el 4% del total de las muertes para la región. Cinco veces más que el porcentaje observado en países como Canadá y Estados Unidos. Las estadísticas reflejadas por el diario La Nación plantean que inclusive, el porcentaje es 2,3 veces más que en África.

Argentina ha tenido años con la marca del dolor y la angustia. Que se refleja en sus modos violentos de muerte. 3453 fueron los homicidios en 2002 y le siguen los 3216 crímenes cometidos en 1997; los 3048 de 2001; los 3009 de 1991 y, finalmente, los 3002 de 1996. Y siempre, sistemáticamente, los suicidios han superado esas cifras.

Muchos, demasiado jóvenes. Con la semilla de vida que estalla y se pierde. Con el mañana hecho añicos y sin regreso. Con la violencia como único eslabón que media con la historia. Una violencia que irrumpe abrupta desde las alturas de un Estado y oprime las gargantas hasta desangrar. Una violencia que acuchilla y plasma odios. Que hunde en desmemorias. Que no sabe que el otro es mi hermano. Que deja sin rostro humano a la vida.

El 48 por ciento de las víctimas de gatillo fácil en el país tenía entre 15 y 25 años, según registra la Correpi.

En provincias como Santa Fe, según el ministerio de Salud de Nación, el 25 por ciento de las víctimas de homicidios por arma de fuego tenía entre los 10 y 19 años.

En otras como Santiago del Estero, más de 20 jóvenes son atendidos cada mes en el Servicio de Urgencias del Hospital Regional por intentos de suicidio. Muchos de ellos, mueren. La mayoría tiene/tenía entre 15 y 20 años.

Muerte joven. Que tajea el presente. Que descerraja de plomos los cuadriláteros de los días. Sin lugar para el ruego. Sin savia ya que contagie de risas. Sin certidumbres de esperanza.

Jon Camafreita, Facundo Reyes, Ariel Domínguez, Enrique Romero, Sergio Cárdenas, Nicolás Carrasco, Mariano Ferreyra, Lucas Rotella, Franco Almirón, Mauricio Ramos, Maximiliano Kosteki, Darío Santillán, Luciano Arruga, Daniel Solano, Kiki Lezcano, Atahualpa Martínez Vinaya, Miguel Bru, Julián Antillanca, Walter Bulacio, Martín Castelucci, Matías Berardi, Gastón Bustamante, Tomás Santillán, Candela Sol Rodríguez, Jeremías “Jere” Trasante, Claudio “Mono” Suárez y Adrián “Patón” Rodríguez…

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La sociedad se va fagocitando. Truncando una tras otra sus propias venas. Destruyendo cada uno de sus brotes en acuerdo social suicida.

La sociedad, hundida en el capitalismo por pacto y autodeterminación, eligió el naufragio como destino. Definió con alevosía y premeditación protagonizar una higiene colectiva que requiere de aleccionamientos y oscuridades, de muerte y avasallamiento, de crueldad y destrucción.

Construye cárceles con y sin techo, hambres viejas y paco creciente. Multiplica los alegres gatillos que masacran revoluciones y hunde en silencios y desmemoria.

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María Soledad cumpliría por estos días 40 años que no fueron más que 17. María Soledad fue hace exactamente 22 años el germen y el fragor de la rebeldía. Derrocó un gobierno entero. Y no supo, cómo saberlo, que tantos niños deambularían vencidos, sin poemas ni mariposas entre los dedos.

Cientos de miles de anónimos vulnerados que no llegan a viejos. A veces por olvidos. Otras, por violencias machacadas en cotidianidades oscuras.

Sus eternas ausencias van configurando una sociedad gris y metálica. Sin arcoiris en la piel. Sin la estocada de la esperanza ante los molinos de hierro y crueldad que el sistema les va anteponiendo.

 

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