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Voces socialistas: La lucha por el partido y el programa de clase

Voces socialistas: La lucha por el partido y el programa de clase

Por Ramon Rojas

Todos entendemos que el problema del partido es el problema de la dirección del partido. La dirección es tan importante, que juega en relación con el partido, el mismo papel decisivo que el partido juega con relación a la clase.

La debilidad de la dirección del PSCH para ceder en el Royalty, aprobar el Presupuesto Nacional, apoyar el Proyecto de ley de Reforma Educacional, cooperar en la aprobación del Reajuste al Sector Publico, ha favorecido abiertamente al gobierno de Piñera. Tanto así, que de los 86 proyectos presentados por el Ejecutivo en 2010, el 44% fue aprobado con los votos de la Concertación, cifra que establece una actitud de colaboración. Por otro lado, la pasividad inmoral de la dirección frente a lo sucedido en la cárcel de San Miguel, La movilización de masas y el paro regional en Magallanes y el conflicto Mapuche, etc. Demuestran su adhesión a la política neo-liberal.

Conociendo además, que la influencia y la ideología burguesas también son traídas de diversas maneras indirectas a las organizaciones políticas y que su resultado es la transformación de las direcciones de estas organizaciones políticas en soportes del régimen capitalista en lugar de ser órganos de lucha en su contra.

Y que, la política aplicada por la dirección ha permitido que al amparo de los puestos políticos ocupados en los gobiernos de la Concertación, la burocracia partidaria se haya enriquecido económicamente, asimismo, han permitido el desbande de la militancia, regímenes internos burocráticos y asfixiantes, bajo una camarilla que suprime la verdadera discusión y la democracia interna y que permitió el triunfo de la derecha.

La mayoría de los socialistas hemos solicitado insistentemente a la dirección del PSCH un correctivo político ya que, su misión histórica carece de voluntad y que, modifique la política cobarde, oportunista, entreguista y traidora que viene desarrollando.

La dirección ha hecho oídos sordos no obstante, que la dirección del partido debe estar bajo el control de la militancia y de que sus políticas deben estar siempre abiertas a la crítica, discusión y rectificación dentro de las normas y límites establecidos.

Estos hechos políticos tan graves y otros, ameritan una perspectiva de lucha por reconstruir el partido y retornar al camino histórico que identifica al PSCH como un partido de los trabajadores manuales e intelectuales.

Necesitamos en forma urgente, una dirigencia nueva, distinta y capaz de continuar con la gran tradición legada por Salvador Allende y otros connotados dirigentes históricos, en estos momentos la dirección ha llevado al partido a servir objetivos políticos y programáticos de otra clase social, han convertido al PSCH en un partido desacreditado, arruinado y lo llevan directamente a la muerte.

Los militantes del partido tenemos derecho de demandar y esperar el nivel más alto de responsabilidad de parte de la dirección, en un partido serio y firmemente constituido la dirección tiene la obligación de mostrar el más alto ejemplo de responsabilidad, devoción, sacrificio e identificación completa con el partido a través de sus acciones diarias y permanentes. Paradojalmente, el comportamiento del Presidente Osvaldo Andrade y otros dirigentes, no tiene nada que ver con este principio moral y de consecuencia.

El debate abierto y la lucha interna deben ser esenciales para desarrollar una revolución política al interior de nuestra organización con aportes importantes en la dialéctica clase-partido-dirección. Este proceso es de una importancia insoslayable para que la política del partido esté en consonancia con la lucha de clases, la defensa de las conquistas democráticas y lo ubique a la altura de los nuevos desafíos.

La lucha por forjar un auténtico partido socialista debe estar sustentada en la fusión de intelectuales desclasados con un contingente proletario mayoritario ya que, se requiere de una sólida batalla contra la perniciosa tradición de capitulación a los valores sociales de las clases dominantes que ejercen las tendencias de todo tipo que se alternan en el control del partido.

Nuestro programa debe ser definido, bajo el objetivo principal que es la organización de la clase obrera y de los trabajadores en la lucha por el poder y la transformación del orden social existente.

La crisis del partido pasa por una reformulación ideológica, orgánica y política. La renovación y el oportunismo, se  expresaron ya “con todos los colores del arco iris” llevando al partido a la situación política calamitosa en la cual se encuentra hoy. Explotaron el prestigio y la tradición del PSCH para fortalecer al neoliberalismo. Las consecuencias de estas traiciones han querido lograr la apatía o la renovación de ilusiones en el principio de perfeccionar la democracia liberal y el capitalismo.

El partido no puede pretender profundizar la democracia chilena sino es capaz de profundizar la democracia interna en el propio partido.

El partido no tiene nada que ver con el sentimiento reblandecido respecto al destino de individuos sobre todo, cuando están en juego las cuestiones trascendentales de principios y de la política.

Finalmente, es obvio que el partido no requiere de un barniz cosmético, requiere de una cirugía mayor que le devuelva su carácter de tribuno de los oprimidos, de los pobres, de los perseguidos y de los trabajadores.

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