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T r i b u n a c h i l e n a

Chile al revés

Chile al revés
Carlos del Frade (APE)

Los chicos siempre fueron sagrados para los mapuches.

En el festival de las rogativas ellos estaban en el círculo central, abrazados por los demás miembros de la comunidad, cuidados por mujeres y hombres de diferentes edades.
En esos nguillatunes -así se llaman esas celebraciones colectivas- los pibes eran considerados el eje de la vida.
La tierra, la libertad y los chicos eran sinónimos. Lo mejor de la existencia.
El centro de las rogativas, de los pedidos, de los deseos eran los chicos.
Cuando llegaron los españoles y con ellos el inicio del saqueo, los mapuches pudieron resistir durante décadas y aún hasta el presente perduran aquellas tradiciones que festejan lo más importante del universo. La invención de Chile y Argentina configuró otro motivo de supervivencia para el pueblo de la tierra, mapu quiere decir tierra y che, gente.
Desde hace siglos, entonces, la resistencia mapuche no solamente puede mostrar la victoria de sus tradiciones si no también de sus valores fundamentales. Tierra, libertad y sus chicos, sus pibes, sus jóvenes.
Sin embargo hoy en Chile las cosas están patas arriba.
Y no solamente por consecuencia del terremoto de hace unos meses, si no también por la impunidad de las empresas que dejan a más de treinta mineros a setecientos metros de profundidad y por la ferocidad de una realidad que empuja a chicos mapuches a llevar adelante una huelga de hambre. Chicos haciendo una huelga de hambre. Repare en la dimensión de la noticia, en la talla de la frase, en lo que significa cada una de las palabras escritas.
Chicos mapuches haciendo huelga de hambre.
En un comunicado de prensa que deja enana a cualquier imaginación de novelista extraviado se puede leer esta fenomenal postal del desprecio: “A la opinión pública nacional e internacional, nosotros los Presos Políticos Mapuche menores de edad, recluidos en la cárcel de menores CERECO CHOL-CHOL, Luís Marileo Cariqueo, Cristian Cayupan Morales y Jose Ñiripil Pérez, queremos dar a conocer lo siguiente: nos sumamos a la huelga de hambre que mantienen los Presos Políticos Mapuche recluidos en las cárceles de Temuco, Concepción, Angol, Lebu y Valdivia, la cual suma hasta el día de hoy mas de 51 días de ayuno”, apunta el principio del documento. Piden que no se aplique más la ley antiterrorista en causas de reivindicaciones mapuches; exigen el fin al doble procesamiento injustificado de la justicia militar y civil, la desmilitarización de las comunidades y la libertad a todos los presos políticos mapuches.
Parece el análisis de un tiempo de dictadura y no de supuesta democracia consolidada.
Pero no debe cesar el asombro y la indignación porque la denuncia de los chicos mapuches continúa: “Se han cometido violaciones a nuestros derechos tanto como niños y como personas privadas de libertad, desde el momento en que somos detenidos; en distintas circunstancias hemos sido victima de torturas y apremios ilegítimos, por parte de los organismos represivos del estado, lo cual ha dañado profundamente nuestra salud psicológica y física”, sostiene el comunicado.
“Hemos sufrido así como una gran cantidad de niños de las comunidades mapuche movilizadas, persecución y discriminación por parte de distintas instituciones y centros públicos y privados, tales como consultorios y escuelas rurales, específicamente en Ercilla, los cuales son cómplices del hostigamiento constante policial, dichos casos le han ocurrido a la niña mapuche Vania Queipul, Luis Marileo, por nombrar algunos, todos hijos de los dirigentes y lonko de las comunidades”, abunda esta carta abierta que parece una reflexión de épocas inhumanas.
Todo esto pasa hoy en Chile. Chicos mapuches encarcelados y en huelga de hambre.
La historia al revés. Al principio de los tiempos, los chicos eran sagrados.
Ahora, en el país del boom económico tan elogiado por las mentes del liberalismo, los pibes están presos y deciden dejar de comer para que alguien les preste atención.

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