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T r i b u n a c h i l e n a

Luis Vitale, evocando la batalla de La Concepción

Luis Vitale, evocando la batalla de La Concepción

por Paco Peña

Hace treinta y seis años, joven estudiante de derecho, « prisionero de guerra » en el campo de Chacabuco en el norte de Chile, me aprestaba como varios centenares de compatriotas a escuchar las consabidas arengas con las que los militares acostumbran a conmemorar las efemérides patrióticas. Se trataba del 10 de julio, aniversario de la batalla de La Concepción ocurrida en 1882, en la cual fueron exterminados por soldados y montoneras peruanas los oficiales, suboficiales y soldados de la guarnición chilena del regimiento Chacabuco.

El ejército procede cada año en esa fecha a la jura a la bandera y a conmemorar este luctuoso hecho. Desde la infancia los nombres de Ignacio Carrera Pinto, Julio Montt, Luis Cruz y Arturo Pérez Canto, han quedado grabados indelebles en nuestra memoria. En abril, para el aniversario de la batalla de Maipo, el comandante del campo de prisioneros de Chacabuco, bajo la autoridad de la 1° división del ejército, había encomendado a uno de los « prisioneros de guerra », al profesor Mario Céspedes, pronunciar algunas palabras sobre esta batalla. Luego, el 10 de julio, el « prisionero de guerra « que haría la evocación histórica del combate de La Concepción sería Luis Vitale.

Luis Vitale vivía en el campo en el mismo pabellón y una vez se me había acercado para manifestar su deseo por formar parte del equipo de fútbol. Recuerdo haberlo mirado con rigor de entrenador profesional a pesar de mis cortos años y sin mucha convicción bajo el abrasador sol del desierto. Vitale no tenía pinta de jugador rioplatense, calzaba unas viejas alpargatas azules un poco deshilachadas y llevaba una chupalla. No tenía estampa futbolera ni marcial. Creo que fue sólo su origen transandino el que me decidió a aceptarlo en el equipo. Para ser franco tendría que decir, empleando una expresión futbolística tan en boga por estos días mundialeros, « que su actuación futbolística no fue concluyente ».

En la mañana del 10 de julio, formados en U y en líneas de a cuatro frente a la bandera, rodeados por blindados y la tropa, el comandante del campo -un oficial de la Fuerza Aérea- se dirigió a los « prisioneros de guerra » y a sus soldados. « En una ocasión tan solemne como ésta -dijo- he querido que un prisionero, profesor de historia, haga un discurso sobre una batalla que todo patriota no debe ignorar. Estoy seguro que a pesar de las circunstancias presentes todos estaremos de acuerdo de que se trata de uno de los momentos más altos de nuestra historia patria ». Se había izado la bandera y el oficial le dió la palabra a Luis Vitale. Este hizo una relación de la situación de la cuarta compañía del regimiento Chacabuco que ocupaba La Concepción. Luego de mencionar a oficiales chilenos y peruanos, Luis Vitale, nombró a los nunca nombrados, es decir a los hijos del pueblo, acotando : « En esta batalla y en esta guerra fratricida murieron miles de obreros y campesinos chilenos, bolivianos y peruanos. Al final de la guerra, el nitrato, quedó en manos de capitalistas ingleses que lo habían recuperado a ese precio…esta misma oficina salitrera y no lejos de aquí otras más, son testimonios mudos de la guerra alentada por Londres y EEUU…».

En las filas nos mirábamos y constatamos la molestia de los oficiales que rodeaban al comandante del campo. Tuve la sensación que la intervención de Vitale había sido una voz de verdad en ese árido desierto. La ceremonia terminó y luego del conteo de los prisioneros volvimos al gran galpón que servía de refectorio. Rodeábamos afectuosamente a Luis Vitale comentando su discurso, cuando por los parlantes se escuchó una voz castrense ordenando perentoriamente : « El prisionero Luis Vitale debe presentarse inmediatamente ante el portón de la entrada del campo. Ejecución. ». Nos miramos y le aconsejamos tomar el café y el pan de guerra que nos daban cada tres días. El jefe del Consejo de Ancianos quiso acompañarlo y traspuso con Vitale el portón y la alambrada. El comandante del campo lo esperaba en medio de sus oficiales, la mayoría del ejército, que tenían unos deseos incontenibles de castigar el supuesto crimen de lesa patria cometido por Vitale. -« Señor Vitale usted ha abusado de mi confianza y se lanzado en una diatriba marxista, diciendo que habían muerto miles de chilenos para que al final el salitre quedara en manos de Gran Bretaña, entonces ¿estuvimos peleando por las puras… ? ». -Yo no pongo en duda el valor personal de los que combatieron , pero la verdad histórica así lo dice, contestó Vitale. -« Además en su perorata marxista usted sólo habla de obreros y campesinos, los ‘hijos del pueblo’ muertos en la contienda. Pero también había clase media ¿no? -Bueno eso lo mencioné cuando hablé de los oficiales : un sobrino del presidente Aníbal Pinto y descendiente del prócer, Julio Montt, etc ». El comandante del campo parecía querer justificarse ante sus oficiales y eran éstos quienes deseaban castigar a Vitale azuzando a su superior.

Finalmente el agua no llegó al río, inexistente por otra parte en ese desierto y alguna vez en Europa tuve ocasión de recordárselo. Cuando en Chacabuco se comenzó a hablar de las expulsiones de prisioneros hacia otros países, recuerdo que me dijo : « No te vayas a Europa, quédate en América ». Y otra vez que discutíamos de esto y de lo de más allá repitió : «Basta de tanto europeísmo, recuerda que gracias a los mayas tenemos el cero.. ».

Conocimos de su largo exilio, su regreso a Chile, los conflictos con algunos supuestos academicillos y dirigentillos de un centro de estudios. La noticia de su deceso me ha traido su recuerdo hasta esta ciudad lejana. Como lo dice muy bien el comunicado del MPT, ha fallecido un académico, un historiador y un revolucionario. Viva su ejemplo y su memoria.

Luis Vitale fue autor de numerosos ensayos y libros, entre otros : Los discursos de Clotario Blest y la Revolución Chilena, ediciones POR, Santiago ; Historia del Movimiento Obrero Chileno, ediciones POR, Santiago ; Esencia y Apariencia de la Democracia Cristiana, editorial Arancibia, Santiago ; Predicciones de los Fundadores del marxismo y el Desarrollo de la Revolución mundial (traducido al inglés), Nueva York, ediciones Merit ; Las guerras civiles de 1851 y 1859, Instituto de Sociología de la universidad de Concepción ; Acerca del modo de producción colonial, ediciones La Oveja Negra, Bogotá ; Interpretación marxista de la Historia de Chile, Frankfurt, ediciones Verlag ; Feudalismo, capitalismo y subdesarrollo, Madrid ; La Formación social Latinomericana (1936-111978), Fontamara, Barcelona ; Génesis y evolución del movimiento Obrero Chileno hasta el Frente Popular, Universidad Central de Caracas ; Historia del Movimiento Indígena de Chile, Universidad Central de Caracas ; Historia y sociología de la mujer latinoamericana, editorial Fontamara, Barcelona ; La contribución de Bolívar a la Economía Política Latinoamericana, Universidad Central de Caracas ; Historia General de América Latina, ídem ; Estado y estructura de clases en Venezuela, Universidad Central de Caracas ; Historia de la Deuda Externa Latinoamericana y Entretelones del Endeudamiento Argentino, editorial sudamericana, Buenos Aires ; El Che, una pasión latinoamericana, ediciones Al frente, Buenos Aires ; La mitad Invisible de la Historia. El protagonismo social de la mujer latinoamericana, editorial sudamericana, Buenos Aires ; 159 años de agresiones yanquis en Latinoamérica, Ed. Cepla, santiago ; Balmaceda, sus últimos días, CESOC, santiago ; Los Pueblos Originarios, CELA. ; Introducción a una Teoría de la Historia para América Latina, editorial Planeta, Buenos Aires.

En la loca carrera en torno a la celebración del bicentenario, cabe recordar lo que Luis Vitale -a quien nunca le fue reconocida su vasta labor de historiador por el establishment- había escrito en su Interpretación Marxista de la Historia de Chile, Ascenso y Declinación de la Burguesía chilena : « La Guerra de Chile con Perú y Bolivia ha sido tratada por los historiadores tradicionales -tanto chilenos como peruanos y bolivianos- con un criterio chovinista que ha mistificado la realidad, encubriendo las causas profundas que motivaron el conflicto bélico…Los historiadores chilenos del siglo pasado narraron la guerra del Pacífico identificándose con los planes de expansión de la burguesía minera…La educación ideologizada de los niños y estudiantes secundarios a través de los manuales oficiales de Historia de Chile, Perú y Bolivia, ha favorecido no sólo los intereses de las burguesías criollas sino también los del imperialismo que no pierde oportunidad para agudizar cualquier contradicción entre nuestros pueblos con el fin de ahondar su ‘balcanización’ y bloquear el proceso de identidad y unidad latinoamericana…La mayoría de los historiadores de izquierda ha preferido soslayar el tema por aprehensión a lesionar los sentimientos patrióticos. Nosotros creemos que sólo la verdad histórica ayudará a los pueblos de Chile, Perú y Bolivia a terminar con los odios atizados por las burguesías nacionales ». Paco Peña, París, 27 de junio de 2010.

http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/lb/filosofia_y_humanidades/vitale/

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