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T r i b u n a c h i l e n a

La “Doctrina del Shock” y “Crecimiento empobrecedor” en Chile

Gabriel Ríos Díaz ( ARGENPRESS.info)

La “Doctrina del Shock”, en términos generales, quiere significar que tanto los individuos como las sociedades ante situaciones de gran impacto, como lo son los desastres naturales o los golpes militares, se sumergen en un estado de gran vulnerabilidad y debilitamiento de su voluntad, volviéndose muy proclives a la voluntad de quien o quienes se levanten con mayor fuerza y decisión señalándoles un camino. Es precisamente en estos momentos en que el libre mercado penetra, comandado organizadamente por el autoritarismo político y militar.


Fue la periodista Naomi Klein quien presentó esta tesis en su libro “La Doctrina del Shock” publicado el año 2008. En él se respalda con un abundante material histórico la enorme cantidad de pueblos que en momentos de extrema fragilidad fueron azotados por una vuelta de tuerca hacia el libre mercado o bien, a una profundización de él.


La primera situación Chile la experimentó con el golpe militar de 1973, la segunda en 1990 con la transición a la democracia. Y hoy a propósito del terremoto del 27 de Febrero que azotó el centro-sur de nuestro país y el ascenso de la derecha al gobierno, pienso que se volverá a repetir la situación de 1990, pero con una profundización de mayor intensidad de los postulados del Neoliberalismo.


Una de las mayores fortalezas del capitalismo como sistema económico, es su capacidad para convertir toda situación en una gran “oportunidad” para el capital, es decir, para aumentar el nivel de las ganancias, categoría fundamental de este sistema.


El economista Orlando Caputo Leiva ha sostenido en su documento “Chile: el agotamiento relativo del modelo” -2007-, que posterior a la etapa de alto crecimiento de la economía chilena 1987-1998, ésta habría entrado en una etapa de agotamiento relativo, que es una manifestación chilena del fenómeno denominado “crecimiento empobrecedor”, en la ciencia económica. Éste concepto ilustra el hecho que capitalismo ha mostrado gran éxito en la generación de gran cantidad de riqueza física, al mismo tiempo que no ha sido capaz de solucionar los recurrentes problemas sociales, incluso en algunos casos, los ha profundizado. Entre las causas que dan existencia al “crecimiento empobrecedor” en Chile están: la profundización del carácter primario exportador y la involución hacia primario-primario exportador, en alusión al retroceso de exportación de cobre refinado a no refinado. El control del capital extranjero en las exportaciones totales y en las exportaciones hacia EEUU. Y en el mismo sentido, el control del capital extranjero en las importaciones totales y en las importaciones desde EEUU, que aumenta la competencia en el mercado interno. Lo anterior, fue consagrado en el documento “TLC Chile-EEUU”, que más bien debería señalarse al revés: TLC EEUU-Chile, en atención a la unilateralidad de éste.


La situación anteriormente descrita, que expone el agotamiento relativo que la economía chilena ha presentado, cuyas razones son principalmente la ausencia de una política reguladora de las exportaciones y de real diversificación productiva, es lo que debería caracterizar una nueva forma del capitalismo en Chile.


Es indiscutible el tremendo daño que produjo el terremoto y maremoto del 27 de febrero. Para dimensionar sus efectos se hace necesario señalar que la región séptima y octava representan cerca del 13% del PIB. Ellas comprenden, entre otras plantas la Siderúrgica de Huachipato, la Celulosa de Constitución que es la mayor planta de celulosa del país, la Industria Forestal cuyo 80% de su actividad se desarrolla en estas regiones, la producción de harina y aceite de pescado de Talcahuano que representa cerca de la mitad de la producción nacional y la Industria vitivinícola cuyo 75% de su producción proviene de la sexta y séptima región, por nombrar las más importantes. Todas ellas están fuertemente dañadas, y en algunos casos temporalmente inutilizables.


Pero la historia de los países está llena de guerras auto inducidas, catástrofes naturales convertidas en oportunidades, autos atentados y torres gemelas, etc. Todas ellas con el objetivo, directo o indirecto, de reactivar ciertos sectores productivos como la industria armamentista, el sector construcción, automovilístico, en fin, la economía en general.


La situación de la economía chilena puede ser la de una catástrofe convertida en una “oportunidad” para el capital, no para cambiar el modelo sino para profundizarlo. El ascenso de la derecha al gobierno en un contexto de reconstrucción nacional puede ser convertido fácilmente en el paraíso de los grandes empresarios. Lo más probable es que el estado asuma la responsabilidad de movilizar grandes flujos de capital públicos destinados a recuperar y construir el capital social mínimo que haga posible y viable la inversión privada. Seguido por un contexto de impugnaciones interesadas a la eficiencia estatal, de posibles ingresos de capital extranjero a empresas estatales, de entre-cruzamientos de apellidos entre los licitadores de los programas de reconstrucción y sus adjudicatarios, cuestión de gran importancia debido al alcance que esta tarea comprende y a los sectores asociados que ésta implica.


Pero el contexto en que ésta se desenvolverá es aún más amplio. Los estímulos financieros que la banca privada ya ha comenzado a ofrecer, expresado en créditos blandos, disminución de requisitos de postulación, postergaciones de cuotas, serán parte de él también, al igual que la lista inagotable de incentivos de multitiendas que contribuirán a acrecentar la demanda, en un momento en que el pueblo chileno, especialmente el que habita el centro-sur de nuestro país se encuentra frágil, deseoso de cualquier ayuda, dispuesto a tomar el primer camino que la necesidad real y el autoritarismo neo-liberal le indique.


Todo lo anterior sugiere que la economía chilena pueda comenzar a retomar su dinamismo al menos por unos años. Sin embargo, el escenario internacional es complejo, y éste mediará los ritmos económicos posibles de alcanzar, crucial es el comportamiento de la economía de EE.UU y China. De todas maneras, el crecimiento relativo que pudiera alcanzarse dará cuenta de un aumento principalmente en la producción física y las ganancias del capital, no de un cualitativo mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo chileno.


Para concluir, quiero decir que la hipótesis de ésta nota no es un juego de azar, sino una exposición sencilla -respaldada en la historia y en la ciencia económica- de la forma de operar del capitalismo, respecto a la cual es posible inferir lógicamente comportamientos futuros. Esto es de conocimiento de todo el equipo económico “de excelencia” de Sebastián Piñera, cuyo Ministro de Economía el domingo 14 de Marzo se ocupó de hablar por todos: “El repunte en el segundo semestre y en 2011 será más rápido de lo esperado antes del terremoto”. La Tercera.


Gabriel Ríos Díaz, Investigador adjunto del Centro de Estudios sobre Transnacionalización, Economía y Sociedad (CETES).

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