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T r i b u n a c h i l e n a

TSUNAMI (2/4): SEGURIDAD NACIONAL Y CRISIS EN EL CENTRO DEL PODER POLÍTICO.

Por Héctor Vega*

La magnitud del sismo remece una vez más la conciencia frente al largo historial de desastres de los cuales hemos aprendido tan poco. Sucesos que nos enfrentan a la realidad de un país en permanente inseguridad interna, con instituciones que no funcionan, como por ejemplo el SHOA, (Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada ), incapaz de leer la información que le proporciona el NOAA (Administració n Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos) acerca de la inminencia de un tsunami en las costas de Chile y específicamente en la zona de BíoBío y menos aún de transmitirla adecuadamente a la ONEMI (Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior); con una Fuerza armada que nunca consideró vías alternativas de comunicación, lo cual se refleja dramáticamente en la incapacidad de actuar en momento real en el teatro de la catástrofe, etc.

Las comunicaciones en el centro de la crisis

Una revisión de los hechos demuestra que nunca la Fuerza armada estuvo en capacidad de enfrentar la amenaza que representaba el tsunami. Esto plantea serias dudas acerca de su capacidad para enfrentar un escenario futuro mediante el potencial actual de las tecnologías de la información. Con lo cual resulta imposible abordar la prevención y disuasión de agresiones en un amplio espectro de amenazas que involucra la seguridad interna. En una situación de emergencia, sin adoptar los adelantos en tres sistemas tecnológicos producto de la revolución de asuntos militares en el mundo (RMA), el Comando Conjunto de la Fuerza armada, queda absolutamente paralizado por incapacidad de utilizar tres sistemas tecnológicos emergentes a saber, el sistema IVR (es decir, información, vigilancia y reconocimiento) ; C4 (es decir comando, control, comunicaciones, computadores) y C4I avanzada, cuando se agrega tecnología de inteligencia (de pointe) en situaciones alejadas de la línea de operaciones. Bastó esta emergencia para comprobar el grado de vulnerabilidad del Estado Mayor Conjunto y por tanto de nuestra Fuerza armada. Aún en posesión de esos medios, pero sin autoridades y población civil, trabajadores y organizaciones sociales, la tecnología y el apoyo logístico de la Fuerza armada son insuficientes, pues la tarea primordial de la población civil es el restablecimiento de la infraestructura productiva, transformar medios momentáneamente paralizados en fuerza restauradora de un entorno destruido o invadido, en otras palabras, conferir viabilidad a la intervención de la Fuerza armada. Sin códigos de comunicación, con los diferentes actores reducidos a planos de acción aislados, las operaciones en el terreno habrán fracasado.

De cómo un sistema de gobierno compromete la seguridad nacional

El modelo de libre mercado impuso privatizaciones en áreas vitales para su seguridad –, comunicaciones, energía y estructura vial entre otras. Sin la visión prospectiva de la planificación el Estado se despojó de gran parte de su capacidad de gestión en la economía –el Nº 21 del Art. 19 de la CPE le impide desarrollar “actividades empresariales o participar en ellas”– y de los actores de primera línea en la respuesta ante una emergencia a saber, organizaciones de trabajadores, sociales, Fuerza armada.

En las décadas que siguen el enemigo externo son los terremotos, tsunamis, inundaciones, cambios climáticos, emergencia para la cual ya lo sabemos no estamos preparados. En lo inmediato, la Sociedad Geológica de Chile advierte que habrá réplicas incluso de magnitud superior a 7 grados en la escala Richter. De nada sirve disponer de F-16 que la Aviación ostenta como material disuasivo frente a eventuales enemigos externos (¿Cuáles?), si carecemos de móviles satelitales (con 1 millón de dólares tenemos 500 ¡?), helicópteros de transporte para llevar agua y alimentos a lugares de difícil acceso en el borde costero con población aislada; aviones capaces de aterrizar en las ciudades siniestradas con transporte de agua, alimentos, medicina, carpas, etc. En un contexto de fallas humanas e institucionales, de fuerzas que se suponen vigilantes los 365 días del año, 24 horas del día –y que no lo estaban en el momento del tsunami– un ataque externo tendría efectos letales, con fuerzas locales incapaces de asumir la tarea de seguridad externa. Este recuento señala que en el estado actual de cosas la seguridad nacional está gravemente comprometida.

Crisis en el centro del poder político

Errores y carencias revelan un modelo de gobierno que en estado actual llega a su fin por sus propias incapacidades. Organizaciones sociales, de trabajadores, Fuerza armada, en fin el pueblo, no tienen cabida en un Estado que dimite de sus funciones. Al inaugurar la república, fundada en el mito de una fuerza militar alejada de la política y que según esas característica debía reemplazar la dictadura, la Concertación puso en duda su propia legitimidad al debilitar un Estado incapaz de definir el rol de la Fuerza armada en tareas propias de la seguridad nacional.

En su dimensión política el modelo de gestión del Estado se coloca al margen y deja las iniciativas mayores en manos de privados, del libre mercado, de transnacionales que han saqueado las riquezas naturales de Chile, de sus alianzas comerciales internacionales, en fin, de privatizaciones y concesiones a costos excesivos (si no especulativos) que ha debido absorber el Estado, es decir la ciudadanía. Prácticas que han paralizado gravemente la iniciativa del Estado, que no tiene respuestas cuando la sociedad se ve enfrentada a situaciones de crisis.

Hoy, los logros del gobierno se miden bajo el prisma de un fracaso político que pone en duda el modelo y el papel de sus gobernantes. Esos son los datos de fondo con los cuales la Alianza llega al poder el 11 de marzo. Donde se destacan los mitos sobre la prescindencia política de las FFAA aún cuando en verdad no los comparte pues a lo largo de la historia de Chile ha instrumentado las mayores intervenciones de la Fuerza armada en su propio beneficio. Para la cual le ha bastado involucrarlas en la intriga política y limitarlas a funciones de aparato y prestas a liquidar la parte de la civilidad que molesta a la derecha. Con ello se ha llegado a la incomunicació n fundamental que ambos conglomerados, Alianza y Concertación, bajo formas diferentes, tienen con la Fuerza armada. La Concertación busca sin más, el sometimiento de la Fuerza armada. En el caso de la Alianza , la Fuerza armada es guardián insospechable de sus intereses.

Desde luego, la realidad no se reconoce ni en lo uno ni en lo otro. Para ambos conglomerados, resulta imposible traducir códigos de comunicación entre ciudadanía civil y ciudadanía armada, o centro político crítico desde donde surge el potencial de restauración institucional, es decir republicano y democrático.

Conclusión

A 37 años de vigencia del modelo autoritario la tragedia del sismo devela su crisis terminal pues el centro político de donde depende el poder aparece difuminado en planos incompatibles, donde se confunden, clase política local, poderes empresariales y financieros (nacionales y transnacionales) , con los intereses del Estado. Bajo esa realidad, de mercado y de proyectos de poder de grupos sociales privilegiados, se esconde el nudo crítico desde donde depende la realidad del poder.

Por consiguiente, la tarea futura es la reconstrucció n del centro del poder político; reencontrar la vocación fundacional de una nueva República. Recordemos que en el siglo XIX esa experiencia política tuvo su punto máximo en las luchas independentistas de Suramérica. Situación tanto o más crítica que la crisis actual con miles de muertos y países arrasados por la metralla de la guerra. Por eso la seguridad nacional es preocupación de la ciudadanía civil y armada, bajo formas institucionales de integración de ambos estamentos. Esa es la gran tarea fundacional de la República , la reconstrucció n de un proyecto y de una base social que carece actualmente de representació n, de expresión y de voz.

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