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T r i b u n a c h i l e n a

Chile: Las “fuerzas del orden” que no puede ocultar la naturaleza

Chile: Las “fuerzas del orden” que no puede ocultar la naturaleza Marcelo Padilla (MDZOL)


Sin decirlo (en eso consiste la función de la ideología) se asimila la desigualdad estructural de un modelo social altamente injusto, a “causas naturales” como las de un terremoto.


El “orden” fue la preocupación que dio origen a las ciencias sociales, en particular a la “sociología académica” conservadora, luego de las transformaciones industriales que sucedieron con el inicio del capitalismo europeo a fines del siglo 18 y principios del siglo 19.


¿Cómo restablecer el imaginario de valores colectivos, por entonces anómico, sin reglas, erosionado por las consecuencias del salto de una sociedad basada en relaciones cercanas y cohesionadas por la religión y una economía feudal, a otra que perfilaba por entonces anárquica y caótica, focalizada en el desarrollo de la ciencia y la técnica, bajo la egida de la burguesía como nueva clase dominante?


Fue una transformación radical de las estructuras sociales, políticas y económicas que, revolución industrial y revolución francesa mediantes, nada sería igual en el mundo. Fue entonces cuando “el orden” se constituirá como problemática dominante de los cientistas sociales. Mientras que para algunos había que volver al orden viejo, otros propugnaban “ajustar” el desorden inevitable e irrefrenable. Por ello muchos de los sociólogos que dieron inicio a la disciplina en términos científicos construyeron teorías explicativas que dieron un sentido a todo lo que ocurría, y, forjaron, modelos de funcionamiento social para los nuevos tiempos.


En fin, sean Augusto Comte o el Conde de Saint-Simón; o los conservadores religiosos Bonald y Maistre quienes propugnaban en Francia la contrarrevolución; todos, se ajustarán a la misma problemática: el restablecimiento del orden social. De allí vienen entonces, con fuerza histórica, nociones como orden, cohesión, valores. Todo lo que en aquel entonces había sido trastocado por la aparición de un nuevo modo de producción denominado “capitalismo”.


Más de 200 años pasaron de aquellas formulaciones que dieron origen a la ciencia social tal como se la conoció en la academia universitaria. Sin embargo, serán los alemanes Max Weber y Karl Marx quienes elaborarán las teorizaciones más solidas para explicar lo que sucedía con el nuevo orden fundante. El primero atribuirá al espíritu protestante y la ética del ahorro el origen del capitalismo en los países centrales, atributos motores para el desarrollo; mientras que para Marx, serán las fuerzas productivas las que llevaron a la creación o imposición de un nuevo mundo basado en la extracción de plusvalía de una clase sobre el trabajo de la otra. Burguesía y proletariado como dos caras de una nueva moneda, en continuo e incesante antagonismo. Es decir, para Marx, el proceso revolucionario de la clase burguesa para instaurar el modelo capitalista en todas su dimensiones, se detendrá y se hará conservador cuando los campesinos y proletarios pugnaban por profundizar el cambio. El capitalismo vigente, no hace más que corroborar aquellos inicios.


Hoy en Chile se vive una especial situación por todos conocida, pero no por ello mejor explicada. La catastrófica realidad por el terremoto, claro está, responde a “causas naturales” en apariencia inmanejables. Un terremoto, según dicen los que saben, no puede predecirse con exactitud, mucho menos dónde ni cómo será su dimensión. Eso no lo discuto. Lo que sí puede predecirse es una sociedad desigual, dividida, entre ricos y nuevos ricos, y pobres y nuevos pobres. A los pobres y nuevos pobres siempre les toca lo peor (el Katrina fue un ejemplo en los EEUU, muy bien retratado en un documental por Spike Lee).


A la situación de desastre por la precariedad de las construcciones de las viviendas en las poblaciones chilenas, y en los edificios de la “emergente” clase media chilena, se le suma el penoso trasfondo social, donde la pobreza y el hambre no pueden esperar. Ahí es donde las noticias ponen el foco y desvían “otra” realidad, no menos importante, haciéndola aparecer como “realidad natural”. Sin decirlo (en eso consiste la función de la ideología) se asimila la desigualdad estructural de un modelo social altamente injusto, a “causas naturales” como las de un terremoto. Una especie de “darwinismo social” donde se homologan aquellas causas a los mismos efectos (pobreza y terremoto deben asumirse desde la resignación social para el discurso del poder).


Por ello, la nominación de saqueo, pillaje, delito, robo, con que se titulan la noticias sobre las consecuencias del terremoto, siembran el caldo de cultivo para que se restaure “el orden”, las fuerzas del orden (represivas contra la población pobre) naturales en apariencia, más bien “construidas” como naturales. Y allí están los toques de queda, las detenciones, la fuerza represiva del Estado en todo su esplendor. A la desesperación se le responde con la necesaria puesta en orden del “caos” reinante, que no es más que instaurar un nuevo orden fundante. Justo, a pocos días en que asumirá el gobierno, “explícitamente”, la derecha empresarial chilena; un remedio conocido para una enfermedad mal diagnosticada. Se espera entonces que de ocurrir una tragedia natural, se eliminen con el mazo sus consecuencias sociales, lo que no puede ocultar la naturaleza.

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