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Bolivia: La rebelión de los corruptos

Bolivia: La rebelión de los corruptos Wilson García Mérida (DATOS & ANÁLISIS, especial para ARGENPRESS.info)


La corrupción en Bolivia alcanza los rasgos de un crimen de lesa humanidad. La Ley Marcelo Quiroga Santa Cruz debe ir más allá de 20 años, llegando al gobierno de la UDP, cuando los bolivianos recuperamos una democracia que nació portando el virus de la prebenda y el latrocinio.


“La Ley Marcelo Quiroga Santa Cruz viola la Constitución aprobada por los propios masistas, y nosotros sí la respetamos y les vamos a enseñar a respetar su propia Constitución”, exclamó con indisimulada sorna un senador manfredista que fue colaborador principal de Reyes Villa en la Prefectura de Cochabamba y se paseaba orondo por las calles de esta ciudad a bordo de aquellas vagonetas con vidrios raybanizados que el capitán corrupto compró con sobreprecios dilapidando los recursos del IDH y desfalcando el erario de los cochabambinos, por lo cual hoy el jefe y mentor de estos pichones del neo-fascismo se puso a buen recaudo en su mansión de Miami.


El hoy senador Bernardo Gutiérrez Sanz, junto con su compinche Róger Pinto, que desajenó los terrenos de la zona franca de Cobija a precios de gallina muerta para favorecer a narcotraficantes peruanos y saqueadores brasileños de madera, sus socios, alzan el grito al cielo y dicen que la flamante Ley Anticorrupción será un mecanismo de “persecución política”. Lo mismo dijo García Meza cuando se lo buscaba por sus crímenes y latrocinios.


¿Es que a los ladrones y atracadores del bien común no hay que perseguirlos? ¿Hay que dejarlos seguir amasando fortunas mal habidas y reciclándose en el poder impunemente, en nombre de la democracia? No señores, ¡hay que perseguirlos hasta hacerlos desembuchar todo lo que robaron en más de 20 años de cinismo institucionalizado! Monumental tarea que se ha propuesto el Gobierno del presidente Evo Morales en esta etapa crucial de la revolución que gobierna, para lo cual no serán suficientes mecanismos de “inteligencia financiera” o juzgados anti-corrupción que les quita el sueño a los riquitos de pacotilla.


Los hombres y mujeres dignos y honestos de Bolivia, quienes vivimos, sobrevivimos o subvivimos de nuestro estricto esfuerzo, de nuestra ética del trabajo, formaremos el ejército de la buena fe para que la Ley Marcelo Quiroga Santa Cruz, a pesar de la familia gonista de Marcelo, sea digna de aquel nombre que es símbolo y patrimonio de un pueblo heroico y no de un mezquino clan familiar oligárquico.


Más de 20 años


"Todos queremos luchar contra la corrupción, sin embargo la ley elaborada por Evo Morales es un pretexto para acaparar el control de las instituciones", dice con desparpajo hipócrita otro senador separatista y agente del gonismo, Germán Antelo. ¿Por qué entonces no lucharon contra la corrupción cuando detentaban el poder, cuando fueron los “ratones” que cuidaban “el queso”? Tuvieron 20 años para elaborar una ley de investigación de fortuna a su gusto y sabor, pero no les dio la gana, y, es más, evitaron su aprobación hasta hace unos días incluso, escamoteando en el Senado durante los últimos dos años un proyecto que fue legítima bandera electoral del MAS, y bien que todos quienes realmente queremos un país digno, la izamos sin ambages y sin estar obligados a ser masistas.


La Ministra de Transparencia anunció que la Ley Marcelo Quiroga Santa Cruz tendrá un alcance retroactivo de al menos 20 años, que es teóricamente el tiempo neoliberal que asoló al país. Considero un cálculo erróneo. La democracia boliviana tiene cuentas por saldar con el pueblo que la sustenta, desde los tiempos de la UDP, 29 años atrás, cuando hoy orondos y exitosos empresarios amasaron sus fortunas, impunemente, con los famosos dólares preferenciales del Banco Central, cuando “izquierdistas” de cuello blanco se robaron toneladas de lingotes de estaño de ENAF provocando la quiebra de esa empresa estatal, y nunca fueron siquiera investigados por tales delitos.


La corrupción en Bolivia alcanza los rasgos de un crimen de lesa humanidad. No otra cosa es desviar medicamentos que estaban destinados a las familias de policías de bajo rango para usarlos como prebendas electorales, como hizo la madre de Tuto Quiroga en Cochabamba; no otra cosa es embolsillarse dineros que estaban destinados a la construcción de escuelas y postas sanitarias en las zonas rurales, como lo hicieron los familiares y lugartenientes de Goni, Banzer, Paz Zamora, Max Fernández, Reyes Villa y Carlos Mesa. Miles de niños y madres indigentes murieron porque los recursos que debían protegerlos, terminaron financiando mansiones, hoteles de cinco estrellas, viajes en cruceros, películas de mal gusto y concursos de misses bulímicas.


Por eso hay que ser duros con los corruptos de ayer, de hoy y de siempre.

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