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Venezuela necesita una revolución de verdad (Parte II)

Venezuela necesita una revolución de verdad (Parte II) MOVIMIENTO GUEVARISTA REVOLUCIONARIO (especial para ARGENPRESS.info)


Venezuela: Reformismo o Revolución.


Aclarado estos puntos, podemos comprender mucho mejor el panorama político latinoamericano y muy especialmente lo que acontece en Venezuela.


La emergencia en Venezuela del fenómeno bolivariano, se fundamenta en la existencia objetiva de condiciones revolucionarias para avanzar hacia el socialismo. La incapacidad manifiesta de las clases dominantes de mantener contenido el avance del movimiento de masas y muy especialmente de la clase obrera, y el creciente hastío de los sectores explotados por su pobreza paupérrima, condujeron la situación hacia una creciente ingobernabilidad que hacia objetivo el estallido social en cualquier momento. Pero esta situación contrastaba con la extrema debilidad de las organizaciones que se reclamaban revolucionarias y que sin embargo, marchaban a la cola del movimiento de masas y no contaban con un programa coherente desde el punto de vista revolucionario.


No fue difícil por tanto la emergencia de proyectos lúcidos en cuanto al diagnóstico de la situación, pero que no expresaban los intereses de la clase trabajadora. Los explotados sin una conducción revolucionaria consecuente y desarrollada, fueron presa fácil para quienes habían madurado un proyecto, que si bien contemplaba un conjunto de reformas al capitalismo rentístico y a su sistema político, no ponía en riesgo la existencia del mismo mediante una revolución socialista.


De allí se desprende en forma clara, que nunca se buscó en forma efectiva terminar con el capitalismo y con el estado que lo sostenía, sino reformarlo para hacerlo más eficaz en su misión de favorecer al capital en detrimento de la fuerza trabajo. Es allí donde se encuentra


la importancia teórica estratégica de hacer ver la revolución como proceso y no como acto revolucionario. Para arraigarse en los sectores populares, al nuevo proyecto le fue preciso desatar en algunos casos los nudos de las contradicciones sociales y asumir en el discurso, gran parte de las reivindicaciones históricas de la izquierda reformista. El discurso antiimperialista, calzaba a la perfección con la idea del desarrollo de una burguesía “patriótica y nacional” (o sea el capitalismo bueno en contraposición al imperialismo, el capitalismo malo). Este había sido parte del discurso histórico de una izquierda reformista ya asimilada por el sistema al impulsar en sus programas y discursos, la tan mentada “liberación nacional”.


El ataque al sistema político bipartidista, reemplazó el ataque que debía recibir el capital y las energías sociales desatadas se orientaron en esa dirección con bastante éxito. Las masas cansadas de más de cuatro décadas de bipartidismo, corrupción generalizada, miseria a pesar del ingreso petrolero, y falta de expectativas, vieron una posibilidad de resolver su situación cambiando a los administradores de un sistema que les negaba no solo la dignidad, sino esencialmente su derecho a la vida.


El cambio constitucional promovido y aprobado en gran medida, hacia posible la incorporación al Gobierno y a la administración del Estado, de vastos sectores marginados de la toma de decisiones que se encontraban fundamentalmente dentro de la pequeña burguesía y que ahora se transformarían en clase dirigente. Este cambio constitucional, aseguraba la continuidad del capitalismo y de su régimen de propiedad privada sobre los medios de producción fundamentales, y adecuaba al Estado para la nueva correlación de fuerzas interburguesas.


¿Nueva burguesía o pequeña burguesía que se transforma en burguesa?


La puesta en práctica del nuevo proyecto, significó la consolidación de un grupo heterogéneo en cuanto a su extracción social inicial, pero que con el tiempo, se depuraría mediante la propia dinámica de acumulación que se iba produciendo en el seno de este grupo. Quienes en un momento no eran más que burocracia administrativa, de pronto se vieron en la posibilidad de acumular riqueza en muy corto tiempo, y por lo tanto entrar a formar parte formal de la burguesía dominante.


La consolidación de esta fracción pequeño-burguesa, significaba y significó, el desplazamiento de sectores burgueses de algunos campos de poder y su reemplazo por el nuevo grupo en esas posiciones. Todo esto implicaba una lucha sin cuartel interburguesa que en último momento, tendrían que resolver las masas explotadas con su inclinación por cualquiera de los dos bandos. De allí que era vital para el nuevo grupo, desatar las máximas energías en las masas populares que le asegurarán la inclinación de la balanza a su favor reclamando una revolución que nunca llegaría. Las energías de las masas fueron tensionadas y fueron conducidas hacia propinar sucesivas derrotas a la vieja clase gobernante venezolana, primero en el campo electoral y también en la movilización y la lucha de calle después.


Toda esta movilización no estuvo orientada por una dirección revolucionaria, y solo se empleó para negociar de una forma ventajosa con la oposición de la derecha, y finalmente para asegurar la permanencia en el poder del nuevo grupo emergente que se reclamaba revolucionario.


El Estado capitalista fue empleado una vez más para traspasar la renta obtenida con la venta de petróleo hacia la burguesía, pero ahora los actores habían cambiado. En los últimos días los sectores populares se han enterado quizás por primera vez, de quien efectivamente hace los grandes negocios con el Estado capitalista. Mientras se mantiene un discurso que reivindica el socialismo, el gobierno usando al Estado, entrega grandes recursos a capitalistas, que hasta hace pocos años, solo eran en el mejor de los casos, oficiales de rango menor o simples empleados oscuros dentro de la burocracia estatal.


Casi todas las grandes construcciones de puentes, carreteras, módulos de salud, edificios, transporte, compra de vehículos, insumos médicos, carteras de crédito, dólares preferenciales, importaciones masivas, y muchos otros ítems que el Estado necesita, fueron entregados bajo la figura de licitaciones o compras directas a los nuevos burgueses bolivarianos. El medio de acumulación inicial preferido en este caso, fueron las fuertes comisiones recibidas por contratar con el Estado bajo la figura del “diezmo”, toda una institución en Venezuela que se ha visto fortalecida en estos años.


El desarrollo de iniciativas tan importantes como Barrio Adentro Mercal, Pdval y otras misiones, sirvieron como vehículo de traspaso de la renta petrolera obtenida por el estado hacia estos sectores que forman parte del bloque en el poder. El descaro con que se enfrenta esta situación, casi no tiene límites, y hoy nos encontramos que un oficial de rango menor dentro de la fuerza armada, es hoy un flamante dueño de banco, mientras su hermano es ministro y miembro del directorio de variadas empresas e instituciones. Esta situación tarde o temprano tenía que estallar, ya que se hace del todo imposible seguirla ocultando.


La oscilación inicial dentro del bloque gobernante sobre que tipo de proyecto desarrollar, fue rápidamente solucionada en favor de la burguesía, ya que de esta manera, se trabajaba para si mismo. No es casual que el gobierno en todos estos años favoreciera tanto a la banca y que se esforzara hasta lo indecible para elevar su tasa de ganancia.


La opción preferencial por la burguesía, se empezó a expresar en forma más evidente a partir del año 2006, año que coincide con una baja en la lucha de masas después de propinar sucesivas derrotas a la derecha fascista. Es también el año para tratar de consolidar al grupo en el poder por medio de un nuevo partido político que trascendiera lo meramente electoral. Era el año del nacimiento del PSUV.


En lo económico, se trabó lo que en boca del presidente se llamó “la alianza estratégica con la burguesía”, por medio de acuerdos sobre tierras que pertenecían al estado y fueron pagadas a los capitalistas, la compra de empresas quebradas, el otorgamiento de créditos blandos, dólares preferenciales y facilidades de todo tipo a la banca privada.


Al hacerse publica la crisis sistémica del capital, se opto por el reimpulso productivo, que no es otra cosa que una serie de medidas que favorecieron a la burguesía en detrimento de los trabajadores. Las medidas que le siguieron fueron en la misma dirección con un aumento del IVA del 33%, una rebaja real del salario, aumento del endeudamiento interno en favor de la banca privada y otra serie de medidas como la liberación de precios de algunos productos básicos que vinieron nuevamente a golpear a la fuerza de trabajo.


La apertura de la franja del Orinoco hacia la inversión y propiedad de capitales extranjeros, como en el caso de la empresa rusa mediante la figura de empresa mixta, que en realidad es propiedad de Chevron, la compra de chatarra industrial en desuso a Irán, y los convenios de inversión con China, no solo buscan favorecerlos capitales internacionales lo que ya es contrario al discurso público, sino que han representado excelente negocios y ganancias para este bloque burgués en el poder y han consolidado sus posiciones como grandes empresarios. Por lo tanto su defensa más cerrada del régimen de propiedad privada capitalista y de castigo hacia la clase trabajadora, era solo cuestión de tiempo.


La capacidad de maniobra del gobierno en relación a los temas sociales y de inversión en esta área, esta en directa relación con su ingreso de renta petrolera, a pesar que el mismo banco central reconoce que la repartición de esta renta, favorece ampliamente a la burguesía en detrimento de la clase trabajadora. Al agudizarse la crisis del capital, esta capacidad de maniobra disminuye y los efectos de la crisis del capital se empiezan a sentir en forma clara en amplios sectores, principalmente de trabajadores. La mal llamada crisis financiera, de reciente data con la intervención de siete bancos, no es otra cosa que la expresión pública de una crisis política de magnitudes enormes que se busca mantener debajo de la mesa. Las contradicciones de intereses al interior de los grupos en el poder, viene tomando cada vez un carácter más público, y a medida que pase el tiempo, se expresará en toda su dimensión con consecuencias más o menos previsibles.


Ver también:
- Venezuela necesita una revolución de verdad (Parte I)

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