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T r i b u n a c h i l e n a

El gran pronunciamiento de Kraft

El gran pronunciamiento de Kraft Marcelo Ramal (PRENSA OBRERA, especial para ARGENPRESS.info)


"Retroceso en Kraft, avance para el conjunto". Así caracterizamos, desde estas páginas, el cierre de la lucha de Kraft. Aunque la huelga había concluido con un golpe a la organización de fábrica, su desarrollo había representado un progreso en la conciencia de toda la clase obrera.


Tan sólo dos semanas después, la primera manifestación de ese avance se produjo nada menos que en la propia Kraft y en las condiciones más difíciles. Las elecciones de comisión interna se realizaron bajo la más dura intimidación patronal, con el peso de los recientes despidos y del desmantelamiento del Cuerpo de Delegados por sección. La burocracia especulaba con aprovechar estos comicios con “libertad vigilada” para recuperar el control de la fábrica. Los trabajadores, sin embargo, se sirvieron de ellos para dar un pronunciamiento contundente respecto de la reciente huelga, de su desenlace y sus resultados. La Lista 1, integrada por quienes rechazaron firmar el acta que convalidó los despidos, venció con más del 40% de los votos. Con todo el respaldo de la patronal y sus jerarquías de planta, la lista de Daer no llegó al 20%. Después de 38 días de huelga, de los piquetes y el desalojo de la infantería, los trabajadores extrajeron sus conclusiones políticas. El sometimiento de la burocracia de la alimentación a la patronal de Kraft y a la embajada norteamericana no pasó en vano.


Tomando partido sobre Kraft


De todos modos, el alcance de este pronunciamiento en Kraft no puede limitarse a las fuerzas fabriles o sindicales que intervinieron directamente en la huelga; por caso, su comisión interna o la burocracia de la alimentación. La huelga de Kraft fue, en verdad, “nacional”, puesto que, por acción u omisión, intervinieron en ella todas las fuerzas políticas y sindicales del país. En el voto que emitieron este martes, los trabajadores expresaron una conclusión de fondo respecto de esas fuerzas, comenzando por la propia burocracia de la CGT. La condena de Moyano a los huelguistas de Kraft fue el “aviso” que precipitó, horas después, el desalojo de la planta por medio de la infantería.


Pero en la elección de la fábrica también fue derrotada la corriente que dirigía la comisión interna, que aceptó cerrar el conflicto en los términos impuestos por Tomada y Daer. En un volante donde menciona sus apoyos sindicales y políticos, la lista de Bogado (PCR) incluye a la CTA, a Solanas y Lozano, a Eduardo Buzzi (Federación Agraria), a Margarita Stolbizer y a Vilma Ripoll. La CTA, ausente durante toda la huelga, se ha lanzado ahora a una campaña de ataques a la lucha de Kraft como “huelga salvaje” por los piquetes y cortes de ruta que fueron decisivos para ponerle un límite a la escalada patronal. El MST, que sumó su firma en apoyo de Bogado, también suscribe ese balance reaccionario de la lucha de Kraft. Con su voto, los trabajadores desautorizaron a todos estos “bomberos” de la huelga.


Más allá de Kraft


Los comicios de Kraft son una manifestación de la nueva etapa que transita el movimiento obrero, en medio de la crisis capitalista y del agotamiento del kirchnerismo.


La burocracia sindical pretendió zafar de la crisis tolerando los despidos de contratados, la suspensión de las paritarias y el apoyo a las medidas oficiales de subsidio al capital. Los resultados están a la vista: 400.000 despidos en un año, salarios en picada y, ahora, los “ajustes” al estilo de Kraft, donde los pulpos quieren emerger de la crisis con una drástica alteración de las condiciones laborales en perjuicio de la clase obrera. La patronal también saca las conclusiones de lo que llama el “efecto Kraft” (sic, El Cronista, 3/11). Al frente de la cámara patronal de la alimentación ha sido nombrado el abogado Funes de Rioja, un mentor de todas las reformas laborales reaccionarias.


Esta escalada antiobrera ha dado por tierra con las mediaciones y maniobras estériles de los Moyano y los Yasky. En este cuadro, la clase obrera que lucha está obligada a tomar en sus manos la resistencia contra la crisis, a seleccionar y poner en pie nuevas direcciones. La transición que vive el movimiento obrero está marcada por ese agotamiento de la burocracia, por un lado, y por una tendencia de fondo en la clase obrera a organizarse sobre nuevas bases, por el otro.


La lucha de Kraft y el extraordinario pronunciamiento de este martes son una manifestación de ello, pero no la única. Ya se hizo presente entre los petroleros de Santa Cruz, contra las burocracias agentes de Kirchner y Repsol; en los docentes, que reabren su lucha salarial en medio de pronunciamientos contundentes (elecciones de Juntas bonaerenses); se expresa, también, en el reanimamiento del movimiento piquetero, que desafía la cooptación estatal y el crecimiento de la miseria social. Está presente, sobre todo, entre los trabajadores del subte, donde el fracaso de los que confiaron la lucha por un nuevo sindicato a los Tomada y Yasky está a la vista. En estas horas, las asambleas del subte están resolviendo una lucha a fondo para imponer, de una vez por todas, la organización obrera que le es propia.


Nosotros apostamos a este desarrollo. Lo expresamos durante toda la lucha de Kraft, peleando por hacer de ella una cuestión de toda la clase obrera y la juventud. Pero también en ocasión de estos comicios. En sus vísperas, emitimos un volante que llamó a votar por la Lista 1, en defensa de la gran huelga y de la perspectiva que ella le plantea a todo el movimiento obrero. Completemos el mandato que nos deja la gran elección de Kraft; es decir, la expulsión de la burocracia de los sindicatos y la puesta en pie de direcciones de lucha y agrupaciones clasistas en todos lados.

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