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El aborto: una visión posmoderna

El aborto: una visión posmoderna
por Roberto Avila Toledo
Se ha venido desarrollando una polémica pública acerca de los llamados temas valóricos. El debate aún no alcanza el nivel necesario que le permita entrar en los aspectos sustanciales del tema. No podemos abrigar grandes esperanzas en que ello pueda en definitiva llegar a ocurrir pues vivimos  en un país con una opinión pública culturalmente devaluada y con sus liderazgos políticos conformados en general por mediocres que han visto en la cosa publica un medio de ganarse el sustento.


Hay presidentes de partidos, y lo digo en serio, que dificulto tengan su educación media completa. Pedirles a los que hacen rimbombantes discursos parlamentarios sobre los valores que hayan leído a  Max Scheler es hablarles en arameo antiguo.

Se discute el tema de una manera falsa y eufemística. El debate se plantea con propósitos electorales, es simplemente la táctica electoral concertacionista que busca poner en aprietos al candidato presidencial de sus cohabitantes en la administración del modelo neoliberal.

Situar el debate en el aborto terapéutico solo permite establecer nuestro provincianismo cultural. El tema real es simplemente el aborto.

Si hablamos de valores lo primero que deberíamos establecer si estos existen o no, o si la valoración de una conducta es simplemente una reacción psicológica como nos plantea con tantos fundamentos el realismo jurídico escandinavo. Suponer que en el aquí y ahora el mundo real existen conductas que llevan adheridas connotaciónes que están fuera de la realidad (metafísica) es volver al ser humano, en su conciencia de si, a los tiempos del misticismo mágico de las sociedades primitivas.

La posmodernidad es la puesta en tensión de las grandes verdades totalizantes de la modernidad, significa reconocer que, particularmente en el campo de lo ético, la verdad se nos muestras difusa y esquiva como una estrella danzante.

Pero aún la modernidad de la mano de Kant ya había avanzado mucho cuando este señaló  ”las estrellas sobre mi la moral en mi corazón”. Chile paisito que con un  arribismo ridículo pretende entrar a la OCDE legisla sobre la moral. Por favor.

Suponer la existencia de la verdad objetiva en el campo ético es una pretensión arrogante sin base alguna en la realidad. Quienes bajo las trompetas del humanismo cristiano predican verdades universales y entre líneas se autoatribuyen la posesión del bien no hacen sino anunciar la noche oscura de las imposiciones totalitarias. Todo dueño de la verdad querrá tarde o temprano imponerla.

Pero, el mundo, ya vive una condición posmoderna que no sólo se desenvuelve a nivel del pensamiento filosófico sino en la praxis concreta de millones y que en su contenido esencial desconfían de las verdades absolutas y prefieren las verdades parciales, fragmentarias y respetuosas del otro.

El humanismo cristiano es un metal de madera. Un autentico cristiano solo puede concebir al hombre como un cordero de dios, ¿qué queda allí del humanismo?. El humanismo es la reinstalacion del hombre y su razón en el centro del universo; el gran Erasmo de Rótterdam, aprendan los ignorantes, dejen de mentir los falsificadores de la historia.

Que en Chile la sexualidad pretenda ser pauteada por la Iglesia católica cuyos cuadros permanentes por definición se privan de la misma es una contradicción in adjecto. Los que no fornican les dicen a los que si lo hacen el como cuando y donde.

El humanismo puede tener muchas formas, pero su expresión más radical es el socialismo, que es la doctrina que busca liberar al hombre tanto de sus cadenas económicas como ideológicas.

Sin certezas en lo axiológico y con una voluntad libertaria el socialismo libertario sólo puede promover en éste ámbito el derecho de cada persona a disponer de su propio cuerpo. Esa es la única verdad, llena de tolerancia, aceptable para un mundo que ya vivió las barbaries de los totalitarismos.

La práctica del aborto aún se mantiene como una figura delictiva en el Código Penal chileno.

Esta situación ha venido siendo despenalizada progresivamente en un número creciente de países. Esto es perfectamente explicable si consideramos que la tendencia moderna del derecho penal es entenderse a sí mismo como una normativa de última fila; es decir, aplicable sólo a las conductas en que no sea posible sancionar o reprimir de otra manera.

En Chile se practica desde siempre un elevado número de abortos, que en sus condiciones sanitarias dependen de las capacidades económicas de la participante. Pero, a partir del control abrumador que sobre los medios de comunicación mantienen los sectores conservadores de nuestra sociedad, articulados con el repliegue cultural del progresismo que tan predispuesto se muestra a las libertades en lo económico, se ha instalado un discurso impositivo antiaborto que pretende ser también y simultáneamente una defensa del derecho a la vida. El cinismo de nuestra sociedad.

Quienes más propician esta supuesta defensa del derecho a la vida asintieron tácitamente con su silencio a las violaciones a los Derechos Humanos bajo la dictadura militar, cuando no participaron directamente en ellas.

Parlamentarios que dicen defender la vida de un grupo de células, simultáneamente decretan un sueldo mínimo de hambre, propio del Africa subsahariana,  a la vez que se fijan, por si y ante si, sueldos millonarios que los sitúan como la clase política mejor pagada de América Latina.

El derecho a practicarse un aborto dice directa relación con la capacidad de una mujer de disponer de su cuerpo. O la mujer dispone de su cuerpo o lo hacen por ella los predicadores oscurantistas del conservadurismo católico en nuestra sociedad. Quiero que mi hija disponga de su cuerpo y no un predicador del Opus Dei con votos de castidad o un demagogo hablando sobre lo políticamente correcto. No se observan razones para que quienes tenemos concepciones científicas de la vida debamos sujetarnos a las concepciones éticas de quienes -esto también es respetable- son presa de supersticiones de diversa índole.

Si el suicidio no está penado y el auto inferirse lesiones tampoco, ¿por qué podría estarlo el aborto?

La situación llega a límites intolerables. El chantaje conservador es de tal magnitud que se discute si una mujer violada puede practicarse o no un aborto. Me gustaría saber si alguno de los dirigentes de la UDI se opondría si una de sus hijas fuera la violada.

Según la encuesta Casen, tan atemperada como se sabe, 842 mil chilenos viven con menos de un dólar diario. Estos compatriotas que subsisten como pueden no reciben gesto alguno de las organizaciones conservadoras y reaccionarias que hacen auto de fe respecto del aborto.

Hay cosas de fondo que tienen relación con una verdadera concepción de la modernidad. Reducir la sexualidad a la procreación es volver al oscurantismo de Tomás de Aquino, San Agustín y Torquemada. La liberación del hombre/mujer de las supersticiones de la edad media, implicó necesariamente la reivindicación autónoma/nihilista/hedonista del placer de la sexualidad.

Si Chile no fuera el rebaño de corderos que es, la gente debería indignarse con los sueldos miserables, las largas jornadas de trabajo, los abusos de las AFP y que más encima no los quieran dejar siquiera fornicar.

No promuevo el aborto, respeto el derecho de las mujeres a disponer sobre su propio cuerpo.

ROBERTO AVILA TOLEDO

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