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La CEPAL califica de inaceptable la desigualdad de ingresos en Chile

La CEPAL califica de inaceptable la desigualdad de ingresos en Chile

autor Redacción/Clarin.cl   
miércoles, 10 de junio de 2009
Santiago.- Aunque en Chile el ingreso per cápita casi se duplicó entre 1990 y 2007, el ingreso autónomo del 20% más rico de la población supera en más de 13 veces al del 20% más pobre, afirma la CEPAL en una reciente publicación.  Además, la tasa de desocupación se mantuvo  elevada  al igual que la informalidad de los ocupados  y han aumentado los contratos de corto plazo y la rotación de los puestos de trabajo, o sea, la precariedad laboral. Persiste en Chile una inaceptable desigualdad de ingresos y de calidad de vida que no se solucionará solamente  con mayores tasas de crecimiento y más y mejor utilización del gasto social.
Lo que se requiere es un cambio de enfoque en las políticas públicas, que permita superar la heterogeneidad de la estructura productiva y social del país, puesto que ésta constituye el principal obstáculo para lograr el crecimiento con equidad.

En el artículo "Chile: hacia un desarrollo inclusivo" de la Revista CEPAL Nº 97,Ricardo Infante y Osvaldo Sunkel expresan que la economía chilena y su sociedad, se dividen en tres mundos escasamente articulados. 

Uno es de alta productividad, que impulsa a la economía y paga buenos salarios. Los otros dos son de mediana y baja productividad, ofrecen bajas remuneraciones y concentran la mayor parte del empleo pero no influyen mayormente en el crecimiento. Por tanto, la heterogeneidad se reproduce aún en condiciones de crecimiento económico acelerado.

Infante y Sunkel proponen introducir en el diseño de políticas públicas el concepto de pobreza relativa, que afecta a casi cuatro millones y medio de chilenos. Esta se define como el grupo de personas o familias cuyo nivel de ingreso es inferior a 0,6 veces el ingreso mediano, constituyéndose en el sector relativamente excluido de la sociedad.

En el artículo se postula una estrategia de desarrollo diferente que incluya a los sectores de menor productividad. Así, se atenuaría la heterogeneidad productiva y se reducirían las diferencias según el tamaño de las empresas, los sectores productivos y las regiones.

Señalan que se requiere  un ambicioso programa de transformación estructural a largo plazo (15 a 20 años) que permita a los sectores menos avanzados aumentar gradualmente la productividad y los ingresos de los trabajadores, y así mejorar la calidad de vida de las familias excluidas.

Este programa debiera sostenerse en cuatro pilares: convergencia productiva, protección social garantizada, crecimiento económico con equidad y cohesión social. 

La convergencia productiva permitiría crear un ambiente de mayor competitividad para la expansión de las pequeñas empresas; programas de inversión que generen empleo entre trabajadores informales; y aglomeraciones productivas (clusters) regionales con sólida institucionalidad y capacidad innovadora.

En esta estrategia  le cabría al Estado y la sociedad constituir un nuevo diálogo social para forjar un pacto donde las decisiones sobre el monto y aplicación de los recursos se adopten entre trabajadores, empresarios, gobierno y representantes de la sociedad civil.

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