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Cuando Piñera sí quería a Fidel

Cuando Piñera sí quería a Fidel

Los secretos de la cita del abanderado RN con Fidel Castro

Por Ana Verónica Peña / La Nación

El entonces senador estuvo en Cuba en 1995 y se reunió también el vicepresidente Carlos Lage y el jefe del Poder Legislativo, pero no visitó al cardenal y menos se reunió con la disidencia. Tampoco dijo una sola palabra para pedir mayores libertades en la isla, cuestión que él le exigió esta semana a la Presidenta Bachelet y a los empresarios que la acompañaron a La Habana.


Chile y los DDHH en Cuba

Pese a que el gobierno cubano pidió oficialmente al chileno que al menos se abstuviera en la votación sobre la condena a Cuba por violaciones de los derechos humanos, en 1995 Chile fue uno de los países que votó a favor del informe de las Naciones Unidas que permitió el nombramiento de un relator especial para esos hechos.

Durante el mismo año, también realizó variadas gestiones a favor de algunos afectados, como la destacada doctora Hilda Molina Morejón, quien fuera directora del Centro Internacional de Restauración Neurológica y diputada del Parlamento cubano. La doctora Molina fue la que atendió al hijo de Andrés Allamand en Cuba, tras el trágico accidente sufrido en la piscina de su domicilio. A mediados de ese año, Molina pidió ayuda para conseguir permiso para abandonar la isla en compañía de su madre y radicarse en Buenos Aires, donde residía su hijo. La embajada chilena intercedió a su favor.

También lo hizo en el caso de la disidente María Vidaurreta Lima, que logró autorización para radicarse en Chile tras la intervención de la senadora Carmen Frei y el diputado Eugenio Ortega, ambos DC, que visitaron Cuba a fines de 1994, y de las gestiones realizadas a través de la embajada por el entonces presidente de la Comisión Chilena de Derechos Humanos, Jaime Castillo Velasco.

En octubre de 1995, el embajador Patricio Pozo se entrevistó con el canciller (S) cubano, Fernando Remírez, y expresó la preocupación del Gobierno chileno por “un grupo de presos políticos cubanos que mantenían una prolongada huelga de hambre”. La autoridad reaccionó molesta y negó la existencia de ese tipo de detenidos, pero dijo que no dudaba de la buena fe del Gobierno chileno y se comprometió a ver si podía hacer algo.

En diciembre de 1995, la representación diplomática chilena en Cuba informaba del éxito de las gestiones para conseguir la autorización la salida del doctor Carlos Hernández Rodríguez, quien podría finalmente reunirse en Chile con sus familiares.

El entonces senador socialdemócrata Mario Papi fue otro de los parlamentarios chilenos que visitaron La Habana en 1995. “La situación me impresionó enormemente, era un régimen muy opresivo que establecía un control policial excesivo”, cuenta a LND. Papi asegura que le hizo ver su impresión a Fidel Castro.

Todos estos hechos ocurrieron el mismo año en que Piñera visitó la isla con fines turísticos y de negocios.

 

"En honor a la verdad, Chile debió reestablecer relaciones con La Habana a comienzos del Gobierno del Presidente Patricio Aylwin". Eso fue lo que Sebastián Piñera dijo a la prensa chilena el 11 de abril de 1995, sólo cuatro días después que nuestro país restableciera plenas relaciones con Cuba y en medio de fuertes críticas de la oposición. En la derecha, sólo el senador Piñera y el diputado Andrés Allamand quien era el presidente de RN apoyaron entonces la decisión del Gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Y se enfrentaron incluso a uno de sus más estrechos amigos, el entonces primer vicepresidente del partido Alberto Espina, quien argumentaba que no procedía establecer estos vínculos porque "Cuba tiene uno de los regímenes más brutales que ha tenido la historia moderna en los últimos 25 años". Piñera le replicó que efectivamente en la década de los sesenta y setenta, Cuba intentó exportar su revolución, "pero hoy no está en condiciones de hacerlo". Agregaba que "los tiempos han cambiado" y que se debían superar "las concepciones y prejuicios de los tiempos de la guerra fría, para vivir en un mundo pacífico pese a las diferencias ideológicas".

Gran contraste con lo que señaló con ocasión del reciente viaje de la Presidenta Michelle y su comitiva a la isla: "Todos saben que en Cuba, de hace ya más de medio siglo, se violan brutalmente los derechos humanos, se restringen abusivamente las libertades y se desprecia totalmente la democracia". En virtud de este actualizado diagnóstico, el candidato a la presidencia de la Alianza llamó al grupo de empresarios que acompañaba a Bachelet a levantar la voz "en defensa de las libertades, de la democracia y del respeto por los derechos humanos". Si bien los empresarios "han dicho que van a La Habana por razones estrictamente comerciales agregaba Piñera , yo siento que si ellos acompañan a la Presidenta de Chile deben levantar su voz".

En 1995, Piñera no sólo defendía en palabras al régimen castrista. Dos semanas después de restablecidas a plenitud las relaciones diplomáticas entre ambos países, el empresario llegó al aeropuerto de La Habana en compañía de su amigo y colega parlamentario Ignacio Pérez Walker. Los entonces senadores de RN no fueron en visita oficial, sino privada, pero Piñera se las arregló para reunirse con Fidel Castro; con el vicepresidente de la República, Carlos Lage; y con Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Popular, el órgano unicameral encargado de legislar en ese país, además de otras autoridades oficiales. No pidió cita con el cardenal Jaime Ortega, nombrado en diciembre de 1994 en el cargo y que convirtió de inmediato en un referente de la defensa de los derechos humanos en la isla, ni con ningún disidente a Fidel Castro.

Antes de que ambos regresaran al país, el entonces embajador de Chile en Cuba, Patricio Pozo Ruiz, ofreció una cena en su residencia en honor a los senadores de RN en la que estos le expresaron "su satisfacción por los contactos políticos sostenidos con altas autoridades cubanas", según se lee en el documento que el diplomático envió a la Cancillería chilena informando de los hechos relevantes para Chile ocurridos ese mes en la isla.

Consultado por LND respecto a este episodio, Pozo, actual director de Límites del Ministerio de Relaciones Exteriores, dice no recordar el hecho: "Creo que estuvo de turismo, me acuerdo que pasó", dice. Al escuchar los párrafos de su informe (Ver recuadro) parte del archivo histórico de la Cancillería, al que cualquier ciudadano debidamente identificado puede acceder en una cómoda e iluminada oficina destinada a "investigadores" Pozo se admira "del acceso a documentación reservada de la embajada" y refresca su memoria. "Era una visita privada, no iban solamente ellos, iban con sus familiares, con un grupo grande de gente, una hermana de Sebastián Piñera y otras personas. No fue una misión política, en absoluto".

Pozo asegura que la presencia de aquella comitiva en su casa en La Habana se debió sólo a relaciones de amistad. "Sebastián Piñera fue a mi casa y le hicimos una comida, por razones de amistad y familiares; los conozco desde hace muchos años porque fui secretario de su padre, don José Piñera. Además mi señora es prima del embajador Pérez Walker. No fue un tema oficial, fueron de paseo a La Habana, era un grupo grande de 15 a 20 personas", señala. "Me pidieron gestiones para concederle audiencias, pasaron muchos parlamentarios y muchos pedían audiencias, la embajada las solicitaba, cuando eran oficiales yo los acompañaba evidentemente, pero cuando no eran oficiales, como en este caso, no", aclara, para explicar por qué no conoce los temas que se trataron en dichos encuentros.

Pozo tampoco recuerda los problemas que tenía Ladeco en ese entonces en Cuba. "No recuerdo que ya haya habido un problema con Ladeco, puede haberlo habido y yo no lo recuerdo, porque esa misión en La Habana fue muy activa, pero ese detalle no lo recuerdo", dice, y agrega que tampoco recuerda "que haya estado en conversaciones con Piñera por ese motivo".

Alto vuelo

Según la Memoria de LanChile de 1995, el ahora candidato presidencial de la derecha era el principal accionista de la línea aérea, a través de su empresa Bancard S.A., que poseía el 29,72% de las acciones. La compañía había completado su privatización el año anterior y, aunque no tenía derecho de tráfico hacia o desde la isla, sí poseía el 57,47% de la propiedad de Ladeco, línea aérea que enfrentó ese año duras restricciones en sus operaciones en Cuba.

Nutrida documentación del archivo histórico de la Cancillería chilena da cuenta de que la compañía había pedido al Gobierno chileno, y éste a la Embajada de Chile en Cuba, que intercediera ante el gobierno local no sólo para anular las restricciones de las que estaban siendo objeto, sino también para gestionar nuevos derechos de vuelo. Así se consigna, por ejemplo, en un telex enviado desde la Cancillería a la embajada en que se lee que las "operaciones Ladeco a Cuba han permitido un acercamiento entre ambos países, motivo por el cual no se entiende la razón que llevó a la autoridad aeronáutica de ese país para afectar tan seriamente la citada operación, la cual con seguridad deberá ser retirada".

La información oficial que iba y venía entre la representación diplomática de La Habana y Santiago ese año deja en evidencia que el tema requirió de gestiones a todo nivel. En la práctica, el problema de Ladeco era la limitación de hasta 15 pasajeros a la semana en varias rutas entre capitales latinoamericanas y La Habana. Los trámites oficiales dieron sus frutos. En septiembre de 1995 el Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba (IACC) otorgó derechos a Ladeco con cupos para 30 asientos a la semana para las rutas cuestionadas. Pero la empresa no quedó conforme e insistió. En diciembre de 1995 se concretó, por primera vez en 24 años, una reunión de las máximas autoridades aeronáuticas de ambos países. Allí se acordó que Ladeco mantendría "abiertos los tráficos de tercera y cuarta libertades sin limitaciones de capacidad" y dispondría de "plenos derechos de quinta libertad". Además se le autorizarían los vuelos de fletes y charter, de pasajeros o carga, "cuando la demanda y las condiciones de mercado lo justifiquen".

"Cabe señalar que la autoridad aeronáutica cubana expresó en varias oportunidades que ningún país de la región gozaba de derechos tan amplios como los otorgados a Chile en esta reunión", concluye el Télex Nº 128 transmitido entre la Embajada de Chile en Cuba y la respectiva dirección de la Cancillería chilena.

Segundo viaje

La documentación de Cancillería no da cuenta de un segundo viaje de Piñera a Cuba ese año. Pero la revista "Qué Pasa" le atribuye otra visita a la isla, en septiembre de 1995 y acompañado por su socio comercial Felipe Cueto. Según la edición del 9 de marzo de 1996, en una nota que se acompaña con la fotografía que ilustra la portada y este reportaje, ambas personalidades "viajaron a Cuba en misión empresarial" y "aunque nuevamente se reunieron con Fidel Castro, el periplo incluyó también varias visitas a terreno, y reuniones con los ministros de Economía, la Inversión Extranjera y de Turismo, además de los representantes de las empresas públicas de turismo, como Gran Caribe y Cubanacán".

El semanario informa que Piñera y Cueto evaluaban una fórmula para construir dos hoteles en unos cayos vírgenes de propiedad estatal, con una inversión de entre 20 y 25 millones de dólares.

Consultados por LND, funcionarios de la Embajada de Cuba en Chile confirman la presencia de Piñera en la isla y su interés en ver posibilidades de negocios en el sector hotelero local. Dicen que esas gestiones coincidieron en el tiempo con las realizadas por grupos españoles y canadienses, hoy los principales inversores extranjeros en el turismo cubano. Pero, hasta donde saben, las gestiones de Piñera quedaron en nada.

Los mismos funcionarios dicen que no registran gestiones del entonces senador en materia de derechos humanos y afirman que "ningún empresario de la derecha chilena ha condicionado jamás sus inversiones en la isla a algunas consideraciones de este tipo, como sí lo han hecho otros, especialmente de la Unión Europea y de China".

Que Piñera se interesara en negocios en la isla en 1995 no es casualidad. Ese fue un año especialmente atractivo para los inversionistas que miraban hacia Cuba. En medio de los catastróficos efectos económicos de la caída del Muro de Berlín en 1989, la desaparición del bloque soviético y la intensificación del bloqueo norteamericano, el máximo responsable de la economía isleña, el vicepresidente Carlos Lage, optó por abrir las puertas a los capitales extranjeros en el sector turismo.

El turismo en Cuba era un mercado muy atractivo. En 1993 recibió 550 mil turistas que dejaron en la isla divisas por 700 millones de dólares; en 1994, el flujo había aumentado en más de un 20%. Todo un logro, considerando que ese mercado había comenzado a ser explotado recién en 1990.

¿Piñera fue sólo de vacaciones? ¿Sus reuniones con las más altas autoridades políticas, económicas y legislativas de la isla sirvieron para solucionar los problemas que sufría Ladeco? ¿O andaba estudiando el mercado local en miras a nuevas inversiones turísticas? ¿Por qué no realizó gestiones en ayuda de las libertades individuales en la isla o a favor de los presos de conciencia? Sólo él lo sabe. //LND

 

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La documentación de la Cancillería no da cuenta de un segundo viaje de Piñera a Cuba ese año. Pero la revista "Qué Pasa" le atribuye otra visita a la isla, en septiembre de 1995, junto a su socio comercial.

 

 

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